Bogotá, Colombia, 12 al 16 de noviembre de 2007
Organizado por
Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI)
Corporación Andina de Fomento (CAF)
Relator: Aldemar Moreno Quevedo, aldemar.moreno@gmail.com
Editor: José Luis Novoa
Maestro:
Luis Miguel González (México)
Actual subdirector Editorial del periódico Público (México) y coordinador de información económica y de negocios del grupo editorial Multimedios, con diarios en Guadalajara, México, Monterrey, Tampico y Torreón. Es licenciado en economía por la Universidad de
Guadalajara, cursó estudios de especialización de periodismo económico en la
Universidad de Columbia en Nueva York y realizó el máster de periodismo de El País y la Universidad Autónoma de Madrid.
Fue director de estudios económicos de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara en 1992; reportero de economía (1991-93) y coordinador de la unidad de reportajes especiales (1995-97) en el diario Siglo 21, y editor de economía de Público (1997-99). Desde 1998 ha sido profesor de economía en la maestría de administración de la Universidad ITESO (Guadalajara) y también, entre 2000 y 2001, conductor del programa Conversaciones, producido por esa universidad.
Recibió el Premio de Periodismo Económico otorgado por Citibank en 1998. Fue becario de la American Society of Newspaper Editors y periodista huésped en el periódico San Antonio Express News de la ciudad de San Antonio, Texas. Participó en talleres de periodismo en Washington y Nueva York. Desde 1999 mantiene lazos de colaboración con la FNPI como becario, expositor y maestro en distintos talleres y seminarios.
EN BUSCA DEL REPORTAJE ECONOMICO PERFECTO
“El periodismo económico está en crisis”. Esta fue la principal reflexión que el maestro Luis Miguel González planteó en la apertura del encuentro. Bajo este supuesto se buscó detectar las debilidades en la labor diaria de los periodistas económicos, pero identificando al mismo tiempo un modelo de calidad para superarlas.
La brújula de trabajo durante todo el taller fue la respuesta más completa posible a la simple pregunta “¿qué de las rutinas de cada periodista funciona y qué no?”. Estas memorias, construidas con aportes del maestro y de los participantes, se organizaron así:
- La crisis del periodismo económico
- Hacia un reportaje económico “perfecto”
- Administración de fuentes y agenda
- Algunas reflexiones generales
1.La crisis del periodismo económico
La crisis no está relacionada ni con el número de publicaciones, ni con los niveles de sueldo, ni con la publicidad, ni con la reputación de los periodistas que lo ejercen. El problema es que el periodismo económico no tiene muchos lectores y no sabe todavía cómo aumentar su audiencia. ¿Cuáles son las razones de esta situación?
Para comenzar, se suelen confundir los fundamentos del periodismo y de la economía. Los comunicadores se sienten más especialistas en economía que en periodismo y amparados en el válido argumento de la rigurosidad incurren en muchos errores periodísticos: se habla solamente de cifras y no se buscan formas distintas de contar las historias.
La economía se preocupa de todo lo que se pueda medir y por eso lo datos son importantes. Pero el periodismo se refiere a todo lo que se puede contar; esta es la única realidad a secas del oficio, así que el asunto va más allá de la rigurosidad “científica” de los textos periodísticos. A menudo un periodista está cerca de una buena idea periodística pero no tiene el núcleo y entonces opta por las simples cifras, como si ellas resolvieran todo el problema periodístico
El económico, al igual que cualquier otro periodista, está en su oficio para convencer al lector de que lo que se le está contando significa algo y es de interés. A la hora de resolver si hay un tema digno de ser publicado es necesario analizar si nuestra hipótesis sobre este tema es realmente noticiosa: ¿hay novedad?, ¿interesa a más personas?, ¿implica ruptura?, ¿hay polémica?, etc. Al periodista no le toca hacer políticas públicas, le corresponde hacer preguntas periodísticas y los lectores están interesados en que se les resuelva el principal interrogante de todos: “¿y a mí qué?”. El periodismo económico se debe convertir en una herramienta útil para más gente.
