Caracas, del 18 al 20 de agosto
Organizado por:
Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI)
Corporación Andina de Fomento (CAF)
Relatora: Maye Primera
Corrector de estilo: Jairo Echeverri García
Maestro:
Miguel Ángel Bastenier (España)
Es licenciado en Historia y Derecho de la Universidad de Barcelona y en Lengua y Literatura inglesa de la Universidad de Cambridge. Graduado en periodismo de la Escuela Oficial de Madrid. Actualmente es el subdirector de Relaciones Internacionales del diario El País de España, y profesor de la maestría de Reporterismo y Géneros Periodísticos en la Escuela de Periodismo del diario español. Maestro en múltiples talleres de la FNPI. Ha publicado numerosos artículos en la prensa europea (Libération, Le Monde, The European, Le Point, Le Soir, The Irish Times) y en la mayoría de los periódicos más importantes de América Latina: El Espectador y Semana (Colombia), Folha de Sao Paulo (Brasil), Público (México), Búsqueda (Uruguay), entre otros. En 2001 publicó El Blanco Móvil. En 1999 publicó La Guerra de Siempre, y en 2002, La Casa de la Guerra. También ha dirigido varios libros colectivos, entre ellos Grandes Protagonistas del siglo XX (2000).
Introducción:
Miguel Ángel Bastenier lo advirtió desde el primer momento: “Voy a decir cosas estos tres días que no les van gustar nada, no les van a gustar absolutamente nada”. Y comenzó el Taller de Periodismo Internacional, realizado en Caracas entre el 18 y el 20 de agosto de 2008 y en el que participaron veinte periodistas de América Latina, con la primera sentencia non grata: “No está demostrado que haya razones para que los diarios pequeños tengan una sección de internacional. No vale la pena tener una sección de internacional para no hacerla con arreglo a unos estándares mínimos, que exigen un desembolso considerable de dinero”. Pero con arreglo a que los diarios pequeños abundan y el dinero escasea en América Latina, en los días que siguieron Bastenier explicó cómo podría desarrollarse “una sección internacional de un diario que no tenga sección internacional, en el sentido clásico del término”. Para qué serviría una sección como esa, qué se contaría en ella, cómo y con apego a qué tradición periodística se haría es lo que Bastenier explica en el relato que sigue.
Palabras clave:
Periodismo internacional, corresponsal, Internet, periodismo digital, diarios perspectivistas y de proximidad, vectores de la información, rentabilidad, nota seca, crónica, reportaje.
Origen de las secciones de internacional
Las secciones de internacional nacen de una manera sistemática después de la Segunda Guerra Mundial y por una razón evidente que se llama la Unión Soviética: porque hay que contar quiénes son los malos y quiénes son los buenos. Son importantísimas por razones ideológicas, tanto en el ataque como en la defensa: tanto para aquel que se posiciona como anticomunista -que es la inmensa mayoría de los periódicos europeos occidentales-, como aquellos contados diarios que intentan algún tipo de contención, de crítica al liberal capitalismo, o que se ponen abiertamente a favor de la Unión Soviética.
Esas secciones se convierten en una especie de obligación para la prensa europea: cualquier periódico, en cualquier lugar de Europa, por pequeño que sea, ha de tener una sección de internacional, que se nutre de informaciones de agencia; muy pocos diarios de entonces -y menos en la actualidad- tenían acceso a un material propio, construido con el aporte de corresponsales y enviados especiales.
En los años que siguieron, las páginas de internacional se van profesionalizando. A partir de los años 60 del siglo XX estaba bien definido cuáles eran los grandes diarios y cuáles se dedicaban simplemente a llenar páginas: era buen diario el que tenía agenda y material propio y corresponsales alrededor del mundo.
En los años 60 y 70 los periódicos creemos vivir en un mundo que conocemos: atendiendo a la posición política de tu periódico creías saberlo todo. Que el mundo estaba dividido más o menos en dos grandes bloques. Que había una zona intermedia más o menos gris llamada ‘el movimiento no alineado’ (que no existe ya porque ahora no hay línea por ningún lado). Era relativamente fácil hacer ese tipo de sección de internacional.
