Este artículo es producto del proyecto 'Entre panas y parceros, ¿Cómo comunicar la inmigración en Colombia?', una iniciativa de la Fundación Gabo, con el apoyo del Programa de Alianzas para la Reconciliación (PAR) de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y ACDI/VOCA. Si te interesa profundizar y reflexionar alrededor de este tema, puedes participar en las distintas convocatorias para talleres en distintas regiones de Colombia.
Berbesi ha sido rector del colegio de La Frontera desde el 1º de septiembre de 2006 y, aunque muchos podrían creer que es de profesión educador, nada más alejado de la realidad: Germán es administrador de empresas y actualmente cursa una Maestría en Educación.
El colegio que dirige Berbesi tiene una particularidad que lo define por completo: es la institución educativa de Colombia que alberga una mayor cantidad de estudiantes que viven en Venezuela. De los 1.600 hijos de Germán, 1.200 viven en el estado Táchira y, hasta antes de que iniciara la pandemia por COVID-19, un bus recogía a esos estudiantes en Venezuela de lunes a viernes, los llevaba hasta un punto determinado de la frontera y ya, en lado colombiano, los trasladaban hasta el colegio.
Toda esta dinámica se trastocó por la pandemia del coronavirus, el 16 de marzo de 2020, cuando se suspendieron las clases presenciales en Colombia. La forma que encontraron para que los estudiantes que vivían en Venezuela no pararan por completo su educación fue abrir un corredor humanitario, según acordaron las gobernaciones de Táchira y Norte de Santander. Germán Berbesi llevó, en muchas ocasiones, hasta un punto limítrofe entre Colombia y Venezuela las guías para los estudiantes. Allí un representante de la Secretaría de Educación de Táchira las recogía y se las entregaban a las madres para que sus hijos pudiesen estudiar.
Por ahora la normalidad empezará a regresar al colegio de La Frontera el 15 de julio, cuando recibirán, después de más de un año, a un primer grupo de estudiantes en sus instalaciones: serán 45 alumnos, de los cuales 25 residen en Colombia y 20 más vendrán desde Venezuela.
En La Frontera todos son tratados como iguales
“A los niños les damos a entender que no son migrantes: son estudiantes, compañeros, amigos e iguales”, en esos términos se refiere Germán Berbesi a sus alumnos para aclararles que están en el centro de una institución que trabaja por cada día “humanizar más la educación”.
Germán en estos momentos cuenta los días para que llegue el 15 de julio y regresar a parte de su rutina pre pandemia, la cual le llevaba a pasar alrededor de 12 horas en el colegio. “Antes de las 7:00 a.m. recibíamos a los estudiantes en la puerta del colegio para darles afecto: los mirábamos a los ojos, saludábamos, les dábamos la mano y los abrazábamos”.
Todo esto apoya otro de los principios del rector Berbesi: “Somos una institución de puertas abiertas y activa. Aquí cualquier persona que necesite hablar con el rector puede hacerlo, no necesita sacar una cita antes, ni explicar los motivos”.
Esa política le ha permitido a Germán conversar con muchas madres y padres de familia y estudiantes, labor fundamental en una escuela binacional, ya que las confusiones pueden estar a la orden del día. Por ejemplo, cuenta Berbesi que una vez una alumna venezolana le comentó que quería retirarse del colegio debido a sus bajas calificaciones: había sacado 4.8 en un examen de matemáticas. El rector tuvo que explicarle que su nota había sido casi perfecta y que, a diferencia de Venezuela, en Colombia evalúan con calificaciones del uno al cinco y no del uno al veinte.
En otra ocasión una mamá venezolana se le acercó a Berbesi con un mapa y le pidió que le dijera dónde se encontraban ellos, porque siempre que le mandaban tareas de geografía a su hijo y ella no podía ayudarlo, ya que no sabía ubicarse en un mapa de Colombia.
Estas historias esconden una realidad que para Germán no se debe ocultar y que, cómo no, el rector cuenta a través de otra anécdota: “En una ocasión un niño venezolano y uno colombiano estaban hablando y el colombiano le preguntó al otro joven si era feliz. El niño venezolano le respondió que los migrantes no son felices y le explicó: ‘No sé dónde estoy, no entiendo lo que ustedes comen y tampoco sus palabras. No tengo amigos, mi papá no tiene trabajo y vivo con mucha gente. ¿Cómo voy a ser feliz?’”.
Es por eso que Berbesi ha ido más allá en su trabajo al entender que la Institución Educativa La Frontera no es solo un centro formativo, sino también una institución social que busca la manera de darle cariño a todos sus alumnos y alumnas y entregarles las mejores condiciones posibles para que sean felices dentro del colegio.
En este sentido, el rector santandereano tiene muy claro que mientras más alianzas y organizaciones ayuden al colegio, más se podrán aliviar las necesidades de los estudiantes y sus familias: “Tenemos más de 60 o 70 organizaciones que nos ayudan. entre las principales están ACNUR, el Consejo Noruego para Refugiados, Comparte por una Vida y Migración Colombia, entre otras”.
Otro de los principios del santandereano es el respeto por cada persona que llega al colegio: “Cada año nos llegan 2.000 solicitudes para nuevos cupos y solo podemos recibir 200 nuevos estudiantes. Aun así, orientamos a todas esas madres y padres para que puedan ir a otras instituciones. Acá respetamos a todos los que vienen, no permito que se le afecte la dignidad a nadie”. Berbesi ofrece disculpas por adelantado a los representantes de los alumnos: “Les ofrezco disculpas anticipadas si llego a llamarlos en la madrugada, pero es que siempre me comunico al terminar de revisar los documentos para los nuevos cupos y les puedo llegar a avisar a la una de la mañana si les falta algo”.
Germán Berbesi expresa que le quedan todavía ocho años más al frente de la Institución Educativa La Frontera, tiempo en el que espera seguir trabajando para defender un ideal “en el que no haya nacionalidades, pues somos uno solo” y en el que todos sus alumnos puedan aprender “a buscar un futuro, estudiar en la universidad y no conformarse jamás”. Si después de todo ese tiempo puede lograr eso podrá “dormir tranquilo, porque significa que uno cumplió”.