Santo Domingo, 21 a 25 de febrero de 2005
Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI)
Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode)
Relatora: Vanessa Diago
Introducción
Si bien la democracia se ha impuesto como el sistema político predominante en Latinoamérica, la debilidad de las instituciones, la falta de claridad en las reglas del juego y la ausencia de garantías para la protección los derechos políticos, civiles y sociales de los ciudadanos revisten de fragilidad a las democracias latinoamericanas.
La Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode) diseñaron el taller “El periodismo y los procesos democráticos”, como una manera de ayudar a que el periodismo contribuya a fortalecer las democracias del continente.
El taller constó de tres grandes bloques. En el primero se analizaron las características generales de la democracia, las peculiaridades de las democracias latinoamericanas y sus principales debilidades. El segundo bloque giró en torno al papel del periodismo en el fortalecimiento de las democracias latinoamericanas y las acciones concretas que pueden llevar a cabo en este sentido tanto medios como periodistas, con énfasis en el cubrimiento de las elecciones. Un tercer bloque estuvo dedicado a la ética en el periodismo político.
En sus dos primeras partes, el taller fue conducido por la periodista colombiana María Teresa Ronderos, quien para el momento se desempeñaba como editora general de la Revista Semana y presidente de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) en Colombia. Ronderos es politóloga, con una maestría en Ciencia Política de la Universidad de Syracuse (Estados Unidos) y especializada en periodismo en la misma universidad. Fue editora política del diario colombiano El Tiempo y desde 1997 es maestra de la FNPI sobre la cobertura de temas políticos y sociales.
La tercera parte del taller estuvo a cargo del periodista colombiano Javier Darío Restrepo, experto en ética periodística, y quien tiene una amplia trayectoria en prensa escrita y televisión. Restrepo es catedrático de la Pontificia Universidad Javeriana y de la Universidad de los Andes, en Bogotá. Fue miembro fundador de la Comisión de Ética del Círculo de Periodistas de Bogotá y del Instituto de Estudios sobre Comunicación y Cultura (IECO). Ha sido columnista de los diarios El Colombiano y El Espectador y defensor del lector del diario El Tiempo. Entre otros, ha obtenido el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar y desde 1995 es maestro de ética periodística de la FNPI.
Parte I
La democracia en Latinoamérica
La democracia, o el gobierno del pueblo, es mucho más que un sistema político o electoral. De acuerdo con Guillermo O’Donell, citado por el informe “Ideas y aportes: la democracia en América Latina” del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, esta implica el pleno ejercicio de los derechos políticos, civiles y sociales de los ciudadanos.
Según los teóricos contemporáneos, la democracia tiene tres dimensiones: política, que se refiere básicamente al sistema electoral; civil, relacionada con las libertades y derechos civiles, y social, que tiene que ver principalmente con los servicios públicos y sociales. Cada dimensión tiene instituciones que la garantizan. Por ejemplo, las juntas electorales y los partidos tienen por objeto garantizar la democracia política, mientras que los tribunales y las procuradurías hacen lo propio con la civil. La social está en gran medida en manos de quienes prestan los servicios públicos. Los medios de comunicación juegan un papel vital en torno a cada uno de estos tres componentes de la democracia.
Según Robert Dall, politólogo norteamericano, para que exista una verdadera democracia o, como él la llama, poliarquía (gobierno de muchos), es necesario que se cumplan los siguientes requisitos: autoridades públicas electas; elecciones libres; sufragio universal; derecho a competir por cargos públicos; libertad de expresión; información alternativa y libertad de asociación.
Sin embargo, muchos de estos requisitos no se cumplen en las democracias latinoamericanas. Tampoco se materializa la concepción del teórico Adam Przeworski, quien define la democracia como la certeza de las reglas del juego y la incertidumbre de los resultados.
