Como periodista en ejercicio del periodismo y de la docencia del periodismo, creo que la dimensión ética abarca tres dimensiones.
1. La dimensión individuo-audiencia: soy responsable por el rigor en la investigación y la transparencia en la presentación de los temas sobre los que me desempeño. Esta responsabilidad, para no ser abstracta, debería traducirse en prácticas explícitas y verificables, empezando por dos muy simples: declaración personal detallada de ingresos y gastos, renuncia pública a invitaciones o membresías incompatibles con el ejercicio crítico de la reportería.
2. La dimensión empresarial y, muy frecuentemente, la que corresponde a un tipo muy particular de organización: la empresa periodístico-publicitaria con fines de influencia y lucro. Aún en condición de empleado sin acceso al más alto nivel de decisión corporativa, soy copartícipe de las acciones y omisiones con las que la organización de la cual obtengo los recursos materiales o simbólicos con los que ejerzo mi destreza como periodista, se propone atender y/o impactar la opinión pública. Rigor y transparencia, de nuevo, pero ahora para mirar adentro y asumir la primera persona del plural de la que soy inevitable parte.
3. La dimensión social que me involucra como individuo y como miembro de una organización en la conversación colectiva que moldea la agenda de convivencia a escala local, nacional y global. En este contexto, la ética del periodista se mide por su capacidad sistemática para evitar la celebridad. En sociedad, el periodista debe trabajar duro para volverse útil y mucho más duro aún para no caer en la vanidad de creerse el poder.
Sobre Marcelo Franco
Periodista, experto web, docente y maestro de la FNP. Ha sido gerente de contenidos digitales del diario Clarín; y profesor de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés – Grupo Clarín. Actualmente es director de la Maestría en Periodismo de la Universidad ICESI en Cali, Colombia.