Taller de Periodismo Narrativo para la Información Cultural Maestra: Leila Guerriero
16 de Octubre de 2016

Taller de Periodismo Narrativo para la Información Cultural Maestra: Leila Guerriero

Contar historias es una labor propia del periodismo, pero también una frase cliché. No todos los periodistas practican el periodismo narrativo, ni todos los sucesos son propicios para ser contados con un énfasis narrativo. Para Leila Guerriero, la diferencia entre el periodismo convencional y el narrativo es la misma que hay entre escribir bien y escribir con excelencia.

TALLER DE PERIODISMO NARRATIVO PARA LA INFORMACIÓN CULTURAL

Con Leila Guerriero

 

El periodista narrativo en cuatro actos

Relatoría del Taller de Periodismo narrativo para la información cultural, con Leila Guerriero

México, D.F., 16 al 20 de abril de 2012

 

Convocan: Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano –FNPI–; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes –CONACULTA–; Centro Nacional de las Artes –CENART–.

 

Relator: Jorge Tirzo

Editor: Juan Miguel Villegas

 

Maestra: Leila Guerriero

Leila Guerriero nació en Junín, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1967. Desde 1991 es periodista. Su primer trabajo fue como redactora en la revista Página/30, del diario Página/12. Desde entonces, ha publicado en diversos medios de su país y el extranjero, entre ellos La Nación y Rolling Stone, de Argentina; El País y Vanity Fair, de España; El Malpensante y SoHo, de Colombia; Etiqueta Negra, de Perú; Milenio, Letras Libres, Gatopardo y Travesías, de México; Paula, El Mercurio y Las Últimas Noticias, de Chile; El País, de Uruguay; Granta, del Reino Unido; Lettre International, de Alemania y Rumania; Internazionale, de Italia.

 

En abril de 1998 participó, junto a otras escritoras y periodistas, en el libro Mujeres Argentinas, editado por Alfaguara. Desde 2002 es editora para América Latina y el Cono Sur de la revista de viajes mexicana Travesías, y desde mayo de 2006, editora para el Cono Sur de Gatopardo. En 2005 publicó su primer libro, Los suicidas del fin del mundo, en Tusquets Editores, en Argentina y España, traducido luego al italiano y al portugués. En 2009 apareció en Argentina y Colombia su libro Frutos extraños, crónicas reunidas 2001-2008, en editorial Aguilar. 

 

Ha dictado conferencias, charlas y talleres en medios y universidades de España y diversos países de Latinoamérica. Es, desde 2010, directora de la colección Crónicas de Tusquets Argentina. Su trabajo se ha publicado en antologías como Las mejores crónicas de Gatopardo (Debate, 2006), La Argentina Crónica (Planeta, 2007), Crónicas filosas: los mejores relatos de ‘Rolling Stone’ (Argentina, 2007), SoHo Crónicas (Aguilar, 2008), Mejor que ficción (Anagrama, 2012) y Antología de crónica latinoamericana actual (Alfaguara, 2012). 

 

En 2010 su texto El rastro en los huesos, publicado en El País Semanal y Gatopardo, recibió el Premio Nuevo Periodismo CEMEX+FNPI. En 2011 editó el libro Los malditos (Editorial Universidad Diego Portales, Chile), diecisiete perfiles de escritores latinoamericanos realizados por periodistas y escritores de todo el continente. En 2012 editó, para la misma universidad, Temas lentos, una recopilación de textos de no ficción del escritor argentino Alan Pauls. Leila Guerriero vive en Buenos Aires.

 

Introducción

 

Contar historias es una labor propia del periodismo, pero también una frase cliché. No todos los periodistas practican el periodismo narrativo, ni todos los sucesos son propicios para ser contados con un énfasis narrativo. Para Leila Guerriero, la diferencia entre el periodismo convencional y el narrativo es la misma que hay entre escribir bien y escribir con excelencia. Es cierto, García Márquez ha dejado claro que -en esencia- todo periodismo es narrativo, aunque al poner lado a lado las páginas del diario local y las de una revista de crónicas hay diferencias evidentes. Para Leila Guerriero, por ejemplo, convertir en crónica el anuncio cotidiano de un gobernante no tiene sentido, pues bastaría una nota convencional para captar la esencia del mensaje. Mientras tanto, la personalidad de un político ameritaría un abordaje más profundo y extenso. Es ahí donde entra la narración periodística.

