Taller de Periodismo Internacional y Terrorismo con Miguel Ángel Bastenier
5 de Octubre de 2016

Taller de Periodismo Internacional y Terrorismo con Miguel Ángel Bastenier

"Ahora la fuerza informativa está en los medios electrónicos y la fuente fundamental de reflexión en los periódicos de papel".

Monterrey, noviembre de 2001

Relatora: Marcela García Machuca
Editor para internet: Óscar Escamilla

INTRODUCCIÓN

Al parecer los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 despertaron en algunos lectores de periódicos de América Latina el interés por las noticias internacionales. Podría decirse que desde entonces esas secciones dejaron de ser simples anexos informativos para convertirse en los ventanales por los que se puede ver al mundo.

Este es un hecho refrescante para la prensa, pues desde hace un tiempo se ha venido hablando constantemente del declive en el que entró la noticia escrita en papel (llámese internacional, nacional y local). Los argumentos de esa sentencia saltan a la vista: una prensa escrita herida de muerte por la inmediatez y las imágenes de la televisión y rematada en el último tiempo por la vertiginosidad con la que aparecen las noticias en los periódicos online.

Pese a todo, el periodismo escrito no está muerto. En buena medida se debe a esa especie de hombres y mujeres que disfrutan haciéndolo (periodistas), y a ese grupo inmenso de personas que practica el placer de leerlo (lectores).

Para reflexionar sobre los recursos con los que cuentan los periodistas de este parte de mundo para reinventar el periodismo escrito, sobre la manera en que las páginas de internacionales de noticias ganan cada día más espacio y de cómo cambiaron las agendas noticiosas de la prensa mundial luego de los últimos hechos de terrorismo, es que nos reunimos un grupo de periodistas de América Latina en Monterrey (México), con el subdirector de relaciones internacionales del diario El País de España, Miguel Ángel Bastenier, durante una semana intensa de trabajo.

Actuando a veces como el médico encargado de suministrarle la noticia fatal a la familia del moribundo, o como defensor de oficio del periodismo internacional, o como gaviero en el mar de la información mundial, Bastenier logró mezclar su pasión por el oficio, con una mirada crítica a la prensa de occidente.

Antes de despacharse con argumentos para confirmar sus tesis o revaluar las de otros, nos sometió a un examen para intentar averiguar que tan avanzada estaba la enfermedad periodística en cada cuerpo allí sentado, en cada diario representado en aquel salón.

Quería saber con cuántas defensas y fortalezas contaba cada espíritu convocado en ese lugar por la Fundación Nuevo Periodismo, y ¿cómo se cubrían en nuestros medios las informaciones internacionales, con qué recursos, con cuánta profundidad, con qué interés y con cuánta dedicación?

En realidad no tardó mucho en darse cuenta que contamos con recursos limitados –seguramente ya lo sabía–, que alimentábamos las secciones internacionales con informaciones de agencias de prensa, y que en el mejor de los casos nuestros periódicos tenían algunos corresponsales en el extranjero, en países con intereses específicos: económicos, políticos, de vecindad.

Y nosotros tampoco tardamos en darnos cuenta que estábamos ante un maestro del periodismo. Parte de sus enseñanzas en esos cinco días están condensadas en las siguientes páginas en dos grandes temas: periodismo internacional y apuntes sobre terrorismo.

Tema 1. PERIODISMO INTERNACIONAL

Los imprescindibles molinos de viento

Cada día es más claro, bueno por lo menos así lo es en Europa Occidental y en Estados Unidos, que comprar cada mañana en el kiosco de la esquina un fajo de papeles llamado periódico es un acto voluntario, suntuoso e innecesario.

Acaso hará falta leer El Comercio de Lima para saber todo lo que tiene que saber un peruano. O será que leer El País de Madrid es tan imprescindible como lo fue hace 20 años. ¡Está claro que no! En ese tiempo todavía éramos claramente los periodistas de prensa escrita los que decíamos que había ocurrido en el mundo. Nada que no se publicara en los periódicos había ocurrido.

Ahora la fuerza informativa está en los medios electrónicos y la fuente fundamental de reflexión en los periódicos de papel.

Gracias al Internet y a las agencias de prensa, la información del mundo está al alcance de todos, de modo que ahora la única oferta exclusiva de un medio impreso es la que él mismo produce y propone: su agenda. No hay más información que la propia. Un lector del primer mundo considera información de segunda todo lo que se toma de las agencias.