Los teóricos coinciden en que las democracias de América Latina son distintas a las del resto del mundo occidental. Gran parte de esta diferencia, explicó María Teresa Ronderos, radica en el irrespeto a las reglas del juego y en la debilidad institucional. Es decir, en gran medida, la causa de esta diferencia está en las instituciones, su calidad, pertinencia y a quién defienden. Otra parte del problema es la distancia que hay entre lo formal, la norma escrita, y la práctica política real.
Según O’ Donell, en el marco de la democracia, lo más institucionalizado que hay en América Latina son las elecciones. Es decir, es la parte de la democracia que mejor funciona. Sin embargo, ahí también hay un sinnúmero de problemas, como el clientelismo y la desinformación, que impiden que las elecciones sean completamente libres.
Para Fareed Zakaria, analista estadounidense, las democracias latinoamericanas son iliberales o aliberales. Es decir, son democracias en el sentido electoral, pero no en el sentido de la tradición liberal, que es la tradición del respeto por los derechos, el respeto por las minorías, por la administración de justicia, etcétera.
Para Ronderos, la democracia implica necesariamente el debate público de ideas, y los medios son el escenario por excelencia de este debate público. Entonces, dedujo, “si algo anda tan mal en nuestras democracias, nosotros, los medios, estamos haciendo algo mal”. La maestra invitó a los periodistas a reflexionar sobre la cuota de responsabilidad de los medios y los reporteros en el funcionamiento de las democracias latinoamericanas, y a buscar y a poner en práctica nuevas maneras de hacer periodismo, en beneficio de los sistemas democráticos.
Parte II
Cómo cubrir la política y las elecciones
La pregunta clave que esta parte del taller trata de responder es la siguiente: ¿Qué pueden hacer los periodistas y los medios para que se den los requisitos y condiciones de una verdadera democracia en Latinoamérica?
La democracia o el gobierno del pueblo es mucho más amplia que la política y la política, a su vez, es sólo una dimensión de lo público. Por ende, cubrir la democracia es mucho más amplio que cubrir la información política. De igual manera, al cubrir política, los medios no pueden limitarse exclusivamente a cubrir las elecciones y las instituciones de esta dimensión de la democracia, como juntas electorales y partidos.
En la redacción política se pueden cubrir grandes temas o procesos sociales que están ocurriendo en una ciudad o país, y que tocan otros aspectos de la democracia, por ejemplo, temas como la recreación y el deporte tienen mucho que ver con la dimensión social de la democracia.
Uno de los aspectos claves de la democracia es la elección de las autoridades. Aquí el papel del periodista puede resumirse en dos aspectos: dar suficiente información a los electores para que puedan votar a conciencia, y vigilar la transparencia del proceso y el funcionamiento de las instituciones electorales.
Para hacer un cubrimiento adecuado de las elecciones, hay que encontrar formas de cubrir los demás aspectos de la democracia que interesan a los electores. La idea es concatenar la dimensión política con las dimensiones cívica y social, a través de un cubrimiento periodístico centrado en las preocupaciones de la gente, más que en la opinión, peleas o, incluso, propuestas programáticas de los candidatos.
En aras de fortalecer la democracia, afirmó Ronderos, los medios deben proporcionar información veraz, comprensible, crítica, profunda, basada en un gran esfuerzo investigativo y generada en gran medida por iniciativa propia. Deben dar seguimiento a los hechos y evitar convertirse en correas de transmisión de los candidatos, el gobierno y los partidos políticos.
Es clave que los medios promuevan el debate de ideas, en vez de ridiculizarlo o evadirlo. En este aspecto, el periodismo comparado puede ser de gran ayuda. Por ejemplo, se puede contar a la gente cómo se solucionó un problema similar al suyo en otras latitudes.
En todo momento, los periodistas deben estar alertas para proteger el interés público y poner al descubierto los intereses particulares o individuales que muchas veces candidatos y gobernantes disfrazan de interés público. En época de elecciones, los comunicadores deben hacer pedagogía electoral.
