Uno de los desafíos más importantes del periodismo en las últimas décadas ha sido ampliar la representación de la diversidad social y cultural que nos habita. Según la periodista y guionista mexicana María Teresa Juárez, la cobertura centrada en los pueblos indígenas, las mujeres, la comunidad LGBT+ o la población negra o afro, ha ido dejando los lugares comunes que la exotizan, revictimizan o remarcan estereotipos para comenzar a explorar cambios en la manera de contar historias. Estos cambios tienen que ver con formas de entrevistar, narrar o capturar imágenes y situaciones que preserven la integridad de las personas y eviten perpetuar ciclos de violencia muchas veces promovidos desde los medios e instituciones.
Sobre esos temas y los retos de una sociedad cada vez más consciente de sus luchas y derechos giró el seminario web ‘¿Cómo hacer periodismo sin ‘blanquear’ la realidad?’, primer encuentro del ciclo ‘Escenarios posibles para un periodismo diverso e inclusivo’, convocado por la Fundación Gabo y el clúster EUNIC Colombia (European Union National Institutes for Culture), en el marco de la iniciativa EULAT 4 Culture. El evento, que presentará un seminario web cada jueves de septiembre, contó con la participación de Juárez (México) y Erik Halkjaer (Suecia), presidente de Reporteros sin Fronteras. La moderación estuvo a cargo del periodista, académico y ensayista colombiano Omar Rincón.
El término ‘blanqueamiento’ hace referencia, más que un color de piel, a una forma de pensar y de validar conocimientos que en Latinoamérica ha permitido a los estados, medios y academia rechazar o negar durante años lo que no sea ‘blanco’; borrando identidades indígenas, afrodescendientes y en general todo lo que rechaza esta ideología surgida del colonialismo europeo. De acuerdo con Juárez, el filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría fue el primero en escribir sobre “las narrativas de la blanquitud” y cómo el pensamiento occidental permeó un modo de pensar que ha atravesado al periodismo.
Un punto de inflexión en medio de estas ideas fue el zapatismo, nacido públicamente en 1994 en México y que hizo cuestionar cómo se pensaba o asumía lo indígena en Latinoamérica. “Este movimiento tuvo una gran trascendencia a nivel internacional porque colocó [en el panorama internacional] la agenda de los pueblos indígenas y de las múltiples diversidades culturales, étnicas, lingüísticas”, explicó Juárez.
Como resultado de este proceso, conceptos antes inamovibles como el mestizaje han empezado a “resquebrajarse” y entenderse por los grupos indígenas como “proyectos ideológicos” que contribuyeron a “borrar identidades” y perpetuar genocidios. ¿Cómo plantear y crear historias que profundicen en las necesidades de estos grupos sin persistir en formas de violencia?
Consejos para contar realidades sin 'blanquearlas'
1. Preguntar cómo se autonombran las comunidades
María Teresa Juárez, también cofundadora de la red Periodistas de a Pie, recomienda trabajar en una mirada que ponga el foco en lo que “las mujeres negras, los migrantes o las sobrevivientes de feminicidio quieren contar de sí mismas”. A partir de eso se puede aprender “una forma de investigar y abordar lo que en las escuelas de periodismo llamamos realidad”. Esto implica "moverse de lugar, no dar por sentado nada, revisar los textos o tomar las fotografías de otra manera”. Un comienzo es preguntarles a las comunidades cómo quieren ser nombradas para no imponerles una identidad. “Si vamos a cubrir una marcha de pueblos indígenas, lo más sencillo es preguntarle a los grupos cómo se autonombran, o cómo se autoadscriben las personas”, recalca Juárez.
2. Incluir a todos los grupos sociales
Para Erik Halkjaer, editor general de la revista sueca Sveriges Natur, hace falta cambiar el punto de vista de los empresarios y directores de medios que hacen reclutamiento y planean estrategias para llegar a más público. Si la idea es contar las historias de todo un país y sus comunidades, “tenemos que incluirlos a todos”, también a jóvenes, ancianos y mirando las etnicidades. El entorno digital ha ampliado el espacio y diversificado las plataformas donde hoy son más visibles estos grupos antes ignorados. “Hay una lucha lenta contra un sistema tradicional controlado por una pequeña élite”, reconoce Erik.