Sin embargo, en las salas de redacción especializadas se ha entendido que el reto es dirigirse a un nicho especializado y, por esta razón, las noticias no pueden presentarse de manera que también le hablen al gran público. Es evidente que debe haber rigor para el manejo de la información económica. Sin embargo, ¿no pasa lo mismo con el resto de los temas que abordan los periodistas? ¿Acaso uno de los requisitos básicos para cualquier periodista no es ser riguroso? La respuesta es obvia, pero la rigurosidad no exime al periodismo económico de su obligación de ir por más lectores.
La consecuencia de aplicar ese principio a rajatabla (las cifras son las únicas que dan rigurosidad a los textos) es clara: hay enormes problemas de conexión con el común de la gente y de ahí la bajísima audiencia de las secciones de economía en los medios periodísticos.
Lectores especializados
Hasta el papel que juega el periodismo económico frente a los lectores especializados debe ser revisado. No es del todo cierto que empresarios, inversionistas, académicos o analistas sean una audiencia cautiva por definición. En las salas de redacción especializadas se tiene la idea de que se ofrece un servicio a estos lectores de élite, porque les ayudamos a tomar sus decisiones. Sin embargo, no es del todo cierto que los empresarios e inversionistas sólo esperen a la prensa económica para saber cuál camino deben tomar. Hay empresas que cuentan con sólidos equipos de investigación que los mantienen enterados de todo lo que ocurre en el mundo de los negocios. Si cualquier ejecutivo de una gran firma espera a leer el periódico para tomar sus decisiones podría, más pronto que tarde, llevar a la quiebra a su compañía. Así que el reto es más complicado aún: el periodismo económico debe reconstruir el discurso con el que les habla a las élites porque tal vez ni siquiera interpreta bien a ese nicho de lectores.
De hecho, las preocupaciones de los empresarios son dinámicas y ya no sólo están relacionadas con sus balances o estados financieros. Prueba de ello es que plantean nuevas agendas en los consejos editoriales temáticos de muchos medios de comunicación. ¿Cómo van los sindicatos?, ¿ha aumentado la violencia? o ¿se ha reducido la pobreza? son interrogantes que afanan ahora a los hombres de empresa. Aunque en las salas de redacción se creó el cliché de que ellos, los empresarios, sólo están en una cápsula de cristal interesados por sus balances es claro que han interiorizado una preocupación por el impacto social de la economía. Y en muchos casos, sus razones no se originan en disquisiciones filosóficas, sino en el más absoluto pragmatismo empresarial.
En conclusión, el interés por aumentar el número de lectores debe incorporarse a la agenda diaria. No se trata de una ruptura radical con la tradición del periodismo económico que tiene su nicho definido de altos ingresos, pero tampoco basta con escribir para esa minoría de las minorías que es —por decirlo de algún modo— el cinco por ciento de los lectores en un contexto donde se leen pocos periódicos.
Enfoque y planeación
A pesar de que el periodismo económico está convencido de que debe ser riguroso en el manejo de las cifras, suele mostrar falta de rigor en los cubrimientos noticiosos debido a la falta de planeación. Además, ha optado por fórmulas sencillas para resolver su trabajo y por eso el periodista no se preocupa por saber si está realmente ante “La Historia”, esa que explica mucho más que una descripción de sumas y restas.
El maestro expuso el caso de una compañía mexicana de consumo masivo que anunció una nueva estrategia de mercadeo por cambios profundos en el consumo de tortilla de maíz. “Los reporteros insistían en preguntar datos a los empresarios, cuando lo que se estaba dando era una transformación en el estilo de vida de los mexicanos”, explicó.
De aquí surgen un interrogante: ¿Cuál es el grado de detalle que el periodista ocupado de asuntos económicos está trabajando en los temas, para encontrar una historia mucho más interesante o para encontrar la “verdadera” historia? ¿Cuando se compromete con más que una entrega cotidiana o hacer seguimiento a los hechos que está contando?
