La lideresa Juana Alicia Ruiz se conectó desde Marialabaja para participar en la sesión de cierre del taller ‘Cobertura periodística del liderazgo social’. Ahí, respondió preguntas de varios periodistas preocupados por la mejor manera de contar las historias de los líderes y lideresas sociales.
Durante la conversación surgieron inquietudes relacionadas con la ética, la seguridad y el impacto del trabajo periodístico al informar sobre la labor y las consecuencias de ser líder social en Colombia. Y quién mejor para responderlas que ella, pues lleva 20 años liderando intentos de construir paz y reconciliar a su región a través de la iniciativa Mujeres Tejiendo Sueños y Sabores de Paz.
Este trabajo la ha hecho muy visible en los medios y fue destacado con el Premio Nacional de Paz en 2015; también la llevó a ser candidata a comisionada de la Verdad hace poco. Pero ese mismo trabajo la ha convertido en blanco de amenazas, como las que recibió en junio de este año. Para Juana Alicia, el periodismo es una herramienta clave para proteger a los líderes como ella, pero requiere de una responsabilidad especial para no terminar haciendo más daño.
¿Cómo nació tu liderazgo?
Cuando era pequeña fui llevada a Venezuela y fui víctima de abuso sexual. Cuando vi que nadie me defendió, creo que ahí nació una fuerza dentro de mí de no callar. Esa niña tierna y sencilla se fue convirtiendo en una mujer fuerte.
Un segundo momento fue cuando ocurrió el desplazamiento masivo de 245 familias en Mampuján, que era mi corregimiento vecino (yo soy de San Pablo, Marialabaja). Llegué a Marialabaja al día siguiente y ahí se despertó un liderazgo en mí porque nadie estaba preparado para eso, nadie sabía qué hacer, había mucha desconfianza.
Y finalmente cuando nació mi hija recordé lo que viví y quise salir de ese ciclo violento. Empecé a tocar puertas para que nos capacitaran. Nos empezaron a enseñar sobre nuestros derechos y las rutas para defenderlos, y yo empecé a enseñar a otras.
¿Cuáles han sido los principales obstáculos para ejercer tu liderazgo?
En un inicio fue duro lograr que la gente tuviera confianza, que me creyeran, pero en 2005 con la ley de Justicia y Paz fuimos la primera comunidad de Montes de María en empezar a hablar de reconciliación y en acercarnos al Estado de otra manera.
Del año 2000 al 2004 fueron años difíciles porque todo estaba permeado por el paramilitarismo en Marialabaja. La esposa de Juancho Dique (un líder paramilitar de la zona) era la directora del hospital. Imagínense, ¿una mujer que sufriera violencia sexual de los paras cómo se iba a atrever a denunciar? Algunas de mis estudiantes fueron víctimas y tuve que acompañarlas, apoyarlas y callar.
¿Sentiste algún obstáculo en particular por ser mujer?
Sí, con los líderes hombres fue difícil. Me mandaban a lavar platos cuando intervenía en las reuniones diciendo que a las mujeres el conflicto nos afectaba de manera distinta. Y querían deslegitimarme porque me atrevía a denunciar lo que ellos hacían dentro de los hogares que era muy fuerte.
¿Qué visión tienes de lo que hacemos los periodistas? ¿Crees que cuando hacemos visible a un líder lo protegemos o no?
Los medios juegan un papel fundamental en la protección de un líder social. Cuando visibilizan a un líder social no nos están poniendo en riesgo; al contrario, para nosotros es un blindaje que den a conocer que el líder social está en el territorio, que está haciendo cosas importantes para construir paz y que no somos enemigos del Estado. Tienen que decir lo que hacemos bonito pero también lo feo que nos está pasando y lo vulnerables que nos estamos sintiendo en el territorio.
Además, hay cosas que ustedes pueden decir y que nosotros no podemos porque estamos acá expuestos. Si lo dices tú como periodista no es lo mismo que si lo digo yo como lideresa que vivo aquí en mi ranchito y que en la noche vivo asustada porque me van a tocar la puerta.
¿En qué crees que fallamos los medios cuando informamos sobre el liderazgo social?