 

El Taller de periodismo narrativo para la información cultural[1] estuvo destinado a aquellos cronistas que requieren tiempo –semanas, tal vez meses- para la elaboración de sus textos. Según Leila Guerriero, este tipo de periodismo no puede realizarse con una reportería superficial ni con una redacción estandarizada. Se requiere conocer a profundidad al sujeto o suceso retratado. En el caso de un perfil, charlar con él varias veces, conocer su obra, hablar con sus principales amigos y enemigos. Se requiere reunir mucho más material del que se publicará. Se requiere escribir con la calidad que habitualmente se le atribuye solamente a la literatura, pero sin faltar a la verdad. Se requiere vivir como periodista narrativo todo el tiempo, con las ventajas y desventajas que eso acarrea.

 

Este taller no fue un manual de instrucciones para que cualquier periodista escriba crónicas en sus diarios. Por el contrario, fue una revisión exhaustiva de la labor de un cronista de tiempo completo, y que en sus publicaciones reflejan que cada segundo de trabajo valió la pena. ¿Y aquellos periodistas limitados por sus diarios con fechas de entrega y límites de caracteres? Fueron invitados cordialmente a buscar el mejor lugar para contar sus historias.

 

Palabras clave:

Periodismo cultural, Periodismo narrativo, Crónica, Perfiles, Entrevistas.

 

Relatoría

 

Para Leila Guerriero hay cuatro fases en la escritura de un texto de periodismo narrativo:

 

      La preparación: investigación documental, selección de entrevistados, planeación preliminar del enfoque y el punto de vista.

 

      El reporteo (o reportería): realización de entrevistas, visita a los lugares relacionados con el tema, rastreo de datos y verificación de la información.

 

      La selección del material: transcripción, revisión exhaustiva del material recopilado e identificación de los momentos clave.

 

      La escritura: estructura del relato, ponderación específica del inicio y el final y revisiones del texto.

 

El taller estuvo pensado para reproducir de manera guiada y acelerada (debido a la duración del taller) dichas etapas. Los participantes debieron elaborar un perfil o una crónica usando los métodos presentados durante las sesiones teóricas. A continuación se detallan los consejos y directrices presentados por Leila Guerriero para cada una de las etapas.

 

Acto 1: El periodista narrativo se prepara

 

            “Si le digo a los taxistas que soy cronista narrativa, me ven rara. Para que me entiendan les digo que soy una periodista que hace el equivalente a un documental de cine, pero con palabras. Las crónicas y perfiles son una tarea minuciosa de montaje”.

 

Así es el periodismo narrativo para Leila Guerriero. En vez de paneos, planos medios, close-ups y secuencias cinematográficas, ella usa las oraciones para hacer sus propios documentales. Para ella, “el trabajo del periodista narrativo es saber qué mirar”.

 

“Encontrar un punto de vista es sinónimo de tener la historia clara en la cabeza. Si saben qué es lo que van a contar, pueden establecer las bases para lo que van a hacer. Tengan muy claro cuál es el punto de interés; deben saber detectarlo. Deben ser capaces de defender ante un editor todos los puntos de interés de su nota”.

 

Mucho antes de escribir, incluso antes de salir a entrevistar, el periodista narrativo debe prepararse[2].

***

“No hay mundos fáciles para ser contados. No hay temas menores. Siempre se debe hacer una investigación. Un buen periodista es el que es capaz de mirar la realidad como si fuera la primera vez”.

 

Lo dice Leila Guerriero tras un ejercicio de escritura. Los participantes debieron escribir un trayecto de su casa al trabajo. Incluso en temas que parecen sencillos, dice, un periodista debe ante todo seguir siendo periodista.

 

“Escribir es una tarea bastante complicada. No pueden sacar un texto en media hora. Si se la piensan bien, la cosa es fácil, pero es una especie de regalillo envenenado”.

 

No importa si se trata de una columna, un artículo, un reportaje o una entrevista; el periodista no debe quedarse con su experiencia o su punto de vista. Hace falta entrevistar, investigar, contrastar, planear, escribir, reescribir, corregir y volver a corregir. Todo para dejar al texto listo para su cita con el lector.[3]

 

“El texto debe ser un objeto de deseo. Sexual. Debe ser un objeto deseable y debe probarle al lector que quiere ser deseado. El texto debe saciar el deseo del lector. Mucha gente falla por pensar que escribir es algo fácil, no lo piensa, no lo reposa, no lo corrige. Se sientan para escribir lo primero que se les ocurre. Escribir no es una tarea sencilla porque cada texto es un universo completo. Debe haber cierta universalidad dentro de cada historia particular que contemos”.