Tomar riesgos
¿Cómo logramos con nuestro trabajo iluminar la realidad de otra manera?, ¿Cómo hacemos para que una nota periodística sobre economía tenga una nueva personalidad? The Wall Street Journal resolvió esa disyuntiva en 1970 y hoy es el segundo periódico más leído de Estados Unidos.
Ese medio tiene una forma de comunicar que es eficiente, aunque no exclusiva. Es posible ir detrás de esa misma fórmula. Lo primero entender que a la economía se le pueden extraer historias distintas. Es necesario mantener el rigor, pero hay que agregar más de aquello que otro tipo de periodismo hace bien para abordar las noticias.
Segundo, hay que esforzarse por ofrecer distintos niveles de lectura con diferentes grados de información: uno para mantener cautivo al público especializado y otro para ganar nuevos lectores. Y la fórmula para ello es “arriesgar más”. El periodista no debe autocensurar sus incursiones en nuevos temas o nuevas maneras de comunicarlos. Es normal que este tipo de esfuerzos sean desestimados en las salas de redacción especializadas. Por ese camino, los periódicos económicos y las secciones de economía han terminado por convertirse en productos informativos completamente homogéneos y predecibles.
Si alguien quiere ser creativo debe arriesgarse y ese es el tipo de cultura que se debe implantar en los periódicos especializados, “contaminando” todo el proceso: desde el diálogo entre reporteros y editores hasta irrigar todo el sistema de planeación y publicación de los trabajos.
La posibilidad de crecer profesionalmente mediante la “experimentación” de nuevas fórmulas y caminos es un derecho que el reportero debe defender frente al editor o al director. Los reporteros que renuncian a ello se han convertido simplemente en maquilladores de noticias que, para sentirse seguros acerca de lo que hacen, trabajan con clichés, lugares comunes o fórmulas establecidas. Y el precio que están pagando por ese miedo a lo diferente es ser totalmente predecibles. Aludiendo al argot futbolístico, se debe tomar el riesgo de “jugar bonito”.
La interpretación, el reto
Es claro que el trabajo de la televisión, la radio e internet, han convertido a la información pura y dura en un commodity: una materia prima que está al alcance de muchas personas, casi instantáneamente, gracias a la tecnología. Además, aunque queda mucho por hacer, la información económica está cada vez más al alcance de cualquier persona por los esfuerzos de divulgación que han implementado autoridades como los bancos centrales o las superintendencias.
Así que todo lo demás que se pueda hacer es valor agregado para los lectores. Esa es la ventana hacia la supervivencia del periodismo económico: la interpretación.
Hoy, tal como se están haciendo las cosas, la competencia directa para los periódicos son los medios que ofrecen la noticia de manera inmediata. Si no hay capacidad de entregar información con personalidad propia, no habrá interés en los impresos y hasta su misma supervivencia estará amenazada. Así que es necesario ser ambiciosos en las aspiraciones y plantear los textos periodísticos en el sentido más amplio posible en cuanto al enfoque y al tipo de textos. Es decir, plantearse temas grandes para ser contados a manera de reportajes. ¿Cómo sería el reportaje económico “perfecto”?
2.Hacia un reportaje económico “perfecto”
El reto de ser creativos nos pone entonces frente al reto de escribir en grande. Ahora no buscamos simplemente hechos, sino escenas; ya no vamos tras los mismos personajes, sino que vamos tras el personaje más representativo; ya no vamos sólo tras la mayor cantidad de datos, sino que vamos tras el dato duro; ya no vamos por la nota del día, sino muy probablemente tras el reportaje que será publicado en varias entregas. Los periodistas económicos deben empezar a pensar como si estuvieran armando un guión cinematográfico: la escena, el protagonista, el antagonista, los personajes secundarios, etc.