Por ejemplo, en Montes de María hace como dos meses hubo un medio de comunicación que presentó a un líder asesinado como una persona que había tenido problemas con la ley. Solo entrevistó a la fuerza pública. Al mismo tiempo, otro medio dijo que era un reclamante de tierras y entrevistó a la familia, a los líderes que estaban alrededor y a las organizaciones que conocen la zona. Dijimos “¡qué diferencia!”
Ese primer medio dio por hecho que la persona era mala porque tuvo problemas con la ley. Lo peligroso de eso es que en la guerra se justificaba lo que hacían los violentos bajo el término de “limpieza social”. Sentimos que el periodista cayó en eso. ¿Qué tiene que ver que tuviera problemas con la ley? Violencia es violencia.
¿Cómo podemos mejorar para que el trabajo de los medios nacionales tenga impacto en los territorios?
La gente lastimosamente ya no lee, acá se ve cada vez menos la prensa escrita. La gente sobre todo ve televisión y lastimosamente sentimos que la televisión algunas veces tergiversa la realidad. También funciona mucho dar a conocer las noticias de manera estratégica por las redes sociales porque hasta los viejos están ahí.
Pero hay un problema. A veces uno siente que en Montes de María pasan cosas super dolorosas, que se están recrudeciendo el conflicto; pero pasa alguna cosita en la ciudad y se lleva toda la atención. Parece que se ha naturalizado el dolor, que no importara, le dan una cobertura que no es suficiente.
¿Qué hacemos para que las historias no se cuenten como un recuento de cosas que pasan y que la comunicación cumpla una función social?
Lo importante es dar a conocer la noticia como una afectación de todas y todos los colombianos, no solo de los que viven en el campo. Así podemos evitar que la gente se anestesie. El que está en la ciudad también tiene que dolerse pero depende de cómo se dé la noticia. La noticia tiene que mover las fibras y que la gente diga “¡no más!”
No solo es decir que a un líder lo mataron, es contar quién era la persona, qué hay detrás de ese líder que asesinan o amenazan. Siempre pongo el ejemplo de Jorge Montes, un gran líder de la alta montaña de El Carmen de Bolívar. A él lo amenazaron y lo sacaron de su territorio; tenía a su cargo a sus cinco hijos más los seis hijos de su hermano que se suicidó y sus papás enfermos. Su familia quedó desprotegida pasando hambre y él quedó atenido a que lo ayudemos.
Esas cosas hay que decirlas, eso no puede pasar porque no somos enemigos de nadie, somos amigos de la construcción de la paz. El silencio es un daño tan fuerte como los ruidos de las metralletas.
¿Cómo les afectan a los líderes las noticias falsas y qué podemos hacer para revertir eso?
Los discursos cuando estaba el Proceso de paz era que el gobierno le iba a entregar en bandeja de plata el país a la guerrilla, que nos iban a volver Venezuela, el cuento de la ideología de género. La gente ni sabía qué significaba eso pero lo repetían. Ojalá los medios y las redes sociales se pudieran usar para aclarar ese tipo de cosas.
Colombia necesita reconciliarse y sanarse. La gente está llena de rabia y resentimiento y todo eso se repite en las redes. No sé cómo controlarlo pero sí creo que puede contrarrestarse con mensajes positivos y dando ejemplo.
Sobre Juana Alicia Ruiz
Lideresa social colombiana. Representante de la asociación para la Vida Digna y Solidaria ASVIDAS, y sus iniciativas Mujeres Tejiendo Sueños y Sabores de Paz de Mampuján. Este proyecto fue galardonado en 2015 con el Premio Nacional de Paz, otorgado por la Fundación Friedrich Ebert Stiftung en Colombia (Fescol).
Es defensora de Derechos Humanos, conferencista y orientadora de talleres de sanación a través del arte, consejera de paz y cultura, y lideresa de procesos de reconciliación.
Es nutricionista dietista de profesión, especialista en investigación aplicada a la educación. Tiene una maestría en construcción de paz y conflicto social de la Universidad de Cartagena. Desde hace casi dos décadas es docente en el área de procesamiento de alimentos en la IETA Agroindustrial de San Pablo, corregimiento de Marialabaja, Bolívar.
Sobre el taller 'Cobertura periodística sobre liderazgo social'
Fue convocado por la Fundación Gabo y la Fundación Avina y dirigido por Óscar Parra Castellanos, del 27 de octubre al 12 de noviembre de 2020, para 24 periodistas y comunicadores colombianos.