Para estas alturas de la pandemia, seguramente habrá visto circular por redes sociales diferentes teorías conspirativas que apuntan a la instalación de las redes de 5G para telecomunicaciones, como posibles transmisoras del coronavirus. ¿Pero quién puede creer en algo así?, se preguntará el lector. Pues muchas personas, según lo demuestran las quemas de torres de telefonía celular que se han presentado últimamente en países como Reino Unido.
De acuerdo a un análisis realizado por el investigador Michael Jensen de la Universidad de Canberra, las campañas de desinformación en estos tiempos de COVID-19 se han vuelto tan efectivas, que han logrado escalar hasta llegar a los gobernantes, quienes se convierten en peligrosos amplificadores de ‘fake news’.
Ejemplo de esto es la manera en que López Obrador se ha negado a promover las medidas de distanciamiento social; Donald Trump ha sugerido beber desinfectante; o la férrea defensa que Bolsonaro ha hecho del consumo de hidroxicloroquina, pese a la ausencia de consenso científico sobre su uso. Hay tantos ejemplos, que los editores de Wikipedia le han dedicado un capítulo completo a los gobiernos en su entrada sobre desinformación relacionada al coronavirus.
Pero el análisis de Jensen enfatiza en la peligrosidad de estas teorías conspirativas, dada la masividad que están adquiriendo y el impacto que puedan tener en la formulación de políticas públicas. “La información errónea tiene el potencial de socavar la fe en los gobiernos e instituciones y hacer que sea más difícil para las autoridades realizar mejoras demostrables en la vida pública. Es por eso que los gobiernos deben ser más proactivos en la comunicación efectiva de información técnica y científica, como detalles sobre 5G, al público”, afirma el investigador.
¿Cómo hacerle 'fact-checking' a la desinformación que proviene de los propios gobernantes? ¿Capacitar a los periodistas en epidemiología podría ayudar a hacerle frente a estas teorías conspirativas? ¿Qué intereses se esconden tras estas desinformación que a veces proviene de los propios gobernantes? ¿Darle voz a la ciudadanía en la formulación de políticas podría abrirle espacio a las teorías conspirativas?
Para responder a estas y otras preguntas, los seguidores de nuestra cuenta @Etica participaron en uno más de nuestros tuitdebates usando la etiqueta #ÉticaEnRed. Los mejores trinos producidos durante la hora del debate fueron recopilados en el siguiente Momento de Twitter.
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