La importancia de planear
Los reporteros suelen creer que el bien más escaso en este oficio es el espacio. Si bien es cierto que todos cuentan con limitaciones en este frente, el bien más escaso es el tiempo, porque se trata de un recurso no renovable. Por eso es indispensable planear eficientemente el trabajo: desde cuando se define el tema, pasando por las metas diarias de reportería, hasta el cierre de la nota y entrega al editor responsable.
Una buena planeación da margen de maniobra para encontrar permanentemente temas que sean propios y no sólo propuestos por las fuentes. Y esto es fundamental, porque lo que le da personalidad a un medio es la cantidad de notas propias que lleva en sus páginas.
La siguiente matriz podría utilizarse para identificar si estamos acertando con el tipo de artículo que publicamos:
Enfoques originales y exclusivosEnfoques convencionales pero exclusivosEnfoques originales colectivos (publicados por todos los medios)Enfoques convencionales colectivos
Lo ideal es que la mayor parte de las notas elaboradas se pueda ubicar en el extremo superior izquierdo. Y la manera para llegar a que muchos de nuestros enfoques sean originales y exclusivos es la planeación. Si bien es cierto que hay problemas por las excesivas cargas de trabajo, los malos editores o la carencia de información, también es cierto que sin planeación todos los problemas se agrandan. La planeación es esa parte del trabajo donde el hecho de optar por algo reduce los costos; así pueden resultar más eficaces el reporteo, la redacción y la edición.
A veces, ante un problema informativo complejo, como el cubrimiento de la negociación de un Tratado de Libre Comercio (TLC), la planeación permite focalizar los esfuerzo y desechar las generalidades. Por ejemplo, se puede hacer énfasis en un sector específico que es muy problemático. En procesos como el NAFTA, el CAFTA o el TLC con los países andinos muchas energías se hubieran ahorrado si, en vez de plantear un cubrimiento amplio, se hubiera planteado un manejo puntual con temas neurálgicos como “medicamentos”.
Así mismo, la planeación implica poner “líneas rojas”, para mantener vivos los temas, porque si hay mucho tiempo entre cada una de las partes del proceso de elaboración de noticias, más frío queda el informe.
Todos los sentidos
Si la planeación es fundamental en el esfuerzo de ser más eficientes, también es cierto que la tarea de emprender un reportaje implica igualmente una actitud nueva. Buena parte de la crisis del periodismo económico se debe a que los redactores han perdido la posibilidad de ver y escuchar, es decir de utilizar todos sus sentidos en el desarrollo de una información.
Aunque es claro que no hay recetas, la necesidad de ponerle todos los sentidos a un tema sí implica que hay una actitud que determina si la nota funciona o no: eso significa convertir la intuición en material de trabajo, aceptar todo aquello que llega, no por la vía del comunicado institucional o de la cifra oficial, sino a través de los sentidos. El periodismo, como la literatura, está hecho de detalles. Por ejemplo, en uno de los apartes de A Sangre Fría, la novela de Truman Capote, se describe el camino a la horca de uno de los asesinos que protagoniza la historia. El autor, para hacerlo, explica que la horca huele a pino: introduce un dato que no le ha sido dado por fuentes oficiales o estadísticas elaboradas, sino por su propia percepción. Ese simple dato le adiciona profundidad a la historia. Lo mismo se puede hacer con los artículos sobre economía.
Cuando alguien está escribiendo tiene que encontrar la parte que le apasiona de la historia que está contando; las páginas de economía no tienen que ser el refugio de lo más inexpresivo de la redacción.
El problema con algunos temas de periodismo económico es justamente que no se encuentran conflictos o tensiones narrativas; aparentemente, los datos lo resuelven todo. Por eso, es necesario empezar a mirar más allá de las cifras y encontrar algo que permita que la historia transite mejor. Por ejemplo, en el caso de una inversión enorme se puede narrar la dificultad de los empresarios para encontrar personal no calificado. En un mismo tema hay miles de aristas que generan interés en la historia. El gran problema del periodismo especializado y el de las regiones es que el redactor ya no ve las cosas, ya no ve lo cercano y eso le impide hallar sintonía con los temas, con los asuntos de interés general y, en consecuencia, con el público. Ese esfuerzo por ponerle todos los sentidos a una historia es lo que define el grado de profundidad de la misma, y, en últimas, el grado de novedad que se le ofrece al público. En consecuencia, el periodista, al interpretar, está haciendo la apuesta más compleja de su oficio.
