Taller Anfibio: Crónicas de la diversidad juvenil en América Latina con Francisco Goldman y Rossana Reguillo

Taller Anfibio: Crónicas de la diversidad juvenil en América Latina con Francisco Goldman y Rossana Reguillo

TALLER ANFIBIO ADENTRO, AL BORDE O AFUERA:   CRONICAS DE LA DIVERSIDAD JUVENIL EN AMERICA LATINA

Con Francisco Goldman y Rossana Reguillo

Buenos Aires, 6 al 10 de junio de 2012

Convocan: Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano FNPI, Universidad Nacional de General San Martín UNSAM.

Relatora: María Mansilla.

Sobre los maestros

Francisco Goldman reconoce tres escenas que le cambiaron la vida. Una, cuando publicó por primera vez, y nada menos que en Esquire. Dos, cuando cubrió el conflicto armado en Guatemala. Tres, cuando falleció su mujer, no soportó seguir estando, por trabajo, tan cerca del dolor y se refugió en la literatura. Goldman estudió en la Universidad de Michigan y en la New School for Social Research. Ha sido corresponsal en Centroamérica para The New Yorker, The New York Times y Harper´s. Su primera novela, La larga noche de los pollos blancos (1992), ganó el Premio Sue Kaufman y fue finalista para el Premio PEN/Faulkner. Su segundo libro, Marinero Raso (1997), fue incluido en la lista de las cien mejores novelas estadounidenses del siglo XX de la revista Hungry Man Review´s. También es autor de la novela Say her name, con la cual recibió en Francia el premio Femina en lengua extranjera, 2011.[1]

Rossana Reguillo es doctora en Ciencias Sociales con especialidad en antropología social, magister en Comunicación y licenciada en Ciencias de la Comunicación. Es profesora en el Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Ha publicado nueve libros, el último de ellos es Los jóvenes en México (2010). En 1995 recibió el premio a la mejor investigación en Antropología Social Fray Bernandino de Sahagún, INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) y al año siguiente, en Madrid, el Premio Iberoamericano a la Investigación Municipal y Regional, Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas. Ha sido

Tinker Visiting Professor en la Universidad de Stanford (2001), Catedrática

UNESCO en Comunicación en la Universidad Autónoma de Barcelona (2004) y Andrés Bello Chair en Civilización y Cultura Latinoamericana en NYU (2011). [2] ***

Palabras clave: periodismo, academia, preguntas, tensión, paciencia narrativa, crónica, desafíos. 

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Operación anfibia: crisis, rigor y belleza para innovar la narración periodística 

Introducción Aquí ahora: es el tiempo de la palabra horizontal

“Hace 5 años te decían: ¡Pobrecitos los periodistas! Pero todo está cambiando.

Hay nuevos horizontes. Otra lógica gana la partida”,  observa el maestro

Francisco Goldman. Y agrega: “En Estados Unidos, y espero que en América Latina también, hay una contra-reacción a este mundo de la noticia tan fragmentada. Cuando no sabes en quién confiar, son los reportajes largos en lo que más confías. Por eso el periodista debe hacer un esfuerzo, probar lo que dice, establecer una autoridad. Esta es una de las pocas cosas que generan optimismo. Han surgido muchos sitios de internet para defender los espacios que los periódicos no pueden ofrecer.”

La antropóloga y comunicóloga mexicana Rossana Reguillo sube al escenario de la coyuntura trazado por Goldman a sus actores preferidos. Antes de detallar cómo lograr mejores crónicas juveniles –tema central del Taller- reflexiona sobre el comportamiento de esta generación con relación al potencial de los nuevos soportes y como receptores de los canales tradicionales. 

“Se ha detonado una conversación colectiva sin precedentes –subraya, exultante, cuando desarrolla su concepto de ´blogosfera juvenil´-. No piden permiso. Disputan un espacio de enunciación legítima que pocos vieron venir. En las redes sociales también pasan cosas fascinantes: la conquista del nombre propio, la participación no en instituciones sino en causas, la rapidez con que se mueven (hoy están con los zapatistas, mañana con el grupo de lesbianas). Además, hacen temblar a los consorcios mediáticos porque generan su propia news list en la que conviven el artículo de Paco Goldman con el de la chava de un pueblo de Chihuahua. Esa horizontalización de la palabra va a tener efectos profundos.” 

