Hace dos semanas la selección de fútbol femenino de España quedó campeona del mundo por primera vez en su historia durante la Copa Mundial Femenina de la FIFA en Australia. Sin embargo, desde entonces los titulares en su país y alrededor del mundo no han sido ocupados por la hazaña de las 23 futbolistas, sino por el incidente ocurrido durante la premiación del certamen entre Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), y Jennifer Hermoso, jugadora y máxima goleadora histórica de la selección ibérica.
Mientras se entregaban las medallas a las ganadoras del mundial, en el escenario dispuesto sobre la cancha, Luis Rubiales besó en la boca y sin consentimiento a Jennifer Hermoso. Este hecho, captado por las cámaras y transmitido en vivo al mundo enteró causó conmoción y polémica inmediata. Un rato más tarde, en la intimidad del camerino y durante un directo de Instagram, le preguntaron a la mediocampista española por lo que había pasado y ella respondió que fue una sorpresa y que no le había gustado, lo que prendió aún más las alarmas y llevó a que este hecho se volviera en minutos el centro de la noticia.
Lo que sucedió posteriormente es de conocimiento público. La bola de nieve no paró de crecer, y mientras Luis Rubiales se aferraba a su cargo negando la falta de consentimiento y atacando al feminismo, a las jugadoras, periodistas y espectadores que pidieron su renuncia, la FIFA lo suspendió durante 3 meses por este acto; el Gobierno español inició investigaciones en la RFEF a través de su Ministerio de Deporte; y las jugadoras, que recién levantaron el título del mundo, renunciaron a su selección hasta que no haya un cambio de dirigencia oficial.
La sorpresa, sin embargo, sería que la polémica, que dejó de ser un hecho en el marco de un evento deportivo para volverse un tema de interés general, pasaría a tener en el periodismo a uno de sus principales protagonistas.
La prensa, la radio, la televisión, las redes sociales y los medios digitales se han hecho un festín a partir de una cobertura que evidencia la falta de enfoque de género en las redacciones de deportes, el machismo que aún pulula en los pasillos de los medios de comunicación y la poca preparación que tienen muchos periodistas para el análisis de situaciones complejas que evidencian violencia contra la mujer en escenarios públicos.
Bajo este contexto, en el que la cobertura ha sido más que mediática, muy buena en algunos contextos y muy cuestionable en otros, desde la Red Ética queremos reflexionar sobre las lecciones y perspectivas éticas que nos deja el seguimiento del periodismo al caso Rubiales-Hermoso, que reventó una burbuja dentro del mundo del deporte y que ha propiciado una serie de conversaciones sobre los abusos de poder, el acoso y la violencia sexual en lugares de trabajo, y la falta de equidad y diferencias de criterio en las coberturas mediáticas cuando se trata de hechos relacionados a hombres y a mujeres.
Conversamos con Naiara Galarraga, corresponsal de El País en Brasil; María Fernanda Franco; periodista deportiva del Canal Capital en Colombia; Adrián Arnau, reportero de RTVE Noticias; Luciana Peker, periodista y escritora argentina especializada en género; Natalia Torrente, redactora en Relevo; J.A. De La Rosa, periodista y exreportero de Diario AS en España; y Ana Requena, redactora jefe en género de elDiario.es, sobre cómo han percibido el trabajo de los medios estas dos semanas, qué reflexiones han hecho a partir de allí y qué lecciones consideran que los y las periodistas podemos aprender de lo sucedido.
El poder de un cubrimiento mediático
Al escribir en el buscador web de Google las palabras “Rubiales, Hermoso” y aplicando filtros temporales que acotan las fechas entre el 20 de agosto y el 3 de septiembre, encontramos más de 78 millones de resultados; al aplicar un filtro más que los reduzca a contenidos que contengan ambas palabras exactas, tenemos un aproximado de 7.150.000 resultados entre sitios web, imágenes, vídeos y noticias, esto significa más de 510.714 contenidos relacionados por día en las últimas 2 semanas.