Rostros y personajes
Muchos de los participantes del taller coincidieron en que el periodismo económico es una actividad sin rostro. Además de que las notas están inundadas de datos los únicos personajes que aparecen en los reportajes son los analistas. El experto, que debería ser un actor de reparto, termina siendo el protagonista. Y esa es casi el único rostro o el único personaje, además de los empresarios.
Por eso es necesario empezar a buscar otras personas para darle vida a las notas. No se trata simplemente de una fórmula con la cual quitarle dureza a los datos. Se trata del esfuerzo real por encontrar al protagonista de la historia. Por ejemplo, en el cubrimiento de un tema sobre informalidad laboral ¿por qué en vez de entrevistar a un analista o experto, los periodistas no se toman un día para ver cómo estas personas se levantan a hacer su trabajo, si lo hacen a las tres o cuatro de la mañana?
¿Cuál va a ser el personaje que va a contar la historia? Es obvio que el personaje debe ser realmente protagónico y que aporte interés. Si hay un protagonista, ¿cuál es el antagonista? Es necesario pensar las notas económicas, como historias de seres humanos: allí se encuentran las situaciones de conflicto. Si hay personajes cuyas historias son dignas de contar es porque hay conflicto o superación o ruptura con la normalidad. En el mismo caso sobre informalidad laboral, por ejemplo, se pueden resaltar los problemas que tiene una persona que no tiene subsidio y busca empleo u otra persona que tiene subsidio, pero que ya no sabe cómo vivir sin la ayuda del estado.
Al seguir esta lógica el periodista se dará cuenta muy pronto de que tiene ante sí un panorama narrativo más amplio y de interés más general. Ha encontrado una historia por contar, pero sólo gracias al esfuerzo de buscarle rostro a los temas.
Otro ejemplo: Hace algunos meses se anunció que Guadalajara iba a ser la sede de Tata, una importante multinacional india, que llegaba con una importante inversión e iba a generar unas 2.000 plazas de empleo. Tal vez la historia no era solamente el monto de la inversión o el número de empleos, que en últimas son apenas una abstracción. ¿Por qué no hacer la historia sobre el desembarco de ingenieros indios que no van a encontrar ni siquiera algo que comer debido a sus costumbres? o ¿por qué no averiguar cuáles fueron las razones para que estos empresarios escogieran Guadalajara y cuál es la historia de esos empresarios? Allí es donde está la historia y esa es la que se debe contar. La historia empieza realmente cuando se ha logrado encontrar un personaje al que algo le ocurre y ese algo tiene significado para otras personas.
Hay otro personaje que está siendo malinterpretado en los artículos: el empresario. Ellos son muy buenas fuentes, pero a veces no se les pregunta lo que hay que preguntarles: ¿y qué tal va el PIB? ¿Cómo ve la tasa de cambio? Es necesario cambiar las preguntas que son de rutina para ponerse en su sitio y entender realmente lo qué les está preocupando o lo que ellos ello saben que valga la pena contarle al gran público.
El espacio y los escenarios
“Los periodistas económicos cuando están escribiendo algo, con frecuencia lo hacen desde ningún lugar, desde ningún punto”, aseguró el maestro durante el taller.
De hecho, a menudo lo que importan no es que una inversión se haya hecho, por ejemplo, en una ciudad mexicana, sino que eran 100 millones de dólares. Esta es una manera absurda de generalizar. No es lo mismo invertir ese dinero allá que en cualquier otra parte del mundo. Así que están quedando por fuera las particularidades propias de cada lugar.
