El periodismo de toda Iberoamérica se ha conmocionado al conocer la forma en que el reportero gráfico Rubén Espinosa se convirtió en el periodista 104 en ser asesinado en México durante los últimos 15 años.
Pero luego del duelo producido por la escalofriante forma en que su vida le fue quitada, vale la pena detenernos a reflexionar sobre las lecciones que el trágico caso de Espinosa nos puede dejar como periodistas.
1. El riesgo de ser freelance. Espinosa trabajaba por su cuenta como fotógrafo-corresponsal de la revista Proceso, de la agencia Cuartoscuro y AVC Noticias, pero no tenía una relación laboral fija con ninguno de ellos, como lo ha señalado el portal CNN Expansión. Esta situación tuvo como consecuencia que Rubén no tuviera seguro de vida ni acceso a seguridad social.
Ante la crisis de los medios tradicionales, se ha vuelto cada vez más común tanto en México como en el resto de Latinoamérica que las empresas de medios de comunicación recurran a los contratos temporales para ahorrar costos relacionados con la seguridad social de los reporteros. Esto ha tenido como consecuencia una precarización cada vez mayor de la profesión periodística, pues son cada vez menos los periodistas que cuentan con el privilegio de tener un contrato que incluya todas las prestaciones laborales.
“Existe un vacío de normas específicas para los periodistas independientes, razón que obliga a buscarlas entre los principios y normas que rigen para el periodista, para cualquier periodista, esté o no vinculado laboralmente a un medio de comunicación”, dice el maestro Javier Darío Restrepo sobre la ética de los periodistas freelance en el Consultorio Ético.
Rubén había llegado al Distrito Federal desde hace dos meses, buscando refugio debido a que sufría de acoso por su profesión en Veracruz. Pero no encontró ayuda. Como freelance, Espinosa se había visto obligado a tener varios trabajos simultáneamente, sin la posibilidad de contar con una verdadera cobertura laboral como empleado de una de las empresas de medios para las que trabajaba.
2. No dar lugar a los prejuicios. Junto a Espinosa fueron masacradas cuatro mujeres, una de ellas colombiana e identificada posteriormente como Mile Virginia Martín. La manera en que los medios mexicanos han cubierto la historia de la colombiana ha suscitado profundas reflexiones sobre el machismo y los prejuicios que existen en el país hacia los inmigrantes.
En una columna publicada en el diario El Espectador, la periodista mexicana Marcela Alcántara Guerra alerta sobre la manera en que la colombiana está siendo revictimizada debido a la manera en que los periodistas mexicanos la están retratando.
“Modelo, edecán y colombiana parece significar para muchos que no -andaba en buenos pasos-. ¿Cómo una mujer como ella podría ser propietaria del Mustang rojo en el que huyeron los presuntos asesinos? (Versión que luego fue desmentida)… Fácil, seguramente era puta, si no cómo explicar el multihomicidio”, lamenta Alcántara Guerra la forma en que sus colegas han especulado sobre la historia de Mile Virginia.
A esto se suma el morbo con que los medios tanto colombianos como mexicanos han recurrido a Facebook para encontrar perfiles que supuestamente serían el de la colombiana, para saciar el morbo de la audiencia publicando fotografías de ella sin autorización de sus familiares.
3. El poder del periodismo ético. Más allá de las precarias condiciones laborales que tenía Espinosa, o la forma en que se ha informado sobre la masacre de colonia Navarte, la historia de vida de Rubén Espinosa ha de dejarnos lecciones éticas que pueden trascender su existencia violentamente cortada a sus 31 años de vida.
Como bien lo ha descrito una reportera veracruzana en entrevista concedida a la revista Animal Político, Espinosa era “uno de esos periodistas de los que quedan pocos. Soñaba que con trabajo, ética y una cámara como arma, se podía cambiar esta sociedad en la que vivimos”.
El asesinato de Espinosa demuestra el valor de un reportero gráfico que estaba dispuesto a asumir riesgos con tal de seguir adelante con su compromiso con la verdad. Por eso su muerte no puede significar el triunfo de quienes querían silenciarlo. “Rubén era una persona y un profesional con un compromiso ético muy fuerte. Estaba muy involucrado con las protestas sociales y cubría muy de cerca las causas estudiantiles y campesinas, y todas aquellas que estuvieran en contra de los abusos de la autoridad en Veracruz”, concluyó sobre él Moisés Pablo Nava, editor de Cuartoscuro.
Periodistas de a Pie -09 de julio 2015- Amenazas contra periodistas en Veracruz y libertad de expresión from Rompeviento Televisión on Vimeo.