Seminario Iberoamericano de periodismo cultural y científico
12 de Octubre de 2016

Seminario Iberoamericano de periodismo cultural y científico

El seminario “La cultura y la ciencia narradas por los periodistas, retos y oportunidades” se celebró con el objetivo de reflexionar sobre el panorama actual de estas dos disciplinas informativas.
Nerea Pérez de las Heras

La superficialidad es la amenaza para el periodismo cultural

Relatoría del seminario “La Cultura y la Ciencia narradas por los periodistas. Retos y oportunidades”. 

Madrid, España, del 20 al 22 de abril de 2010.

Organizado por: 

Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), la 

Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) 

Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID)

Agencia Efe 

Escuela de Periodismo Universidad Autónoma de Madrid (UAM)-El País.

Relatora:        Nerea Pérez de las Heras

Editor:             Jairo Echeverri García

Introducción

El seminario “La cultura y la ciencia narradas por los periodistas, retos y oportunidades” se celebró con el objetivo de reflexionar sobre el panorama actual de estas dos disciplinas informativas, exponer sus deficiencias en un momento en el que las redacciones están bajo mínimos. Pero también con el afán de crear un marco de diálogo con voces variadas y discordantes, para mejorar a pesar de los obstáculos. Álvaro Marchesi, secretario de la OEI, Jaime Abello, director de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, Miguel Albero, representante de la dirección de Relaciones Culturales y Científicas de la AECID y Joaquín Estefanía, director de la Escuela de Periodismo UAM – El País, expusieron en la charla de presentación muchos de los temas presentes en el seminario: la falta de formación de los periodistas que deben tratar temas científicos y culturales específicos, la avalancha informativa que ofrece internet, el ritmo rápido que impone a los redactores y la presión de la industria cultural para promocionar sus productos, estuvieron en boca de los panelistas.  

El foro en el que se plantearon estos problemas se convirtió en una solución en sí mismo. Como puso de manifiesto Joaquín Estefanía, el periodismo es el sector que menos invierte en la formación continua de sus trabajadores y es por eso que seminarios como el celebrado en Madrid son tan importantes, porque representan una herramienta didáctica y un marco de reflexión.  

El seminario reunió a directores de revistas culturales como Ezequiel Martínez de la argentina Ñ o Marianne Ponsford de la colombiana Arcadia, escritores como Pepa Roma o Héctor Feliciano, profesionales procedentes de la industria cultural como el director del Centro Niemeyer en España, Natalio Grueso o de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, el también español Carlos Cuadros. El encuentro también contó con el punto de vista del promotor cultural Octavio Arbeláez e incluso de una televisión cultural a través del Secretario General de la ATEI (Asociación de Televisiones Educativas y

Culturales de Iberoamérica) Alberto García – Ferrer. Los periodistas Borja Hermoso, redactor jefe del área de cultura en El País y Gumersindo Lafuente, subdirector del mismo diario español, aportaron su experiencia en una redacción en pleno proceso de integración entre contenidos escritos y digitales. Los medios online estuvieron representados por el bloguero y crítico de cine del periódico español ABC, Javier Cortijo, y por la directora de contenidos de la web brasileña JCOnline, Benira Maia.  

El periodismo cultural, lo que tenemos y lo que queremos.  

Bajo este epígrafe los panelistas expusieron el panorama actual del periodismo cultural y manifestaron ideas muy claras sobre hacia dónde debe ir. “Esta época es una metáfora de lo mejor que le puede pasar a un periodista que es dudar”. Esta frase de Borja Hermoso, redactor jefe del área de Cultura de El País, puede servir como punto de partida y a la vez como síntesis del primer panel sobre cultura celebrado en el seminario. Representa también un punto de vista positivo sobre el momento de incertidumbre que vive el mundo del periodismo cultural. Los restantes panelistas: el escritor y periodista, Héctor

Feliciano y el miembro de la junta directiva de la Comisión Internacional de Comunicación y Cultura, Germán Rey, ambos maestros de la FNPI, expusieron, cada uno a su modo esta inquietud. 