En el cubrimiento de una protesta se podría detener el periodista a entender lo que gritan quienes participan del mitin o cómo lo gritan. A menudo más que una cifra o un adjetivo, lo que el lector necesita es una imagen. En una entrevista con una gran personaje vale la pena detenerse en cómo es su oficina, cómo es el edificio donde está esa oficina, de qué color son las paredes, cuántos y cuáles libros o cuadros tiene, etc. Hay infinidad de datos que pueden aportar valor a la historia.
“Es necesario entender la noción de lugar en un sentido multifacético, polifuncional. No quiero decir lugar sólo en el sentido de ‘paisaje’, sino en el sentido de ‘subsistema de relaciones con el mundo’”, explicó González. Esto significa no que una inversión llegó a una ciudad donde habitan tantos habitantes y hay tales montaña o lagos o llanuras, sino a un lugar donde hay personas que entienden el mundo de una forma y a las que esa cantidad de dinero y la presencia de una nueva compañía afecta de manera profunda en sus relaciones y en su manera de entender el mundo y la vida.
Todo esto tiene que ver con un defecto del periodismo económico que es acudir con frecuencia a la abstracción. A menudo se alude simplemente a los pobres, a las exportaciones, a los ganadores, a los perdedores, etc. Una manera de superar esto es utilizando la noción de espacio.
Llenos de datos
La mejor forma de esconder un elefante en una plaza es llenándola de elefantes. Eso es lo que está pasando con los textos periodísticos sobre economía, que vienen plagados de datos.
Hay dos libros de moda: Freakeconomist y The Undercover Economist. Lo que dicen ambos textos es que quienes trabajan con datos económicos creen que lo único que falta en su trabajo son rostros. Pero en el fondo la duda que queda es si los datos que se manejan son realmente los datos que aportan. Probablemente, hay algunos datos que no se están buscando pero son los más significativos.
“Si bien es válida la preocupación por encontrar rostros, esa preocupación no debe ser un desprecio de los datos. El problema con el periodismo es que tiene muchos datos pero no cuenta con ‘El Dato’. Ante una serie estadística los periodistas se van con el primer dato que brinca. Y es necesario parar las cifras de cabeza hasta encontrar la que de verdad aporta”, explicó González.
El caso Enron empieza por un periodista que está revisando las cifras de la empresa y de repente ve algo raro. Se trata de una empresa que empieza como transportadora de gas y luego llega al mercado de futuros. Hubo algo que no le hizo sentido al periodista: un porcentaje cada vez mayor de las utilidades de la empresa tenía que ver simplemente con una manera de llevar la contabilidad. En los propios informes de la bolsa se nota eso y descubre finalmente que está frente a un castillo de naipes. La crisis de Enron tiene que ver con la perspectiva del periodista, que les hizo a los datos una pregunta que nadie les estaba haciendo.
En México, según una encuesta, el 40 por ciento de la gente no sabe en qué consiste su cuenta de pensiones. Muchas personas tienen su dinero en un sistema que no saben qué es. Esa es una razón suficiente para indagar más. Así puede ocurrir con muchas realidades de Latinoamérica, donde un simple dato se convierte en el primer paso hacia una gran historia.
Otro cuidado que se debe tener en la administración de datos está relacionada con los promedios: cifras como el crecimiento del PIB, la inflación, la balanza comercial, la balanza de pagos o la cuenta de capital sólo son un promedio o un agregado. Eso es lo menos periodístico que hay por que a nadie le interesa leer un promedio. Es necesario ir a los extremos, que son el principio de algo para contar.
Por ejemplo, en los escenarios en que todo está bien, hay que buscar los matices. Es claro que el juego de las instituciones es el de mostrar todo como normal; el del periodista es poner a bailar las cifras más, encontrar el dato incómodo; no sólo podemos hacer preguntas que las autoridades económicas no se hacen, sino que casi estamos en la obligación de hacerlo.
