La grave crisis del periodismo en Colombia está destruyendo la credibilidad de la profesión y, en consecuencia, está a punto de privar a la sociedad colombiana de una información creíble y de calidad. Y una sociedad sin información es una sociedad manipulable.
Para agravar esta crisis se han sumado factores éticos, humanos, económicos y laborales.
Es una crisis que está a la vista en un periodismo que la sociedad está sintiendo inferior al papel que le corresponde.
Cuando la sociedad desconfía porque ve a sus periodistas y a los medios dependientes y subordinados a los poderes económicos, políticos y gubernamentales, se puede medir el peligro y profundidad de la crisis.
Si, además, percibe que es un periodismo que prefiere entretener porque así asegura ganancias; y que progresivamente renuncia a su papel orientador porque este supone tiempo y reflexión, la crisis manifiesta su dañina naturaleza.
Y si se agrega el impacto de la tecnología digital que multiplica las fuentes de información ligera y de fácil acceso, el periodismo va apareciendo como una profesión desechable y de fácil reemplazo.
Al perder peso moral e influencia en la vida de la sociedad, al desaparecer su función informativa y de interprete de la vida diaria de la sociedad, esas funciones pasarán a manos de los poderes interesados en controlar la información y ponerla al servicio de sus objetivos políticos, económicos o de empresa, mientras las libertades de expresión, de opinión y de información entrarán en proceso de desaparición.
La Fundación Colombiana de Periodismo ve con alarma que la mayoría de los periodistas no tiene vinculación laboral con los medios, particularmente en capitales departamentales, ciudades intermedias y municipios de relativa importancia.
Mucho tiene que ver esta situación con la asfixia financiera que se desprende de la concentración de pautas comerciales en los grandes medios.
En la llamada “provincia” del país, las emisoras de radio y los canales de televisión trasladan a los periodistas la responsabilidad de conseguir anuncios y dar resultados económicos para ambas partes, con una “debida obediencia” informativa a gobernantes y grupos políticos regionales a los cuales no se debe criticar o denunciar por eventuales irregularidades administrativas.
Medios y periodistas sometidos al favor comercial de grupos políticos y administraciones locales que afectan los derechos y las libertades de empresa, de prensa y de trabajo, consagrados en la Constitución Nacional.
No se trata solo de las amenazas de grupos armados y de políticos corruptos contra periodistas: Periódicos, emisoras y canales regionales han despedido periodistas en los últimos meses con el argumento de haber “violado” políticas de esos medios de “no atacar” a los alcaldes y a los integrantes de los concejos municipales.
Para que las libertades relacionadas con el ejercicio periodístico no desaparezcan, proponemos un examen de las causas de esta crisis y, entre otras, queremos señalar por su impacto inmediato y directo sobre la calidad de la información, la relación entre periodismo y empresa que, en las prácticas más tradicionales, era de subordinación de lo económico a los periodístico. Hoy esa relación se ha invertido y provoca fenómenos como el de la reducción del periodista a la condición de un trabajador informal.
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