Hay que tener en cuenta que los medios compiten por la atención de la agente con estrategias de marketing político. Por ello, para que su mensaje sea asimilado por el lector, televidente o radioescucha, este debe ser tan o más divertido, creativo e impactante que los transmitidos por las campañas políticas. Una manera de lograrlo es dar un enfoque humano a la información y buscar ideas novedosas, aunque parezcan descabelladas.
Por otro lado, es necesario despojar a los candidatos del maquillaje del marketing. Los anuncios publicitarios pueden ser muy reveladores en este sentido, por su énfasis exagerado en disfrazar u ocultar determinadas debilidades de los políticos.
Un deber básico del periodista es mostrarle a la gente quiénes son realmente los candidatos, si están diciendo la verdad y cuál es su compromiso con la protección del interés público. Es clave investigar cómo toman o han tomado las decisiones, cómo mandan y piensan, cuáles son sus valores e ideologías.
En términos generales, en el cubrimiento de las elecciones deben tenerse en cuenta los siguientes ocho aspectos: el entorno (la ciudad, comunidad o país); los candidatos; el dinero (financiación de las campañas); las ideas y propuestas de los candidatos y de los electores; la opinión de la gente; la legitimidad de las elecciones y el funcionamiento de las instituciones electorales y del sistema electoral; la participación de los electores (por ejemplo, es necesario dar información suficiente para que estos puedan votar a conciencia y evaluar qué tan libre es el voto), y la sabiduría popular o de la ciudadanía sobre los problemas que la aquejan y la realidad en la que está inmersa.
La planeación
Para hacer un buen cubrimiento de la información política hay que tener en mente que la democracia es el gobierno del pueblo, y esto sólo es posible si existe un debate de ideas, en el cual la voz del ciudadano es realmente escuchada. Por ende, la fuente número uno no la conforman los candidatos, partidos ni demás instituciones electorales, sino la gente, es decir, los electores.
La multiplicidad y diversidad de fuentes es clave. Mientras más grande sea el número y la diversidad de fuentes consultadas, mayor es la probabilidad de acceder a la verdad de los hechos.
Por ejemplo, para averiguar cuáles son los problemas de la comunidad es necesario ir hasta ella y hacer una gran labor de reportería, que incluya encuestas y/o entrevistas en profundidad. Una fuente complementaria son los expertos en distintos temas. Cuando el periodista tiene este enfoque, ve a las fuentes oficiales como lugares donde puede contrastar la información obtenida, y no como los únicos dispensarios de la realidad. En el caso particular de las elecciones, por ejemplo, para descubrir fraudes electorales, una fuente importante es la empresa encargada de la parte técnica de los comicios.
La pluralidad de fuentes y el contacto permanente con la comunidad hacen surgir una diversidad de historias insospechadas y llevan al periodista a explorar múltiples géneros informativos, en vez de quedar anclado en la noticia escueta. Aun cuando la comunidad sea la fuente principal, en todo momento es indispensable darle prelación a los hechos sobre las opiniones al redactar los artículos periodísticos.
Para María Teresa Ronderos, lo ideal es organizar las redacciones por procesos o temas y no según fuentes fijas asignadas a cada reportero. Entonces, afirma, ya no se verán reporteros “cubriendo edificios”, como la Fiscalía o un partido determinado, sino reporteros cubriendo un proceso o problemática social, por ejemplo, el aumento de la criminalidad. Esto trae la ventaja adicional de que el reportero en cuestión se convierte en experto en el tema. Cuando llega la campaña electoral, está en capacidad de hacer mejores preguntas sobre el tema a los candidatos y de evaluar sus conocimientos sobre el mismo.
En este sentido, una estrategia para el cubrimiento de campañas electorales, explicó Ronderos, es identificar, mediante investigación y reportería, cuatro problemas críticos de la comunidad; hacer reportajes o informes especiales sobre los mismos y luego poner a los candidatos a debatir y proponer soluciones a estos. Así, el periodista le ayuda a la gente a debatir cuáles son sus problemas reales y obliga a los candidatos a comprometerse a buscarles soluciones concretas o, al menos, a discutirlos en público.