3. Evitar la palabra “raza”
“Las razas no existen pero el racismo sí” es una de las máximas de distintos pensadores y pensadoras del antirracismo citada por María Teresa. “El racismo segmenta a la sociedad no solo por el color de piel sino por aspectos históricos, culturales o de la lengua. Existe un racismo anti asiático, anti negro, anti indígena, anti judío o antiromaní”, apunta.
Sobre la palabra raza ha habido amplios debates pero el “consenso” actual es no usarla en las coberturas. Nuevamente, es necesario preguntarle a las personas por su autoadscripción. En los movimientos afrodescendientes “muchas personas se identifican como negras porque es una identidad política, otras como afromexicanas, afrocolombianas o afroestadounidenses”, señala Juárez.
4. Acabar con el enfoque estigmatizante
El mestizaje, dice Juárez, es un proyecto ideológico que se presentó “como la combinación perfecta entre lo indígena y lo español, que no sabemos bien qué es”. Así que cuando un periodista va a realizar una cobertura sobre pueblos indígenas o afrodescendientes se topa “con la ideología mestiza aprendida en la escuela”.
Un camino para romper este paradigma consiste en cuestionar permanentemente la metodología y la forma de aproximarse a los cubrimientos. Tanto en las entrevistas como el lenguaje usado o las imágenes que se publican, hay formas de implementar un “cambio de narrativa”, alejándose de la tradicional nota roja que ha servido para estigmatizar a poblaciones específicas. Como ejemplo de buenas prácticas, Juárez recomienda ver el trabajo de medios como Cosecha Roja (Argentina), Ojo Público (Perú) o Agenda Propia (Colombia).
Sobre este mismo asunto, Erik Halkjaer sostuvo que no hace falta mencionar si una persona es negra o afrodescendiente en ciertos casos, como en notas rojas o sobre violencia. En el periodismo “sucede mucho” que se menciona sin necesidad o pertinencia la etnicidad de una persona, si es negra o religiosa, o bien se sugiere que pertenece a una pandilla sin conocer el trasfondo.
5. Empezar poco a poco
Para Erik, “desblanquear el periodismo” también requiere de “mucho trabajo, una estrategia y una meta”. En las redacciones propone empezar con una reunión en la que los involucrados “miren alrededor”, se pregunten por el tipo de periodismo que quieren hacer, con quiénes cuentan para hacerlo y reclutar alguien si hace falta. En el trabajo de campo, recomienda hablar con la gente que sea requerida y presentarla “por igual” con sus nombres. Finalmente, darse cuenta de que se está construyendo y dando a conocer “una imagen del país” o de un grupo social.
6. Consultar a expertos y expertas
Más allá del tema tratado, es necesario hacer un periodismo riguroso, que se actualice en sus procedimientos y aproximaciones en los asuntos que aborda. “Así como consultas a personas que saben sobre temas de la bolsa de valores o sobre medio ambiente, yo he consultado a pensadoras y pensadores de la región que estudian desde la lingüística o la sociología”, dice María Teresa. De este modo ha buscado ampliar sus conocimientos sobre la diversidad cultural e incluso cuestionado su “identidad mestiza y urbana”. Por eso aspira que con el tiempo haya “más medios indígenas y afrodescendientes”; el lugar común del periodismo de “darle la voz y la palabra” a los otros no le convence. “Antes pensaba que estaba bien, pero es muy paternalista”.
Sobre el ciclo de seminarios web ‘Escenarios posibles para un periodismo diverso e inclusivo’
Cada jueves de septiembre, la Fundación Gabo y el clúster EUNIC Colombia (European Union National Institutes for Culture), en el marco de la iniciativa EULAT 4 Culture, convocan a este ciclo de seminarios web sobre diversidad cultural, que busca propiciar la reflexión sobre las posibilidades de un periodismo más inclusivo.