La invasión rusa a Ucrania es un conflicto complejo, con enormes repercusiones, así como profundos antecedentes históricos y campañas de desinformación que representan desafíos particulares para su cobertura periodística.
Por eso, durante cuatro días, del 1 al 4 de julio, se desarrolló en Bogotá el taller ‘Desentrañar la complejidad: periodismo ante la cobertura de la invasión rusa a Ucrania’, en el marco de la 12ª edición del Festival Gabo. En este espacio participaron 17 periodistas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay, Ecuador y Venezuela, interesados en obtener herramientas para informar sobre la guerra en Ucrania y, eventualmente, cubrirla en el terreno.
El taller fue conducido por la colombiana Catalina Gómez Ángel, especializada en la cobertura de conflictos internacionales. Los periodistas también tuvieron la oportunidad de escuchar y conversar con varios expertos que abordaron la guerra desde distintas perspectivas.
Participaron presencialmente como invitados la periodista ucraniana Nataliya Gumenyuk; el profesor de la Universidad Nacional de Colombia, Carlos Patiño Villa, autor del libro Guerra en Ucrania; y el historiador colombiano Juan Carlos Flórez. Lo hicieron también por teleconferencia el periodista y escritor argentino Ignacio Montes De Oca, así como el periodista y corresponsal de guerra español Marc Marginedas. Finalmente, los participantes acabaron las sesiones con propuestas para coberturas como producto de todas las conversaciones.
La memoria de Victoria Amelina
Catalina Gómez Ángel se encontraba en la ciudad ucraniana de Kramatorsk (región de Donetsk), el 27 de junio de 2023, cuando un misil ruso redujo a escombros el restaurante lleno de civiles en el que cenaba con la escritora ucraniana Victoria Amelina, que estaba a su lado, el excomisionado de Paz de Colombia, Sergio Jaramillo, y el escritor Héctor Abad Faciolince, quienes visitaban el país europeo como parte de la campaña de apoyo Aguanta Ucrania. Los tres colombianos solo sufrieron heridas leves y contusiones, pero el ataque provocó, unos días después, la muerte de la escritora e investigadora de crímenes de guerra ucraniana.
La primera jornada del taller para periodistas latinoamericanos, el lunes, 1 de julio, coincidió con el aniversario de la muerte de Victoria Amelina en un hospital en Dnipro. Por lo tanto, la primera actividad fue la lectura de uno de sus ensayos, publicado en el periódico The Guardian, a manera de homenaje. Una suerte de introducción a la complejidad de la sociedad y la política ucraniana que abordó el taller.
“La verdadera historia de Ucrania es compleja, dolorosa y dramática”, escribió Amelina en ese ensayo. “Durante mucho tiempo, ningún libro reflejó la experiencia de mi familia ni explicó por qué no heredé el idioma ucraniano de mis abuelos. Su decisión de proteger a sus hijos (mis padres) criándolos para que hablaran ruso fue inexplicable para mí cuando era niña. Crecer hablando ruso me hizo sentir fuera de lugar. Así que eventualmente tuve que escribir una novela sobre familias como la mía”, relataba.
En medio de esa complejidad histórica, vale la pena destacar algunos momentos clave después de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1991. En diciembre de 2013, los ucranianos salieron a las calles en la llamada Revolución de la Dignidad – una serie de manifestaciones heterogéneas de inspiración europeísta, independentista y nacionalista– luego de que el presidente Víktor Yanukovich rechazara un acercamiento a Europa en favor de Moscú.
“Después de que la policía golpeara brutalmente a los estudiantes en la Plaza de la Independencia en Kiev, quedó claro que era el momento de evitar que Ucrania se convirtiera en un estado autoritario como Rusia o Bielorrusia”, escribió Amelina. Los manifestantes acabaron por derrocar a Yanukovich. Luego, la Rusia de Vladímir Putin anexionó la península de Crimea a partir de febrero de 2014 y, años después, acabó por lanzar una invasión a gran escala, en febrero de 2022. “Los ucranianos ahora luchan no sólo por Ucrania, sino también por Europa”, valoraba Amelina en su ensayo.
