Taller de periodismo narrativo con Milagros Socorro
10 de Octubre de 2016

Taller de periodismo narrativo con Milagros Socorro

En el taller, la periodista y narradora venezolana extrajo algunas lecciones de textos periodísticos tempranos de García Márquez .

Organizado por:

FUNDACION NUEVO PERIODISMO IBEROAMERICANO (FNPI)

CORPORACION ANDINA DE FOMENTO (CAF)

Relatora: Claudia González Marchant claudiag68@gmail.com Editor: José Luis Novoa

Maestra:

Milagros Socorro (Venezuela)

Periodista y escritora venezolana nacida en Maracaibo en 1960. Es egresada de periodismo de la Universidad del Zulia con la maestría de Literatura Latinoamericana por la Universidad Simón Bolívar. Ha realizado cursos de posgrado en Literatura Latinoamericana, Pedagogía y Filosofía.

Es periodista de Política y Cultura y columnista del diario El Nacional, escribe sobre arte y colabora con la revista Clímax. Tiene una amplia experiencia docente como creadora y conductora de talleres de periodismo y profesora de varias universidades venezolanas. En 1989 fundó la revista Babilonia y en 1991 fue galardonada con el premio de narrativa “Primera Bienal literaria Udón Pérez” por el libro de relatos Una atmósfera de viaje (1989).

En 1997 obtuvo el premio José Antonio Ramos Sucre de Narrativa, y en 1999 el Premio Nacional de Periodismo con su libro de relatos Actos de Salvajismo. Además ha ganado el Premio Miguel Otero Vizcarrondo. Premio al Mejor Periodista del diario El Nacional (2004); Premio Municipal de Periodismo Mención Periodismo de Opinión (2000); Premio de Crónica Urbana del Diario de Caracas (1994) y Premio de Narrativa del Concurso Udón Pérez. Otorgado por la Universidad del Zulia (1989).

Palabras clave:

Periodismo narrativo, periodismo informativo, técnicas narrativas.

 “Por fortuna Macondo no es un lugar sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver, y verlo como quiere”Gabriel García Márquez

Introducción:

La realización del taller de periodismo y literatura en memoria de Eligio García Márquez, con el que tradicionalmente se cierra el ciclo anual de actividades de la FNPI, coincidió en 2007 con celebraciones como los 80 años de Gabriel García Márquez, los 40 años desde la primera edición de Cien años de Soledad y 25 de la obtención de su premio Nobel. Por ello la FNPI decidió realizar el taller en el lugar más acorde con los festejos: Aracataca, la tierra natal de García Márquez, ubicada en departamento de Magdalena, en plena región Caribe colombiana.

Para Socorro, experimentada en talleres de narración periodística, muchos llegan a ellos buscando instrumentos para solucionar sus carencias, con un anhelo que allí no puede cumplirse. “Muchos vienen como la gente que va a una liposucción, en vez de alimentarse bien y realizar ejercicios”, ejemplificó.

Respecto al miedo del reportero metido a escribir piezas de gran profundidad fue tajante: “no se les va a quitar, no aspiremos a que alguna vez no tendremos miedo” hay que aprender a vivir con él. Ella misma todavía lo siente antes de hacer una entrevista, pero cree que a veces siente más miedo el mismo entrevistado.

El periodismo como servicio público

Socorro comentó que con frecuencia en países como los nuestros se dice que el Estado no tiene presencia en todos los territorios por la inmensa dificultad de la topografía. Entonces donde no llega el Estado llega la escritura y el periodismo termina asumiendo una responsabilidad que no les corresponde. Allí, donde no hay justicia el periodismo puede llegar fundando un mínimo de sensibilidad, de respeto. “El periodismo forma parte de un circuito, es un servicio público y no podemos apartarnos de la situación”, opinó, pero acto seguido advirtió que justamente el que sea público lo deja más expuesto, para bien o para mal. En ese contexto el lector se convierte en juez y emite opiniones que en no pocas ocasiones le deben más a las circunstancias en que vive y se desenvuelve más que en juicios relativamente objetivos. Socorro recomienda recordar que no siempre el lector tiene la razón y por eso en muchos casos hay que ir más allá en lo estético, pensar en la historia misma más que en el lector.