En muchas ocasiones, la clave de un buen cubrimiento periodístico de cualquier tema o proceso, y de las elecciones en particular, es dedicar suficiente tiempo al diálogo entre periodistas y editores para pensar y planear dicho cubrimiento.
Las encuestas
Aunque generalmente son subutilizadas, las encuestas pueden convertirse en un instrumento de gran utilidad para el periodismo político. Por ejemplo, pueden servir para averiguar por qué algunas personas se inclinan por determinado candidato o cuáles problemas espera que este solucione.
Una encuesta científica puede ser realizada por los mismos medios y se diferencia de un sondeo en que en la primera, todas las personas del universo que se quiere representar tuvieron la misma oportunidad de ser encuestadas.
El que una emisora pida la opinión de la audiencia sobre un tema urbano, por ejemplo, no se puede considerar una encuesta científica, ya que no todos los ciudadanos escuchan dicha emisora. Tampoco es científica una encuesta sobre preferencias de candidatos al Congreso, si se hace en un área donde se concentran los votos amarrados o clientelistas de un candidato en particular.
Para determinar si una encuesta es confiable, es necesario evaluarla con estas preguntas: ¿quién pagó la encuesta?, ¿qué empresa realizó la encuesta?, ¿quienes fueron entrevistados?, ¿cuáles fueron las preguntas?, ¿cuál es el margen de error?, ¿cómo se hizo la encuesta: ¿por teléfono, por correo, etcétera?, ¿cuándo y dónde se hizo?, ¿quiénes se encargaron de preguntar a los encuestados?, ¿cómo seleccionaron a la gente?, ¿cuántas personas fueron encuestadas?
Según Ronderos, es indispensable observar estas reglas: nunca publicar una encuesta pagada por un candidato político, como parte del contenido informativo del medio; nunca publicar una encuesta sin antes tener a mano el cuestionario original de preguntas (a veces estas son formuladas de tal manera que inducen una respuesta predeterminada); pedir siempre las tabulaciones originales, para enriquecer el análisis de la encuesta.
En cuanto a cómo contar la información obtenida a través de las encuestas, es necesario evitar errores comunes. Por ejemplo, hay que tener en cuenta el margen de error de la encuesta, para no titular que alguien va ganado las elecciones, cuando en realidad hay un empate técnico. También es conveniente hacer una nota que evalúe cómo les fue a las firmas encuestadoras, con relación a los resultados de las elecciones.
Aguacero de ideas
Las siguientes ideas de historias para el cubrimiento periodístico concreto de la política y, en particular, de las elecciones, surgieron del debate a lo largo del taller:
- Hacer perfiles investigativos de los candidatos y sus trayectorias. Más importante que dar a conocer qué cargos han ocupado es divulgar cómo se han comportado en esos cargos o si, por ejemplo, dieron la pelea para proteger el interés público cuando había que darla.
- Hacer debates entre candidatos, ya sea en televisión, prensa o radio.
- Informar al público cómo han votado y votan proyectos de ley críticos los aspirantes a reelección en el Congreso.
- Implementar una columna pedagógica diaria uno o dos meses antes de las elecciones.
- Contactar a las personas encuestadas en la misma época en que se hizo la encuesta y hacerles preguntas cualitativas para indagar, por ejemplo, por qué prefieren a determinado candidato o cuáles consideran los problemas más apremiantes de la comunidad. Luego se puede publicar una nota sobre cómo piensa esta persona, etcétera, con fotografías de apoyo. Esto contribuye a aumentar la credibilidad de las encuestas, a profundizar la información que ofrecen y a enriquecer el cubrimiento de las mismas con un enfoque humano.
- Inventar un personaje que enseñe al público todo lo relacionado con las elecciones.
