Un perfil, como todo trabajo periodístico serio, no tiene una serie de reglas estáticas ni sagradas. Si bien está establecido que el perfil se centra en un personaje y su historia de vida, y que debe retratar a este desde diferentes perspectivas, no hay un libro que se pueda abrir para encontrar las respuestas a las preguntas sobre cada una de las situaciones que se presentan en la construcción de este tipo de texto periodístico.
Lo que sí existe es la suma de experiencias adquiridas en trabajos anteriores y compiladas en la cabeza del autor, a las que debe unir las técnicas de investigación y narración que mejor se acomoden a su trabajo.
Estas experiencias fueron las que compartirá Jon Lee Anderson, uno de los referentes mundiales en perfiles y crónica periodística, en el taller que dirigió entre el 13 de 16 de mayo en San José, Costa Rica, durante el festival literario Centroamérica Cuenta.
Como abrebocas para esta actividad, que compaginará las lecciones de Anderson con ejercicios de reportería y construcción de escenas y escenarios, te compartimos cinco grandes lecciones extraídas de anteriores talleres de perfiles periodísticos, como los que realizó en Cartagena de Indias, en julio de 2002, y en Buenos Aires, en diciembre de 2005.
1. Para realizar un buen perfil, deben existir estas condiciones fundamentales:
- El acceso permanente al personaje sobre el que se va a escribir.
- Lograr que deje las puertas abiertas de él y de su entorno.
- Acercarse a su vida familiar, al cerco de amigos y a sus críticos.
- Hablar con los parientes y con enemigos.
- Ir a los lugares donde ocurrieron hechos para establecer las conexiones entre el lugar y lo que salió de la cabeza del personaje.
- Evitar hacer una única y simple entrevista.
2. Con poco espacio para publicar y tiempo para la reportería solo se logra hacer un embrión de perfil.
El perfil ideal requiere tiempo, como si se fuera a escribir una biografía en profundidad y de alto nivel. Hay que ir más allá de los simples hechos anecdóticos o ya conocidos. Hay que buscar nuevas cosas que permitan presentar de cuerpo entero al personaje, incluso indagar sobre su lado oscuro. Para esto son fundamentales los movimientos, las escenas y los encuentros con otras personas. “La vida del perfilado se construye a través de escenas en movimiento. Es un buen recurso para mantener atento al lector”, sostiene Anderson.
3. La premura del tiempo trae consigo también un texto deficiente
Párrafos de inicio insulsos, falta de fuentes, exceso de adjetivos, voces descontextualizadas, hilos narrativos sueltos son algunas de las características de un perfil con poco tiempo para ser gestado. Otra es la escogencia de citas gratuitas que en nada ayudan al texto, que suenan a que fueron puestas allí por el simple hecho de que fueron dichas por el personaje.
Para sus perfiles Anderson entrevista por lo general entre 40 a 50 personas. De ese volumen él escoge los testimonios fuertes y se hace a una idea clara del personaje, pero al final utiliza entre seis y ocho voces. No todo se cita. En todos los casos hay que evitar el excesivo apego a los colaboradores del personaje y aquellas voces que suenan a apóstoles de un mito.
Una vez escrito el perfil hay que leerlo en voz alta para detectar errores, para encontrar aquellas frases que no suena bien, para advertir esas afirmaciones sin justificar y para tachar de plano el estilo declamatorio y el exceso de adjetivos.
4. Se debe mantener la distancia frente al personaje.
Entre los principales males que se pueden detectar fácilmente en un perfil está la falta de distancia del autor frente al personaje lo que con frecuencia conduce a textos más cercanos a la vida y obra de un santo que un artículo periodístico revelador.
Se debe encontrar un punto medio. En una relación de respeto mutuo, el periodista debe acercarse a la figura pública sin que se vea eclipsado por el poder, sin perder la facultad de juicio. Para Anderson, es necesario recordar siempre que, ante todo, los periodistas “servimos al público y no a la persona”.
En muchos casos, periodistas inexperimentados se convierten en portavoces de los gobiernos o del perfilado. Como resultado limitan la verdad y terminan informando lo que la fuente quiere. “Quizás en algún momento todos somos utilizados", dice Anderson. "Pero hay que estar atentos para que esto no pase. Si nos preguntamos: ¿somos simplemente una grabadora?, estaremos cuestionando lo que ocurre en el entorno”.
Es muy probable que el personaje quiera manipular al periodista de una manera sutil, entregando un material que muestre solo un lado de los hechos. Por eso hay que sospechar cuando no se encuentran obstáculos. El trabajo periodístico que investiga de una manera seria siempre va a encontrar obstáculos.
5. El lector nunca puede navegar en el perfil sin rumbo
El público no puede recorrer el texto sin pistas que le vayan mostrando los aspectos más relevantes del personaje que se está perfilando. “Tienes que guiar al lector para que siga leyendo. Hay que atraparlo”, dice Anderson. Pero no se trata tampoco de darle todas las conclusiones y puntos de anclaje, sino darle las herramientas al lector para que saque sus propias conclusiones y genere sus propios juicios y valoraciones. “Es mejor que sea el lector el que decida”, afirma el cronista.
¿Cómo hacer para que el perfilado se ponga ante la vista del lector? Hay que encontrar los detalles, sus conflictos internos, ver más allá del estereotipo. Un perfil, entonces, debe crear un universo pequeño en el que el lector pueda trasladarse y ojalá sorprenderse con cada nuevo hallazgo.
Sobre Jon Lee Anderson
Es uno de los referentes mundiales en perfiles y crónica periodística, a partir de su trabajo como reportero de The New Yorker, de sus múltiples libros y coberturas alrededor del globo.
Se inició como periodista en Perú en 1979 como miembro del semanario The Lima Times y se especializó desde entonces en temas políticos latinoamericanos y en conflictos modernos, incluyendo los de Afganistán e Iraq. Ha desarrollado una escuela sobre la forma de escribir perfiles, habiendo realizado los de importantes personalidades mundiales como Fidel Castro, Gabriel García Márquez, Augusto Pinochet, el rey Juan Carlos I de España y Hugo Chávez. Ha publicado los libros: Che Guevara: Una Vida Revolucionaria (1997), La tumba del León: Partes de guerra desde Afganistán (2002) y La caída de Bagdad (2004), entre otros. También ha escrito artículos para The New York Times, Financial Times, The Guardian, El País y Harper’s Magazine.
En 2013 ganó el Premio María Moors Cabot que entrega la Universidad de Columbia en Nueva York a periodistas que con su destacada trayectoria han contribuido a mejorar las relaciones en el continente americano. Es miembro del Consejo Rector del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo y maestro de la FNPI hace casi veinte años.
Sobre Los individuos importan. Taller de perfiles periodísticos con Jon Lee Anderson
El taller es organizado por la FNPI -Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano y Centroamérica Cuenta, con el apoyo de la Cooperación Suiza para el Desarrollo (COSUDE) y FIFCO.