Convertir el mundo en un maestro

“Tenemos la habilidad de convertir el mundo en maestro” dijo Milagros, pero advirtió que nadie les va a enseñar todo, que deben entrenarse para dejar que otros les enseñen. En este aprendizaje constante “nuestros principales maestros son los libros, las propias historias que hacemos y las dificultades para hacerlas”. “Mucho escribir, mucho equivocarse” es la única forma de aprender, “no hay manera de escribir sin escribir” y los instó a buscar e interesarse por el mundo, a verlo.

Siempre hay que optar por lo que más nos entretiene, lo que hacemos naturalmente. Si es obligado será un esfuerzo agotador, entonces, dice recordando un dicho popular, “para qué contrariar al zurdo”. Si hay pericias que se avienen a la dotación de cada uno, afinarlas sería lo mejor. Además recalcó que la inseguridad y pereza son actitudes que obstaculizan y que los cursos no son el lugar para ir en busca de motivación. Lo otro que manifestó fue no creer en el autodidactismo, lo que considera una pérdida de tiempo. “Mejor es que los oriente un maestro o un libro los lleve a otro libro”, argumentó.

¿Cómo lo hacen los maestros?

Texto: Caracas sin agua (Gabriel García Márquez)

Comenzaron las lecturas de algunos de los textos escritos por García Márquez cuando era un joven periodista. Caracas sin agua fue el primero en ser analizado. De él se desprendió que hay una progresión temporal de los hechos. “El lector siempre sabe dónde está. Es la noción de anticipación en la narrativa y la adquiere antes de hablar” citando como ejemplo el juego que se le enseña a los niños pequeños “este dedito compró un huevito”.

Entonces dijo “La historia le ocurre a alguien y un hecho sigue a otro y produce otro” Agregó también que “el cuerpo es la sede de las historias” por eso hay que movilizar alguna parte del cuerpo del lector, por ejemplo producir risa. “Comprometer su cuerpo con la escritura”, sugiriendo describir los sentimientos, las señales. Intuir la reacción del lector al momento de escribir.

Periodismo informativo y narrativo: prioridades distintas

Socorro explicó que en el periodismo informativo el personaje tiene un nombre y un cargo, el lead o entrada va de lo más a lo menos, pensando en el lector que quiere informarse rápido de lo que pasó. El personaje niega, dice, asume, asegura pero falta la acción física, falta ver al personaje moverse en el escenario, como ocurre en los textos del Nuevo Periodismo, donde hay una narración por escena o por cuadros. “Empezar un texto por la acción física, es un buen truco”, aconsejó pues esta hace que el lector vea un conflicto, una situación.

En el periodismo informativo la pirámide invertida sigue vigente: lo más importante va en el lead, lo que le sigue en importancia en el segundo y así sucesivamente. En ese periodismo se tiene que responder siempre a las seis W (las preguntas básicas del ingles sobre qué, quién, dónde, cómo, cuándo, por qué) y el tiempo es un dato, una fecha, una cifra. En este estilo de periodismo no existe una trama, solo se desarrollan citas y se enuncian hechos que suceden.

En cambio, contrastó, en el periodismo narrativo “la historia le ocurre siempre a alguien”. La persona tiene una identidad, en el relato Caracas sin agua se trata de Samuel Burkart, un ingeniero alemán. Es alemán para alejarlo del problema y, en este caso, el autor de entrada presenta al personaje. Aquí, como suele suceder en las buenas crónicas, hay una mirada autoral llena de detalles. “La crónica es el género de autor por excelencia”, aseguró Socorro. En este caso la narración fue llevada por una tercera persona, pero la crónica permite otras posibilidades como el narrador omnisciente que todo lo sabe o el que solo sabe de aquello de lo que fue testigo.