- Contrastar las propuestas de los candidatos con expertos y analizar su viabilidad y si aportan soluciones reales a los problemas de la comunidad.
- Contar historias sobre cómo los alcaldes electos por voto de opinión han generado cambios y beneficios en una comunidad o población.
- Evaluar la gestión pública de los candidatos que hayan ocupado cargos públicos, por ejemplo, si fue gobernador, analizar mediante reportajes si hubo cambios positivos en su provincia durante su administración o a raíz de esta.
- Hacerle ver a la comunidad, con reportajes, cómo el candidato elegido principalmente por el clientelismo político le ha traído más problemas que beneficios. Contrastar este caso con el de una localidad cuyo alcalde, elegido por voto de opinión, ha mejorado la calidad de vida de la comunidad.
- Identificar los problemas críticos de una comunidad, con la ayuda de esta; elaborar reportajes en profundidad o informes especiales sobre los mismos y poner a los candidatos a debatirlos y a buscarles soluciones concretas.
- Darle voz y espacio a los electores en los medios, ayudarlos a debatir en los problemas que puedan afectar el interés público y crear mecanismos para que ellos puedan plantear sus inquietudes y hacer preguntas al respecto a los candidatos.
- Contactar a las firmas encargadas de la parte técnica de los comicios y a quienes laboran en ellas para convertirlos en fuentes, ya que su conocimiento es muy útil a la hora de investigar fraudes.
- Ir más allá de las denuncias de fraude y revisar si es que la institución o el sistema electoral no está funcionando, por qué y cómo se podría corregir esto.
- Hacer perfiles investigativos sobre el equipo del candidato, sus asesores y las empresas o empresarios que los financian. Una estrategia para conocer quiénes están detrás del candidato es ubicar a un reportero un día completo frente a la sede de la campaña, con el fin de que le pregunte a cada persona que entra su nombre, ocupación y que hace allí o qué papel juega en la campaña. Es un buen comienzo para la investigación de los personajes que, de una u otra forma, apoyan al candidato.
- Realizar un trabajo de investigación para hacer público el patrimonio de los candidatos y, en el caso de los políticos electos, repetir el trabajo una vez finalizada su administración.
- Crear un sitio en Internet con toda la información posible sobre elecciones, incluyendo notas pedagógicas, perfiles de los candidatos, el patrimonio de los mismos y demás.
- Crear un mecanismo para que los electores puedan consultar sus inquietudes sobre el funcionamiento de las elecciones con los medios o, a través de estos, con personas capacitadas para darles respuesta.
- Investigar y divulgar quiénes son los miembros de los tribunales electorales y si son verdaderamente independientes.
- Tanto en televisión como en prensa escrita, utilizar gráficos y demás recursos visuales para hacer pedagogía electoral.
- Hacer notas evaluando la preparación del sistema electoral para las elecciones, por ejemplo, si hay problemas con la cedulación y ese tipo de cosas.
- Mediante encuestas y entrevistas en profundidad, hacer perfiles de los electores o, por ejemplo, de los electores que votaron o piensan votar por determinado candidato.
- Evaluar si los candidatos están en capacidad de cumplir sus promesas.
- Hacer trabajos de reportería e investigación de casos concretos, para averiguar si los recursos del Estado son usados para lo cual fueron destinados.
- Hacer trabajos de reportería en las comunidades para crear listados de fuentes que tradicionalmente no son consultadas por los medios y emplearlas en el ejercicio periodístico diario.
- Poner a los candidatos a vivir o enfrentarse cara a cara con los principales problemas de la comunidad y comprometerlos en público a darles una solución eficaz. Por ejemplo, si el problema es de accidentalidad, una idea es ponerlos a cruzar la vía más peligrosa ante las cámaras de televisión.
- Contrastar la información que proviene de políticos, gobierno y autoridades.
- En el cubrimiento informativo, hacer más énfasis en las instituciones que en los protagonismos.