Esta profesión no pinta nada bien desde ningún punto de vista. Basta con darse cuenta el descenso en el número de ejemplares que en este momento están tirando periódicos tan importantes y sólidos como The New York Times, que lo llevó a despedir una 600 personas en los últimos años.

Del otro lado está la paradoja terrorífica: la de un gigante que se come a sí mismo por los pies, porque no es que el online del prójimo te coma, sino que lo hace tu propio online. Es tu éxito el que te devora. Cuando mayor es tu éxito en el online más problema tienes.

Ahora hay que ver el trabajo de los periodistas. No digo que la profesión vaya a desaparecer forzosamente. La del comunicador está claro que no, siempre habrá un medio electrónico, pluri electrónico, hiper electrónico, qué sé yo, cualquier cosa, que nos permita estar en contacto con el público. Pero no hay garantía de que la prensa de papel será eterna, así como tampoco fueron eternos los molinos de viento que parecían imprescindibles en su tiempo.

Hoy tiene más validez la palabra escrita en papel que la que se escribe para el online, pero ¿quién dice que así será en unos años?

Aquí no servimos platillos de lujo

Creo que sólo subsistirán dos tipos de diarios: los de perspectiva, aquellos que tengan como objetivo explicar el mundo al mundo y que acuñen el lema: "las 24 horas del mundo a su público". Y los de proximidad, que se encargaran de cubrir en detalle todo lo que ocurra para un público en un radio de 50 a100 kilómetros. Esos darán cuenta de la mercería que acaba de abrir y del cambio de adoquines en las calles.

Sin embargo, creo que entre estos dos tipos de diarios, los de perspectiva (con menos ventas y mucho más costosos que ahora) y los de proximidad, no está la salvación de la prensa hecha en papel. La recuperación de esa prensa estará en el aumento constante y paulatino de la información internacional.

El reportaje, propio o comprado en exclusividad, sobre temas internacionales es el género periodístico más rico en un diario. En el reportaje, el periodista está en el lugar de los hechos, es él quien visita la realidad y es él mismo la fuente principal de información porque ha visto y oído todos los eventos que luego narrará.

El reportaje hace parte de la agenda propia por excelencia de un periódico, sin embargo, el reportaje propio es un platillo de lujo que rara vez los periódicos latinoamericanos le sirven a sus lectores.

El día que la tortilla dio vuelta

Fuera de los hechos del 11 de septiembre en Estados Unidos, no hay información internacional en América Latina, ni siquiera para verse unos a otros. Quien más habla de Argentina fuera de Argentina es España, y quien más habla de México fuera de México es España.

Los países latinos no hablan de otros países latinos, lo cual ha sido una tendencia casi mundial. Independientemente de la información financiera y comercial que sí ha tenido que asomarse al mundo a la par que se abren más fronteras para inversiones y transacciones. El mundo había estado ensimismado.

Hay dos fechas que explican esto: la caída del muro de Berlín (9 de noviembre de 1989) y el derrumbamiento del sistema político de la Unión Soviética y su posterior desmembración (8 de diciembre de 1991). Ambos hechos forjaron una especie de consenso en los diarios de Estados Unidos y de Europa Occidental que advirtieron: “ahora que ha muerto el enemigo –la hidra comunista– y que no lo tenemos enfrente, esto de lo internacional interesa menos”.

Todo cambió a partir de los actos terroristas del 11 de septiembre. La tortilla había dado vuelta. Después de eso el mundo recordó que más allá había otros.Pero, ¿qué deben hacer los periódicos del mundo cuando se despiertan con noticias como estas? Los periódicos deben asumir una actitud flexible como la del guante que se adapta a la forma de la mano; mientras que la televisión y el Internet suministran grandes cantidades de información, el trabajo de los diarios debe consistir en explicar y situar la noticia en su contexto.

No hay diarios nacionales en América Latina que aspiren a esa función absolutamente imprescindible de la sociedad moderna que es el explicar el mundo a su país y su país al mundo. Con esta superabundancia de oferta informativa (electrónica y en papel) cada vez comprendemos menos o casi nada: “sabemos demasiado de todo sobre cualquier cosa”.

Un buen ejemplo de la incomprensión del público frente a lo que envían los medios electrónicos fueron los hechos del 13 de septiembre de 1993 en los que Itzjak Rabin y Yaser Arafat firmaron un papel en los jardines de la Casa Blanca y se dieron la mano. La gente vio ese hecho, pero dudo que lo hayan entendido. ¿Qué sucede entonces? Pues que ese televidente debe ir al periódico donde sabe que le van a explicar lo que sucedió. Es ahí cuando cabe aquello de que el deber de un diario es el de explicarle a su país lo que ocurre en el mundo.

