Llegamos a la mitad de este noveno encuentro anual de cronistas ‘ñamericanos’ con Martín Caparrós trabajando sobre los proyectos de libros periodísticos de Daniel Burgui, a partir de sus viajes y trabajos sobre las repúblicas islámicas exsoviéticas del Asia Central, y de Jacobo García, sobre sus veinte años de viajes y trabajos en Latinoamérica.
En la tercera de cinco jornadas del taller de libros periodísticos con Martín Caparrós, el libro de viajes se convirtió en protagonista. El maestro, con cierta guasa, arrancó la cuestión declarando que siempre ha dicho estar en contra de este formato. “En los relatos de viajes hay mucho más relato del viaje que del lugar: cómo perdí el bus, había cucarachas en la habitación, lo que comí me dio acidez de estómago”, dijo mientras todos se sonreían.
Después añadió que en este tipo de libros el peligro es “la crónica quesillo”. “Que si yo vi esto, que si yo pensé lo otro, que si me acordé de mi perro…”. “Cuando las leo siempre estoy pensando ¿por qué no se aparta para que pueda ver lo que importa?”. Caparrós recordó que esto ha sido muy bien definido por Juan Villoro como “crónica selfie”. El maestro cree que hay mucha confusión entre escribir en primera persona y escribir sobre la primera persona: “La primera persona puede ser más una actitud que un relato. Que se vea que hay alguien que mira, no qué le pasa al que mira todo el rato. El narrador siempre es un personaje construido por el autor que elige qué cuenta de lo que le pasa y qué no.” Para terminar de explicar la idea, contó que en sus primeras crónicas tenía como regla contar siempre algo feo que le había pasado, algo que aminorara la envidia o el odio del lector. “No es ‘mira qué vivo soy que me fui a Tailandia’; es ‘mira qué mierda me pasó’. Lo que cuentas del narrador es muy deliberado y muchos lo confundirán con el autor, pero el autor no debe confundir a el personaje consigo mismo”.
Esto le llevó, sin embargo, a declararse completamente a favor del narrador en primera persona: “La primera persona de la crónica es política. Rompe con el simulacro de los grandes medios del siglo XX, con esa prosa en tercera persona, translúcida, que casi ni se veía porque estaba hecha de fórmulas, imponiendo a muchos lectores que eso era la realidad […] La crónica en primera persona deshace eso. Dice ‘esto es lo que pude averiguar, ver, contar’. Termina con la ingenua fantasía de que se puede contar la realidad. Esto es una de las múltiples maneras de contarla. No puede haber relato si no lo cuenta alguien.”
Sobre la epidemia actual de yoísmo también advirtió sobre la “cierta ligereza” con la que se suele confundir “ver alguito con creer que entiendes todo […] Uno siempre puede decir que encuentra cosas y que no las termina de entender”. Es decir, prefiere la humildad realista que la soberbia ingenua.
Ahondando en el problema de ombliguismo de los autores también habló sobre las falsificaciones del habla de los que se citan: “Es obvio que la forma en que cada uno habla es tan definitoria como el resto. No es lo mismo ser rubio de ojos azules que no […] Muchas veces me encuentro en entrevistas que me hacen en las que ‘asciendo’ o ‘regreso’. Y eso es algo que nunca hago. Yo no asciendo o regreso. Yo siempre ‘subo’ o ‘vuelvo’”. El maestro reclama escribir como habla la gente “con sus vacilaciones, sus interrupciones, sus problemas”.
Y todo eso no tiene por qué convertirse en prosa seca. Caparrós describió la diferencia para él entre una nota periodística y una crónica: la primera dice ‘sucedió tal cosa’, la segunda la pone en escena para que el lector la vea, la oiga, la huela.
El maestro animó a Daniel Burgui con su proyecto recordándole una cita de Rysard Kapuściński de cuando coincidió con él unos días en Buenos Aires en 2002. Entonces le preguntó al maestro polaco qué parte del mundo creía que quedaba por contar: “las repúblicas islámicas exsoviéticas de Asia Central”, fue su respuesta.
También animó a Jacobo García con su proyecto sobre Latinoamérica. Le contó cómo, en 2015, escribió por encargo Lacrónica, un libro que recopila sus crónicas y las analiza. Después le dijo que el que Jacobo acaricia será mejor que el suyo porque estará circunscrito a un área geográfica más concreta y le permitirá renovar los textos y reinterpretarlos contando lo que aprendió en todos esos años de reportero sobre Latinoamérica y sobre la vida.