Las cifras son abrumadoras. Es un hecho que la opinión pública, no solo la española, y con interés en el mundo del deporte, el género, las corrientes feministas y la actualidad ha puesto la mirada sobre el caso Rubiales-Hermoso. Pero la cantidad de contenidos supone otras dudas, ¿ha sido el cubrimiento tan mediático que ha provocado lo inevitable y la noticia pasó de ser sujeto de análisis para el interés público y se ha convertido en entretenimiento?
La periodista y escritora Luciana Peker reconoce que estamos en una época que por un lado permite los debates democráticos saludables sobre distintas posturas, pero por otro genera bombas de debate constantes, en el sentido de un periodismo que “trabaja más para las redes sociales que para informar”, a partir de allí, menciona, “surge un riesgo demasiado grande de que para la audiencia sea más interesante y atractiva una bomba que una noticia que tenga buena información y genere buenas y nuevas narrativas”.
Desde el día 1 el cubrimiento ha sido polémico, el periodismo ha sido noticia en diversas ocasiones y los periodistas han aprovechado su voz pública para sentar posiciones. Sin embargo, esto no significa que no hayamos sido testigos de buenos cubrimientos. Algunos ejemplos de la buena labor periodística durante estas semanas han sido Relevo, elDiario.es, El Salto y El País, por mencionar algunos.
Desde Brasil, Naiara Galarraga nos cuenta que, como en el resto del mundo, en este país los hechos también tuvieron mucho eco y fueron noticia de primera plana durante una semana, y dice que en su opinión la cobertura de la prensa ha sido acertada, “rápida en recoger la corriente de indignación generada por el beso no consentido y con el foco en el agresor”. Destaca, además, el valor del análisis desde una perspectiva feminista de la intervención de Rubiales en la asamblea de la Federación española, y “cómo siguió punto por punto el argumentario machista para defenderse: acusar a la víctima e intentar desacreditarla”.
En este sentido, Peker coincide y resalta que la trascendencia del caso es sin dudas un triunfo en términos del peso histórico que hoy tiene el periodismo feminista español. Al igual que Requena, quien destaca que fue una noticia que saltó de repente, y quienes pudieron reaccionar con mayor rapidez fueron quienes están especializados en género, pues pudieron aplicar esta mirada de manera transversal a todo lo que se desató.
Maria Fernanda Franco, periodista colombiana, también ve como un factor clave la labor de los medios independientes feministas, que durante esta cobertura han logrado apropiarse del tema para ponerlo en sus agendas: “Es clave que se una el periodismo deportivo con estos medios, porque el deporte practicado por mujeres necesita que haya voces que hablen de este tipo de cosas con conocimiento e inicien conversaciones tan necesarias para la sociedad”.
Pero este es un caso sobre el que no termina de haber consenso, y no todos los cubrimientos han destacado por el buen ejercicio periodístico. Natalia Torrente, por ejemplo, menciona que la cobertura de cada medio ha sido más o menos la esperada. “Hemos asistido a cómo algunos medios deportivos han comparado el beso de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso con el de Iker Casillas a Sara Carbonero; o cómo algunos pusieron el foco en la víctima y no en el agresor; o cómo muchos de ellos se han hecho eco de vídeos difundidos a través de perfiles influyentes en redes sociales que reflejan la celebración de la jugadora con su equipo o entorno más cercano, posterior a lo ocurrido”.
Un punto de vista con el que J.A. De La Rosa, experiodista de Diario AS, coincide: “La evolución de la noticia ha sido poco edificante”, dice, y agrega que “las primeras reporterías dejaban en anecdótico un hecho que se ha demostrado era grave. Y los últimos días se han convertido en una deriva hacia la prensa rosa, y en una búsqueda evidente de culpabilizar a Hermoso y atacar al feminismo”.
La diversidad de ángulos y cubrimientos nos da pie para preguntarnos cómo los periodistas nos enfrentamos a los debates que esto está generando: cómo titulamos las historias; desde dónde abordamos los hechos; qué ponemos sobre la mesa para que sea motivo de debate; cuáles son nuestros sesgos frente a este tipo de situaciones; y dónde ponemos los límites éticos cuando informamos sobre un hecho que se puede polemizar a tantos niveles.
