Consejos para hacer reportajes sobre desórdenes alimenticios

Consejos para hacer reportajes sobre desórdenes alimenticios

El 35% de las causas de morbilidad mundial se inicia en la adolescencia.

Fotografía: FranckinJapan en Pixabay | Usada bajo licencia Creative Commons

 

Resulta paradójico que en la misma época en la que la alimentación saludable es un tema popular en redes sociales, los desórdenes alimenticios hayan alcanzado una dimensión epidémica. De acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud, la anorexia y la bulimia afectan al 5,6% de la población adolescente, que acude a internet para buscar información de poca fiabilidad que puede volcarlos a trastornos nutricionales.

En países como Estados Unidos, 10 millones de mujeres y 1 millón de hombres padecen desórdenes alimenticios, un problema que afecta a personas de todas las edades, etnicidades y niveles socioeconómicos.

La periodista norteamericana Sheila Himmel relató en su reportaje ‘La lucha interior de mi hija’ su experiencia como madre de una adolescente que llevaba años batallando contra la anorexia. Lo escribió justo cuando trabajaba como crítica gastronómica. La respuesta de los lectores ante la historia fue tal, que terminaron ella y su hija escribiendo un libro a cuatro manos titulado ‘Hambrienta. La lucha de una madre y su hija contra la anorexia’.

Himmel posteriormente compartió lo aprendido al compartir su historia familiar en un artículo publicado por el Centro Para el Periodismo de Salud de los Estados Unidos, en el cual ofrece seis consejos para periodistas que planean abordar el problema de los desórdenes alimenticios en sus reportajes:

1. Sea escéptico respecto a la información de los pacientes. Los pacientes con trastornos alimentarios pueden ser particularmente complicados, pues su enfermedad suele estar acompañada por otros problemas psiquiátricos. Pueden quedar atrapados en su drama, y ​​exagerar su relato. Adicionalmente, pueden ocultar síntomas y dar la apariencia de que nada está mal. Compruebe lo que el paciente diga con otras fuentes.

2. Cuestione a los expertos. El campo de los trastornos de la alimentación ha crecido rápidamente, y no hay muchos centros que acrediten a los profesionales que se presentan como expertos en la materia. Pueden ser dietistas, nutricionistas, trabajadores sociales, psicólogos o psiquiatras, todas estas profesiones legítimas. Pero por lo general un terapeuta que se presenta a sí mismo como un especialista en trastornos de la alimentación, suele ser alguien que conoce la enfermedad porque él mismo la padeció.

3. Estudie los estudios. Como bien lo saben los periodistas, pero el público a menudo lo ignora, "los estudios científicos" a veces no dicen nada. Los datos pueden derivarse de una muestra muy pequeña o ser reportados de una manera cuestionable, quizás debido a una alta tasa de abandono en el grupo de estudio. Además, las investigaciones a menudo son financiadas por empresas que tienen un interés financiero considerable en el resultado.

4. Examine lo que encuentre en internet. Al igual que con los estudios y los expertos, busque quién está detrás de los recursos hallados en la red. La información puede ser suministrada por proveedores de atención médica con un motivo de lucro. Es básicamente publicidad no revisada por los editores del sitio web. Lea la letra pequeña. Dicho esto, los recursos de la web son abundantes, que van desde artículos que cuentan con el respaldo de entidades gubernamentales, sitios hechos por pacientes para apoyar a otros pacientes, hasta foros llenos de desinformación que promueven hábitos alimenticios realmente peligrosos.

5. Espere problemas para acceder a centros de tratamiento. Para acceder a una unidad de trastornos de la alimentación, tendrá que convencer al oficial de información pública del hospital de que usted es un periodista serio y promete cumplir con sus normas. En la mayoría de lugares se permite a los periodistas tomar notas, pero no hablar con los pacientes directamente.

6. Entienda el modelo de adicción. Los trastornos de la alimentación tienen mucho en común con la adicción al alcohol y las drogas, y pueden entenderse de esa manera. Especialmente los sube y baja y ciclos de depresión, auto-odio y reincidencia. Pero el modelo de adicción es limitado en el tratamiento, porque no se puede simplemente decir no a la comida. Debemos comer para vivir. No sólo eso, comemos constantemente y en todas partes, por lo que para alguien con un trastorno alimentario, el problema siempre está presente.

Finalmente Himmel recomienda a los periodistas que van a investigar sobre desórdenes alimenticios armarse de mucha paciencia, pero los anima recordándoles que hay toneladas de información y distintos ángulos para abordar el problema: la industria de los centros de tratamiento, la legislación vigente, la relación con la industria de la moda y los patrones de belleza, la epidemia de obesidad, la veracidad de los estudios científicos, en fin. Un amplio campo de posibilidades y una audiencia sedienta de información al respecto.

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