Con El Estornudo, periodismo cubano empieza a desperezarse

Con El Estornudo, periodismo cubano empieza a desperezarse

Una reciente apuesta por el periodismo independiente que quiere llevar nuevas historias sobre los habitantes de la isla.
Fotografía: Juan Cruz-Rodríguez / El Estornudo
Red Ética FNPI

La historia de un joven que se gana la vida vendiendo vibradores en las calles de La Habana, el drama de una madre que busca repatriar el cuerpo de su hija lesbiana que se suicidó en Ecuador, y las peculiaridades de vivir en El Fanguito, uno de los barrios más pobres de la capital cubana, son algunas de las primeras historias con las que empezó el resonar de El Estornudo.

Se trata de una revista de periodismo narrativo independiente con la que un grupo de 10 jóvenes cubanos busca retratar la vida en la isla con una perspectiva distinta a la que los medios de comunicación de Cuba y el resto del mundo lo han hecho hasta el momento.

En su tremendamente bien escrito manifiesto de presentación ante el mundo, El Estornudo se declara como una publicación alejada de la opinión y de la política, más cercana a la crónica, a los personajes y al despertar de los sentidos a través de las palabras. “Nuestra revista quiere, justamente, asentarse en sustantivos, en verbos. Nombrar las cosas, las personas; narrarlas. Escribir honestamente es nuestra posición política”, aseguran.

Carlos Manuel Álvarez, editor y reportero de El Estornudo, describe en entrevista concedida a la Red Ética Segura cómo fue fundada y cuáles son los objetivos de la revista cuya existencia fue destacada recientemente por el diario español El País, en un reportaje publicado a propósito de la histórica visita del presidente de Estados Unidos a Cuba, donde también resaltan la labor del proyecto Periodismo de Barrio.

“Me atrevería a decir que nos aburre bastante la propaganda por la que se caracterizan, salvo contadísimas individualidades, los medios castristas y los anticastristas, muy parecidos entre sí. No vamos a interpretar la realidad a partir de ninguna ideología militante”, afirma Álvarez en la entrevista concedida a Hernán Restrepo, gestor de contenidos de la Red Ética Segura.

Como lo dice Carlos Manuel, Cuba está desperezándose, y un vistazo a las crónicas hasta ahora publicada por El Estornudo revela que el periodismo del país también lo está haciendo, superando los temores a la censura, la represión, pero especialmente, a los estereotipos a través de los cuales el mundo ha preferido ver a Cuba por más de medio siglo.

Red Ética Segura (RE): ¿Qué ha cambiado en los últimos años en Cuba para que un grupo de jóvenes periodistas como ustedes se atreva a hacer una revista independiente de crónicas? 

Carlos Manuel Álvarez (CA): El atrevimiento sería entendido aquí como una cuestión de audacia y se vuelve un poco engorroso hablar de nosotros mismos en esos términos. Aunque no hay ninguna ley en Cuba que autorice la gestión de medios independientes, vivimos en un país que ha comenzado a desperezarse. El Estado aún mantiene el control, pero no es ya todo lo fuerte que fue una vez y deja varios resquicios. Por esos resquicios a veces se cuelan, llamémosle así, cosas interesantes de menor o mayor magnitud: una revista independiente gestionada por jóvenes periodistas o la primera visita de un presidente gringo al país en casi un siglo, por ejemplo.

RE: “El periodista es un atleta y el periodismo una carrera de fondo”, dicen ustedes al comenzar su manifiesto. ¿Podrían ampliar para nuestros lectores el significado que le dan a esta frase?

CA: Probablemente no sea más que un poco de presión para nosotros mismos. Asumir, tener la conciencia de que el periodismo es como un deporte, que exige un riguroso entrenamiento y que luego no se trata de correr diez flat, sino de marcar el paso, resistir y, muy importante, oírte la respiración.

RE: ¿Vale la pena apostarle al periodismo narrativo e independiente en Cuba, donde según ustedes dicen, el periodismo es una “república neocolonial”?

CA: No sabemos. Lo vamos a averiguar. En cualquier caso, ¿qué es valer la pena? Tomar tu ambición, tu molestia, tus ganas y lanzarlas al ruedo ya es algo que de entrada vale la pena. Y justamente porque el periodismo en Cuba es una república neocolonial, que en ocasiones, incluso, puede volverse una aldea taína, es que vale la pena intentarlo por nuestra cuenta.

RE: Ustedes no van a ocultar en su revista que tienen una posición política. ¿Cuál es?