A comienzos de los años 70, también creíamos todos que estaba ganando la URSS, que llevaba la delantera en África y en Asia. Pero esa visión cambia rápidamente: el 11 de marzo de 1985, cuando Mijail Gorbachov asume la secretaría general del partido comunista de la Unión Soviética, ya está claro que las cosas van muy mal. Ese cambio nos traslada a un mundo más complejo, mucho más difícil de definir. En el anterior esquema de la bipolaridad, tanto los que iban a favor de un bando como de otro, contábamos el mundo a partir de una misma teoría. Cuando ese mundo cambia, cambia también para los periodistas y para las secciones de internacional.
La caída de la URSS golpea con fuerza a las secciones de internacional. El establishment de la prensa mundial de calidad, que contaba con amplias secciones de internacional, tuvo una reacción casi unánime: en pocas semanas hubo un amplio consenso respecto a cuánto dinero podían ahorrarse bajo el nuevo esquema. Así, la desaparición de ese factor de cristalización de las secciones de internacional, que fue al término de la Segunda Guerra mundial la existencia del íncubo del peligro, produjo el efecto contrario. En unos meses, los empresarios se dijeron “ya no tenemos que hacer las secciones que hemos hecho hasta ahora. En este mundo en el que no tenemos enemigo como teníamos antes, no necesitamos tener a los lectores amarrados a una sección de internacional grandísima y costosa. Vamos a cobrar los dividendos de la paz”.
Le Monde eliminó una página fija de internacional. The Guardian y la prensa británica cerró corresponsalías. Y si en los años siguientes a la desaparición de la URSS, si comparamos las primeras páginas de El País con las de 10 años antes, vemos cómo ha caído el peso de las informaciones de internacional, aunque con todo y ello el periódico se resiste: retrocede un poco en páginas, pero menos que el resto; y mantiene sus corresponsales.
Pero un árabe, de Arabia Saudí, probablemente preocupado también por la merma de las secciones de internacional, acude al rescate. Se llama Osama Bin Laden. Es el que dice: “Esto no puede ser, hay que ir a favor de las secciones de internacional, a mis queridos periodistas no los puedo dejar en la estacada”. Y con la colaboración de Estados Unidos, que también se suma al jaleo de una forma inmediata y gozosa, se produce el 11-S, que es la confirmación de que la información de internacional sigue siendo vital; que se ha muerto la URSS, pero el mundo sigue siendo un campo minado de acechanzas.
Todo esto lo exagera Estados Unidos, al igual que exageró el potencial de los soviéticos, y se levanta una especie de suplente-sucesor de la URSS: el terrorismo internacional. Es así como el 11 de septiembre de 2001, Osama Bin Laden detiene el decaimiento de las secciones de internacional. El mundo vuelve a existir para los diarios; ya no un mundo bipolar, sino el de una hiperpotencia.
Las nuevas tecnologías y las secciones de internacional
El monopolio de los diarios de papel y de los periodistas ha pasado a la historia, hemos dejado de ser los reyes de la creación, los príncipes de la información. Sufrimos una competencia cada vez mayor, de muchos frentes al mismo tiempo. No solamente de nosotros mismos con nuestra versión digital, que es terrible ver al periódico como Saturno comerse a sus propios hijos. El que no esté en Internet hoy día no existe, con lo cual, aun haciéndose daño uno mismo, tiene que estar allí. También están los blogs.
La gente, cualquiera, se ha convertido en reproductor o transmisor de contenidos.
Todo esto afecta enormemente a la información internacional. Hay muchísimo de ese material electrónico que o es de internacional de salida o es internacional para todos aquellos que no pertenezcan a ese ámbito. Para cualquiera que tenga conocimiento de esta información fuera del país en que ésta se produjo, se trata de información internacional. En cierto modo, podríamos decir que la totalidad de la información que circula de consumidor a consumidor (que se ha convertido en consumidor/productor) acaba siendo internacional. Pensar que esto no nos afecta para nada porque hacemos periódicos de papel muy bonitos y secciones de televisión bien estructuradas, sería de una ingenuidad sin límites.
Estamos en retroceso, a la defensiva, tratando de crear periódicos que por lo menos demoren el momento de la justicia final. No afirmo con ello que todos los diarios vayan a desaparecer, pero creo que el tipo de diario perspectivista, que es el de internacional, tiene más posibilidades de preservarse que cualquier otro. Sobran diarios y televisiones en todas partes. La acechanza, la ofensiva es contra todos. Seguramente la televisión y la radio tienen más defensa que el diario de papel, pero no pensemos que esto va solamente contra la prensa de papel porque sería una ingenuidad.