Algo similar ocurrió tras los atentados del 11 de septiembre. El grueso de la gente ignoraba que había detrás de esos hechos y lo que estaba ocurriendo en el Medio Oriente. Después fue que la mayoría descubrimos a los Osama Bin Laden y a los demás.

La información internacional es como un juego de billar pool en el que el jugador lanza la bola blanca con la intensión de enviar otra a uno de los hoyos de la mesa. En el trayecto o luego del impacto, la bola lanzada o la que fue atacada, choca con otras haciendo que las bolas de la mesa se mueven en distintas direcciones. Aunque la intensión del jugador estaba puesta en una bola, su golpe hizo que toda la mesa entrara en movimiento. Es decir que esa tontería empresarial de que la información internacional interesa menos es en realidad otra cosa. Lo que sucede es que resulta muy cara.

Los países latinos no hablan de otros países latinos, lo cual ha sido una tendencia casi mundial. Independientemente de la información financiera y comercial que sí ha tenido que asomarse al mundo a la par que se abren más fronteras para inversiones y transacciones. El mundo había estado ensimismado.

Hay dos fechas que explican esto: la caída del muro de Berlín (9 de noviembre de 1989) y el derrumbamiento del sistema político de la Unión Soviética y su posterior desmembración (8 de diciembre de 1991). Ambos hechos forjaron una especie de consenso en los diarios de Estados Unidos y de Europa Occidental que advirtieron: “ahora que ha muerto el enemigo –la hidra comunista– y que no lo tenemos enfrente, esto de lo internacional interesa menos”.

Todo cambió a partir de los actos terroristas del 11 de septiembre. La tortilla había dado vuelta. Después de eso el mundo recordó que más allá había otros.Pero, ¿qué deben hacer los periódicos del mundo cuando se despiertan con noticias como estas? Los periódicos deben asumir una actitud flexible como la del guante que se adapta a la forma de la mano; mientras que la televisión y el Internet suministran grandes cantidades de información, el trabajo de los diarios debe consistir en explicar y situar la noticia en su contexto.

No hay diarios nacionales en América Latina que aspiren a esa función absolutamente imprescindible de la sociedad moderna que es el explicar el mundo a su país y su país al mundo. Con esta superabundancia de oferta informativa (electrónica y en papel) cada vez comprendemos menos o casi nada: “sabemos demasiado de todo sobre cualquier cosa”.

Un buen ejemplo de la incomprensión del público frente a lo que envían los medios electrónicos fueron los hechos del 13 de septiembre de 1993 en los que Itzjak Rabin y Yaser Arafat firmaron un papel en los jardines de la Casa Blanca y se dieron la mano. La gente vio ese hecho, pero dudo que lo hayan entendido. ¿Qué sucede entonces? Pues que ese televidente debe ir al periódico donde sabe que le van a explicar lo que sucedió. Es ahí cuando cabe aquello de que el deber de un diario es el de explicarle a su país lo que ocurre en el mundo.

Algo similar ocurrió tras los atentados del 11 de septiembre. El grueso de la gente ignoraba que había detrás de esos hechos y lo que estaba ocurriendo en el Medio Oriente. Después fue que la mayoría descubrimos a los Osama Bin Laden y a los demás.

La información internacional es como un juego de billar pool en el que el jugador lanza la bola blanca con la intensión de enviar otra a uno de los hoyos de la mesa. En el trayecto o luego del impacto, la bola lanzada o la que fue atacada, choca con otras haciendo que las bolas de la mesa se mueven en distintas direcciones. Aunque la intensión del jugador estaba puesta en una bola, su golpe hizo que toda la mesa entrara en movimiento. Es decir que esa tontería empresarial de que la información internacional interesa menos es en realidad otra cosa. Lo que sucede es que resulta muy cara.

Cinco fórmulas para el manejo de la información internacional

Bastenier explicó una serie de recursos para alimentar de información internacional de los periódicos. Válida para los diarios de América Latina.

1- El enviado especial. El cálculo de enviar un periodista a otro país, a cubrir alguna información, es de unos 10 mil dólares cada 15 días. Costoso para diarios pequeños, pero algo que podrían sufragar los diarios nacionales y los económicamente exitosos.

2- Proyectos conjuntos. Esta es una idea que se puede aplicar a algunos periódicos de América Latina. Consiste en que dos o tres diarios de diferentes naciones con lengua y geografía común envíen a un equipo periodístico a cubrir hechos noticiosos de relevancia mundial.