González aseguró durante el taller: “Para mí hay dos cosas: el dato tiene que ver con un promedio. Los promedios anulan las particularidades. El trabajo del periodismo es buscar las particularidades. Dónde está lo más alto, lo más bajo. A nadie le apasiona un promedio”.
A las cifras también se les puede aplicar el principio de la tensión narrativa. Si hay una cifra protagónica, por ejemplo que la economía crece al 8 por ciento, debemos buscarle una antagónica: pero hay otros países creciendo más.
Situaciones que se solucionan con planeación
- Cuando ya está escribiendo el reportero descubre que le faltó llamar a más personas. Desde el principio se debe identificar de la manera más completa posible todo el panorama de fuentes, con sus respectivos contrastes, niveles pertinencia y confiabilidad.
- No hay seguimiento al trabajo durante la semana y los problemas se evidencian a la hora del cierre de la nota. La planeación debe especificar momentos específicos de seguimiento, además de la comunicación cotidiana entre reportero y editor.
- Se plantean hipótesis sólo por plantearlas. El reto es tener una hipótesis sólida con argumentos sólidos obtenidos mediante un trabajo previo de indagación periodística. Esa hipótesis debe ser revisada durante la planeación para ver si funciona y será ratificada o refutada en el trabajo de reportería a profundidad. Es necesaria mucha comunicación entre periodista y editor durante el desarrollo de las indagaciones, para estar seguros que la historia marcha por el sendero proyectado o para tomar medida de corrección en caso de que la hipótesis falle.
- Es evidente que se necesita una rutina de trabajo con un alto nivel de autocontrol y autoexigencia.
3.Administración de fuentes y agenda
Durante el taller quedaron sobre la mesa temas que preocupan a los periodistas encargados de cubrir asuntos económicos. Las relaciones con las fuentes, los editores y los lectores están en el primer plano de la agenda de los profesionales del periodismo. En este aparte de las memorias del encuentro se abordarán estos temas.
Siempre preguntar
Uno de los errores principales de los periodistas económicos es que tienen pavor de decir “no entiendo”. “Más vale preguntar tonterías que hacer tonterías”, aseguró González. “Somos el mal alumno de la clase que no tiene ninguna pregunta. Debemos ser menos solemnes con lo que representamos. Somos representantes de los lectores, no cómplices de las fuentes. Estamos donde estamos para preguntar lo que un lector no puede preguntar”, explicó.
Fuentes oficiales
Es necesario reiterar que las personas que trabajan en una institución encarnan un discurso institucional que puede estar muy cargado. El papel estándar de un funcionario es decir “aquí no hay problemas”.
Cuando un periodista empieza a ganar prestigio va ganando acceso a las fuentes. Esta es una de las partes más complicadas del trabajo. Por eso apenas haya acceso a fuentes no se debe perder el contacto con la demás gente que se ha conocido antes. Las nuevas fuentes no reemplazan sino que se suman a las anteriores. Es necesario buscar personas que representen una lógica distinta al poder. Pulitzer decía que la tarea del periodismo es confortar al que sufre y poner intranquilo al que está confortable. Esa función de contrapeso debe aplicarse al manejo de las fuentes oficiales.
¿Periodismo comprometido?
En el taller se planteó si está bien que un periodista tome partido frente a su trabajo. Las emociones no sólo son un problema, sino que es necesario que el periodista sepa en qué lado está y cómo eso afecta el reportaje. “Cuando tengo la probabilidad de trabajar con un equipo, trato de que escojan temas con los temas que se sienten relacionados. Debe existir un vínculo con el tema, es necesario diferenciar esto del conflicto de intereses”, explicó el maestro. El otro extremo es más dramático: cuando un editor tiene que remolcar una masa muerta, sin sensibilidad frente a los tema y con cero interés. No se puede confundir la falta de interés con el escepticismo. “Al periodista le viene bien ser escéptico frente a lo que le están diciendo: pero para ser más agudo, no para embotarse”.