Contexto y repercusiones de la invasión rusa
Luego de ese testimonio, íntimo y a la vez ilustrativo, comenzaron las discusiones sobre el origen, el contexto y las repercusiones de la invasión rusa a gran escala. Durante su presentación, Carlos Patiño Villa, profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia, relató cómo comenzó a escribir su libro Guerra en Ucrania motivado porque en América Latina no era claro qué era Ucrania. Es una confrontación con múltiples caras, que apunta a generar dinámicas globales, planteó.
Carlos Patiño Villa apunta varias facetas de la guerra en su sentido histórico y estratégico:
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Es una guerra de reimperialización, y se basa en el delito de agresión internacional contra un Estado soberano, sin provocación previa (para Putin y la elite rusa se trata de una guerra de reconstrucción del imperio).
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Es una “recuperación” territorial, y en especial de zonas industriales y agrícolas claramente importantes, tanto para Rusia como para la Unión Europea.
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Es una disputa entre democracias liberales y autoritarismos, ya sean estos en democracias liberales o en dictaduras de partidos únicos.
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Es un alegato contra la OTAN, aunque sea impreciso.
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Es el intento de reconfigurar por la fuerza las instituciones internacionales, y a la vez el abrogarse el derecho de modificar las fronteras territoriales por la fuerza.
La guerra también ha provocado dos bloques de alianzas. Ucrania, la Unión Europa, Estados Unidos, Suecia, Finlandia, Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda, se han ubicado de un lado, mientras Rusia, China, Corea del Norte, Siria, Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua se posicionan en la otra orilla. “Vamos camino a una guerra global de la que apenas estamos viendo los primeros pasos”, señaló el profesor Patiño Villa. A lo largo del taller sobrevoló la pregunta sobre las razones por las cuales el grueso de América Latina no ha terminado de sentirse convocada por Ucrania.
Narrativas del conflicto en Ucrania
“La guerra en Ucrania también es una guerra civil, por razones comprensibles, históricas”, subrayó a su turno Juan Carlos Flórez en la sesión sobre las narrativas del conflicto entre Rusia y Ucrania, y la posterior discusión de la cobertura mediática en América Latina. Ha sido un Estado independiente durante poco tiempo a lo largo de su historia, de varios grupos étnicos y varias lenguas. “Estamos en problemas porque todo lo simplificamos”, valoró en su presentación el historiador, escritor y líder cívico colombiano, que insta a volver a adquirir complejidad en la interpretación del mundo. “Necesitamos más complejidad histórica para poder entender la profundidad de este conflicto”, enfatizó. “El periodismo va a sobrevivir si se conecta con todos aquellos que buscan la complejidad”.
Hay que recordar el trabajo previo, exitosísimo, del presidente ucraniano Volidímir Zelenski como actor y empresario teatral, subrayó Flórez. Durante el taller se exhibió una escena de Zelenski cuando interpreta uno de sus papeles más famosos, en ruso –un idioma que hoy se niega a hablar–. Es un fragmento de la serie de ficción Servidor del pueblo, en el que discuten sobre una Ucrania dividida en varias repúblicas. En esa producción de sátira política, que se estrenó a finales de 2015, el personaje de Zelenski es un profesor de historia que se convierte inesperadamente en presidente de Ucrania. La serie –cuyo guion respondía a estudios de opinión– le sirvió como plataforma para ser elegido presidente el 21 de abril de 2019.
Occidente, planteó Flórez, llevaba casi dos generaciones convenciendo a sus sociedades de que la guerra era limpia, que se libraba con armamentos de precisión y periodistas empotrados. Pero la de Ucrania vuelve a ser una guerra de trincheras, de combates cuerpo a cuerpo como no se veía hacía décadas.