3- Los servicios en exclusiva. Acudir al servicio de información que ofrecen algunos periódicos y periodistas en las zonas de información. No es difícil saber quiénes son: diarios norteamericanos, también ingleses, franceses y algunos españoles.

4- Los analistas. Una fórmula es acudir a expertos de universidad o conocedores en profundidad de temas particulares, para que expliquen al público aspectos puntuales del mundo.

5- Romancear la información de agencias. El grupo de periodistas encargado de la sección internacional del diario debe estar capacitado para redactar la información que llega por agencias de noticias. No se trata de aumentar o dramatizar la información, pero sí de cambiarle ese tono frío y seco del despacho internacional, para ello se puede acudir al contexto, a la suma de datos y hasta reunir la información de varios cables en una nota rica y congruente. En todo caso, las agencias de noticias deben ser entendidas, para aquellos diarios con enviados especiales o corresponsales, como "una red de seguridad" por si algo se cae o se le pasa al diario.

Conclusiones finales

  • Es casi inadmisible que los periódicos de gran poderío económico trabajen con pobreza editorial, en todos los sentidos: sin corresponsales en los puntos de interés o de conflicto internacional; sin enviados, sin redactores dedicados a analizar y vincular la información de las agencias de noticias o en su defecto sin buenos traductores culturales.
  • Es una trampa elaborar suplementos o ediciones especiales (por ejemplo de la guerra de Estados Unidos contra el terrorismo) a partir de informaciones tomadas de agencias de noticias.
  • Tampoco debe dejarse el manejo de la opinión o de los editoriales sobre acontecimientos internacionales a los textos de agencia de noticias. Debe ser un trabajo propio del equipo editorial de cada diario.
  • El papel del teletipo en diarios grandes, pequeños y medianos es el de impedir que se escape algo. Las agencias deben servir a los diarios para crear su estrategia informativa y para saber cómo disponer de las fuerzas propias de información: si en algún lugar está ocurriendo algo, quizá se deba considerar mover a un corresponsal a ese sitio.
  • El equipo encargado del diseño gráfico del diario debe ofrecer alternativas para poner en el papel aquella información internacional de relevancia o interés general: manejo de fotografías, uso de gráficas, despliegue de cintillos con color que diferencian géneros o regiones geográficas, etc.
  • No hay que escatimar esfuerzos, ni espacio para brindarle al público información amplía y contextualizada de hechos internacionales. Tampoco debería importar la cercanía o la lejanía de esas informaciones.

.Tema 2. APUNTES SOBRE TERRORISMO

La información internacional no comienza cuando parece que comienza. No hay información internacional que no tenga su origen primario en hechos que ocurrieron siglos atrás.

Así que para saber cuáles son las causas primarias de un hecho internacional hay que ser especialista, sin perder el sentido de lo general: claro que esto representa un trabajo doble. El problema de algunos periodistas especializados es que abandonan el sano sentido de lo general, que nos permite defendernos en cualquier terreno. Una cosa no debe reñir con la otra.

Pero volvamos a los orígenes de las informaciones internacionales. Por ejemplo, en 1830, cuando Francia ingresa a Argelia, ocurre la primera invasión contemporánea de un país de occidente a uno del mundo árabe.

En la segunda mitad del Siglo XIX Europa se expande por el mundo entero, conquistando, explotando o controlando todo aquello que ya no es nuestro. Entonces se da la ocupación del África negra. Se la reparten Francia e Inglaterra y unos pedazos pequeños quedan para Bélgica, Portugal, España y Alemania. El mundo blanco occidental somete, sojuzga, explota, enseña e integra a los pueblos negros de Africa.

También se ocupa gran parte de Asia. China no llega a ser ocupada físicamente, ni hubo ejércitos occidentales, pero sin duda que fue explotada y sometida a un trato discriminatorio. Eso alimentó un resentimiento chino hacia occidente. En cambio la occidentalización japonesa ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos entendió que ese país resultaba ser mejor aliado que siervo.

Occidente también ocupa el subcontinente Indostánico (India, Paquistán, Bangladesh, Sri-Lanka), pero allí ocurre otro fenómeno, y es que con la capacidad mágica de Inglaterra para solucionar ciertas cuestiones coloniales, algunas clases indias aceptan de buena manera a esa potencia colonizadora.

¿Qué cultura queda entre los que han sido maltratados por Occidente? El mundo árabe. Ahí está el cayo que hemos pisado gravemente. ¿Y por qué hoy es tan grave y todo parece indicar que mañana será peor aún?