Con los participantes de este taller[3] seguramente se podría armar un periódico entero: se trata de redactores y editores de casi todas las secciones posibles. Algunos se dedican a temas culturales, otros a policiales, sociedad, género, política, mundo. Tienen en común su edad: promedian los 30 años. En este contexto, otra gran pregunta es: ¿acaso están mejor narradas las historias juveniles escritas por jóvenes? Los maestros coinciden en que en esta línea surgen trabajos muy interesantes, tanto en el ámbito de la literatura como en el periodístico. Sin embargo, señalan que si bien la franja etárea puede dar ventajas a la hora de pescar tendencias, entrar y participar no siempre es una garantía. En todos los casos hay que ser buen observador, buen pensador y buen escritor. Para que retratarlos trascienda cada historia personal y se convierta en un cuadro de la época, muestre cómo lo local enlaza a lo global, cómo los modelos socioeconómicos contemporáneos impactan en el destino de las personas. 

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Relatoría Operación anfibia: innovar el relato y tocar fondo

Que este taller tenga personalidad “anfibia” implica las ganas de compartir una idea. Propone generar alianzas entre la academia y la práctica periodística para potenciar herramientas y saberes, y también hacer autocrítica. Busca promover textos académicos que se acercan al lenguaje literario y crónicas oxigenadas con el aporte de las ciencias sociales y otras disciplinas que generan conocimiento. La forma y el contenido hacen una alianza, y sus voces se renuevan. 

“Lo anfibio es el cruce de los discursos del periodismo hacia las fronteras académicas y de los discursos de la teoría y el análisis hacia las nuevas narrativas. Pretende ser el elemento sintético de dos lenguajes que, al dialogar, entran en crisis”, argumenta la editorial del laboratorio digital donde se plasma esta tendencia: la Revista Anfibia[4], dirigida por el periodista argentino Cristian Alarcón, maestro de la FNPI.

Reguillo y Goldman piensan en voz alta de qué manera su oficio cotidiano se inscribe en este arte. 

Rossana Reguillo, fiel a su estilo, destrona los motes. Dice que no se considera una académica pura sino una especie de habitante incómoda de diferentes ámbitos. Y una semi outsider del periodismo. Está convencida de que el pensamiento crítico y la teoría tienen que servir para transformar las cosas. Cree profundamente en la articulación de los saberes. “Por lo tanto no podría definirme como antropóloga, comunicóloga, socióloga, porque creo que todos esos saberes tienen que poder trabajar de manera conjunta.” No entiende el trabajo periodístico sin una gran destreza etnográfica, es decir, sin la cintura suficiente para moverse en los sitios donde se hacen carne las historias que se quieren contar. 

Paco Goldman ancla en su destreza para navegar entre dos aguas: la crónica periodística y la literaria. Señala: “Cuando tú escribes ficción, el trabajo es intuitivo, no sabes por dónde vas, te sientas y esperas que empiece eso que te va a dirigir. Buscas crear un sentido poético. Cuando haces periodismo, ¡es un caos! Esta es una de las cosas más divertidas. Pero, ¿cómo encuentras esas metáforas en el periodismo? Tienes que vivirlo. Tienes que empujarte a ti mismo casi como si fueras el lápiz del escritor, y meterte, escuchar, hablar, hasta que al fin encuentres una narrativa que puedas seguir. En los dos casos tienes que trabajar duro y cuidar mucho tu lenguaje y la estructura. En la ficción no estás cuestionando siempre, no necesariamente estás buscando respuestas; estás interrogando a la vida. El periodismo es lo opuesto. Estás haciendo siempre tu mejor esfuerzo para dar una respuesta.”  

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Duelo de métodos: el toro nómada

Los maestros comparan su forma de trabajo, aproximación y abordaje. ¿Qué inquietud los guía? ¿Cómo proceden en el territorio? ¿Cómo administran la información obtenida? ¿Qué hacen cuando sienten que “ya está” y es necesario pasar a otra etapa de la producción?