 

***

 

“Más que hacer preguntas, hacer un buen perfil es el arte de mirar.

Nuestra labor está en revisar la leyenda que una persona cuenta de sí misma. Yo uso esta estructura en los perfiles: divorcio la voz del coro de la de los protagonistas”.

 

No basta con tener un punto de vista original. Para Leila Guerriero, el periodismo narrativo requiere de un trabajo intenso de reporteo, de balance informativo y de edición. No es suficiente con entrevistar una vez al sujeto perfilado. Hay que hacerlo varias veces e incluir otras voces.

 

“La diferencia entre hacer un perfil y retratar un lugar, es que lo segundo es como una crónica, algo más coral. En el perfil la historia es una sola. En una crónica de un lugar, hay muchas historias de cada una de las personas relacionadas con el lugar”.

 

Escribir un perfil, para Leila Guerriero, es volverse especialistas en el perfilado, al menos mientras se escribe.

 

“Siempre sean ambiciosos, como si su texto fuera de referencia para el futuro. Ahí estarán todos los datos necesarios para iniciar. Aspiren a que sean abundantes. No den por sentado nada”.

 

***

 

¿Y qué riesgos puede traer el periodismo narrativo?

 

Caer en la tentación de dejar a un lado el periodismo y hacer ficción. 

“Deben internalizar que esto es periodismo. Hay que tener claro ese criterio. Todo lo narrado debe ser comprobable. Uno debe abstenerse de contar cosas que es evidente que no ocurrieron. Incluso cuando uno escribe una columna, debe escribir con material real. No es necesario ni está bien inventar cosas.”

 

Otro riesgo que identificó Leila Guerriero es dejarse enamorar por una estructura o una forma que no es la mejor para la historia. “El riesgo es que el lector se dé cuenta de que el periodista se copia a sí mismo. Copiar a otro es un delito, pero copiarse a sí mismo es patético. Traten de buscar estructuras distintas. Cuando sientan que están muy cómodos, desconfíen. Busquen siempre la incomodidad porque ahí es cuando pasan cosas interesantes”.

 

Con una idea original, un punto de vista, su selección de entrevistados y sin un solo prejuicio, el periodista narrativo termina de prepararse. 

 

Acto 2: El periodista narrativo sale a reportear

 

            “Si nos quedamos suficiente tiempo, siempre ocurre algo interesante. Es como ser un pescador. Si eres un buen pescador, te quedarás horas hasta que puedas encontrar un pez interesante”.

 

            Para Leila Guerriero está claro que el periodismo narrativo, antes de ser narrativo, es periodismo. Por lo tanto, la reportería es fundamental para la construcción de un texto, aunque las técnicas de recolección de datos son distintas a las del diarismo. Entre ellas destacan las entrevistas a profundidad y la observación directa.

 

            “No podrán hacer una gran nota de periodismo narrativo si entrevistan solamente una vez al personaje principal o sólo a una persona. Deben estar atentos a la hora del reporteo. Si sospechan que un suceso es muy importante para la vida de los personajes, deben ocuparse de obtener esos datos”.

 

            El periodista narrativo sale a reportear, primero que nada, para escuchar. Debe preguntar, pero no presuponer lo que le van a contestar.

 

            ***

 

            “La diferencia entre una entrevista de pregunta-respuesta y una para periodismo narrativo es que en la primera, el artefacto es la entrevista en sí misma. Cuando uno hace una entrevista para un perfil, no importa la pregunta, sino buscar una opacidad voluntaria. Un periodista narrativo se parece un poco a la figura del psicoanalista. Está ahí, pero no está. El entrevistado comienza a decir cosas interesantes cuando hay algo parecido a la desaparición del entrevistador. Hay que estar retirados del primer plano”.

 

            El periodista narrativo debe “desaparecer completamente”, como tituló Leila Guerriero su charla con Diego Enrique Osorno[4]. Es válido lograr empatía y contar anécdotas con el entrevistado, dijo, pero no todo el tiempo.

