Por Carlos Hernández participante del taller de "Cómo se escribe un periódico" que dirigió Miguel Ãngel Bastenier La canción comienza con batería y el rasgueo de una guitarra eléctrica. Se les suman el bajo y la voz forzada de un hombre que grita: "Fernando Botero, símbolo nacional de la mediocridad en Colombia". Una jovencita entra en el coro, más calmada, y canta: "caricaturistaaaaa con suerteeee". Son tres minutos con 43 segundos. Al curador de arte Eduardo Hernández le hizo gracia saber que existía Odio a Botero, banda de punk que se catapultó hace unos cuatro años con letras como esta. "Me encantó. Me sentí cómplice".
Sería exagerado afirmar que Hernández odia a Botero. Aunque lo critica con severidad, deja claro que le interesan los cuadros que pintó entre el 57 y el 67, "su segunda etapa", pero que el resto no vale la pena.
Trabaja en un cubículo de la escuela de bellas artes de Cartagena, donde es director del programa de artes plásticas. A las 5:10 P.M. del viernes pasado, antes de comenzar la entrevista, un estudiante le pidió prestada una antología de artículos de Marta Traba. Él sacó el libro de la biblioteca que hay detrás de su silla y le advirtió: "No es por aquí por donde quiero que empieces, pero llévatelo".
Marta Traba (1930-1983) fue la crítica de arte que más elogió la obra de Botero desde que este se dio a conocer. Ella escribió en 1958, en un artículo para El Tiempo, que la pintura del paisa "jamás será una impostura, porque nace de los más sinceros esfuerzos por existir como creación propia e irá definiendo valores cada vez más firmes, porque la tenacidad, unida al talento, no puede nunca desembocar en el vacío". Hay que comenzar por aquí:
¿Qué vio Marta Traba en la obra de Botero?
Él entra en una segunda etapa, que es la más madura y la de mayor relevancia, después de trabajar imágenes delgadas, de corte costumbrista. Parecía más interesado en hablar de ciertas problemáticas que en hacerlo bien, pero no pintó mal; lo hizo con una acción y un gesto vigorosos. Es Marta la que da luz sobre ese segundo momento. Luego se anestesia el contenido y el artista entra a valorar sólo los elementos que agregan valor desde la técnica.
¿Cuáles son las diferencias técnicas entre ambos momentos?
Botero mejora sus pinceladas, que se vuelven delicadas, casi femeninas frente a las de la segunda etapa y frente a los gestos grandilocuentes que pintó entre el 57 y el 67. Hablo de Obispos muertos, de los retratos de las juntas militares, de los obispos camino al sínodo, de las monjas, de los niños de Vallecas, de las copias que hacía de otras obras de la historia del arte español, que eran un tanto freak, como pequeños monstruos. Él pintaba de una manera supremamente vital, pero su obra pasa a ser aséptica, no huele ni sabe a nada.
¿Por qué el cambio?
Viendo su desarrollo posterior y las opiniones que ha emitido parece que no se sentía muy cómodo con la forma como pintaba. No puede decir que sus cuadros en los 60 están mal pintados, pero se decide a mejorar y entra en un ciclo en el que se repite a sí mismo. Él encuentra más valioso el sentido del arte en la técnica, pero en su caso es una forma de aburguesarse. La técnica tiene un valor en el mercado de los objetos, pero el arte tiene un alma que no es del orden material. El cambio, más que al arte, lo lleva a la mercancía, y es cuando empieza a vender con más fuerza.
¿Qué lo volvió tan exitoso?
Uno, la misma Marta Traba, primera crítica en Colombia que utiliza un medio masivo como la televisión para hablar sobre arte contemporáneo. Botero también participa en muestras importantes de arte latinoamericano y se sitúa dentro del paradigma de artista muy destacado. En ese punto ya es difícil que separe el éxito del mercado, una de las cosas nefastas en el arte.
¿Por qué llega a vender cuadros por más de dos millones de dólares?
Botero es buen negocio y permite una alta plusvalía, pero ni la Tate Gallery, de Londres, ni el Gran Palacio de Bellas Artes, de París, le harán una exposición. Hay otras entidades que se doblegan al mercado, como las casas de subastas, adonde van coleccionistas, lavadores de dólares, gente con mucho dinero y de la que se desconoce su procedencia. Pueden ir narcos, pero a nadie le preguntan de dónde proviene su plata.
¿La crítica coincide en que hoy la creación actual de Botero no tiene mayor importancia?
Depende de dónde esté situada la persona que haga ese juicio, pero creo que sí. Yo soy curador de un museo y dirijo un programa de artes plásticas en la universidad. Tengo la responsabilidad de formar y de encontrar artistas y soy partidario de que todo arte educa, forma y transforma al que lo ve.
¿Qué concepto de Botero tienen sus estudiantes?
Cuando entrevisto a los que van a ingresar al programa les pregunto por artistas de su interés, y el 95% responde que Botero. Si uno está empapado de lo que dicen los medios no encontraría otro mejor que él. Los estudiantes son un ejemplo de la multitud, pero cuando se adentran en su formación se distancian del paradigma boteriano y cuestionan de manera crítica su producción. Es necesario estudiar y saber que el éxito tan sonado está fuera de él, en los medios.
Los medios son muy benevolentes
Harold Pinter (Premio Nobel de literatura en 2005) decía que la publicidad es el ruido de lo falso, y Botero tiene más publicidad en el momento más falso de su vida. Si los medios son forjadores de opinión, también deberían tener una postura frente a eso.
¿Hay artistas colombianos opacados por la fama de Botero?
Doris Salcedo, que expuso en la Tate Gallery y acaba de ganar en España el Premio Velázquez, no tiene ni el 10% del mercado de Botero, pero hoy es más importante que él sin que los medios lo digan, y cuando lo hagan, estará muy vieja o se habrá muerto.
¿Con qué cuadro de Botero se quedaría?
(Piensa un momento, con el mentón apoyado en la mano) Con un bodegón con guitarra del 65. No me quedaría con él, pero se lo recomendaría a un coleccionista.
¿Qué escribiría hoy Marta Traba?
Algo horroroso. Ella alcanzó a escribir en los 80 con un distanciamiento crítico frente a Botero, porque veía cómo se ablandaba y se debilitaba la obra.
¿Cuál canción recuerda de Odio a Botero?
Ninguna en especial, pero me parece muy oportuno que un grupo de jóvenes asuma el disenso como esencia de su grupo de punk. Eso me anima porque hay gente que puede salvar el planeta. Por Carlos Hernández participante del taller de "Cómo se escribe un periódico" que dirigió Miguel Ãngel Bastenier
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