En el periodismo narrativo, la tendencia del relato va de lo menor a lo mayor, como en algunas películas. La situación comienza tranquilamente y luego se va complicando. Pasa algo que viene a enredar la trama. Por ejemplo, “fue al abasto a comprar una botella de agua para afeitarse”, suceso extraño en Caracas sin agua, pero no enorme. En la narración entra un instrumento cada cierto tiempo, una situación que complica la historia. “El héroe tiene que vencer muchos obstáculos para llegar a su meta”, apuntó Socorro.

Agregó que la clave para el reportero de hoy en día está en una libreta gorda, llena de detalles, en  entrenar el ojo para ver cuáles son esas rugosidades en que la realidad cambia. Luego, sacarle la suciedad y usar lo mejor para la narrativa, todo para crear un efecto en el lector.

El tiempo hace parte de la historia, del tejido narrativo, es una especie de frecuencia y añade “sentimos que el tiempo pasa o se detiene en medio del relato generando tensión, suspenso”. Hay una trama, pero varios clímax que se mezclan con el relato. En el periodismo narrativo existen diálogos, se narran escenas y la credibilidad nace en los detalles que hacen real la historia a los ojos del lector. “El narrador es el primer personaje que el escritor debe crear” afirmó.

Un gran mito es que el periodismo narrativo o literario se construye a partir de grandes frases literarias, bellas, supuestamente líricas. “Nada que ver con la realidad, eso es un disparate muy diseminado” dice Milagros y frente a un comentario sobre el uso o no uso de metáforas agrega “García Márquez no le hace asco a la metáfora y al leer sientes la emoción del texto”. Hay que aclarar que ocasionalmente frases retóricas o “líricas” valen en el relato pero sin sacrificar el dato ni la información valiosa para el lector y aportándole fuerza y expresión.

Más que nombres, en el periodismo narrativo se ve a los personajes y sus acciones mostrados desde escenas, desde cuadros de acciones que revelen sus personalidades. En ese sentido “la crónica es el más físico de los medios”, opinó.

“En cada párrafo una idea y cada línea un dato”, aconsejó. Los párrafos tienen la extensión que tienen que tener, si son de 20 líneas no es problema, para eso existen las pausas internas y no es cierto que el punto seguido sustituya al punto y coma. “El párrafo dura lo que tiene que durar” sentenció.

En la crónica y el relato el escritor escoge el momento en el cual desea comenzar la historia. Es decir, no es un relato lineal, como suele ocurrir con la noticia. Pero esa escogencia es uno de los principales retos: “tenemos tres líneas para interesar al lector”, aseguró.

La crónica exige un desplazamiento físico del reportero, dice Milagros y cita a

Kapuściński: “hay que pasar una noche y por lo menos un amanecer en el lugar donde se desarrolla la noticia”. Pero alerta: “la noticia no es el hecho, es el relato del hecho” se hace con base en la pirámide invertida desde la cual  el autor le pregunta a los protagonistas para armar el relato, “sin quedarse en las seis preguntas, hay que hacer muchas más”. El saber sobre el hecho faculta para indagar sobre nuevas situaciones puesto que “es más fácil hacer preguntas sobre algo que ya sabes que acerca de algo que ignoras” continuó diciendo y recalcó que el escritor debe ser lo más claro posible, debe escribir sin dar por hecho que el lector sabe de qué se está hablando.

Hoy, el lector no se entera de las noticias por el periódico, la agenda informativa  ya la supo por la radio o internet. Ahora, lo que busca es el contexto de esa información, que le sea explicado y con detalles. La novedad ya no es lo principal para que un suceso sea noticia; ahora se habla de la proximidad, de la cercanía del lector con el tema. “La proximidad física es el principal factor que convierte el hecho en noticia”.

Texto: Sólo doce horas para salvarlo (GGM)

“Las historias, son historias porque se basan en un conflicto” comenzó diciendo Milagros y siguió, refiriéndose al texto de García Márquez: “el niño fue mordido y tiene rabia. Pero no hay medicina para curarlo, ese el conflicto”. El periodismo narrativo presenta lo que está pasando, el escenario y los personajes, reiteró. Después, viene el desarrollo del conflicto, el foco de la situación que genera el nudo del relato: Reverón tenía 12 horas de plazo para salvar a su hijo. La medicina salvadora estaba a 5.000 kms. de distancia, en los Estados Unidos, donde las oficinas se preparaban a cerrar hasta el lunes.