 

            Algunos de los consejos de Leila Guerriero para realizar entrevistas en  periodismo narrativo son los siguientes[5]:

 

Antes de la entrevista

 

  • Llevar siempre una grabadora

  • Presentarse con ella en la mano

  • Comenzar a grabar cuando el entrevistado entre en confianza

 

Para arrancar

 

  • No contarle tu vida al entrevistado

  • Iniciar con preguntas sencillas

  • No hablar solamente de la vida personal del entrevistado, también de su obra

 

Durante la entrevista

 

  • Escuchar en vez de hablar

  • Aprender a usar el silencio cuando sirva para obtener más información

  • Evitar las distracciones como beber, comer o ir al baño

  • Hacer que el entrevistado se sienta cómodo, pero mantenerse uno mismo alerta

  • Contrastar puntos de vista entre lo dicho por el entrevistado y quienes lo rodean

  • Ser honesto con el lector y reconstruir las escenas lo mejor posible

 

            ***

 

            “Tenemos la responsabilidad de ser equilibrados. Hay que incluir los comentarios de otros entrevistados que dicen cosas que él mismo no puede decir. Sus amigos, sus enemigos, sus familiares, sus seguidores. Es riesgoso pensar que todo debe pasar por nosotros. Procuren observar más. Lo que a ustedes les pase no tiene por qué estar en primer plano”.

 

            Compartió también una estrategia para abordar la investigación: 

 

Entrevistar a los personajes secundarios al final, hasta que estemos seguros de que el personaje principal nos ha dado información suficiente. Porque a veces, si se enteran de que estamos hablando con sus rivales, corremos el riesgo de que nos cierren su mundo.

 

            ***

 

            “En principio el único buen consejo es: más que hablar, dedíquense a escuchar lo que dicen los otros. Una entrevista no es el momento de hacerse el inteligente ni demostrarle a su interlocutor cuánto saben de él. Una entrevista se hace para buscar la información. Por eso a veces las preguntas que más valen son las más tontas”.

 

            Leila Guerriero, asegura ella misma entre risas, siempre les pregunta a sus entrevistados: “¿Y vos dónde naciste?”. Frecuentemente eso la lleva a respuestas más profundas y más valiosas para narrar.

 

            El periodista narrativo pasa horas y horas escuchando. Después de entrevistar, tendrá que pasar muchas otras horas volviendo a escuchar las grabaciones. Regresando a la metáfora del pescador: es momento de revisar la pesca.

 

Acto 3: El periodista narrativo selecciona el material

 

“Deben ser dueños del material. Si la historia no está clara para ustedes, tampoco lo será para el lector. Conocer su materia prima les permitirá tener una voz autorizada. Si saben lo que están contando, todo se vuelve más fácil.

Saber esa línea argumental es como tener una columna vertebral imantada. Esta columna rechaza naturalmente todo lo que no va en el texto”.

 

Leila Guerriero confiesa que recopila mucho -mucho- más material del que podría llegar a publicar. Por ejemplo, para el perfil de la escritora argentina

Hebe Uhart, la entrevista principal tenía más de 156 mil caracteres. A eso habría que sumarle las entrevistas a los personajes secundarios, la lectura de sus libros, la investigación documental y la revisión de entrevistas previas. Al final, el perfil se publicó con menos de 25 mil caracteres.

 

“Si hacemos las cosas bien, tendremos grabado mucho más de lo que podremos publicar. El 5% es el texto que el lector lee. Esa pequeña parte flota y se sostiene por el 95% de cosas que están abajo y no se ven: el reporteo, la calidad, la voz autorizada”.

 

Aconseja no escribir pensando en el límite de caracteres, sino continuar escribiendo hasta agotar la historia. Después habrá tiempo de quitar las partes que no funcionen. “Hay que picar la piedra para encontrar la historia”.

 

***

 

Una advertencia: Cuidado con las anécdotas.

 

“A veces las anécdotas nos pierden, y al revisar el material nos encontramos con que no sabemos qué contar. Si nos vamos encantados con el anecdotario del entrevistado, a veces no tenemos nada. Hay que tener mucho cuidado con las anécdotas. Son difíciles de meter en un relato porque son contadas tantas veces que ya no retratan al personaje, sino a la leyenda que él cuenta de sí mismo”.

