El autor fue uno de los prejurados encargados de seleccionar a los finalistas del Premio Roche de Periodismo de Salud 2019.
Este año, por invitación de la FNPI, tuve el honor de ser prejurado en el Premio Roche de Periodismo de Salud. La misión que se me asignó: seleccionar seis finalistas y una mención de honor entre los 92 trabajos registrados en la categoría Periodismo Escrito.
A medida que avanzaba en la lectura de los artículos, continuamente pensaba en qué consejo darles a los periodistas participantes. Desde que escribí proponiendo una escala de 10 grados para medir la calidad del periodismo, siempre he creído que la labor del jurado de un premio de periodismo no es simplemente separar mecánicamente la paja del trigo, sino más importantemente, proveer algo de retroalimentación a los participantes, de tal manera que aprendan algo de su experiencia al competir.
Debo admitir que en mi labor para establecer un juicio justo respecto a los trabajos evaluados me fue de especial utilidad la escala formulada por el proyecto australiano Media Doctor para medir la calidad de un reportaje de periodismo de salud.
Esta escala, que posteriormente sirvió como piedra angular para el portal HealthNewsReview.org del Dr. Gary Schwitzer, es todo un manifiesto a favor de la transparencia en el periodismo de salud. Un reportaje que cumpla con los 10 puntos ahí establecidos, será todo lo contrario a un aburrido comunicado de prensa de los que suelen llegar a las salas de redacción.
Antes de pasar entonces a los consejos, me gustaría destacar algunos aspectos que me sorprendió encontrar en los textos participantes este año en el Premio Roche. En primer lugar, la gran cantidad y calidad de trabajos provenientes de países donde no es para nada fácil el ejercer el periodismo: Cuba y Venezuela. Resulta evidente que, a pesar de las restricciones a la libertad de prensa en ambos países, el buen periodismo sigue floreciendo allí.
También es de destacar la calidad y originalidad de la gran mayoría de trabajos remitidos por periodistas chilenos, y la excelente calidad narrativa que se percibe al leer los reportajes escritos por los argentinos. El tema del acceso a la salud fue recurrente entre los postulados, lo cual pone en evidencia que las dificultades para que la población obtenga servicios de salud dignos es un problema generalizado en toda América Latina.
Los consejos
Ahora sí, pasemos a la lista de consejos que elaboré mientras calificaba los trabajos.
• La calidad está en las fuentes
Fueron varios los trabajos que, aunque bien escritos, contaban apenas con una fuente consultada. Por buena que sea la historia contada, basar todo el reportaje apenas en las declaraciones de un especialista médico o de un paciente denota cierta pereza periodística. Todo reportaje serio de periodismo de salud debería contar al menos con tres fuentes consultadas: un paciente, un especialista médico y un funcionario público o vocero de asociaciones de pacientes. Otros reportajes contaban con varias fuentes médicas, pero pertenecientes todas a la misma institución científica u hospital. Esto hace que el relato quede igualmente cojo, y parezca más un publirreportaje sobre la institución que un verdadero trabajo de periodismo.
• Trascender el plano informativo
El grueso de los trabajos que no clasificaron para el nivel de finalistas lo hicieron porque se quedaban en el plano meramente informativo. Es decir, artículos bien escritos que brindaban información valiosa sobre la incidencia de una enfermedad, e incluían declaraciones de expertos o funcionarios públicos. Pero se quedaban ahí. En apenas brindarle al lector un panorama del problema.
Para trascender este plano informativo es necesario involucrar al lector con una historia que lo conmueva y le toque las fibras. Entrevistar pacientes y dar a conocer sus relatos de vida de forma humana es clave aquí para que el reportaje se destaque.
Eso sí, la historia del paciente no puede ser apenas un apéndice del reportaje. Se requiere contarla tan bien, que aparezca en distintos momentos del relato, y se interrelacione con otros elementos multimedia del trabajo como lo son las infografías, fotografías, videos o audios.
• Cuidado con las imágenes
Varios de los trabajos participantes, aunque estaban bien escritos, tenían un enorme lunar. Las imágenes que los acompañaban estaban puestas ahí como por poner cualquier foto relacionada con el tema del reportaje. Pero carecían de créditos al autor de la imagen, de una leyenda explicativa que las relacionara con el resto de la historia, y algunas tenían bajísima calidad o estaban deformadas en sus proporciones.
Cuidar este tipo de detalles es clave en un trabajo que aspira a ser finalista en un premio de periodismo de salud. Aunque no se trata de un premio de fotoperiodismo sino de periodismo escrito, las imágenes y demás elementos multimedia hoy en día hacen parte clave de la narración. Si las imágenes se tratan apenas como un elemento secundario, le darán a todo el artículo un aspecto de segunda categoría.
• No olvidemos la revisión por pares
Un buen número de artículos exponían importantes avances en el campo de las ciencias médicas logrados por profesionales provenientes de los países participantes. Se notaba en estos artículos la admiración del periodista por el científico al que entrevistaban o cuyo trabajo exaltaban. Pero aquí residen un peligro: dejar que esa admiración nuble nuestra capacidad de cuestionar al científico cuya historia estamos dando a conocer.
Casos como el del célebre profesor Raúl Cuero, deben recordarnos siempre la importancia de la revisión por pares. Es decir, contrastar con otros expertos médicos y científicos qué opinan sobre los logros y hallazgos del profesional cuya labor creemos digna de divulgar.
• Lo bueno, si se presenta en serie, tanto mejor
Desde los orígenes mismos del periodismo, pasando por obras maestras como el Relato de un náufrago de Gabo, los trabajos dados a conocer por entregas tienen un poder especial para llamar la atención del lector e involucrarlo profundamente con una historia. Esto lo confirmé en mi labor como prejurado. Los trabajos presentados en el formato serial denotaban especialmente un trabajo en equipo que no es tan frecuente ver en los artículos presentados de manera unitaria. Estas series de artículos suelen exponerse en formato de especial multimedia donde el texto es la columna vertebral del relato, pero armoniza de manera magistral con las fotografías, videos e infografías haciendo ver mucho más robusto el trabajo.
• Menos problemas, más soluciones
Desde el Festival Gabo 2018, con la visita de Tina Rosenberg y Liza Gross, el afán por darles a las soluciones tanta o más visibilidad como le damos a los problemas en los medios de comunicación se ha vuelto consigna. Tras leer los 92 trabajos participantes en la categoría de periodismo escrito, me quedó la sensación de que muchos de ellos se quedaban apenas en la descripción de un problema: las dificultades para acceder a servicios de salud en algún lugar remoto, la poca efectividad de las políticas públicas para la promoción de hábitos saludables, la incidencia de una enfermedad que ha venido en aumento en los últimos años, la triste historia de un paciente con una dolencia incurable, etc. ¿Pero qué hay de las soluciones? ¿Existen instituciones o asociaciones civiles trabajando por alguna solución? ¿Por qué no les damos espacio también? ¿Qué experiementos están dando resultado? ¿Qué hace falta para que más personas accedan a la cura que un científico descubrió?
Involucrarse más con las técnicas narrativas del periodismo de soluciones con seguridad le brindará al periodismo de salud un todo menos fatalista y más positivo, una cuestión definitivamente necesaria en una región como la nuestra, donde las dificultades para acceder a la salud hacen que el periodismo pueda ser aquella forma de encontrar historias de esperanza para quienes padecen enfermedad y dolor.
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