La forma académica “No puedo seguir sólo mi intuición”

Frase guía: La antropóloga Reguillo cuenta que tiene siempre una pregunta latente: ¿Cuáles son las dimensiones del poder que impactan en la vida de los jóvenes? Es la gran plataforma desde la cual se para y construye su trabajo.  Paso 1: Inicia un proceso de acumulación de datos, información y cifras. Paso 2: Toma el camino que el sociólogo español Jesús Ibáñez llamó “la metodología nómada”. Consiste en seguir al sujeto en cada lugar que pise. Consiste en seguir, también, a actores que se consideran claves, gente que puede llegar adonde ella no, y confiar en su potencia de producir información.  Paso 3: Debe transparentar su método, no puede trabajar intuitivamente. El saber que genere buscará impacto indirecto: circulará a través de la docencia, de los estudiantes, de las entrevistas, de los libros y las reseñas académicas.

Cómo procede un periodista

“Para mí es importante no prepararme mucho” Frase guía: ¿Dónde hay una historia?

Paso 1: El maestro Goldman confiesa: “Tengo una manera de trabajar. Para mí es importante no prepararme mucho. Llego a un lugar y me meto por todos lados. Intento ser un toro en una tienda de porcelana. Me tiro, hablo con la gente, trato de ganar su confianza.” 

Paso 2: Hace un trabajo que autodefine arqueológico: acumula capas y capas de información. Primero trata de construir la biografía del sujeto. Así, cuando los demás le cuentan quién es, entiende mejor de qué le hablan. Paso 3: Sobre ese marco, para poder visualizar la estructura y empezar a descubrirla, construye el relato en su mente como si fuera una obra arquitectónica. [5]

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Crónicas juveniles: cómo escapar del lugar común

El objetivo del Taller Anfibio es reflexionar sobre las coberturas periodísticas que tienen como protagonistas a los jóvenes, con sus signos, símbolos, códigos. Maras, favelados, ravers, estudiantes indignados, blogueros, skaters.  “No se trata de hacer relatos heroicos pero tampoco de reducir la complejidad del asunto a un tema de loquitos, aislados, inofensivos o altamente peligrosos”, dice la antropóloga. Invita a levantar la mirada y observar en ellos tantas otras cosas: su relación con el espacio público, con las instituciones estatales, con sus cuerpos. Una forma de lograrlo es articular la perspectiva académica y la periodística. Recurrir al pensamiento anfibio y a sus frases guía. 

¿Dónde encuentro una historia? 

Reguillo sugiere no perder de vista un rasgo de la realidad que tiene una “perversidad intolerable” y provoca gran parte de las historias que, cree, tiene sentido contar: América Latina produjo en las últimas décadas más pobres que en todo el siglo anterior. Entre estos, algunos quedan “al borde” y otros “afuera”. Los primeros todavía son parte de cierta contención que brindan la escuela, el hospital, el empleo. Los otros quedaron descolgados de los sistemas de incorporación social y aun así “intentan cada día, incluso en condiciones terroríficas, torcer sus biografias. Asumen en carne propia la exclusión a la que han sido sometidos.” [6]

¿Cómo impacta el poder? 

Una respuesta para deducirlo es observar sus posibilidades de tener una vida digna (es decir, su acceso a los derechos humanos básicos), la relación con las instituciones públicas, las condiciones de los trabajos a los que acceden, la relación con su cuerpo, con la tecnología, con sus familias; las acciones que intentan o no transformar su historia. 

Tres aliados para lograr mejores coberturas

  1. No confundir la realidad con la realidad producida por los medios. Tanta información disponible a veces impide activar un pensamiento crítico. 
  2. Mantener la tensión de análisis. Desafiar los imaginarios. Vigilar la puja que existe entre la fantasía de lo que esperábamos encontrar y escuchar, y lo que descubrimos. De lo contrario, seguiremos viciados de preconceptos.  3. Poner en crisis el propio pensamiento. No es fácil porque son las herencias que nos habitan, son categorías invisibles que llevamos tatuadas y marcan nuestra lectura del mundo. 

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Rigor y belleza: para escribirte mejor

Durante los días que duró el encuentro, entre charlas y edición colectiva de los reportajes de los talleristas, estos fueron algunos de los consejos para enfrentar la página en blanco y sentir que lo que escribimos nos representa. Equipo básico: intensidad y paciencia. 