En el mundo está la salvación
Quienes creemos que el periodismo internacional es la medida del mundo, como Protágoras que creía que el hombre era la medida de todas las cosas, estamos preocupados por el retroceso que experimentan las secciones de internacional.
El periodista de internacional es el “todo”, el “todero” por excelencia porque ha de hacer economía fuera de su país, local en la ciudad que sea, artes, cultura, no sólo en un sitio, sino en todas partes. Y si es enviado especial, pues más todavía. El periodista de internacional es el periodista por esencia, por antonomasia, el que puede aspirar lucíferamente a explicar el mundo como es; el gran periodista.
Es tarea del periodista de internacional saber ver lo que no es nuevo, lo que conecta con lo anterior, ver dónde encajan las cosas, de dónde vienen y a dónde van. Porque todas las noticias son, en el fondo, la misma noticia. Todas las noticias importantes que pasan por nuestras manos tienen por lo menos 300 años de antigüedad y hace 300 años pasó algo que es relevante conocer para entender qué es lo que está pasando ahora en el área que sea. Si esto creo que es verdad para todo en el mundo internacional, es mucho más verdad que no hay nada nuevo nunca y no nos hemos de preocupar por eso, porque está bien que sea así.
Los diarios perspectivistas son aquellos que osan explicarle el mundo al mundo y a sus conciudadanos; los periódicos de referencia. Tal vez exista una veintena de ellos en el mundo, tal vez menos. Y son éstos los que tienen mayores posibilidades de sobrevivir a la avalancha de medios electrónicos.
Al otro extremo están los diarios de proximidad: aquellos que cubren de una manera exhaustiva, abusiva, los mil kilómetros cuadrados a la redonda que le rodean. Es el periódico que se sabe todo sobre su entorno, el que hace investigación a un nivel local. De estos se salvarán unos cuántos más que de los pespectivistas, a condición de que sean el único de la plaza, porque los medios electrónicos se preocuparán menos de estos asuntos.
Los que no son perspectivistas ni de proximidad son el 90% de los diarios en todo el mundo. ¿Hay algún motivo para que se salven? Salvo explicaciones particulares, lugares donde no llegue ningún periódico de calidad y estos diarios hagan las veces de diarios perspectivistas, están condenados todos.
Sólo van a sobrevivir los periódicos que hagan algo mejor que nadie. Y ese algo será el análisis de lo que ocurre a nivel mundial.
Un lugar en el planeta: vectores de la información
La información internacional no existe en abstracto, no hay una especie de hitparade que establezca cuál es la noticia más importante para todo el mundo. (Hay excepciones, por supuesto: que estalle la Tercera Guerra Mundial interesará a todos, por ejemplo). Lo internacional no tiene un valor per se, hay que verlo enfocado según el país para el cual se escribe, según lo que llamo los vectores de la información.
Los vectores son aquellas avenidas de pensamiento, de complicidad, de avecinamiento de tu sociedad, de la sociedad para la que escribes desde el mundo exterior. No todos los países tienen el mismo tipo de avecinamiento en el mundo, ni todos tienen las mismas necesidades de internacional. Lo primero que tiene que decidir un periódico para establecer sus vectores es cuál es su lugar y el de su país: con quién hablamos de una manera distinta, quién nos habla con alguna autoridad porque se la reconocemos. Se trata de los factores de vinculación, que abarcan lo económico, lo social, lo histórico y, cada día menos, lo religioso.
España ha tenido a lo largo del tiempo tres vectores, pero su jerarquía no necesariamente se ha mantenido incólume a lo largo de los últimos 40 años. El primer vector es Europa y no hay ninguna razón para pensar que cambie en los próximos años. España es una nación fundadora: a Europa la inventa el imperio romano, que hoy se llama Francia, Italia, España y Portugal.
Hay dos que se pelean el segundo vector. En el orden clásico son:
- El Mediterráneo: la inmigración, el norte de África, Oriente Próximo, el conflicto árabe-israelí, la guerra de Irak, el golfo Pérsico o arábigo. Eso tiene que ver bastante con España sentimentalmente, económicamente y estratégicamente.
