Una pregunta hecha en nuestro Consultorio Ético por de Deysi Ramos, editora en El Este Noticias, Isla de Margarita – Venezuela.
Una persona que ha sido víctima de la trata de personas confiesa que fue violada unas 48 mil veces durante 4 años de cautiverio. Ahora ofrece conferencias para alertar sobre esta problemática. ¿Sería amarillismo si la nota se titula ponderando el número de veces que fue ultrajada?
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El sensacionalista acude al dato escandaloso y al superlativo como recurso para atraer la atención y aumentar las ventas de su producto.
Estos dos recursos apartan al periodista de lo que debe ser su misión fundamental: informar de tal modo que motive al lector para aportar soluciones y contribuir a un cambio en la sociedad.
Al periodista sensacionalista no le importa la repercusión social de los hechos, ni trabajar en la motivación de sus lectores para introducir cambios en la vida de la sociedad, por eso no va más allá de mostrar el dato escandaloso.
En este caso es la cifra de las violaciones, un dato no verificable, sospechoso de inexactitud pero con capacidad de generar curiosidad. Si se pretende atraer lectores, ese titular lo logrará; pero si se trata de informar de modo serio y profesional, ese no es el titular.
En cambio, una información que, más allá de este caso individual, dé cuenta de la extensión y gravedad del fenómeno, contribuiría más eficazmente a la creación de un clima que propicie cambios en favor de las víctimas y de la reducción de víctimas.
La víctima, como consecuencia de tal información, no deberá ser mirada como objeto de curiosidad sino como un estímulo para hacer una sociedad más justa y respetuosa de la dignidad de las personas.
Es probable que esta forma de informar reduzca la venta de periódicos, pero lo cierto es que los periodistas no estamos para vender periódicos.
Documentación
En la difusión de noticias hay que evitar el sensacionalismo que consiste en la exageración intencionada del contenido de la noticia aunque de fondo haya verdad. Entre las formas del sensacionalismo es especialmente grave el que provoca la curiosidad morbosa del público mediante descripciones truculentas o imágenes conmovedoras. El sensacionalismo no solo atenta contra a intimidad y el honor de las personas, también constituye una falta de respeto a la objetividad de la información.
Una de las dificultades que el periodista enfrenta en situaciones de catástrofes es la tendencia del medio de comunicación a transformar la noticia en una forma de entretenimiento, lo que se ha llamado la espectacularización de la información. Las Recomendaciones de Cataluña definen mejor estos conceptos: en la información sobre tragedias hay que estar especialmente atentos al léxico que se utiliza. Conviene evitar adjetivos, frases hechas y lugares comunes que dramaticen o espectacularicen innecesariamente el relato de un suceso y puedan atemorizar a víctimas, familiares o afectados potenciales.
Mario Urzúa: Periodismo y Ética. Centro de estudios bicentenario. Santiago, 2005, p 54.
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Si usted tiene preguntas para nuestro Consultorio Ético, puede formularlas aquí para que sean respondidas a la mayor brevedad por el maestro Javier Darío Restrepo.
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