Claves para una Edad de Oro del periodismo cultural

“Una pieza de periodismo cultural debe hacer más que informar, debe aportar claves, provocar reflexión, contar una historia o un personaje. La superficialidad debe estar proscrita en el periodismo en general pero sobre todo en el periodismo cultural”, esta es la definición del periodismo cultural ideal que aportó Borja Hermoso. Por su parte, Germán Rey identificó un “modelo sin nombre” de periodismo cultural, el ideal entre los cinco que se detallan más adelante, que sería el que establece un diálogo entre diversas formas de cultura, está abierto a las formas experimentales de las artes y al diálogo entre culturas locales e internacionales. “La crónica de la cultura, en ciertos medios, se ha convertido en lugar de representación de la cultura, con una visión amplia que involucra procesos socioculturales, que hace visibles actores invisibles y produce conexiones culturales temáticas y geográficas” [1]. Rey expuso algunos retos a los que se enfrenta la profesión. El primero, lograr que la representación mediática de la cultura capte la riqueza cultural y que lo haga de un modo acorde con los códigos de comprensión actuales. También realizar un esfuerzo para fomentar el papel de televisiones públicas y radios universitarias en este campo.

Héctor Feliciano colocó a los asistentes en un hipotético camino hacia la Edad de Oro del periodismo cultural. Es el camino en el que él pensaba encontrarse: moviéndose hacia un momento en el que el periodismo cultural en español sería crítico, independiente e influenciaría al mundo desde nuestro idioma. En la evolución hacia este final feliz se interpuso el “maremoto de la farándula con sus turbas de relacionistas públicos”, el ruido del exceso de información y el chismorreo en internet. Una ola que barrió el protagonismo de la cultura, “redujo el ya reducido brillo que habíamos logrado tener en las primeras planas”. Feliciano concluyó esta narración, muy acorde con el título del seminario, con un mensaje positivo y retador: es ante este panorama más que nunca, cuando se hace necesario un periodista informado e independiente, cuando hay que redoblar los esfuerzos para investigar. “Hay que vivir con lo que tenemos y la Edad de Oro es la que vivimos, con sus faltas y todo”.

La crisis es de profundidad

Los obstáculos hacia estas visiones de lo que debe ser el buen periodismo cultural son muy variados, pero dejarse llevar por ellos conduce a un solo fin, un periodismo exento de profundidad, frívolo, vacuo. Héctor Feliciano propuso frenar ante este panorama creciente de periodismo de comentarios, opiniones medio informadas y “semichismes” para pensar que el lector sigue buscando el buen criterio y la independencia que somos responsables de ofrecerle. “A nuestra época se le ha ocurrido que el tiempo se ha ido acelerando. Lo que se acelera son los hechos en el tiempo. El tiempo pasa como siempre y son el tiempo y la curiosidad, el padre y la madre de las reflexiones sobre cultura”, añadió.  

En su intervención, Germán Rey incluso propuso una categorización propia de las clases de periodismo a evitar. 

  • Jíbaro: Aquel que va reduciendo gradualmente el espacio de las áreas de cultura en los medios.
  • Divulgativo: El que entiende la cultura como la sucesión de eventos y el periodismo cultural como la cobertura de esa agenda.  
  • Frívolo: Para Rey, aquel que mezcla indiscriminadamente cultura y farándula y que a menudo se deja llevar por las estrategias publicitarias de la industria del espectáculo. No sin cierto tono irónico, Germán Rey mencionó en este punto la obra del economista Adam Smith La riqueza de las naciones. “Para estudiar temas de cultura nada mejor que recurrir a los libros de economía”, bromeó. Uno de los capítulos, dedicado al trabajo improductivo, plantea la tesis de que éste es el que desarrollan los reyes, los militares, los religiosos y los artistas. Dentro de ésta clasificación Smith habla del trabajo “frívolo” y lo define como aquel que se consume en el mismo momento en el que se realiza, el que desarrollan los cantantes, actores y bufones. “Uno diría que Smith previó lo que ocurriría cuatrocientos años después, en la actualidad, cuando las lecturas electrónicas también se consumen prácticamente en el momento en que se producen”, reflexionó Rey.  
  • Anacrónico: El focalizado en las creaciones comprendidas tradicionalmente en las Bellas Artes. Periodísticamente tiene forma de ensayo literario.
  • Pseudoilustrado: La cultura como ejercicio de élite con un sesgo hacia la institucionalidad cultural hegemónica. 