Los datos concretos del relato, que por obligación deben darle al lector el contexto de la historia, pueden ir como una especie de pausa en medio del nudo. Es decir, en el momento de mayor efervescencia para disminuir la tensión de la trama. “Si uno se mantiene mucho en el momento de mayor tensión, se puede terminar en el ridículo” advirtió. Respecto a la escritura de escenas simultáneas sin confundirse, sugirió usar nombres propios de las zonas, horas y escenarios que logran que el lector no se pierda en el relato.

Verdad y verosimilitud

 “No basta que un hecho sea verdad, debe hacerse creíble en el texto”. Se trata de una sensación, en este caso de seguridad no solo para el periodista sino para el lector. El texto está sostenido con los datos, nombres de las avenidas de Caracas, de los empleados de las aerolíneas, de los laboratorios y hasta de las clínicas. “En la ficción basta que aludamos a algo real para que todo el texto se impregne de ella y en los textos de realidad basta un mínimo dato falso o que suene así para que todo el texto se contamine de incredulidad”. Los nombres, las fechas, horas y años son artificios que crean la sensación de verosimilitud.

Luego de leer estos y otros textos del maestro, Milagros concluyó que García Márquez es uno de los rarísimos casos en que un escritor gusta a todos. “Nos gusta la armonía y fluidez con que relata”, con una habilidad inigualable para contar algo que “aunque pasen los años sigue estando fresco como una rosa” y que no será necesario investigar para saber de qué o quién estaba hablando, “es como si hubiera escrito para nosotros”.

¿De qué trata esta historia?

Las narraciones de los grandes cronistas como Gabriel García Márquez tienen algo en común “ha ocurrido algo” y siguió diciendo, la técnica narrativa se apoya en una pregunta que el reportero debe responder con claridad “¿de qué se trata esta historia?”

El ejercicio es sencillo, después de reportear la nota, caminar, “sí, caminar” repitió, y “hacerse la pregunta de qué trata esta historia e ir puliéndola hasta que pueda resumirse en una sola frase que quedará secreta en tu texto”. Entonces dio un ejemplo: “Se trata de unos jóvenes hijos de dos familias que se odiaban, se conocieron, se enamoraron y ante la oposición de sus familias decidieron suicidarse”. “Si cuando hacemos la pregunta se debe apelar a más de una frase hay algo malo” por eso tiene que hacer antes de escribir la historia y “si uno se enamora de esa frase que explica de qué se trata la historia y la quiere adherir al relato debe ser al final porque si no se contaría todo de inmediato”.

Siempre decir algo

ilagros tomó otro ejemplo de textos de los talleristas: baja la escalera que conecta su habitación con el patio donde se acumula el agua de lluvia y que conecta a la cocina, al baño y a su estudio de grabación. “Las crónicas son como las maletas pequeñas, pon en ellas lo que en verdad vas a usar” y agregó “en estos casos, cuando el espacio de narración es corto, necesitamos que todo diga algo, que sea importante para la historia y que la descripción no se pierda”.

Narrador y punto de vista

Existen varios tipos de narradores. El que lo sabe todo, el que sabe la parte de la historia de la que fue testigo y el de primera persona. “Ojo con los saltos en el punto de vista” les advirtió, tomando como ejemplo la misma historia: Despierta cuando escucha el timbre tres de su ph de Villa Ortúzar. Busca su pantalón, una camisa negra y baja la escalera que conecta su habitación con le patio donde se acumula el agua de lluvia y que da a la cocina, al baño y a su estudio de grabación. Christian Basso mira al pasar las zapatillas All Stars negras tiradas en un rincón. “¿Cómo logro saber que miró, al pasar, las zapatillas? ¿que buscó su pantalón primero y no la camisa?” les preguntó a los talleristas. “Esto es forzar la veracidad de los hechos sin un objetivo claro”.

