En un taller dictado por Mónica González no hay otra manera de terminar que no sea "en carpita" y más si se trata de cohesión social. La expresión que la maestra chilena y miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo logró grabar en la mente de los 20 reporteros que participaron en la actividad, realizada en alianza con el programa EUROsociAL de la Unión Europea, revela la clave para hacer buen periodismo en este punto de la historia: trabajar juntos.
"Estamos en un momento crucial, en un fin de era, colapsados por la falta de políticas públicas que ataquen la desigualdad y ante Estados obsoletos que se han quedado chicos frente a la crisis. El periodista no debe querer pasar vanidosamente como un sabio. Somos los biógrafos de la vida, porque nosotros estamos haciendo el registro de ella. No hay que inventar nada, solo desentrañar lo real. Hay que contar las historias que importan y hacerlo desde el periodismo colaborativo", dijo González en la última de las seis sesiones de dos horas que se cumplieron del 29 de noviembre al 6 de diciembre.
Hablar de unidad desde la división resulta contradictorio, por ello González señala que es en las redacciones de los medios de comunicación donde deben iniciar las dinámicas de análisis, comparación, revisión y denuncia de los flagelos y temores comunes de Latinoamérica, mediante la producción de contenidos transnacionales que pongan la lupa sobre la corrupción, la impunidad, la desesperanza y la injusticia. Para ella, la región navega en un panorama oscuro frente al que la fórmula para no sucumbir es mostrar lo que a los poderosos no les conviene que todos vean.
Entender que un reportero no debe estar al servicio de nadie más que del ciudadano figuró desde el comienzo de las jornadas como la premisa para no olvidar, una que a los ojos de González y los expertos que la acompañaron en el taller, Daniel Matamala, Ana Linda Solano, Carlos Gajardo, Juan Jiménez Mayor, Pablo Martínez y Daniel Betancurt, conjuga la gran verdad: hay que mostrarle a la gente que todos tenemos que fiscalizar todo.
Esa fue tal vez una de las palabras que más se repitió en el transcurso de las sesiones: todo. Que la gente necesita saberlo todo. Que los periodistas deben contarlo todo. Que los corruptos intentan esconderlo todo. Y que es justo este oficio el encargado de revelarlo todo.
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Hacer “chillar” las cifras
Hoy no basta con responder qué, cuándo, dónde, cómo y por qué, ni mucho menos con solo escribir bien o bonito. En medio de la pandemia y de la guerra por generar más tráfico que la competencia, el periodismo tiene un desafío grande y útil, ese al que González llama hacer que las cifras chillen, que hablen, que cuenten.
"Tenemos oscuridad en las cifras porque los ricos las esconden y los grandes ganadores son los carteles del narcotráfico. En todo hay cifras y no se puede permitir que se mienta con ellas, ni con las del COVID–19 y menos que se trafique con la compra de vacunas para sectores privilegiados. Cuando alguien desvía dineros para la compra de vacunas o desvía plata que sirve para ayudar a los más pobres o para llevar agua a las poblaciones que no la tienen, está matando gente, eso es hacer chillar las cifras, mostrar lo que pasa con ellas", apuntó la maestra, quien destacó las siguientes reflexiones:
1. La corrupción mata y, ante eso, los periodistas no pueden quedarse callados, deben demostrarlo con cifras, pero no solo ponerlas por rellenar espacio.
2. El buen periodismo no se banderiza, no toma partido, no milita.
3. Hay que llamar a las cosas por su nombre, no prestarse al juego macabro de restarle importancia a lo grave.
4. Es necesario poner a la gente en el centro, pero sin revictimizarla.
5. Urge hacer verdadero contrapeso a las versiones oficiales, no recurrir a los mismos expertos de siempre o a los que están entrenados para decir lo que les conviene a los empresarios.
6. No se trata solo de contar el problema, sino también de indagar hasta identificar posibles soluciones.
En el desarrollo del taller, González insistió en que no es suficiente sacar a la luz la información, sino que cuando se muestra un hecho lo importante es hacerle seguimiento hasta que este sea juzgado. No afanarse a denunciar por denunciar y luego abandonar los casos como causas olvidadas o perdidas. El buen trabajo no se abandona, las investigaciones tampoco.
La importancia de hacerse las preguntas correctas
Sin preguntas no hay periodismo. Los interrogantes son la carne de este oficio en el que la tarea es desmenuzar, explicar todo lo que la industria de la defensa de la riqueza necesita complejizar con números. ¿Qué hacer ante ello?, para González la respuesta es simple: saber preguntar.
