Muerte de Umberto Eco, buen pretexto para leer Número Cero

Muerte de Umberto Eco, buen pretexto para leer Número Cero

Aunque menos abundantes que sus escritos teóricos, sus obras de ficción deberían ser también de obligatoria lectura para las nuevas generaciones de periodistas, en especial su última novela, Número Cero.
Portada del libro publicado en español por Editorial Lumen
Red Ética

Todos aquellos que pasaron por una facultad de periodismo o comunicación social, seguramente leyeron a Umberto Eco. Sus ensayos sobre semiótica son material de lectura obligatoria durante los primeros semestres de cualquier carrera universitaria de humanidades. Aunque menos abundantes que sus escritos teóricos, sus obras de ficción deberían ser también de obligatoria lectura para las nuevas generaciones de periodistas, en especial su última novela, Número Cero.

No ha alcanzado la popularidad de El Nombre de la Rosa (1980) o El Péndulo de Foucault (1988), pues Número Cero fue una novela publicada apenas el año pasado. En ella, el escritor italiano fallecido este 19 de febrero a la edad de 84 años, narra la historia de Domani, un diario que se adelantará a los acontecimientos a base de suposiciones y mucha imaginación, sin reparar casi en el límite que separa la verdad de la mentira, y chantajeando de paso a las altas esferas del poder.

“Desde hace más de diez años tenía esta novela en mi cabeza. Siempre he querido hablar de los problemas del periodismo, y ahora también de internet, donde se puede mentir mucho”, dijo Eco sobre las motivaciones que tuvo para escribir su último trabajo.

Es por eso que aquí conocemos el lado más irreverente de il Professore, quien crea a Simei, un empresario que a todas luces es equivalente a Silvio Berlusconni, y que en la novela funda un periódico cuya única intención no es informar sino ser una máquina de poder para crear presión, desacreditar a políticos y rivales, crear informes, dosieres, noticias falsas y complots.

Es cierto, Número Cero no es la única reflexión que Eco hizo en su vida sobre el periodismo. También criticó a los medios y periodistas en obras como Apocalípticos e Integrados (1968), una obra indispensable para entender la cultura popular y los medios de comunicación de masas en una época donde la televisión era el centro de la cultura. Allí critica a integrados como McLuhan por su positivismo respecto a los medios y, a los apocalípticos, por ser demasiado reduccionistas.

Sus reflexiones sobre periodismo también están presentes en otra de sus obras de ficción, El Cementerio de Praga (2010), donde se muestra muy crítico con supuestas obras como ‘los Protocolos de los Sabios de Sion’, un falso panfleto que sirvió de inspiración a las políticas antisemitas de numerosos estados europeos y que culminaron en la aniquilación sistemática de los judíos en la Alemania nazi.

“Ya no hace falta decir de alguien que es pedófilo o que estranguló a la abuela para deslegitimarlo, sino que basta con introducir cualquier pequeñez que cree sospecha”, dijo Eco el año pasado en una entrevista concedida a Il Corriere TV, recordando el caso de un juez cuestionado por los excéntricos colores de sus medias.

El valor que queremos destacar aquí radica en que Número Cero es su única obra donde le dedica 224 páginas a reflexionar sobre la responsabilidad que tienen los medios de comunicación al informar, o más bien, desinformar. Como bien lo dijo el crítico José Luis Garcés, en Número Cero Eco juega a crear un periódico cuya única intención no es informar sino ser una máquina de poder para crear presión, desacreditar a políticos y rivales, crear informes, dosieres, noticias falsas y complots.

Además del empresario Simei, la novela está construida alrededor de dos divertidos personajes. Colonna, que en abril de 1992, a sus cincuenta años, recibe la propuesta de convertirse en redactor jefe del diario; y el reportero Braggadocio, que en palabras de Eco es el maníaco complotista, obsesionado con la primicia, para quien el verdadero Mussolini no fue asesinado sino que huyó a la Argentina.

“Los periódicos no están hechos para difundir sino para encubrir noticias”, dice Braggadocio en la novela, “sucede el hecho X, no puedes obviarlo, pero, como pone en apuros a demasiada gente, en ese mismo número te marcas unos titulones que le ponen a uno los pelos de punta y tu noticia se ahoga en el gran mar de la información”.

Aunque se trata de una sátira en la que un Eco se despacha sin temor contra los políticos y magnates de su país sin temor alguno, pues ya sentía cerca la presencia de la muerte, Número Cero es también una extensa lección de periodismo que todo estudiante o periodista en ejercicio debería leer. Al menos para aprender cómo no hacer periodismo.

 

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