Agregó que  “es muy riesgoso escribir en primera persona” pues no consiste solamente en hablar desde el yo sino mostrar ese yo que debe ir desde el comienzo hasta el final. Es una subjetividad muy comprometida.

Sobre los personajes dijo que es bueno siempre describirlos cuando irrumpen en el relato. Similar a como ocurre en una obra de teatro cuando ingresa el actor; entonces, ”sabemos de una vez si es hombre o mujer, cómo va vestido y hasta qué gestos demuestra”.

Otros maestros citados

Milagros Socorro recordó que el periodista, escritor y académico colombiano Juan José Hoyos describe el Nuevo Periodismo como “literatura de hechos”, mientas que otros le llaman “periodismo de no ficción” o periodismo personal.  En su libro El arte y el oficio de narrar en el periodismo (Editorial Universidad de Antioquia) Hoyos propone que las fechas no son meros datos, sino que hay que usarlos como una función vital del relato. La trama debe tener un clímax que empuje el relato hacia delante. Los hechos no se enumeran: se construyen a través de escenas y secuencias. El contexto permite entender el suceso y el narrador habla desde su punto de vista particular.

El momento previo a la reportería es clave: hay que tratar de leer y de hablar con aquellos que saben del personaje o del tema, pero es necesario desprenderse de conceptos preconcebidos sobre un personaje o situación. Ejemplo: el banquero que es frío y déspota.

Al ofrecerle una cifra al lector hay que tratar de complementarla con otra que demuestre su importancia o con una explicación que ejemplifique lo relevante del dato. Darle contexto a la cifra. Las comillas, por otra parte, sirven para demostrar que el narrador le da el espacio a otro para que hable en el relato.

La inmersión es un trabajo de campo que se mueve entre las aguas del periodismo y la etnografía. Hay que saber todo sobre un tema y saber salir cuando ya el periodista acepta que es tiempo de escribir. Que el tiempo objetivo se refiere a la duración de un hecho, a la noticia. En cambio el tiempo subjetivo es eterno, largo, corto.

Recordó al periodista y novelista argentino Martín Caparrós, quien dice que al escribir un texto y frente a una duda de cuál palabra usar, se debe elegir “la primera palabra que vino a su mente”.

También mencionó a la periodista y escritora italiana Oriana Fallaci recordando el reportaje realizado sobre la llegada del hombre a la Luna. Una noticia cubierta por todos los medios del mundo pero que ella abordó después viviendo donde estuvieron las esposas de los astronautas, haciendo entrevistas, viendo lo que sucedía a su alrededor. Con todos los datos y los hechos en la mano hizo vibrar de emoción a los lectores con la misma noticia, pero desde otro punto de vista.

Del escritor ruso Antón Chéjov rescató su recurso de “no generalizar” explicando que cuando sean abordados temas sobre la droga, los niños de la calle u otros que “el lector de treinta años ya ha leído cinco reportajes al respecto en su vida” dice, no hay que hablar de los niños de la calle sino de “este muchacho” pues no hay un ellos, hay un él que no tiene la misma manera de ver.

“La generalización es el sello del tonto”, sentenció. Es una tentación constante que no lleva a ninguna parte, una verdadera trampa que, además, desinforma y “puede retratar nuestros prejuicios” por ejemplo, dijo señalando en uno de los textos de los talleristas la siguiente frase: Llegó impecablemente vestido como si fuera un caballero burgués. “No siempre un caballero es burgués o un burgués caballero así es que no generalicemos”. Hay que tener la capacidad de describir sin llegar a la opinión, aunque válida, sobre una característica del personaje.

Otro maestro citado fue el argentino Julio Cortázar y su idea sobre “la resta implacable” lo cual significa que a la hora de escribir un texto es necesario podarlo, “reducirlo a su justa medida”.

Para terminar y contestando a la pregunta sobre si hay o no poesía en el relato, Socorro dijo “para nosotros lo reporteros en el relato la poesía es la precisión, la belleza es la precisión y el dato no se pelea ni molesta con la belleza. Los párrafos, además, tienen música interior”.

 

 

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