Pocas sorpresas pero muchas reflexiones
La evidencia de sesgos y los enfoques insensibles en la cobertura también han estado en el centro de la conversación. Una de las muestras más contundentes y controversiales fue la tapa del 24 de agosto del Diario AS en España, que responsabilizaba a Hermoso por el destino de Rubiales. Esta portada provocó la indignación de propios y ajenos, y llevó a De La Rosa a renunciar a su cargo como periodista del diario.
“Puede haber múltiples enfoques y opciones más o menos críticas para abordar este tema, pero no me pareció presentable aquella portada”, dice el periodista español, quien además menciona que “en el espacio más cuidado del periódico no se puede admitir que se culpe a la víctima de ‘dejar caer’ a su superior. Hay un solo culpable de todo lo ocurrido y eso debe quedar muy claro. La violencia de género es uno de los más graves problemas de nuestra sociedad y esa sospechosa equidistancia me empujó a tomar la decisión”.
Sin embargo, AS no fue el único medio objeto de críticas tras su elección de palabras, lo mismo ocurrió, por ejemplo, con la periodista María Martínez de La Sexta Deportes, quien durante la transmisión del programa justificaba el actuar de Rubiales como “un gesto producto de la euforia del momento”. Los reproches a sus palabras no se hicieron esperar y usuarios en redes sociales reflexionaron sobre cómo las mujeres a veces tienen tan interiorizada la agresión que llegan a excusarla entre risas. Este tipo de noticias no sucedieron solo en España. En Colombia, el periodíco El Colombiano produjo una entrada completa con “los besos más famosos en el fútbol” y un espacio de la emisora La FM propuso como tema del día, “a propósito de lo sucedido con [Rubiales], ¿con quién se te ha ido la mano en una caricia o una manifestación de afecto?”.
En esta línea, Requena explica que muchas veces el criterio periodístico para definir si algo es importante o no, y si tiene sentido o no, se da “en función de una mirada muy androcéntrica. Y muchos hombres sienten que su visión y su experiencia sirve y marca la norma sobre qué es relevante y que no, qué es normal y qué no. Pero esa visión no es suficiente para comprender la realidad en su conjunto”.
Adrian Arnau, periodista de RTVE Noticias y quien trabajó en más de 40 cubrimientos sobre este tema en la primera semana del hecho, dice al respecto que “el caso Rubiales ha permitido demostrar que aquellos que entienden la información como entretenimiento han vuelto a ganar la batalla de las audiencias”, y hace referencia a que “la mayoría de las empresas mediáticas han apostado por los lugares comunes y las narrativas superficiales frente al análisis sosegado y los argumentos de autoridad por parte de fuentes de interés como asociaciones de mujeres, organizaciones de víctimas, intelectuales o expertas que puedan ayudar a comprender la dimensión del problema”.
Ante esto surge la duda de dónde está la verdadera noticia. De La Rosa dice que situaciones como el despliegue de cubrimiento a la supuesta huelga de hambre de la madre de Rubiales “demuestran que el foco se nos escapa cada vez más”, y Galarraga habla sobre cómo, en medio del huracán mediático por la agresión, “faltó incidir más en la hazaña que supuso la victoria en el Mundial de este equipo, que llegó roto al campeonato tras una rebelión de 15 jugadoras hace un año”, un antecedente sobre el que no se hizo énfasis en los primeros días de análisis y que sin duda es parte de la raíz de la actualidad de los hechos.
Las reflexiones no son pocas, el periodismo se acercó a este caso desde ángulos políticos, deportivos y feministas; con titulares explosivos, filtraciones, debates en programas de radio y televisión, cuestionamientos a altos funcionarios del Gobierno y la corona, bulos en redes sociales y señalamientos de todo tipo, que dice Arnau, “han terminado por convertir a la jugadora en protagonista involuntaria, pero también –y esto es más grave–, en un sujeto obligado a justificar cada una de sus reacciones, comportamientos y conductas antes, durante y después de aquel beso no autorizado”.