Al hilo de las conversaciones del día sobre los proyectos de Burgui y de García se dio un curioso diálogo entre Martín Caparrós y Jaime Abello, el director general de la Fundación Gabo, de visita en el taller en ese momento.
Caparrós: El peligro del exotismo acecha: construir un texto en el que lo básico sea la sorpresa. Kapuściński decía que cada historia tiene que ser una pequeña gota de agua en la que se refleje el mundo. Si no se refleja nada, la gota no significa nada.
Abello: Yo estuve en esas repúblicas la semana pasada –refiriéndose a las que investiga Burgui–... en TikTok: una boda en Uzbekistán. Es un vídeo muy viral. Y después el algoritmo me trajo un montón de vídeos más de la zona. El exotismo se está acabando.
Caparrós: Yo creo que las redes alimentan el exotismo, el misterio. Siempre son piezas cortas. No terminas de saber de qué se trata y…
Abello: Sí, ahí hay mucha ficción.
Con la muerte o el crecimiento artificial del exotismo nos despedimos hasta mañana.
El maestro
Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) se licenció en historia en París, vivió en Madrid, Nueva York y Barcelona, hizo periodismo en gráfica, radio y televisión, dirigió revistas de libros y revistas de cocina, tradujo a Voltaire, a Shakespeare y a Quevedo, recibió la beca Guggenheim, los premios Planeta y Herralde de novela, los premios Tiziano Terzani, Roger Caillois y Caballero Bonald de ensayo, los premios Rey de España, Moors Cabot y Ortega y Gasset de periodismo. Es maestro de la Fundación Gabo desde 2000 y miembro de su Consejo Rector desde 2013. Ha publicado más de cuarenta libros en más de treinta países. Los últimos son las novelas Sinfín y Sarmiento y los ensayos Ñamérica y El mundo entonces. En 2023 Random House inició, con unos 15 títulos, la publicación de la “Biblioteca Martín Caparrós”, que reeditará la mayoría de sus obras.
Los participantes 2024
Gabriel Labrador viene de El Salvador, trabaja en El Faro y está escribiendo sobre la democracia en su país; Patricia Nieto, de Colombia, es freelance y profesora universitaria y escribe sobre la vida en el Amazonas colombiano de los habitantes que se resisten a abandonar la selva; María Gabriela Verdezoto, de Ecuador, freelance, sobre lo que la minería del oro ha hecho a su país; Daniel Burgui, de España y freelance, sobre las repúblicas islámicas de Asia central; Jacobo García, de España también, trabaja en El País y prepara un libro sobre Ñamérica tras más de veinte años allí; Marcela Turati, de México, trabaja en Quinto Elemento Lab, sobre una desaparecida en 1978 en la “guerra sucia” del cuerpo policial militar contraguerrillero en su país; Joaquín Sánchez Mariño, de Argentina, que trabaja en Antartica Press, prepara proyecto sobre un encargo de un libro que le hizo un hombre para que escribiera su historia de amor para salvarla y Silvina Ajmat, argentina también pero residente en Madrid, trabaja en Mediaset y prepara libro sobre el Programa Visar de 2019 que prometió la nacionalidad española a los argentinos hijos y nietos de españoles y resultó ser un fraude.
El taller
Hoy, el formato libro es el refugio del mejor periodismo narrativo. Ante la reticencia de muchos medios a publicar artículos largos y su desinterés por determinados temas, los periodistas más entregados eligen esta forma de trabajo laboriosa, paciente y contracorriente, sacándole tiempo al tiempo para escribir sobre lo que quieren y como quieren: sin restricciones, órdenes, ni límites más que los propios.
El taller de libros periodísticos de Martín Caparrós se organiza anualmente desde hace una década. En él se reúnen ocho periodistas/escritores ñamericanos, que tienen un libro entre manos, para trabajar en sus estructuras y contenidos durante cinco jornadas bajo la guía del maestro y con la colaboración del resto de talleristas.
Oaxaca, Buenos Aires y Madrid han sido las ciudades sede. En esta ocasión se celebra en Casa de América, del 3 al 7 de junio, coincidiendo con la Feria del Libro de Madrid, por tercera vez consecutiva. Ambas instituciones y la Fundación Gabo hacen posible esta actividad.