Ese video no es tuyo

Ese video no es tuyo

¿Sabes qué es el 'freebooting'?... Se trata de una práctica que ha minado la credibilidad del periodismo digital, según sostiene el chileno Andrés Azocar en esta nueva entrada de su blog.
Ilustración: Mohamed1982eg en Pixabay | Usada bajo licencia Creative Commons
Andrés Azocar

La agregación ha sido uno de los grandes hitos de la era digital en el periodismo. El contenido original comenzó a viajar por las redes y no pasó mucho tiempo para que una nota estuviera alojada en decenas de sitios. Por supuesto, la autorregulación propuso buenas prácticas: citar el origen del texto, enlazar al sitio original y hacer un solo resumen del contenido. Sin embargo, la supremacía de las Plataformas sociales y la obsesión por el clic fueron destruyendo estos logros iniciales, llevando a la agregación al vulgar robo de contenido. Una de sus peores expresiones hoy es freebooting.

El freebooting es tomar videos que corren por la web, descargarlos, cambiarlos al player del “depredador” y, como si fuera poco, incorporar el logo del medio final. Si es posible, sobre el logo original. El video hoy es el formato de mayor alcance en la web. El algoritmo de Facebook privilegia el video por sobre la foto y el texto y eso lo ha hecho explotar. Pero no es fácil ni barato crear una cadena de producción de buenos videos para la web. Y muchas redacciones no tienen la capacidad -o no saben cómo enfrentar el desafío- para armarse en esta área. Tomar videos de otros se ha convertido en la solución fácil, simple y efectiva. Básicamente no tiene costos. Por lo mismo, hoy es posible ver que muchos videos similares se mueven por las plataformas sociales con distinta identidad.

La banalidad del clic ha convertido a muchos medios en oportunistas. La medida del tráfico los obliga a recoger lo popular. “Cuando los periodistas ven que una historia se hace grande en Twitter, consideran que es una especie de responsabilidad cubrirla, incluso si la historia es un marco alternativo o una teoría de conspiración”, escribe Farhad Manjoo en el New York Times.

Distribuyendo engaños

Esto es un fenómeno mundial y no sólo plantea el problema de la cita, el enlace y la mención, que era regla inviolable en los albores del periodismo digital. Sino que está creando una dificultad mayor: la veracidad del contenido. Mientras más especializadas se hacen las técnicas de edición, mayor es el riesgo de distribuir engaños. "La Inteligencia Artificial está favoreciendo la creación de videos falsos convincentes. Si sigue avanzando, la sociedad deberá acostumbrarse a consumir información como lo hacía hace 100 años", alerta Ian Goodfellow de Google. Los medios hoy filtran muy poco las noticias que no son de su propia fuente. Si a esto sumamos que detectar manipulación en los videos es complejo y extremadamente lento, el futuro luce más oscuro que claro.

La lógica del clic fácil ha erosionado los manuales éticos -escritos y no escritos- de todos los medios. Procesos industriales se han apoderado de la redacción. La pausa y la discusión no tienen cabida, cuando el triunfo se mide por el tráfico. El video es la fiebre del oro de esta banalización. No sirve de mucho las amenazas de demandas por uso indebido de contenido de terceros, porque estos suelen ser infructuosos. Muy difícil de fiscalizar, muy caro de ir a juicio y muy complejo lograr una compensación económica. Sólo las grandes marcas pueden conseguir algún beneficio por el robo de sus videos. Por lo mismo, la decisión de explotar el freebooting queda en manos de los editores. Una mirada sensata de mediano plazo, indica que esta práctica es errada. No sirve a la marca para generar lealtades y la pérdida de credibilidad es pérdida de valor. Una encuesta de Edelman Trust Barometer en EE.UU. mostró que un 62% de los encuestados había perdido confianza en los medios debido a las noticias falsas. El daño de las malas prácticas es cada vez más evidente.

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