“The voyeurs motel” (El motel del voyerista) se titula la crónica que el legendario exponente del nuevo periodismo Gay Talese acaba de publicar en la revista The New Yorker, y que le ha valido numerosas críticas desde el punto de vista ético.
El reportaje de 16 páginas, que es apenas el adelanto de un libro que se publicará en los próximos meses, narra la historia de Gerald Foos, un hombre que contactó con Talese cuando trabajaba en su libro “La mujer de tu prójimo” hace 33 años, para contarle que había remodelado un hotel en Colorado para poder espiar durante décadas a sus huéspedes teniendo relaciones sexuales desde un falso techo en las habitaciones.
Solamente dos personas conocían el secreto de Foos: su esposa y Talese, quien aceptó viajar a Aurora para conocer el lugar, ingresar por los conductos diseñados para el espionaje y observar junto al voyerista a una pareja teniendo sexo oral en una de las habitaciones.
En la correspondencia que Foos y Talese mantuvieron durante años, el dueño del motel le confesó al escritor que además había sido testigo de un asesinato cuando espiaba a sus huéspedes, pero que no le había dicho nada a la policía, a fin de mantener oculta su perversión.
No es la primera vez que Talese es criticado por sus métodos de periodismo inmersivo. Para poder escribir el libro “Honrarás a tu padre”, el cronista convivió con mafiosos; mientras que durante el proceso de investigación de “La mujer de tu prójimo”, extenso reportaje donde explora las costumbres sexuales de los estadounidenses, Talese montó una casa de masajes.
Las críticas no se han hecho esperar y han sido despiadadas. “Tal vez Talese, en el fondo, lo único que ha hecho es ser un buen periodista. O tal vez no. Solo hay una cosa que es segura en todo este asunto: Gerald Foos es un ser despreciable. Y Gay Talese también”, dijo Manuel de Lorenzo en el diario español El Progreso. Adicionalmente, para Isaac Chotiner, de Slate, el artículo es un ejemplo de falta de ética periodística en la que hay muchas víctimas a cambio de una historia que no es un asunto de gran interés público, lo cual hace que Talese tuviera “la obligación como ciudadano de desvelar el comportamiento repulsivo, peligroso e ilegal de Foos, y no lo hizo”.
Pero también están quienes han defendido al veterano reportero de 84 años, como Eric Wemple en el Washington Post, quien argumentó que “la insistencia en que Talese tendría que haber acudido a la policía afecta a la legitimidad misma del periodismo. Apenas el público comience a ver a los periodistas como una extensión de los informantes policiales, adiós”. Por su parte, David Remnick, director de The New Yorker, defendió que Talese no fue en ningún caso testigo del asesinato ni pudo hacer nada para su esclarecimiento y que el periodista “no violó ningún límite legal o ético”, aseguró.
¿Está bien encubrir un crimen para realizar un reportaje? ¿Fue Gay Talese cómplice de un crimen al no denunciar al voyerista? ¿Estuvo bien que Talese esperara a que los crímenes prescribieran para publicar su crónica? ¿Es ético haber aceptado las condiciones del voyerista para poder conocer la historia? ¿Cometió un delito Talese al espiar él también a una pareja de huéspedes teniendo sexo? ¿Deberían los periodistas acudir a la policía siempre que se enteran de una conducta ilegal? ¿El interés público de la historia protege a Talese de cualquier acción legal en su contra?
Para responder a estas y otras preguntas, los seguidores de la cuenta @EticaSegura participaron en uno más de nuestros tuitdebates usando la etiqueta #ÉticaEnRed. Los mejores trinos producidos durante la hora del debate fueron recopilados en el siguiente Storify.
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