¿Los medios deberían dejar de publicar los llamados memes o bromas sobre los hechos del fútbol? ¿Al ser irrespetuosos pueden fomentar la violencia? ¿Qué se puede decir sobre la publicación de estos contenidos típicos de internet?
Pregunta de Javier Borda en el Consultorio Ético.
Editor de contenido
El Tiempo
Bogotá, Colombia
R.-Toda agresión verbal es rechazable por numerosas razones:
Ante todo porque contradice la naturaleza de la palabra que está hecha para acercar y para crear espacios comunes. Su razón de ser es la de comunicar, poner en común experiencias, sentimientos, pensamientos, proyectos, tender puentes y acercar.
Entre esos bienes que las palabras ponen en común, está el humor. Provocar la risa es una habilidad que contribuye a la convivencia y a las buenas relaciones entre las personas.
El humor, sin embargo no puede identificarse con la burla que envenena y destruye. Como la crítica, el humor puede contribuir a la manifestación de los errores y de las fallas de personas o de instituciones sin destruir y, por el contrario, aportando elementos constructivos que permiten progresar y mejorar; pero las dos, la burla y la crítica pueden destruir y hacer daño. Es en este caso, cuando la crítica y la burla contradicen el deber ser de las palabras.
El derecho a la libertad de expresión que se invoca para legitimar la burla ofensiva, no tiene aplicación en un caso en que se violan los derechos ajenos. Ni las libertades son absolutas, ni los derechos pueden ir más allá de los límites que señala el derecho ajeno.
Pero, sobre todo, el respeto debido al otro hace ver esas burlas como un abuso destructor de la convivencia entre las personas.
Documentación
Al hombre siempre se le abren tres posibilidades ante el encuentro con el Otro: podía elegir la guerra; aislarse con una muralla o entablar un diálogo.
Los mitos y las leyendas de muchos pueblos y tribus rezuman la convicción de que solo nosotros, los miembros de nuestro clan, somos seres humanos, todos los demás son, como mucho, infrahombres o cualquier cosa menos personas. Lo que mejor expresa esta actitud es una doctrina de la China antigua: el no chino era considerado excremento del diablo o, en el mejor de los casos, pobre desgraciado que había tenido la mala suerte de no haber nacido chino.
¡Cuán diferente la imagen del Otro en la época de las creencias antropomórficas, cuando los dioses podían adoptar el aspecto humano y comportarse como personas! En aquellos tiempos nunca se sabía si era dios u hombre el viajero o el peregrino que se acercaba. Esta inseguridad, esa intrigante ambivalencia, constituye una de las fuentes de la cultura de la hospitalidad que exige trato magnánimo al visitante cuya naturaleza no acaba de ser reconocible.
Emmanuel Levinas llama acontecimiento al encuentro con el Otro, lo califica incluso de acontecimiento fundamental. Se trata de la experiencia más importante, demás amplio de los horizontes.
Ha sido una corriente de pensamiento de gran trascendencia, una corriente que salva y eleva al ser humano ante el cual no solo debo colocarme en pie de igualdad y con el cual debo mantener un diálogo, sino que tengo la obligación de ser responsable de él.
Ryszard Kapuscinski en Encuentro con el Otro. Anagrama, Barcelona 2007, p. 14, 15, 18, 19
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