"Hay que hacerse las preguntas correctas para no perder el tiempo, por ejemplo, preguntar quién paga la crisis, porque es evidente que las cifras de todos los organismos y expertos (no de izquierda, porque esa confrontación entre izquierda y derecha aquí no corre) hablan de que en este panorama los ricos se han hecho más ricos que nunca, sino miren las cifras de las diez multinacionales que controlan la industria de alimentos", dijo González, quien sugirió las siguientes interrogantes como llaves de investigación periodística:
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¿A quiénes les conviene la crisis y quiénes ganan con ella?
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¿Qué tanto y cómo la sociedad ha retrocedido con la pandemia?
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¿Cuánta desigualdad puede soportar una democracia?
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¿Por qué es tan difícil coordinar la institucionalidad ante la crisis?
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¿Qué tanto depende lo público del capital privado?
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La tarea del periodismo frente al populismo y el autoritarismo
Ante la visión tradicional de la sociedad como la unión de piezas distintas: el Estado, las industrias, la banca y el tejido humano, el periodismo cobra relevancia como esa suerte de ventana a través de la que los ciudadanos pueden ver y entender la realidad e incluso buscar que esta cambie. Pero, aunque en teoría esto suena sencillo, conseguirlo requiere de procesos, capital y voluntades.
"Estos no son los autoritarismos de ayer, ni la asfixia de libertades de ayer, son nuevos, así como son nuevos los miedos y los descontentos. Y eso es lo que nosotros debemos descifrar para iniciar el camino de la recuperación de la confianza desde abajo, porque también afecta la transparencia", afirmó la periodista ante colegas de México, Guatemala, Honduras, Colombia, Venezuela, Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia, Argentina y Chile a los que animó a crear investigaciones conjuntas, a unirse para ser más fuertes.
El periodista de hoy debe cruzar la frontera de las denuncias simples y entrar en el terreno de la profundidad con suficientes argumentos y pruebas para no darles a quienes manejan el poder la oportunidad recurrente de desprestigiar el oficio, de minar la confianza de las audiencias y de finalmente quedar como inculpados de manera malintencionada.
"La razón principal de esta oscuridad es que no tenemos datos fiables en cada uno de nuestros países. Los encuestadores no han salido a la calle en toda la pandemia. Por sanidad y por inseguridad. No sabemos cuántos pobres hay. Más, claro, porque hay más gente que perdió el empleo. Pero además tenemos una crisis humanitaria con los millones de venezolanos que han tenido que salir de su país, los haitianos que siguen huyendo de la violencia y la pobreza, y vienen más conflictos. Navegamos en la oscuridad porque los descontentos son múltiples y tenemos que descifrarlos, porque una sociedad con miedo es una sociedad que es presa de cualquier populismo y de cualquier autoritarismo", explicó la tallerista.
Al mirar la crisis democrática que vive Latinoamérica como un contexto inédito en el que los grandes ganadores son el narcotráfico y el crimen organizado, reflexionar sobre cómo los grupos sociales saldrán de la pandemia es, más que necesario, urgente, y para hacerlo la maestra citó lo dicho recientemente por José Miguel Vivanco, el director de la División de las Américas de Human Rights Watch, al destacar que, como sociedad, estamos en un muy mal momento, el peor de las últimas tres décadas: “la principal prioridad es defender lo que tenemos. Las democracias han sido débiles e ineficaces en combatir la desigualdad, inseguridad y corrupción. Es necesario entender esta nueva vertiente del autoritarismo latinoamericano. Para poder ponerle freno, es indispensable conocerlo y entenderlo, porque no tiene límites y aprovecha la pandemia y el aumento de la miseria para imprimir más temor y coartar la libertad”.
La necesidad de diseccionar las problemáticas sociales
Tal como a un personaje con rostro y cuerpo, González describe a las problemáticas sociales como situaciones desiguales a las que hace falta ponerles cara. Contar lo que les pasa a quienes las viven y el punto al que sus penurias los llevan, pero no para figurar, para volver una noticia viral o para que los colegas los aplaudan, sino para evitar que se repita y que muchos más tengan que padecer aquello que, con ayuda del periodismo de soluciones, pudiera llegar a ser evitable.
En diseccionar, ese término que implica la minucia y el detalle con el que un narrador separa las partes de una historia, está la esencia de lo que reclama el ejercicio periodístico actual, buscar los temas detrás de los temas y encontrar a los responsables para pedir respuestas.