Pero no solo eso, también han llevado a que la figura de Hermoso sea vista desde dos extremos: víctima o villana. Sobre esto, Galarraga menciona además que le hubiera gustado que la prensa hubiese retratado a la jugadora española “no sólo como víctima, que es algo circunstancial, sino como una profesional con una carrera impresionante”.
Esto se puede explicar quizá en la falta de redacciones con enfoque de género, y lo poco preparados que están el grueso de los periodistas deportivos para abordar este tipo de hechos. Sobre esto conversamos con la periodista colombiana Sarah Castro en días pasados, y ella mencionaba la necesidad de sensibilizar a los periodistas y al público en general sobre cuestiones de género y lo que esto conlleva.
El caso Rubiales, dice Galarraga, “ha vuelto a demostrar por qué es crucial que haya mujeres en los puestos de jefatura, en la prensa deportiva, en las secciones de deportes, como columnistas…” pues es gracias a la incorporación de las mujeres en todos los roles de las redacciones que “se pueden compartir experiencias — independientemente de las diferencias de origen, clase, raza, profesión, etcétera— sobre comportamientos antes normalizados que nos violentan y que ahora resultan cada vez menos ajenos a nuestros compañeros”.
El rol de las audiencias, por su parte, no ha sido menor. Han sido las críticas de los lectores, oyentes y espectadores quienes han incitado reflexiones en algunos periodistas o la toma de decisiones en distintas salas de redacción. Al respecto, Peker dice que esto “muestra hasta qué punto las audiencias, cuando son críticas de este periodismo machista, generan cambios que además tienen un gran costo para las redacciones”.
Sin embargo, la ensayista argentina es clara al mencionar que en ocasiones las audiencias también pueden estar viciadas, razón por la que “reaccionan más fuertemente para criticar lo que se hace mal que para leer lo que se hace bien”, que en su opinión ha sido mucho más interesante que lo que se ha hecho mal.
¿Información u opinión?
La distinción entre información y opinión es crucial en el cubrimiento de cualquier noticia. Sabemos que la información debe basarse en hechos objetivos y verificables, presentados de manera imparcial y equitativa, y que es sin duda una herramienta para exponer la verdad. En este caso, la información responsable y el análisis objetivo son esenciales, además, para generar conciencia entre la audiencia y contribuir a combatir el acoso y la violencia de género.
Por otro lado, la opinión es subjetiva y refleja el punto de vista personal de quienes la expresan. En estos casos, es esencial que los periodistas se adhieran a los principios éticos para expresar sus opiniones con sensibilidad hacia las víctimas y para evitar culparlas y seguir perpetuando estereotipos dañinos.
En el cubrimiento del caso Rubiales-Hermoso las líneas entre estos dos géneros periodísticos han sido difusas. “Estos días en que he tenido la oportunidad de atender a diferentes cadenas de TV en España, emisoras de radio y de que algunos de los colegas en medios deportivos se hicieran eco de las noticias de Relevo —dice la española Natalia Torrente– he notado claramente cómo se ha impuesto la narrativa de cada uno de ellos en la cobertura que hacían de esta crisis”.
Una hipótesis apoyada por De La Rosa, que menciona que “parece que el periodista se siente obligado a posicionarse en todas las noticias”. Al hacer una revisión por algunos de los principales resultados de Google sobre lo que ha rodeado la noticia, se hace evidente la cantidad de opiniones que hay en la entrega de las noticias alrededor de este caso, así como del excesivo contenido que se ha generado a partir de él en programas de debate como el pódcast Tiempo de Juego, donde frecuentemente se evidencia el uso de la primera persona, las adjetivaciones, y los juicios de valor sobre las circunstancias en que se están dando los hechos.
“Creo que los medios de comunicación tenemos una responsabilidad y una obligación en el tratamiento de muchas informaciones, que a veces no se refleja en el periodismo que se hace. Eso crea confusión en el lector, espectador y oyente. Se ayuda a generar una opinión pública distorsionada”, dice Torrente.