- América Latina: ha existido siempre, así como el vector Europa existía de una manera difusa hace 30 años. Es un vector permanente, fuerte y en crecimiento, por la creciente presencia económica de España en América Latina. España es el máximo inversor en este momento en Perú y es el segundo después de Estados Unidos en prácticamente todos los países.
América Latina cambia de paradigma
Lo que llamo “el cambio de la naturaleza metafísica de América Latina” nos obliga a contar el continente de otra manera. Para la opinión pública norteamericana y europea, relativamente culta, el paradigma, el arquetipo del latinoamericano era un hombre con un matiz de mestizaje pequeño, básicamente criollo, descendiente de españoles con un algo de francés o alemán. Pero un señor llamado Hugo Chávez, otro llamado Evo Morales y en mucha menos medida uno llamado Rafael Correa, han adoptado un discurso indigenista. Ese nuevo paradigma va a afectar a las secciones de internacionales de los periódicos.
Hay un replanteamiento en la región que consiste en que el indigenismo vuelve para quedarse y los periódicos que no cuenten eso están muertos. Los que no sean capaces de darle una explicación satisfactoria al lector están perdidos.
La obligación de los diarios de América Latina es cubrir prioritariamente la transformación de América Latina. Entonces sí que vale la pena hacer una sección de internacional, aunque sea con pocos medios, si uno trabaja lo suficiente para cubrir este aspecto de las cosas.
Una sección latinoamericana
Hasta el día de hoy la prensa latinoamericana ha dado prioridad a lo que llamo las “secciones del hombre blanco”: sus secciones de internacional han dado mayor importancia a las informaciones generadas desde Moscú, Washington o Europa, antes que a sus vecinos. Así han sido los periódicos de América Latina durante muchos años, tuvieran medios o no, no han querido mirar a su alrededor.
Lo primero que tiene que hacer un periódico latinoamericano es pensar cuáles son sus vectores de información. Pero no los heredados por una historia de hacer una sección de internacional que parezca europea. Tenemos que hacer una sección de internacional pensando en que nuestra cultura, nuestra sociedad, aquella para la que escribimos, respira de una manera distinta, especial, hacia ciertos temas en comparación con el resto.
Que The New York Times pretenda tener una cobertura proporcional del mundo entero está bien. Es el único periódico del mundo entero que tiene medios para hacerlo. Pero como ni siquiera los grandes diarios después del NYT tienen los medios correspondientes, no hablemos ya del periódico intermedio, los diarios tienen que decidir dónde se van a gastar los dineros y para qué.
El cambio o lo que sea que esté ocurriendo en América Latina requiere que se enfoque desde otro ángulo en esos diarios que tienen pocos recursos para hacer una sección de internacional. Si tan grave es el tema económico, olvidemos las secciones de internacional y pensemos en información internacional. Se puede informar de lo que ocurre sin que haya una sección o tal vez la información de hoy de Bolivia puede ser mañana nacional para todos. Eso sí: debemos tener personal de calidad para que, sin tener una sección de internacional potente, cara y diaria, podamos tener a alguien a quien enviar cuando sea necesario y que cubra esta información.
Sin duda, el uso de informaciones de otros medios desmejora los contenidos propios. Es estafar al lector hasta cierto punto, es hacerle creer que tienes una información que no tienes en realidad. No hay nada como leer una nota firmada desde el lugar donde ocurre la noticia.
La exclusividad de la información se aplica a internacional de una forma absoluta porque por mucho análisis que se haga de la información, hay elementos comunes siempre. En internacional tienes una capacidad creativa muchísimo mayor y por lo tanto, de escribir diferente, de tener agenda propia, de dar un material que solamente va a encontrar el lector en tu periódico y en ningún otro lugar.
La solución está en que el periódico invierta mayoritariamente sus recursos allí donde puede ganar. Si en internacional no podemos ganar, no hagamos esa sección sino cuando haga falta. Con estos periódicos que no pueden atacar en toda la línea, hay que elegir un solo punto y atacar allí; cada día se puede elegir un punto distinto. El lector no nos va a reprochar por lo que no publiquemos, nos reprochará por lo que publiquemos mal.
¿Qué es por dentro una sección de internacional?