Sin embargo, el escepticismo tampoco puede convertirse en una excusa para desestimar todo a punta de prejuicios. Por eso, ejercer el periodismo no significa impedir que el poder hable. Si un reportero tuviera acceso a hacer un reportaje en un campo de concentración nazi habría que entrevistar a alguien que represente el establecimiento, probablemente su punto de vista no va a quedar reflejado en el artículo con el mismo peso, pero se le debe abrir el espacio para que plantee su versión de los hechos.
Si bien es cierto que un periodista puede asumir una determinada posición frente al tema que investiga, también lo es que tiene la obligación de incluir en su reportaje un punto de vista de calidad que ponga en tela de juicio su propia convicción. Una medida de honestidad profesional e intelectual es entrevistar a alguien inteligente que defienda un punto de vista completamente contrario al que defiende el reportero.
Otro problema del periodismo económico. Muchísimos reporteros tienen una posición ideológica a favor de las empresas o del capitalismo. Es claro que la información económica es parte de un discurso ideológico. A veces estamos secuestrados ideológicamente. Óscar Wilde dijo que cuando en una pareja ambos piensan exactamente igual, sobra uno de los dos. Y eso es lo que puede ocurrir en el caso de la relación fuenteperiodista. El comunicador no debe ser la extensión de una oficina de relaciones públicas.
4.Algunas reflexiones generales
Durante el taller surgieron distintas reflexiones y puntos de vista que quizá no se acomoden a los tres grandes temas tratados atrás.
- Internet y multimedia. Las redacciones van a ser multimedia, no sabemos en qué momento va a ocurrir pero será antes de una década. Cada vez va a ser más frecuente que alguien trabaje tanto para la edición impresa como para la de internet. Probablemente la principal consecuencia de esto será una merma importante en la calidad de los contenidos. “Disfruten el enorme tiempo que tienen ahora”, aseguró González. Para enfrentar esa situación es necesario mejorar los controles de producción en las redacciones.
Es claro que no es materia de debate si Internet es valioso o no como herramienta de información. El asunto es qué se vale y qué no se vale. No se debe consultar por internet lo que se puede conseguir en persona. Se deben tener criterios duros de verificación de identidades y documentos.
Especialmente es necesario estar con las alertas encendidas para evitar los
plagios. No citar es plagiar. Ser reportero es ser testigo. Si uno no oyó o vio, en teoría alguien más debió hacerlo y hay que decir quién fue.
- Editores. El trabajo como editor está subvalorado y por eso el diálogo redactor-editor no cuenta con buenos niveles de calidad.
- Ética. Una dimensión importante de la crisis del periodismo económico es ética. Un ejemplo de ello: podemos ser discriminadores sin percatarnos de ello. Si estamos frente a un gran magnate ¿aplicamos reglas del juego distintas que frente a un microempresario?¿Cómo decidimos si va una foto de alguien o no? ¿Se aplican los mismos criterios para todos? Lo mismo se puede preguntar un periodista frente al manejo del “off the record”: ¿se aplica la misma regla para todos o depende del rango que ocupe o el nivel de poder económico que tenga? Esa clase de situaciones deben ser reguladas claramente y de manera ética: todos con el mismo rasero.
- Optimismo inteligente y optimismo estúpido ¿Qué tal lo que padece un periodista cuando está enfrentando una situación de prosperidad? ¿Se debe hacer eco de ello? El optimismo no es malo por definición para los comunicadores. El asunto es que hay que diferenciar entre “optimismo inteligente” y “optimismo estúpido”. “El problema no es si nos movemos en el eje de lo positivo o lo negativo sino en el de la inteligencia y la estupidez”, explicó González. Es claro que hay un prejuicio frente a lo positivo, pero hay que perderle el miedo a eso, a pesar de que la información casi siempre viene de la infraestructura de divulgación oficial. Commodity: mercancía o producto del sector real como el acero, el petróleo, el trigo o la soja que se transa en bolsas de valores como la de Nueva York