La desinformación como arma de guerra (también en América Latina)
Trabajar en Rusia es muy difícil para los periodistas, siempre rodeados de personas que informan a los servicios secretos, y los corresponsales que se han quedado en el país tienen muy poco margen, relató el experimentado periodista español Marc Marginedas en su charla sobre la desinformación como arma de guerra. Marginedas ha desarrollado buena parte de su carrera en Rusia y ha cubierto conflictos como Argelia, Chechenia, Darfur, Irak, Afganistán, Líbano o las revoluciones árabes. “Nada de lo que venga de Rusia hoy en día puede considerarse veraz”, enfatizó: todo debe verficarse.
La televisión estatal rusa RT, antes Russia Today, sin ir muy lejos, ha sido señalada en multitud de investigaciones por haber puesto al aire noticias falsas y fue vetada por la Comisión Europea en el arranque de la invasión rusa, alegando que constituía un "instrumento de desinformación" de Moscú para azuzar la agresión militar.
En ese contexto complejo, América Latina ofrece a Rusia un espacio sin límites para su propaganda. RT, por ejemplo, tiende a ser percibida como un medio alternativo, con recepción entre las fuerzas de izquierda anticapitalista. Inna Afinogenova, quien falseaba noticias en favor del Kremlin mientras trabajaba para esa cadena, de acuerdo con las investigaciones de Marginedas, adquirió estatus de influenciadora en la región. No son puntos de vista alternativos, enfatizó el corresponsal de guerra: “Es un periodismo que está dedicado a mermar la credibilidad de la democracia”.
Las sanciones europeas contra RT y la agencia Sputnik han llevado a los responsables de la desinformación prorrusa a buscar las plataformas de mensajería WhatsApp y Telegram o la red social TikTok para difundir su propaganda. En Telegram, una red de canales promovida por Rusia difunde desinformación en español mezclando falsedades y noticias reales, una avalancha de cerca de 84.000 mensajes que en el último año ha intentado engañar a miles de usuarios en España y Latinoamérica, apuntaba un reciente análisis de EFE Verifica.
Los combatientes latinoamericanos en Ucrania
La participación de latinoamericanos en la guerra de Ucrania tiene mitos, realidades y rumores. La mayoría de los combatientes del lado ucraniano no eran militares, explicó Catalina Gómez Ángel, la maestra del taller, que trabaja en un documental sobre los colombianos en el frente, un fenómeno que ha adquirido notoriedad. En contraste, muchos de los latinoamericanos que han llegado sí han recibido algún tipo de entrenamiento como militares.
Los combatientes latinoamericanos que luchan en Ucrania (los voluntarios de la legión extranjera) llegan hasta allá por su cuenta, explicó Gómez Ángel. Ingresan desde Polonia, cruzan la frontera a Ucrania, que mantiene cerrado su espacio aéreo, pasan por un centro de reclutamiento y atraviesan el país hasta algún frente en el oriente. En el caso particular de los brasileños, muchos son de extrema derecha, más de clase media, con un perfil bolsonarista y mayores motivaciones ideológicas, la complementó el periodista brasileño Yan Boechat, participante del taller, quien también ha visitado el frente de guerra en Ucrania.
Las filas ucranianas están mermadas tras dos años de guerra, y reciben sin reparos a combatientes curtidos en uno de los conflictos armados más prolongados del mundo. Con 250.000 efectivos, Colombia tiene el segundo ejército más grande de Latinoamérica, después del de Brasil. Más de 10.000 pasan a retiro cada año, corrobora un reportaje de la agencia Associated Press. La gran oleada de colombianos en Ucrania se presenta hoy. Con el paso del tiempo, especialmente desde 2023, las reglas se han flexibilizado, detalló Gómez Ángel. Ahora, cualquiera con alguna experiencia o buen estado de salud puede unirse; ya no es indispensable haber prestado servicio militar o hablar inglés.