Germán Rey manifestó la dificultad del tema que le había tocado tratar en el seminario, el de los medios de comunicación tradicionales. Para Germán, el propio mundo de la cultura es muy cambiante. Con el fin de ilustrar esa opinión mencionó la división “por capas” del antropólogo argentino Néstor GarcíaCanclini que separa cultura culta, masivas y populares y de qué modo, en la actualidad, se dan cada vez más diálogos e interacciones entre estas divisiones. En el periodismo que trata de reflejar esta realidad se está produciendo una colonización de las culturas masivas sobre las cultas. 

Otro de los inconvenientes a los que un periodista cultural tiene que enfrentarse, según los tres panelistas, es el de la presión que ejerce la industria cultural sobre los medios. Uno de los asistentes al seminario, el director del área de cultura en la agencia EFE, Ignacio Bazarra, planteó la cuestión de que el periodismo cultural se entiende, en demasiadas ocasiones, como seguimiento de la agenda que dictan las industrias editorial, musical o cinematográfica. En su intervención, Borja Hermoso, recomendó hacerse eco de ésta agenda de manera equilibrada: Nunca actuando como meros portavoces de la industria y sus productos pero tampoco perdiendo de vista el hecho de que el periodista cumple un servicio público y sus informaciones no pueden descuidar la actualidad.

Hermoso dedicó gran parte de su intervención a hablar de los profundos cambios que internet ha impuesto al periodismo cultural, desde el punto de vista de un redactor jefe que gestiona los contenidos de su sección en la edición impresa y digital. Sus reflexiones acerca de éste tema y cómo influye en la falta de profundidad del periodismo actual, quedan reflejadas en el apartado. 

Periodismo cultural e industrias culturales

La relación entre periodismo cultural e industria cultural fue un tema transversal que recorrió prácticamente todas las charlas del seminario. En el panel específicamente dedicado a hablar de este vínculo participaron actores implicados en las diversas fases de la difusión de la cultura: Ezequiel Martínez, editor de la revista argentina Ñ, Octavio Arbeláez, fundador y presidente de la Red de Promotores Culturales de Latinoamérica y el Caribe, Carlos Cuadros, director general de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y Alberto García – Ferrer, secretario general de la Asociación de Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas.

Cultura y economía, un viejo matrimonio 

Las dos primeras intervenciones a cargo de Ezequiel Martínez y Octavio Arbeláez, presentaron el tema desde ambos puntos de vista. Martínez comparó al periodismo y la industria con un matrimonio después de muchos años de convivencia: carnales, llenas de connivencias pero también de diferencias y en las que una de las partes (la de la industria) a menudo demanda monogamia. 

Martínez respondió a los recelos de panelistas como Borja Hermoso o Pepa Roma sobre la cobertura de temas de agenda puntualizando que no se puede hacer oídos sordos a asuntos muy mayoritarios y publicitados porque son parte de la actualidad. Puntualizó que siempre hay que extremar la prudencia en el trato con la industria cultural, para no acabar siendo “juez y parte”, en los casos en los que se puede dar un conflicto de interés. “El punto de inflexión está en tener siempre presente que aunque el periodista sea invitado a bienales, festivales o conciertos por parte de la industria, siempre debe cubrir los hechos de acuerdo a sus convicciones”.

El editor se refirió también a la facilidad extrema que ofrece internet para la autodifusión de la industria cultural y cómo este hecho ha cambiado su relación con los periodistas. Sus impresiones respecto a éste tema se desarrollan en el apartado Internet y las culturas digitales.

Por su parte, Octavio Arbeláez, que emprendió un proyecto de promoción cultural en 1991, un momento en el que no existía esta industria en América Latina, recordó que en muchas ocasiones el promotor es un vehículo que, no sólo moviliza el hecho cultural sino que también abre espacios para los artistas emergentes. En sus comienzos Arbeláez detectó un problema: Los productos culturales latinoamericanos no circulaban por Latinoamérica. 

Su trabajo no sólo contribuyó a la dinamización de los productos culturales sino también a la profesionalización del sector. “Siempre estamos amparados por las cifras. Pendientes de lo que representamos en las escalas de mercado. Cuando los periodistas culturales no nos hacen caso, llamamos a los económicos”, bromeó Arbeláez tras ofrecer datos sobre el significativo crecimiento de la industria cultural en América Latina. “La relación entre productor cultural y periodista debe estar siempre basada en la ética y el diálogo”, concluyó el promotor. 