- Plantearles a los candidatos casos hipotéticos en los que esté en juego el interés público o se enfrenten distintos intereses públicos, para ver cómo los resolverían desde el gobierno.
- Hacerles preguntas a los candidatos que revelen su personalidad, capacidad de liderazgo, forma de mandar, manera de pensar, actitudes frente a temas polémicos, conocimiento de la ciudad o país y de los problemas cotidianos de la comunidad.
- Fijarse en qué hacen mayor énfasis los anuncios de campaña e investigar qué tan lejos o cerca están de la verdad en ese punto.
- Elaborar folletos con perfiles esquemáticos de los candidatos al Congreso, con preguntas claves que ellos deban responder, por ejemplo, su actitud frente a ciertos temas o proyectos de ley en curso y su preparación personal.
- Publicar la hoja de vida de los candidatos. Verificar la información de la misma e investigar si hay algo que no mencionan en ella y que el elector debe saber.
- Averiguar y publicar las notas del colegio y la universidad de los candidatos. Investigar quienes fueron sus profesores y qué opinan de ellos. Indagar qué ambientes frecuentan los candidatos, quiénes son sus amigos y sus enemigos. Es conveniente también indagar qué hicieron por la ciudad, el país o la comunidad antes de pensar siquiera en ser candidatos y, con la ayuda de expertos, escudriñar su perfil psicológico y su historia clínica. Averiguar sus ingresos fijos y contrastarlos con el pago que recibirían si resultan elegidos. Es importante en este punto entrevistar a sus allegados, antiguos subalternos e incluso, enemigos.
- Calcular los gastos de campaña de cada candidato, por ejemplo, contando y cotizando sus vallas y anuncios, y contrastarlo con lo que él o ella dice que ha gastado.
- Ser reiterativos al hacer pedagogía política.
- Establecer un mecanismo para recibir denuncias de la comunidad con relación al proceso electoral, hacerles seguimiento, confirmar su validez y publicar las que así lo ameriten.
- Hacer planes para el cubrimiento de las campañas, con mercadeo, buenas ideas y todas las estrategias posibles, incluyendo la búsqueda de financiación para llevarlos a cabo.
- Siempre, las preguntas a los candidatos deben estar respaldadas por un ejercicio de investigación y un conocimiento profundo de los temas.
- Emplear toda la gama de géneros periodísticos.
- En las listas de los partidos para someter candidatos al Congreso o el Concejo, buscar a las figuras menos visibles, por ejemplo, quien figura en el puesto 18 de una lista, y evaluar su preparación para el cargo, su responsabilidad frente al mismo y al interés público y sus conocimientos del sistema electoral.
- Establecer alianzas de medios para hacer su propia encuesta e incluir en ella no sólo preguntas relacionadas con las elecciones, sino también con el perfil de los electores, el por qué de su preferencia por un candidato determinado y los problemas más críticos de la comunidad.
- Escudriñar qué leen los candidatos o de qué cosas nutren su espíritu.
- Recurrir a sitios especializados en Internet para averiguar si los candidatos o políticos tienen, por ejemplo, bienes registrados en Estados Unidos. Esto es útil a la hora de investigar su patrimonio. Averiguar, también con la ayuda de Internet, si los candidatos tienen procesos en su contra en Estados Unidos. Estas son algunas direcciones valiosas: www.ire.org (Reporteros y Editores Investigativos o Investigative Reporters and Editors) y www.campaignfinance.org (Centro de Información de Financiación de Campañas).
- Enviar periodistas a hacer reportaría en zonas rurales y apartadas y obligar a los candidatos a tocar su problemática y a comprometerse con soluciones a las mismas.
- Publicar historias humanas, por ejemplo, una nota sobre alguien que vote por primera vez.
- Investigar, un tiempo después de las elecciones, si los empresarios que financiaron la campaña del ganador han sido beneficiados con contratos por parte del gobierno.