En esto coincide con Arnau, quien menciona que si bien es muy positivo que la cobertura del caso haya vuelto a centrar la atención mediática y el debate social en la violencia sobre la mujer, es una lástima que “la mayoría de los medios han entendido mal su cometido, pues la agresión a Jennifer Hermoso no es un suceso, por lo que no debe tratarse como tal. Es un elemento más de un fenómeno sistemático y continuado que durante mucho tiempo han sufrido y siguen sufriendo las deportistas de distintas disciplinas”.
Los retos éticos que estos cubrimientos develan
Los cubrimientos al caso Rubiales-Hermoso revelan una serie de retos éticos apremiantes para el periodismo. En primer lugar, destacan la necesidad de un periodismo con un enfoque de género sólido, que no solo reconozca la igualdad sino que la integre de manera transversal en todo su contenido. Por ejemplo, para evitar, como menciona Torrente, que se repliquen declaraciones de intenciones como la que muchos medios han hecho al llamar a Hermoso por su nombre de pila y a Rubiales siempre por su apellido.
Al respecto, Peker subraya la necesidad de que las redacciones se capaciten en perspectiva de género, aunque considera que “claramente ya no es una cuestión de ignorancia, sino en muchos casos es de resistencia y de posturas claramente machistas”.
Otro reto es el de permitirse como medios de comunicación reconocer errores ante la audiencia. Un ejemplo de esto lo da Requena, quien menciona que la reacción social ante el beso no consentido “fue tan inmediata y el consenso en la mayoría de los medios fue tan grande que incluso algunos medios de comunicación y periodistas que habían quedado fuera de esa mirada, reflexionaron sobre su propia actuación y dieron también un giro”.
Por otro lado, Arnau habla sobre la responsabilidad ética de no minimizar los hechos como algo con menor valor. “La violencia machista tiene una vertiente más visible, esa que habla de las agresiones y las muertes de miles de mujeres en todo el mundo. Pero por debajo hay un enorme abanico de comportamientos, conductas y costumbres que, pese a entenderse como inocuas, son muchas veces la base sobre la que se sostienen esas lista de víctimas. Ahí está la importancia del caso Rubiales y ahí deberían haber actuado los medios. Es una lección didáctica donde aquel gesto no autorizado sobre una mujer pudiera mostrarse para ser entendido como lo que realmente es”.
Estos casos también enfatizan la importancia de mantener el foco en lo verdaderamente importante. Al respecto María Fernanda Franco resalta la necesidad de que los medios trasciendan la búsqueda de clics y likes fáciles. Esto implica un compromiso con la información rigurosa y contextualizada, evitando la explotación sensacionalista de las historias.
En última instancia, estos retos éticos destacan la urgencia de un periodismo que sea agente de cambio y que en lugar de contribuir a la perpetuación de estereotipos y de usar el nombre y las experiencias de las mujeres para generar contenido, tenga una amplia incidencia social.
¿Qué puede aprender el periodismo de todo esto? Lecciones que los 7 periodistas consultados nos comparten:
-
Luciana Peker: Yo creo que la mayor lección que deja este fenómeno, que podemos describir con el hashtag #SeAcabó, no sólo es sobre el periodismo sino sobre la importancia del periodismo. Creo que lo que muestra este caso es una revalorización del oficio. Estamos en un mercado periodístico de difícil sostenibilidad, pero para que haya democracia, para que haya igualdad y para que haya transformaciones positivas hay que sostener el periodismo. Hay que sostener a las periodistas en las redacciones con trabajos formales; es decir con un salario, con continuidad, con sistematicidad, no como opinadoras eventuales ni como influenciadores en redes sociales, sino como parte de un periodismo serio, sostenido, con fuentes, y con capacidad de tiempo para responder rápidamente a noticias nuevas. Periodistas que tengan una incidencia activa en sus medios y en la sociedad, y que estén protegidas y tengan acompañamiento por el nivel de virulencia que implica tener una voz pública.