Una sección de internacional ideal debe contar con el equivalente a tres páginas limpias de un diario tamaño estándar (tener cuatro sería magnífico), y con 12 corresponsales y 15 redactores de mesa para llenarlas de información.
Si se utilizan los vectores informativos de Venezuela como referencia (que serían, prioritariamente, América Latina, Estados Unidos y Europa), esos 12 corresponsales estarían distribuidos de la siguiente forma: uno en Washington, uno en Miami, uno en Bogotá, uno en Ciudad de México, uno en Buenos Aires, uno en La Paz, uno en alguna ciudad de Brasil, uno en Bruselas, uno en Madrid, uno en Moscú, uno en Jerusalén y uno en Pekín.
El corresponsal no es alguien en algún lugar del mundo enviándonos cosas por un dinerito. Un corresponsal sólo puede ser un miembro de la planta del periódico, con todos los seguros sociales que existan y ganando dos o tres veces más que un redactor. Porque tiene que irse a otro país, montar casa y sigue teniendo gastos en su lugar de origen. Está de servicio 24 horas al día, 7 días de la semana, no se desconecta nunca.
Del corresponsal queremos textos personales. Ellos son la voz del periódico y el lector tiene que reconocer en sus notas esa voz. Un corresponsal no es bueno si escribe lo mismo que publican las agencias de noticias.
Los enviados especiales son una especie de defensa, que viajan para cubrir temas puntuales. No me parece mal que se envíe a alguien, pero esto no justifica que no se tengan corresponsales. Lo ideal sería tener a un enviado especial permanente.
Los periodistas de internacional no suelen escribir todos, todos los días, pero cuanto menos publique un periodista, mayor calidad debe tener la información que envíe. Cada día escribirían dos o tres corresponsales, textos largos, propios, que ofrezcan visiones panorámicas.
Los 12 periodistas que se quedan en la redacción estarían distribuidos en dos turnos de trabajo. En cada turno, las tareas se distribuirían del siguiente modo: uno de ellos debe coordinar la sección; uno abre la edición y otro la cierra; uno monitorea lo que publican las agencias de noticias; uno verifica las informaciones; y dos reciben las informaciones de los corresponsales y las editan.
En este esquema, las agencias de noticia sirven como una cartografía. Hay que leerlas, pero no publicarlas. Lo mínimo es contar con el servicio de tres agencias.
Todavía existe la posibilidad de utilizar una segunda fórmula para crear una sección de internacional de mínimos, pero de calidad. En ese caso, la sección contaría con una extensión de dos páginas limpias tamaño estándar; seis corresponsales (uno en Estados Unidos, dos en Europa, uno en Brasil, uno en Argentina y uno en Colombia) y entre seis y siete periodistas en la redacción.
Si, aún con menos recursos, tuviera que hacer la sección de internacional de muchos periódicos de América Latina que hoy dan tres páginas de teletipo (cables de agencia) al día, lo haría del siguiente modo: reduciría la sección a una página con un artículo diario interpretativo pero no de opinión, relativamente extenso, desplegado por arriba a cuatro columnas. Ni siquiera hace falta que sean periodistas del periódico los escriban estas notas: pueden ser colaboradores ubicados en otros países y que cada día se recurra al que se necesita. Adicionalmente, podemos enviar a alguien a hacer un buen texto de lo que está pasando en América Latina. Todos los días hay temas suficientes para no caer en la trivialidad. La página puede completarse con un par de temas más por debajo, que pueden ser un par de teletipos reescritos con dignidad. Más una columna de breves, que puede ser la radiografía del día, para que quede como constancia de que hemos dado nota de algo. Esa columna de breves tiene que estar bien hecha: debemos ver cuándo dimos el último breve de ese tema y qué decimos en la continuidad, qué recordamos de lo ya publicado para que el lector empalme una cosa con la otra. Es una sección que no compite con los grandes diarios perspectivistas, pero que le brindaría un servicio al lector.
Sobre los géneros periodísticos
Los géneros no son una mina: son una forma de leer y entender el periódico de una forma mejor. Son una deontología, una ética, como dice el director de la Fundación Nuevo Periodismo, Jaime Abello. Ética y profesionalidad son lo mismo: si eres profesional es porque cumples ciertas determinadas reglas absolutamente éticas. Yo diría que toda la ética que haya que explicar sobre periodismo da para una ponencia de quince minutos porque es comportarse de acuerdo a unas reglas profesionales, sin las cuales no haces periodismo sino propaganda, manipulación, comunicados, esta cosa tan cómica que llaman periodismo institucional.