- Para el cubrimiento televisivo de una jornada electoral siempre es preciso contar con algunas notas de reserva, porque nunca se sabe lo que pueda pasar.
Como conclusión, lo fundamental en el cubrimiento de la democracia, la política y las elecciones es estirar la imaginación al máximo y no tenerle miedo a implementar nuevas ideas.
Parte III
La ética en el periodismo político
Para el maestro Javier Darío Restrepo, el periodismo político tiene dos grandes retos: servir de ágora para el debate de ideas en la democracia y hacer comprender al lector, radioescucha o televidente la compleja realidad en la que está inmerso, como individuo y como parte de la sociedad, para convertirlo en un ciudadano activo y en un elector inteligente.
En su intervención, Restrepo condujo la discusión en torno a tres grandes temas: el diagnóstico del periodismo político a la luz de su misión como agente fortalecedor de la democracia; los pasos para mejorar este diagnóstico, y los instrumentos éticos para lograrlo.
El análisis de la situación del periodismo político en Latinoamérica dejó ver tres grandes carencias. En primer lugar, los partidos políticos y sus candidatos constituyen la fuente más consultada, mientras el electorado, que debería ser la principal, es la menos empleada. En cuanto a los temas, se comete un error similar, ya que la mayoría de estos tienen que ver con la mecánica electoral y muy poco con las expectativas reales de los electores, que es lo verdaderamente esencial en unas elecciones.
Esta forma de cubrir la política en general, y en particular las elecciones, trae como consecuencia la preferencia por la noticia, en detrimento de los demás géneros periodísticos, cuando en realidad se logra informar mucho mejor si se emplean múltiples géneros informativos.
Restrepo hizo la siguiente comparación: es necesario pensar en el candidato como alguien que busca un empleo y en los electores, como sus jefes potenciales o quienes deciden si le darán o no el empleo. En ese sentido, son los electores quienes deben poner los temas en la agenda de los medios y no los candidatos. Son ellos y sus expectativas quienes deben tener prioridad, mayor voz y espacio en los medios, y quienes deben constituirse en la primera fuente de información en el cubrimiento de las elecciones. Esto es lo que propone, en gran medida, el periodismo cívico.
Una de las causas de que los periodistas no consulten con mucha frecuencia a los electores es que los primeros se han alejado de la calle y del contacto permanente con la comunidad. El pensar en los electores como los posibles empleadores del candidato tiene otra connotación. Implica que el periodista debe verse a sí mismo como la extensión de los sentidos de su público, que a través de él tiene acceso a una información valiosa, en este caso de los candidatos, que le puede permitir tomar una decisión informada y en esa medida, libre.
Restrepo comparó al periodista con el hombre que, en los barcos de vela, observa el panorama desde la cofa o el mástil, y guía a la tripulación, la cual confía en la información que obtiene de este. Para cumplir cabalmente esta tarea, el periodista debe comprender y comunicar el hecho en toda su dimensión. Es decir, debe contar el pasado del hecho (antecedentes), el presente (el hecho en sí y su contexto social, cultural y demás) y el futuro (sus consecuencias y posibles soluciones).
Escalinata al cambio
Restrepo definió dos pasos para mejorar la problemática del periodismo político. El primero de ellos es reforzar la identidad profesional. Esto consiste en estar conscientes de la responsabilidad, la dignidad y el poder del ejercicio del periodismo, en cuanto maneja el poder de la palabra, que le permite entrar en la conciencia de la gente.
Es fundamental tener siempre presente la función social del oficio y de los periodistas, como servidores públicos que contribuyen a proteger el bien común y el interés publico, y a fortalecer las democracias y las sociedades donde se encuentran.
El periodista que se ve a sí mismo como “el hombre de la cofa” no incurre en el sensacionalismo ni en facilismos y ejerce su papel con independencia, no sólo frente a los poderes político y económico, sino también frente a su propia cultura o ideología. No pierde la perspectiva y tiene en cuenta las dos principales fuentes del conocimiento: la razón y la emoción.