CA: La carta de presentación dice que nuestra posición política es escribir honestamente, pero esa es una frase que cualquiera podría prostituir, nosotros incluidos. Me atrevería a decir que nos aburre bastante la propaganda por la que se caracterizan, salvo contadísimas individualidades, los medios castristas y los anticastristas, muy parecidos entre sí. No vamos a interpretar la realidad a partir de ninguna ideología militante. Cuba es un país constantemente dilapidado, donde ningún grupo de poder cuenta nada que vaya en contra de ellos mismos. Toman la realidad básicamente para autodefinirse, ponen los hechos al servicio de sus filias. Nosotros prometemos ser bastante contradictorios.

RE: ¿Temen por las consecuencias que pueda tener para aquellos de sus integrantes que viven en Cuba el estar involucrados con este proyecto que puede ser calificado como subversivo por parte del régimen de los Castro? Bien dicen que “en Cuba nadie nos va pegar un tiro en la cabeza por hacer periodismo”. Pero a la cárcel sí los podrían enviar, ¿no?

CA: Hoy, en 2016, no. Nadie va a ir a la cárcel. No quiero desconocer el estado de censura en que vivimos, nuestra falta de derechos básicos, la posición más que desventajosa desde la que arrancan proyectos de este tipo, al margen del Estado, pero también hay que rebajar la idea de heroicidad y el papel de víctima con el que se suele lucrar. La estridencia, eso. O nosotros somos muy tontos o hay mucho de negocio en el país que los cubanos le venden al mundo. Tal vez alguien intente descalificarnos moralmente, tildarnos de apátridas, destruir nuestra credibilidad. Posiblemente toda la gravedad se reduzca a intentar escribir sin sermonear, en un país que durante décadas solo ha leído monsergas. Pero si ni siquiera estamos dispuestos a correr ese riesgo, mejor fundamos un restaurant y no una revista.

RE: ¿Por qué deciden dedicar la revista al género periodístico de la crónica? ¿Descartan usar otros géneros como la entrevista o las columnas de opinión en el futuro? ¿Van a publicar solo en formato de texto o planean hacer ejercicios multimedia en el futuro?

CA: También habrá entrevistas y géneros de opinión. Ya hay cuatro excelentes columnistas. Y pensamos ampliarnos con trabajos multimediales. Pero teníamos que abrir con algo al alcance de nuestros recursos, y nada menos holgado de equipaje que salir con un grabador y buscar historias. Queremos que la crónica nos defina, porque si le somos fieles a la crónica –todo un reto ético y estético, si es que no son la misma cosa–, ya le seremos fieles a todo lo demás. No es casual que en Cuba la crónica no exista, o que le llamen crónica a un texto emotivo en primera persona; prosa lírica. La prensa cubana aún no está en condiciones de permitirse un género tan riguroso y fascinante. Y eso es también, no importa si inconscientemente, una decisión política.

RE: ¿A qué se debe el sonoro y peculiar nombre de El Estornudo que eligieron para la revista? 

CA: ¿Una parábola tal vez? Reacción reflejo ante el clima imperante, la necesidad urgente de expulsar algo, la respuesta a una irritación provocada por agentes patógenos.

RE:Crónicas como la del joven que se dedica a vender vibradores en La Habana, ¿podrían llegar a ser motivo en censura en la isla? ¿Cómo han reaccionado los lectores hasta el momento a las historias publicadas?

CA: A nosotros no nos pueden censurar. O publicas en un medio estatal donde toda Cuba te lee, pero sometido al escrutinio draconiano de un comisario político, o te vas a la web, donde te leen mucho menos, pero dejas un testimonio más honesto y a la larga más necesario. Si la pregunta es si la crónica de los juguetes sexuales sería censurada en los medios tradicionales, hay que decir que no solo esa. Ninguno de los cuatro textos con los que comenzamos habría pasado ileso la prueba de la censura. Y los lectores han reaccionado de manera curiosa: quieren contactar con el joven que vende los vibradores.

RE: ¿En qué se diferencia la propuesta de ustedes el periodismo que hacen otros periodistas independientes de Cuba, como por ejemplo Yoani Sánchez?

CA: Yoani Sánchez es bloguera, viene del activismo político y hay quien le augura una eventual carrera como representante pública. Aun habiéndolo leído muy poco, diría que todas esas auras recorren su medio. Nosotros no somos más que reporteros. Yoani opina, no pregunta ni indaga.

RE: ¿Qué mensaje final le dan a esos periodistas latinoamericanos que nos leen, y a pesar de no estar en Cuba, sienten que están en una Cuba, es decir, en un país sin libertad de prensa?

CA: No tenemos ningún mensaje que dar. Lo único que un periodista cubano puede hacer ahora mismo es aprender.

 

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