Una creación del colectivo Acoso.online busca darles consejos y asesoría legal a quienes sufren de esta violación de intimidad.
Es una historia frecuente: las fotos íntimas de una persona —casi siempre una mujer— terminan publicadas en internet sin su consentimiento. Alguien decide romper la confianza que le dieron, y la víctima termina sufriendo las secuelas psicológicas. Un chatbot creado por la colectiva Acoso.online busca ayudar a las latinoamericanas que sufren esta situación.
El chatbot, o la robota —como se identifica—, propone una conversación “donde uno va aprendiendo sobre difusión no consentida, sobre qué hacer, a dónde ir, qué opciones legales tienes en los países en las que funciona el proyecto”, como explica Amalia Toledo, una de sus creadoras.
Acoso.online ya tiene una página web para asesorar a las víctimas de esta práctica. “Pero cuando pasas por un problema de esta envergadura, muchas veces una web parece un recurso demasiado lejano y, a veces, demasiado expuesto para alguien que ya está siendo atacada en línea”, cuenta Paz Peña, cocreadora del bot.
La intimidad y confidencialidad que ofrece una conversación privada y cifrada es importante para que la herramienta cumpla con sus objetivos. “Queríamos hacer una línea de ayuda que permita contener mucha de la carga emocional y la confusión de las víctimas. Como hacer una línea de ayuda era demasiado caro y poco sustentable en el tiempo, decidimos experimentar con un chatbot de ayuda”, explica. La colectiva solo almacena el número de teléfono de las personas que se contactan con el chat, no el contenido de las conversaciones.
“Era importante replicar cómo sería hoy una conversación con una persona real en un chat, así que usamos gifs, stickers, emotíconos, etcétera”, cuenta. En su proceso de desarrollo se tomaron unos tres meses y contaron con la ayuda de las creadoras de Labot, un chatbot chileno de periodismo de datos.
Todas las recomendaciones hechas por la robota fueron escritas y validadas por profesionales y activistas de toda Latinoamérica, que investigaron las herramientas con las que cuentan las víctimas de esas prácticas para detener la difusión de las imágenes y buscar que se castigue a los victimarios. Los contenidos están adaptados a las legislaciones de Colombia, Argentina, Brasil, Perú, Panamá, Barbados, México, Venezuela, Guatemala, Paraguay, El Salvador, Honduras y Bolivia; y están en español, inglés y portugués.
Mujeres víctimas
Las víctimas de estas prácticas casi siempre son mujeres. Aunque no hay cifras confiables en Latinoamérica, un estudio hecho en Estados Unidos por la organización Data & Society dice que “las mujeres jóvenes son particularmente propensas a experimentar esto: 10% de mujeres menores de 30 años han sido amenazas por alguien de publicar fotos explícitas de ellas”, dice el reporte.
Hay muchos vacíos de información a la hora de enfrentar la situación —algo que la robota quiere ayudar a solucionar—, pero también vacíos legales. “En la región son pocos los países que tienen legislación específica para la difusión no consentida de estas imágenes”, explica Toledo.
¿Sirven los términos y condiciones de las redes sociales para parar esto? “En ocasiones funcionan bien, pero en muchas ocasiones no. La mitad de las veces, una persona no va a lograr un proceso rápido y efectivo”, dice. Si las imágenes aparecen en espacios públicos, las redes sociales y las plataformas suelen actuar, pero cuando la difusión ocurre en servicios de mensajería privada, evitar su distribución es mucho más difícil.
Además, ellas suelen tener que lidiar con las peores consecuencias. “Cuando a una mujer le publican imágenes con contenido sexual, la intención es humillarla; pero a un hombre lo alaban”, dice. Además, este abuso a menudo tiene implicaciones muy hondas en la vida de quien lo padece: “Muchas veces envían estas imágenes a sus compañeros o compañeras de trabajo, y en muchísimas ocasiones eso lleva al despido”, añade.
El objetivo principal de la robota es hacerles a las víctimas un poco más llevadera una situación ya bastante difícil. “Para mí, no hay una línea entre la violencia física y la digital —dice Toledo— porque eso se borra cuando esa violencia afecta emocional o psicológicamente a una persona y le impide hacer su vida diaria por la angustia en la que vive”.