Esto es clave a la hora de resolver qué enfoque se le quiere dar a determinada información, ya que un buen periodista puede convertir lo trivial en trascendental, mientras que, con un enfoque inadecuado, se puede trivializar, por ejemplo, el debate político.
El segundo paso para mejorar el periodismo político en Latinoamérica es revisar la agenda del periodista. En el sentido general, conviene preguntarse el objeto de publicar cada información.
El periodista debe tener como objetivo el crear una comunidad realmente informada. Para lograrlo, debe presumir que toda información que llega a sus manos está contaminada (de propaganda política, falsedades, intenciones que atentan contra el interés público, etcétera), y descontaminarla antes de divulgarla.
Para descontaminar el material, es básico observar los siguientes principios: se deben usar varias fuentes y de diversa índole; nunca se debe recibir o dar pasivamente información, es decir, sin ponerla a prueba ni analizarla, y siempre es necesario hacer un gran esfuerzo en materia de investigación.
El comunicador debe darle voz a los electores, potenciar su voz y otorgarle prelación a los asuntos que interesan a estos sobre los asuntos que les interesan a los candidatos.
En cuanto a su agenda específica, el periodista tiene dos tareas que cumplir. La primera es descubrir, y en esa medida, contribuir a derribar la influencia de los poderes invisibles detrás de gobiernos y candidatos. Estos pueden ser, por ejemplo, las corporaciones multinacionales. La segunda labor es convertir a sus lectores, en su mayoría súbditos pasivos que se limitan a obedecer a la autoridad, en ciudadanos activos, críticos, comprometidos con el fortalecimiento de la democracia, el debate de ideas y la protección del interés público.
Con esta labor, el periodista contribuye a que se cumplan dos de las promesas incumplidas de la democracia, definidas por el sociólogo y politólogo Norberto Bobbio. Una de ellas es el hacer visibles los poderes invisibles, y así ayudar a que exista una efectiva rendición de cuentas de los políticos frente a la sociedad, y la otra es transformar a los súbditos en ciudadanos.
Para Restrepo, el periodismo juega un papel clave en el cumplimiento de otras promesas de la democracia identificadas por Bobbio. Una es imponer el ideal de la tolerancia. Los medios contribuyen a la tolerancia en la medida en que se apartan del sensacionalismo, es decir, cuando ofrecen información que no sólo apela a los sentidos, sensaciones o irracionalidad del lector, sino a su razón, intereses y sentimientos más altos.
Otra promesa de la democracia es construir una sociedad sin violencia. Aquí el papel de los medios es clave, ya que pueden contribuir a construir puentes de comprensión y entendimiento entre distintos grupos étnicos, sociales, etcétera. Por último, al promover el debate serio sobre distintos temas y darle suficiente espacio al mismo, los medios contribuyen a que se cumpla la promesa de renovar la sociedad mediante el debate de ideas.
Los tres valores
Existen tres grandes instrumentos o valores éticos, gracias a los cuales es posible poner en práctica todas estas recomendaciones. El primero de ellos es la verdad, intrínseca a la naturaleza misma y la razón de ser del periodismo, esto es, comunicar la realidad de los hechos.
Otro valor ético fundamental en el periodismo es la independencia, íntimamente ligada con la libertad, que le impide al periodista convertirse en portavoz de los poderes políticos y económicos o en propagandista, incluso de sus propias ideas.
Un tercer valor es la responsabilidad, relacionada con la función social del periodismo y el papel que juega en el fortalecimiento de la democracia, en la protección del interés público y en la consecución del bien común.
En resumidas cuentas, todo vuelve a un punto central: la ética es prerrequisito del periodismo propiamente dicho. En la medida en que un periodista actúa con ética y pone a trabajar su imaginación y creatividad en beneficio de su oficio, podrá contribuir, con su trabajo, a materializar la verdadera democracia en su comunidad, ciudad o país.