"Cuando la confianza se cae, se incendia la pradera y, en todos sus países, están tratando de incendiar la pradera para que se beneficien algunos y pierdan, como siempre, los más pobres, los más vulnerables, la mayoría de la población, los más desprotegidos y ante eso nosotros no nos podemos quedar al margen”, dijo González.
¿Cómo no desesperanzarse como periodista y llevar esperanza a la ciudadanía?
Un periodista que no haya sentido enojo, frustración, pena, dolor, aburrimiento o miedo sin duda no se ha acercado tanto a las historias como amerita un reporteo pleno, entregado, vivaz. Mirar de cerca las situaciones sin involucrarse en ellas labra en silencio temores que, en muchos casos, nunca ven la luz. Y una de las sorpresas de este taller fue esa, que entre colegas todos se atrevieran a hablar de lo que no se habla, de ellos más allá del oficio.
Por un momento, la valentía y el coraje con los que se enfrentan a diario a la cobertura de ilegalidades en sus naciones pasó a un segundo plano para los participantes. Por un momento, la maestra González dejó de hablar e hizo lo que muchos anhelarían poder disfrutar de alguien como ella, que los escuche, que les diga cómo salir de ese bucle de dudas en el que las amenazas y persecuciones meten a quienes le apuestan a contar. Ella los escuchó y ellos hablaron. Varios tocaron un mismo tema: la desesperanza, y ella, al final, les dio pistas para superarla.
Recuperar la confianza perdida. Aprender a “dominar el ruido de las calles”. Curtir el cuero. Hacerse fuerte ante la realidad, pero sin perder la humanidad. Hablar con colegas. Compartir miedos. Descubrir que son muchos los que temen y sufren lo mismo. Remar junto a un equipo y en la misma dirección. Vencer el ego y aceptar que no todo pueden hacerlo solos y que no existe un antídoto diferente al de intentar contar con la misma pasión de las primeras historias. Volver al origen y desentrañar la raíz. Responder el por qué eligieron narrar o cómo fue que el oficio mismo los encontró. Hablar no solo de otros. Quitarse la corbata. Contar las experiencias para madurar y lograr que los tiranos no los amedranten. González lo concluyó todo y sus talleristas lo absorbieron por completo.
“Aquí lo importante es no envanecerse. Todo es posible con buenos equipos. Hay esperanza porque entre todos estamos construyendo algo nuevo. Estos talleres no son solo para aprender, también son para sentirnos juntos. Esto es de todos, no sobra nadie. Esta red sirve, no es utopía, no es lírica”, apuntó al final González sobre la “carpita” tejida de retazos de anécdotas de expertos y de reflexiones propias en la que, lejos de romantizar, se habló con la verdad y se puso a la ética y a la cohesión social al frente, porque sin ellas no hay democracia ni tranquilidad posible.
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Lecturas recomendadas
A lo largo de las sesiones, González y los expertos invitados recomendaron a los participantes la lectura de los siguientes textos y documentos:
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‘A la sombra de las dictaduras. La democracia en América Latina’, de Alan Rouquié.
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‘Futuro imperfecto. ¿Hacia dónde va el periodismo?’, de Cristian Alarcón, Mónica González y Daniel Rea.
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´Salvando al capitalismo de los capitalistas´, de Luigi Zingales.
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Informe anual de Transparencia Internacional sobre el Índice de Percepción de Corrupción.
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Informes anuales de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal.
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Estudios sobre política y sistemas de América Latina realizados por EUROsociAL.
Sobre la maestra
La periodista chilena Mónica González es maestra y miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo, entre 2007 y 2019 fundó y dirigió el Centro de Investigación e Información Periodística (Ciper), con sede en su país natal, y lideró las riendas del Diario Siete y la revista Siete+7. En su trayectoria figuran roles como los de editora de investigación del diario La Nación y subdirectora de la revista Cosas. Por su desempeño, ha sido destacada con galardones como el premio The Louis M.Lyons Award for Conscience and Integrity in Journalism, de la Universidad de Harvard, el Premio Anual de la Comisión de Derechos Humanos de España, el Premio Nuevo Periodismo Cemex-Fnpi y el Premio Mundial Unesco-Guillermo Cano de la Libertad de Prensa.
Sobre el taller
Este taller fue realizado de manera virtual gracias a la alianza entre la Fundación Gabo y el programa EUROsociAL de la Unión Europea. Inició el 29 de noviembre y se extendió hasta el 6 de diciembre en seis sesiones de dos horas, en las que periodistas de México, Guatemala, Honduras, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Argentina y Chile debatieron acerca de la importancia de la inclusión de la cohesión social en la agenda de los medios de comunicación.