Esto también nos muestra que en los medios tiene que haber capacitaciones mínimas de igualdad. No es demasiado complejo entender que si a una mujer se la nombra por el apellido, se lo nombra también al varón por el apellido; o que si se la nombra a una mujer por el nombre, a un varón también; o que durante tu cobertura no debes culpar a una víctima. Son reglas muy simples que la verdad ya tienen que estar aprendidas y no lo están. Yo no creo que el periodismo con enfoque de género tenga que ser cuadrado, protocolar y no implicar puntos de vista, diferencias, debates, estilos de medios y de periodistas, pero ese tipo de reglas son muy básicas y no pueden dejar de saberse. -
Adrián Arnau: Resumiría mi respuesta en otra pregunta: ¿Es el gesto de Rubiales un hecho aislado y fortuito con un impacto limitado o la última prueba de un problema estructural con decenas de aristas que urge resolver con la implicación de instituciones, entidades y personas afectadas? Ahí debe estar el periodismo: como agente garante de un proceso responsable que debe avanzar por el sendero adecuado.
-
Natalia Torrente: El deporte también permite otro lenguaje, otro enfoque, otro análisis y no por ello es menos atractivo para el usuario. El periodismo es una herramienta clave para que las cosas cambien, para que la sociedad reflexione, para que los líderes políticos reaccionen y para que aquellos y aquellas que no lo están haciendo bien y tienen un puesto de representación pública, sepan que hay alguien mirando con lupa lo que hacen.
-
Naiara Galarraga: Esta historia estaba ahí, pero no supimos o no quisimos verla en toda su dimensión. El caso Rubiales ha puesto en evidencia que los periodistas quizá no prestamos la atención que merecía a la rebelión de las 15 futbolistas de la selección española hace un año. Cuando tantas deportistas de élite emprenden una batalla en defensa de sus intereses profesionales y, derrotadas, renuncian a ir al Mundial, el problema es de envergadura y merece que la prensa lo investigue a fondo. Un ejemplo reciente se dio en Brasil, donde la presión de las jugadoras del Corinthians y de parte de la afición forzó en abril la dimisión del recién contratado entrenador por una condena, que nunca cumplió, por violar a una niña en los ochenta. La información, que era pública, durante décadas fue una nota a pie de página en los perfiles periodísticos del entrenador. Por otro lado, debemos entender que la diversidad en todos los ámbitos de las redacciones también es capital si queremos ser relevantes para nuestros lectores, oyentes y espectadores. Y además, que sin periodistas con experiencias vitales distintas es difícil que logremos entender las transformaciones de este mundo cada vez más complejo.
-
J.A. De La Rosa: Hace tiempo que pienso que el periodismo debe ser más reflexivo. La digitalización de todos los medios y las redes sociales empujan sin remedio a querer ser los primeros en dar las noticias, en posicionarse rápido sin evaluar los hechos desde todos los ángulos, y en este caso concreto ha quedado muy patente. Si bien me consta que en muchas redacciones se han producido discusiones por la forma de enfocar la noticia y sus ramificaciones, sería ideal que esto nos sirviese para empezar a organizarnos mejor.
-
Maria Fernanda Franco: Son varias cosas: primero es fundamental tener conocimientos en temas de género, y entender las políticas actuales de cada país para poder afrontar y reportar temas tan delicados como este. También es clave empezar a hablar y a escribir diferente, reconocer cómo tratar a la víctima y cómo hablar con y de ella. Finalmente, es necesario darle visibilidad a la voz de la mujer y al deporte practicado por mujeres, pero no solo en momentos de polémica o en situaciones de este tipo sino también en el día a día de su labor como deportistas.
-
Ana Requena: Para mí una lección importante de todo esto es la necesidad de que los medios empiecen a deconstruir el androcentrismo como punto de partida de nuestras coberturas y de nuestros puntos de vista. Es una tarea que compete a todo el medio de comunicación y que es necesaria en todas las áreas. Además, el conocimiento en género debe intentar trabajarse dentro de los medios de comunicación para desnormalizar lo que nos parecía normal, para poder explicarlo e informar con el contexto adecuado a las audiencias, y también para ser capaces, a partir de ahí, de hacer coberturas audaces, buscar noticias con nuevos enfoques y de hacer un periodismo que contribuya al cambio social, y a una sociedad más justa y más diversa.