Clave anfibia: En la búsqueda de rigor, el periodista debe seguir las preguntas que los académicos se hacen sobre un tema. Pero es fundamental que luego no sean visibles en el reportaje. ¿Cómo borrar eso? Traduciéndolas en escenas, detalles, vivencias, declaraciones. 

Parecer un niño: En su texto, el cronista tiene que convertirse en productor de extrañamiento, sorprenderse de esa realidad que describe aunque la esté viendo y viviendo cada día. Debe ser siempre como un outsider respetuoso que trata de leer la situación. “Esto le baja mucha espuma a la soberbia de ‘yo-yaentendí-todo’”, provoca la antropóloga. [7]

Enunciar sin denunciar: “El periodista es un viajero. No puede juzgar: sería un viajero torpe –dice Goldman-. Por eso debe transmitir la sensación de descubrimiento; así, si alguien juzga será el lector. El decidirá qué siente a partir de lo que ha leído.” El cronista no debe volverse pontificador ni hacer un periodismo militante. 

Cómo narrar el dolor: Primero, evitar contarles a los lectores las cosas más fuertes que ya se saben. Y luego pensar cómo darles algo nuevo. “En los momentos más oscuros también surgen cosas divertidas, amas la vida más que nunca”, ejemplifica Goldman. Cuando cubría el conflicto armado en Guatemala, cuenta, se inspiraba en el tratamiento de Cien años de soledad, de García Márquez, y El tambor de Hojalata, de Günter Grass.

Y cómo narrarlo sin morbo: Por más sangriento que sea un caso siempre está la posibilidad de poner el foco en otro lado. Hay que correrse del periodismo “patologizante” que vuelve casos individuales en ejemplos morales o a favor o en contra[8]. Una manera es contar la historia del protagonista y detenerse antes de llegar al momento violento. La responsabilidad profesional está en construir un relato que permita al público entender el momento anterior al hecho, generar preguntas. 

Primera persona: Goldman propone hacer las pases con su uso. “Las crónicas pertenecen a un género de primera persona. Siempre alguien va. Siempre alguien mira. Es un arma muy útil.” Para aprender a usarla sugiere leer a los grandes cronistas. “Hablan sólo cuando es necesario, nunca para llamar la atención”. [9]

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Postdata: La pregunta de la almohada  ¿Por qué lo hacemos?

“Si uno hace una tarea honesta con un sujeto y no sobre él, y produce un mínimo guiño capaz de hacer que al lector algo se le mueva, ya está del otro lado. El desafío de la crónica es devolver insumos para que la sociedad se pueda pensar a sí misma. Y hacerlo de forma bella, estéticamente bella, porque esa es la manera más eficiente de provocar reacciones y respuestas.” Rossana Reguillo.

“No sueño hacer la revolución con mis artículos. Pero tengo la certeza de que será parte de un banco colectivo de información que convertirá, de a poco, la realidad en algo indiscutible.” Francisco Goldman.


[1] Para conocer más sobre la trayectoria del maestro, http://franciscogoldman.com/

[2] Sigue a Rossana Reguillo en http://viaductosur.blogspot.com.ar/

[4] Más información en www.revistaanfibia.com.

[5] Para conocer más sobre el método, experiencias y reflexiones que surgen del trabajo de Paco Goldman, leer los reportes diarios del

Taller Anfibio en

http://www.fnpi.org/pt/noticias/tags/?tx_ttnews%5Bswords%5D=Taller%20Anf...

[6] Para entender más sobre esta clasificación abstracta y de la metodología del taller, siga la entrevista a la profesora Reguillo publicada en http://www.fnpi.org/actividades/2012/video-entrevista-a-rossana-reguillo/

[7] Como ejemplo de este tratamiento los maestros sugieren leer El forastero, de Alfred Schutz.

[8] Para seguir reflexionando sobre la atracción social hacia temas morbosos y el sensacionalismo periodístico: Los media y la modernidad, de John B. Thompson. 

[9] Entre sus inspiraciones, Goldman cita a Stendhal (“Es mi héroe número 1, un obsesivo con un gran espíritu de aventura”). Como novela de no ficción de cabecera nombra Despachos de guerra, de Michael Heer.

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