Porque es una gran civilización, que no tiene nada que envidiarle a Occidente. El árabe medio posee cierta cultura y de ningún modo se considera inferior al occidental, pues es dueño de una filosofía propia, de una historia y de una arquitectura monumental. Así que sabe que quien tiene enfrente, alguien que incluso el Corán considera inferior, le domina en todo.

Sin embargo, está la dicotomía entre los árabes y el mundo práctico, de la tecnología, de las máquinas. No en vano de todas las religiones monoteístas, la única que realmente tiene un seguimiento mayoritario de quienes la profesan es el Islamismo.

¿Cuántos de los millones de católicos o de protestantes se consideran realmente católicos o protestantes? Sólo en el Islam se encuentra la formalidad de las cuestiones religiosas y de la práctica, la creencia activa, pues es una cultura omniexplicativa: lo explica todo. Y eso –no nos confundamos– es una fuerza tremenda.

La humillación a la que ha sometido occidente al mundo árabe es muy difícil de explicar porque hay una relación de amor y odio: en Bagdad se adora a Estados Unidos, en El Cairo a Inglaterra, y eso contribuye a que la humillación sea más grande: “con lo que los queremos y lo que nos hacen”.

El odio del mundo islámico a occidente no es completamente culpa de éste, es más complejo.

Hay en el mundo árabe una incompetencia y una incapacidad para adaptarse al mundo contemporáneo, una dificultad para canalizar o vincular actitudes de occidente que les pueden servir para vivir mejor: como la democracia.

La única fuerza que tiene el mundo árabe islámico, el Medio Oriente, es el tiempo. No miden el tiempo como nosotros. Yo he oído decir en Palestina: “Sí, los israelíes ganan siempre, ganan siempre. Pero los cruzados estuvieron 200 años aquí, y si tú miras ya no hay ningún cruzado por ninguna parte. No pasa nada, nada, tenemos tiempo”.

Ese es uno de sus argumentos para no hacer la paz. El día que puedan, los palestinos exterminarán a todos. Yo no descartaría que esto fuera cierto. Firmen lo que firmen, el día que puedan, dentro de 100, 90 ó 70 años, van a ganar cómo lo han hecho antes con otros poderes.

España tiene un lugar especial que no sabe explotar en el mundo árabe. Nunca olvidaré el lamento de tres minutos de Saddam Hussein, en momentos en que iba a estallar la guerra entre Irán e Iraq, durante un discurso suyo de cuatro horas en árabe (traducido a todos los idiomas), y en el que nos estábamos cayendo de sueño. Durante ese pequeño periodo de tiempo Saddam Hussein recordó la pérdida del paraíso Al Ándalus. Hace poco también escuché el mismo lamento pero de uno de los lugartenientes de Osama Bin Laden, quien dijo algo similar: “no dejaremos que la tragedia de Al Ándalus se repita”.

En estos momentos ¿quién puede garantizar que no caiga la dinastía Saudí? Aquella alianza de la Familia Real con Estados Unidos, un régimen contra natura, absolutamente disparatado, y que en su comportamiento exterior no tiene nada que ver con las leyes religiosas y sociales con las que se rige.

Así que los acontecimientos del 11 de septiembre tienen su origen primario en el Siglo XIX. Lo de ahora son coletazos que podrán ir en aumento con el tiempo. Sin embargo, con el choque de culturas o sin él, lo del 11 de septiembre da inicio a una nueva era geopolítica mundial histórica. Me atrevo a afirmar que ha comenzado una época de extraordinario peligro, proyectado hacia el futuro, para las sociedades occidentales.

¿Llegara esto a afectar alguna vez a Honduras? Puede que no. Argentina esta menos libre de eso, Chile tampoco está libre.

¿Es Bin Laden un loco o un criminal? Seguramente lo es para nosotros en occidente, pero para el mundo árabe es otra cosa, es un héroe. Por duro, terrible y monstruoso que suene, el mundo árabe necesita héroes, así que echa mano de los héroes que pueda y tenga. Él ha hecho algo que nadie, ni siquiera un gobernante árabe, había hecho antes: llevar la guerra al terreno del enemigo.

Claro que Bin Laden no es tan enemigo de Estados Unidos. Aunque también es enemigo de los regímenes árabes actuales. Cuando ataca a Estados Unidos también está atacando a Arabia Saudí. A los primeros porque sustentan gobiernos que aborrece, y a los segundos porque han traicionado el Islam.

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