 

***

 

“Lo mejor para mí es terminar de hacer toda la investigación y después separarme de la escritura. Antes de sentarme a escribir tengo que repasar todo el material. En ese repaso es cuando surgen los temas fundamentales. Para mí todo termina de armarse en esa lectura de uno o dos días antes de sentarme a escribir. Nunca sé la estructura hasta que tengo el principio del texto… Para mí el arranque es un tirano maravilloso. Hay que encontrar el inicio exacto para tu historia, que no sea caprichoso y establezca las bases de ese texto. El principio nos condiciona todo el resto”.

 

El periodista narrativo lee y relee su material. Encuentra un inicio y lo cuestiona hasta que sabe que ese tiene que ser el arranque del texto. No puede ser otro. Es momento de sentarse a escribir.

 

Acto 4: El periodista narrativo narra

 

“El principio de un texto tiene un peso específico muy fuerte porque va a definir todo lo demás. Yo no me siento a escribir nunca si no tengo la frase de arranque. A partir de ahí, la estructura la voy encontrando casi naturalmente. Del mismo modo, todo lo que uno ponga en el final, tendrá un peso mayor que todo lo demás. Un mal inicio o un mal final pueden tirarte todo el texto”.

 

Leila Guerriero asegura que el periodismo narrativo no solamente es una cuestión de forma, sino de lograr una amalgama entre la historia y la forma. Como ejemplo pone A sangre fría, la novela de no ficción de Truman Capote sobre un asesinato masivo a una familia de Kansas[6]. La estructura formal de la novela nos condiciona los sentimientos hacia los asesinos de la historia: “Capote nos pone fuera de campo la descripción del asesinato desde la primera página. El asesinato acontece casi al final. Cuando llega ese momento, ya no los vemos como meros asesinos. Entendemos mucho de esas dos personas. Piensen lo distinto si el asesinato lo hubiera escrito al principio. Esas decisiones de escritura también forman parte de la información”.

 

***

 

Después, sólo quedan el periodista narrativo, la página en blanco y el texto en construcción. 

 

Lo que sigue es una recopilación de consejos y comentarios en la voz de Leila Guerriero sobre el momento de la escritura[7], sin un orden particular. Será labor de cada periodista tomar los que necesite y se adapten a su manera de escribir.

 

Redacción

 

 En el periodismo narrativo cada frase debe estar al servicio de la historia.

 

 Debemos lograr con las palabras un ritmo y un tono que se enreden con el contenido del texto. La forma es parte de la información.

 

 Si una frase no forma parte de la información, mejor déjenla afuera. 

 

 A veces usar frases largas funciona porque se vuelven un mantra, una serie de sonidos que se repiten. Para lograr este efecto, las partes de la fórmula tienen que estar repetidas de forma casi idéntica, pero no hay que abusar del recurso.

 

 Hay que enganchar -por algo, lo que sea- al lector. Prueben con estructuras visuales, estructuras de sonidos, frases impactantes. Lo que sea mientras les sirva para contar mejor la historia.

 En todas las crónicas siempre debe haber un tiempo pasado (la historia del personaje retratado) y el presente (el tiempo en que está sucediendo la crónica).

 

 Cuiden el momento de irrupción del personaje principal. Debe ser un momento importante, de carácter. Es como una obra de teatro, su primer parlamento debe plantear el carácter del personaje. 

 

 La prosa no es de ustedes. La prosa es del lector. Hay que ser amable con él, pues no están escribiendo para florearse, sino para contar la historia. El receptor es el lector.

 

 Sean sencillos, pero no sean simples.

 

 Si algo es terrible, muéstrenle al lector por qué que es terrible. Si alguien está triste, muéstrenle a la mujer llorando.

 

 Escapen de los lugares comunes.

 

 No escriban sobre lo obvio.

 

 No usen segundas palabras. Si alguien dijo, dijo. Eviten decir que “declaró”, “enfatizó”, “gritó”, a menos que realmente lo haya hecho.

 

 Siempre lean sus textos en voz alta para escuchar cómo fluyen.

 

 Cuidado con la introducción de datos duros. No relajen la prosa ni siquiera cuando deben entregar datos duros. Decodifiquen las cifras junto al lector.

 

 No obvien cosas que no son obvias. Un edificio no es alto, tiene una altura en metros. Lo lujoso no es lo mismo para ustedes que para el gerente de General Motors. Especifiquen en vez de usar adjetivos.

 

 Adecúen el ritmo del lenguaje: algo rápido puede contarse en un relato sin comas o sin puntos. 