Carlos Cuadros fue más allá en el tema de la falta e independencia de los periodistas al tratar temas relacionados con la industria cultural. El director general de la Academia a de las Artes y las Ciencias Cinematográficas comenzó su intervención advirtiendo que cualquier observación que pudiera ofender a los periodistas era en realidad autocrítica, ya que él ejerció esta profesión. Cuadros dijo que, a menudo, el periodismo cultural carga con el sesgo que le imprimen los grupos empresariales a los que pertenece cada medio. Puso el ejemplo de la lucha entre dos plataformas digitales españolas por los derechos del fútbol y el cine que, en su opinión, ha condicionado hasta el día de hoy las informaciones sobre cine español y ha provocado en parte el “problema de imagen” que achaca la industria cinematográfica en medios españoles. “A veces nos planteamos si con el cine los compañeros periodistas consideran que tiene más prestigio ser cuanto más duro mejor”.

La experiencia de la NCI y la relación entre lo público y lo privado 

Alberto García – Ferrer presentó la experiencia de Noticias Culturales Iberoamericanas, cuyos programas se emiten en televisiones públicas de 21 países de Iberoamérica, Reino Unido, Europa, Canadá y Estados Unidos. El canal tiene además una revista online cuyas visitas crecieron un 400 % de 2008 a 2009. "Nosotros aspiramos a ser el 'modelo sin nombre' del que hablaba Germán Rey. Nuestra apuesta es dar visibilidad a lo invisible de la cultura latinoamericana. Proyectamos poner en marcha una NCI Universidad Iberoamericana y otra dedicada a la ciencia", explicó García - Ferrer. Respecto a la reducción de espacio dedicado a la cultura en los medios, comentó que la NCI ofrece dos versiones de su noticiero, una de 17 minutos y otra de 26 y que la inmensa mayoría de las televisiones preferían ésta última. En este punto, Jaime Abello hizo una reflexión sobre la conexión entre lo público y lo privado y cómo "las televisiones están anhelantes de recibir material de calidad cuyo coste es mínimo ya que la producción está subvencionada". El director de la FNPI se preguntó si esta tendencia no acabará provocando la separación de los medios como plataforma de distribución y los centros de producción de contenidos periodísticos.

Cómo somos y cómo lo contamos, la cultura narrada

El tema del panel en el que participaron la escritora española Pepa Roma, la directora de la revista colombiana Arcadia, Marianne Ponsford y Natalio Grueso, director del Centro Niemeyer en España, fue el de la identidad cultural y las narrativas que la reflejan. ¿De qué se habla en el periodismo cultural y qué se queda fuera? ¿Cómo manejan los periodistas culturales esta responsabilidad? ¿De qué modo refleja el periodismo las identidades culturales y cómo influye en ellas? Son las cuestiones alrededor de las que giró el debate. 

Inevitablemente al hablar del tema de la visibilidad de ciertas manifestaciones culturales y otras no, volvió a aparecer la cuestión de la industria cultural y sus mecanismos de promoción. En su intervención, la escritora Pepa Roma distinguió entre la cultura patrimonial, vinculada a las instituciones y aquella cultura que está en proceso, en la calle, no en las agendas de museos o editoriales. Para ella el papel del periodista cultural es importante respecto a ésta última y le preocupa que la profesión se haya acomodado a transmitir lo que se dice en las ruedas de prensa. 

Roma relató una anécdota de sus comienzos como periodista. Trabajando en el periódico La Vanguardia, un redactor jefe le dijo: “Existen dos clases de información: La que va a buscar el periodista y la ‘gacetilla suplicada”. La escritora ubicó esta situación en un momento en el que la presencia de los gabinetes de comunicación no era tan abrumadora y aún así se identificaba como promoción, no como información. “Hoy en día existe un comportamiento común a todos los periódicos: Se habla siempre del producto. La misma entradilla nos dice que eso es noticia porque hay algo a la venta, sea un disco, un libro o una entrada. Si las manifestaciones no son procesadas por una industria que las presenta y las etiqueta, pasan desapercibidas”. Esta actitud, ,bajo el punto de vista de Roma, escora la presencia de la cultura viva, que se crea día a día en los medios. Éstos están copados por manifestaciones de la cultura hegemónica, hecho que provoca que el lector migre hacia otras fuentes de información independientes, como blogs y redes sociales. 