La realidad sobre el terreno refleja que muchos son veteranos, pensionados o retirados de los ejércitos de sus países, algunos por encima de los 40 años, quienes trabajaban de una u otra forma en el campo de seguridad, especialmente en Colombia. “Todos los que he conocido habían trabajado como guardaespaldas”, apuntó Gómez Ángel. Después de la invitación explícita de Zelenski, en febrero de este año, llegan a través de grupos de Whatsapp de exmilitares, que incluyen agencias que llevan a militares a otras guerras como Irak, Yemen o Afganistán, pero también a través de videos casi a modo de tutoriales en redes como TikTok
El papel del periodismo en documentar crímenes de guerra
“Somos reporteros de derechos humanos”, señaló la periodista ucraniana Nataliya Gumenyuk, una de las invitadas al Festival Gabo, en su presentación sobre el papel del periodismo en la construcción de memoria. Gumenyuk es fundadora de Public Interest Journalism Lab (PIJL), una organización interdisciplinaria de periodistas y sociólogos dedicada a informar sobre Ucrania. En 2022, tras la invasión rusa, PIJL cofundó The Reckoning Project, un medio especializado en documentar crímenes de guerra.
“Combinamos el poder de contar historias y la responsabilidad legal para luchar por la justicia, salvaguardar los derechos y restaurar la verdad frente a la invasión rusa de Ucrania”, detalló Gumenyuk. El método en The Reckoning Project es hacer entrevistas en profundidad y recolectar testimonios, con la idea de recabar evidencia histórica. Mientras los testimonios de las Comisiones de la Verdad se recolectan muchos años después, ellos intentan hacerlo de inmediato, concentrándose en hacer las preguntas apropiadas y grabarlas. “Realmente les damos la voz a los sobrevivientes”, concluyó.
Bibliografía recomendada
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El ensayo “Victoria Amelina: Ukraine and the meaning of home”, en The Guardian (en inglés)
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Libro Sin novedad en el frente, de Erich María Remarque
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Libro Tierras de sangre, Europa entre Hitler y Stalin, de Timothy Snyder
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Libro Putinistán. Un país alucinante en manos de un presidente alucinado, de Xavier Colás
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Libro The Less You Know, the Better You Sleep: Russia's Road to Terror and Dictatorship under Yeltsin and Putin, de David Satter.
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Libro Rusia dinamitada: Tramas secretas y terrorismo de Estado en la Federación de Rusia, de Aleksandr Litvinenko y Yuri Felshtinski
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Documental Regreso a Raqqa
Sobre Catalina Gómez Ángel
Después de trabajar en el periódico El Tiempo y la Revista Semana, Catalina Gómez Ángel ha sido corresponsal en Oriente Medio para varios medios desde el año 2007. Afincada en Irán, ha cubierto conflictos y movimientos sociales en países de la región como Siria, Palestina, Iraq, Egipto, Líbano, Turquía, Afganistán e Irán. Desde 2022 cubre también la invasión a gran escala lanzada por Rusia en Ucrania. Es autora de Tras los muros (2017) y coautora del libro Balas para todas: Seis mujeres periodistas en Oriente Medio y el Magreb (2021).
Gómez Ángel fue ganadora del Premio Simón Bolívar en 2017 por su cubrimiento de la batalla de Mosul, en Iraq, e hizo parte del equipo que produjo La lucha contra el Estado Islámico para Fusion, ganador del Scripps Howard Ward en 2017. Ha sido reconocida en dos ocasiones como la mejor corresponsal de Colombia por el Círculo de Periodistas de Bogotá. Actualmente es corresponsal para France 24, La Vanguardia de Barcelona y Radio Francia Internacional.
Sobre el taller
El taller fue organizado por la Fundación Gabo con apoyo de Open Society Foundations (OSF), del 1 al 4 de julio de 2024, en el marco de la 12ª edición del Festival Gabo, en Bogotá.