 

 Cuando mencionen a un personaje, llámenlo igual durante todo el perfil. No se trata de demostrarle al lector que te sabes muchos sinónimos.

 

 Una descripción no es un inventario de cosas, sino una edición, una selección de la esencia de un lugar. Si enumeran demasiadas cosas, transmitirán la idea de algo repleto y abigarrado.

 

Estructura y presentación de la información

 

 Cuando uno tiene un arranque que le gusta mucho, debe someterlo a muchas preguntas. Hemingway decía: “hay que matar a los seres queridos”. En el periodismo narrativo hay que estar dispuestos a matar incluso lo que más nos gusta.

 

 El arranque no debe ser caprichoso, sino que debe seguir la intención principal de su texto.

 

 Un texto debe estar equilibrado. Un texto de no ficción responde a las mismas reglas que la ficción corta. Debe tener principio, medio y final. A su vez cada parte debe tener otro principio, medio y final.

 

 Deben lograr que en el texto un lector avance sin preguntarse por qué le debería creer al redactor. 

 

 Deben saber tanto de lo que estén hablando, que esa sabiduría se traslade como una materia intangible para el lector.

 

 Todas las preguntas clásicas del periodismo deben estar respondidas, pero no necesariamente en el arranque, y de la manera menos obvia posible.

 

 El porqué nunca puede ser una respuesta reduccionista. Siempre hay una serie de causalidades.

 

 El texto debería tener que leerse sin ayuda del autor, pues no va a estar ahí para explicarle al lector todo lo que no entendió.

 

 Tengan cuidado con el humor. Es un arma de cuatro filos. Si no lo saben manejar, van a hacer el ridículo en público. Es muy parecido a saber cantar o no. Algunos tienen la habilidad, otros no.

 

 Recuerden que son periodistas, no egomaníacos: usen la anécdota personal sólo para contar algo que solamente ustedes pueden contar.

 

Equilibro informativo

 

 En la edición juega un papel muy importante el equilibrio. No puedes hacer pasar al personaje como un loco sacando de contexto sus declaraciones. Debes mediar.

 

 Escribe e investiga sin presuponer cosas: si vas con un prejuicio a la entrevista, solamente vas a encontrar esas cosas en lo que te dijo el entrevistado. 

 

 No basta con incluir varias voces en el texto. Además hay que asegurarnos de que la imagen de conjunto es veraz.

 

***

 

“Un periodista bueno de verdad debe abordar la historia como si fuera la primera vez que se enfrenta a ella”.

 

El periodista narrativo continúa escribiendo hasta que su texto se mantiene a sí mismo. El periodista narrativo termina su labor cuando empieza la del lector. El texto ya no es suyo.

 

 

 


[1] Para conocer una reflexión detallada de Leila Guerriero sobre este tema, ir a ‘El periodismo cultural no existe o los calcetines del pianista’, conferencia dictada en el marco del ‘Seminario Nuevas Rutas para el periodismo cultural’,

Ciudad de México, 21 de septiembre de 2011. Disponible en http://fnpi.co/LHiw6M 

[2] Otros consejos sobre la planeación y preparación de un perfil narrativo pueden encontrarse en la nota 10 claves para planear un texto de periodismo narrativo según Leila Guerriero disponible en: http://fnpi.co/MJA0yS 

[3] Más sobre el manejo del punto de vista y la verificación de la información puede leerse en la nota ”Copiar a otro es un delito, pero copiarse a uno mismo es patético”: Leila Guerriero disponible en: http://fnpi.co/KgD458  

[4] Cómo desparecer completamente, charla pública de Leila Guerriero con Diego Enrique Osorno. México D.F., 19 de abril de 2012. El título es la traducción de How to disappear completely, canción de la banda inglesa Radiohead, incluida en el álbum Kid A, de octubre de 2000. Guerriero es fan declarada de esta agrupación.

[5] La lista completa y desglosada puede ser consultada en la nota ¿Cómo entrevistar para hacer periodismo narrativo?

Consejos de Leila Guerriero disponible en: http://fnpi.co/KZkPRo

[6] Título original: In Cold Blood. Truman Capote, 1966.

[7] Más conclusiones pueden leerse en la nota “Hay que tomar por asalto nuestro lugar en el periodismo”: Conclusiones del taller de Leila Guerriero disponible en http://fnpi.co/Mppk83 

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