Aún así, siguen siendo mayoritariamente los periodistas quienes establecen la línea entre lo visible y lo invisible en lo que se refiere a la cultura. Así lo manifestó Natalio Grueso, desde el punto de vista de una institución cultural poco conocida como en Centro Niemeyer en España. La tesis de Grueso es que la relación entre periodistas e industria cultural está basada en parámetros incompletos.  

  • En los medios, la cultura se entiende demasiado a menudo como entretenimiento, olvidando su dimensión identitaria y su función como herramienta para el desarrollo social. El director del centro cultural señaló, como parte del problema, el hecho de que los medios están divididos en compartimentos estancos y la cultura, entendida como identidad, es transversal en sí misma. 
  • Los periodistas tienen la responsabilidad de elegir lo que es visible y lo que queda fuera y ese peso no viene acompañado de un bagaje adecuado que facilite la capacidad de reflexión y crítica. Al igual que Joaquín Estefanía en su intervención inicial, Grueso trató la preocupante falta de formación y estabilidad laboral que achaca la profesión. En sus propias palabras: “en este punto la pirámide se desmorona desde la base” 
  • Difundir una nota de prensa a través de una agencia se ha convertido en el único modo de estar presente en los medios lo que reduce y empobrece la variedad de manifestaciones culturales a la vista. 

La mirada de un medio a la identidad de un país

El caso que planteó Marianne Ponsford, directora de la revista colombiana

Arcadia, también se centró en la visibilidad y en la identidad, pero no de una institución sino de un medio. La periodista resumió la situación del periodismo cultural en Colombia, cuya agenda mediática está tan desbordada por la política que la información cultural queda absolutamente arrinconada. Para ilustrar esta situación, la periodista puso el ejemplo de una carta que recientemente envió un significativo número de colombianos de varias universidades al presidente Uribe criticando la gestión de determinado centro cultural. A pesar de que los firmantes eran nombres con peso en el mundo académico, ningún medio se hizo eco de la carta de forma inmediata. 

Antes de explicar el papel que juega Arcadia en la construcción y reflejo de una identidad cultural en Colombia, conviene explicar el panorama de su país planteado por Ponsford. “El debate entre alta cultura, cultura de masas y cultura popular está superado en Europa, pero en America Latina, y sobre todo en Colombia, ahora se ha convertido en parte de la agenda política”, comentó la periodista que añadió cómo el gobierno colombiano, a través de una fuerte alianza con los medios de comunicación, ha reducido el periodismo cultural a un reporte sobre manifestaciones populares, escorando la alta cultura. “Cine de autor, teatro experimental, literatura… se olvidan” lamentó. 

La postura de Arcadia, en lo que se refiere a los temas a tratar y por tanto a la creación de identidad, ha sido la de diluir por completo la división entre culto y popular y prestar atención a aquellas manifestaciones culturales relevantes vengan de donde vengan.  

Internet y las culturas digitales  

Aunque se reservó un panel para hablar del periodismo cultural en internet, el tema estuvo presente en las intervenciones de prácticamente todos los presentes. Los participantes en esta charla fueron: la directora de contenidos de JCOnline, Benira Maia, el subdirector del diario El País Gumersindo Lafuente y el bloguero y crítico de cine del periódico español ABC, Javier Cortijo. En este apartado están recogidas las impresiones y comentarios sobre internet que surgieron en anteriores paneles.  

¿Quién es el periodista en internet?  

Javier Cortijo, ofreció el punto de vista de alguien que comenzó un blog en el anonimato, para hablar como quería e incluso provocar y que ahora maneja un espacio con “poso”, establecido y visitado. Esto ocurre con muchos blogueros que abrieron sus bitácoras hace años y ahora están detrás plataformas de referencia con miles de visitas diarias. Cortijo ilustró un mundo en el que los periodistas tienen que convivir como uno más, en un medio en el que cualquiera puede ofrecer contenidos, no sólo particulares sino, como comentó Ezequiel Martínez, la propia industria cultural sin intermediarios. El editor argentino puso de manifiesto la facilidad extrema para que cualquier actividad cultural esté presente en blogs y redes sociales independientes o manejados por los propios interesados, factores que apartan progresivamente al periodista especializado y al crítico.

La intervención más comentada fue la de Gumersindo Lafuente, quién tocó todos los puntos sensibles del tema. “No me fío de lo que me cuente un periodista que desprecia internet”, manifestó respecto a la actitud de muchos compañeros de profesión que ven a los blogueros y al periodismo ciudadano como amenazas para su trabajo. Según su punto de vista, la realidad es lo que ocurre en la calle y lo que ocurre en la red y en la red todos tienen voz.

Al igual que su colega de El País, Borja Hermoso, quien opinó que el periodismo "es bueno o malo, sin importar el soporte”, Lafuente cree que las normas del oficio siguen siendo las mismas y que ahora más que nunca el papel del periodista independiente, como elemento de filtro y contraste de las informaciones, es fundamental. El periodista planteó asimismo una suerte de selección natural respecto a la amalgama de blogs y twitter. En ese sistema darwiniano también incluyó las “marcas” de los grandes diarios tradicionales. “Las plataformas de internet que tengan calidad, sin importar quién haya detrás, se convertirán en marcas. Los medios que ya son marca, sólo sobrevivirán si conservan su calidad”.

La red y los ritmos del periodismo  

En su intervención, Borja Hermoso expuso las dificultades de combinar las diferentes velocidades que requieren los contenidos de su sección en la edición impresa y en la digital. Los ritmos rápidos en internet hacen imposible la elaboración de los temas en profundidad. Si el medio, presionado por la competencia, no se quiere quedar atrás en ofrecer una noticia, debe funcionar de acuerdo con esa velocidad. Ezequiel Martínez se refirió a este tema en su charla. "Se abusa de la redacción atolondrada, de las informaciones gratuitas", comentó el editor y planteó el peligro de que las jóvenes generaciones piensen que el periodismo sólo está en la red. Para Martínez el reto es aprovechar ese caudal y "reconquistar el respeto de los lectores, no caer en modas y tendencias ficticias”.  

Un buen ejemplo de que otro periodismo cultural en medios digitales es posible lo dio la presencia de la directora de contenidos de JCOnline, Benira Maia que presentó una radiografía completa de su medio. Uno de los puntos interesantes de su exposición fue el de los “especiales”, revistas monográficas digitales, producidas por su medio, con reportajes extensos y material audiovisual. Estas “páginas estacionales” pueden servir cómo ejemplo de que el soporte no tiene por qué restarle profundidad a los contenidos, uno de los argumentos que a menudo esgrimen quienes consideran de menor calidad el periodismo digital.

Por su parte Gumersindo Lafuente defendió un papel mucho más dinámico del periodista en internet: “Se ha acabado lo de esperar que la gente venga a buscarnos a los medios. Ahora tenemos que ir con nuestras historias a los sitios en los que se está hablando de esos temas en internet”.

Conclusiones

En la última sesión del seminario, los asistentes se propusieron darle forma práctica a las conclusiones del mismo y convertirlo en un espacio de seguimiento de actuaciones futuras. Quedó claro un panorama condicionado por el cambio de modelos en la producción y la imposición de una nueva manera de relación con las audiencias motorizada por la tecnología. Como manifestó Jaime Abello, este estado de las cosas afecta a la posibilidad de que los medios tradicionales financien un periodismo de calidad en los campos de la cultura y la ciencia, que requieren unos costos de producción periodística altos. "Hasta los medios públicos de los países más potentes destinan muy poco a financiar sus iniciativas en estos campos. Habría que pensar en una acción tendiente a proponerle al sistema de cooperación iberoamericana la apertura de programas de becas para la producción de periodismo cultural y científico", propuso Abello. Ezequiel Martínez sugirió además la inclusión de estas becas en el ámbito universitario, para fortalecer las buenas prácticas del periodista cuando aún se está formando. 

Otro de los puntos en los que los asistentes acordaron continuar trabajando fue en la creación de una red que les mantenga en contacto. Manuel Pedrás compartió la experiencia de la Asociación de Periodistas Culturales Andaluces, la primera de su género en España, que pretende crear un punto de contacto que propicie el trasvase de información a largo plazo. 


[1] Germán Rey menciona como ejemplos : Una luna de Martín Caparrós, Adiós mariquita linda de Pedro Lemebel, El museo desaparecido de Héctor Feliciano, Cuando me muera quiero que me toquen cumbia de Cristian Alarcón, Al pie de un volcán te escribo de Alma Guillermo Prieto, El oro y la oscuridad de Alberto Salcedo Ramos, Dios es redondo de Juan Villoro y Los elogios criminales de Julio Villanueva

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