Los géneros son una ética porque fijan los deberes y los derechos de los periodistas hacia los lectores. Nos olvidamos de los lectores con demasiada frecuencia y la medida de todas las cosas son los lectores. Los géneros fijan lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer en términos profesionales.
Hay tres géneros periodísticos básicos que reconozco: la nota seca, la crónica y el reportaje. Existirán más, pero mi sistema lo que intenta es objetivar los límites de los géneros básicos. Esos tres géneros, más otros subgéneros surgidos de esos tres –el análisis, el perfil y la entrevista-, llenan la totalidad del trabajo informativo de los periodistas, son un recorrido que va del grado cero de personalización de la escritura e interpretación de la información, al grado máximo de personalización e interpretación.
La no interpretación explícita prohíbe la firma y la interpretación explícita exige la firma del autor.
La no interpretación total no existe, siempre la habrá de forma explícita o implícita. Sólo en EEUU siguen las facultades de periodismo hablando de que los hechos son sagrados y las opiniones libres. Son tan sagrados los hechos que no sabemos dónde están, no hay manera de establecer cuáles son, dónde empiezan y dónde terminan; los hechos existen cuando los escribimos. Una noticia colocada en otra página es otra información, porque espacialmente está relacionada con otras informaciones. La propuesta de lectura que se le hace al lector es diferente en una página que en otra, aunque tenga las mismas columnas y el mismo texto.
Todo el periodismo ha de ser interpretativo, pero esto no quiere decir que sea editorializante. Por eso hacen falta editores y criterio general de fabricación de los periódicos; para establecer con apego a qué opiniones y a qué principios técnicos se hacen las cosas o se dejan de hacer. Siempre es preferible un punto de vista equivocado que la ausencia de punto de vista.
Podríamos ver a la nota seca, la crónica y el reportaje como círculos concéntricos, en el sentido de que cada uno contiene a los anteriores.
La nota seca es el género indirecto por definición, que prohíbe la interpretación explícita. Es una escuela de periodismo porque enseña a escribir directo, frío. Cuando se escribe en este género el periodista no ha tenido ninguna relación de autoría con el material informativo que trabaja, que puede provenir de teletipos, comunicados o boletines.
La información de los teletipos suele presentarse como nota seca. Por lo general, la información de agencias llega de una manera fraccionada y el periodista se limita a reordenarla y contar la historia. De la forma en que ordenemos la información dependerá que la nota siga siendo seca o no, aun utilizando los mismos elementos. No tenemos derecho a interpretar acá porque no hemos hecho nada para obtener la información y el respeto al lector exige que estas informaciones no se firmen más que con el nombre de la agencia. Estas notas hay que reducirlas a su mínima expresión. La nota seca la hemos de dominar, pero publicarlas lo menos posible; sólo en breves, preferiblemente. En los periódicos perspectivistas no suele haber nota seca por ninguna parte.
La crónica es el género en el que suelen escribir los corresponsales y enviados especiales: es lo inmediato, lo que recién ha ocurrido. Acá la interpretación se refleja en la manera como el periodista contextualiza la información; la opinión no cabe en este género. El autor tiene unos derechos sobre la crónica que no tiene sobre la nota seca, pues ha obtenido la información de forma parcialmente directa.
De la crónica se desprenden dos subgéneros: el análisis y el perfil.
El análisis es el subgénero de “el día después”. Si la crónica es la información con un poco de interpretación para dar a conocer lo ocurrido, el análisis da por sentado que la noticia se conoce y sólo aporta la información justa para basar la interpretación. El análisis se construye sobre argumentos y no sobre opiniones.
El perfil es una aproximación intelectual a un personaje. Es un subgénero que tampoco admite la opinión: el autor cuenta cómo es alguien, pero no opina si ese alguien le gusta o no. Para construir un perfil, el periodista utiliza algunos elementos de la vida de su personaje. Este subgénero no debe confundirse con la biografía, que es la cronología de un personaje.
El reportaje es vida: quien escribe se convierte en la fuente, es el periodista haciendo interpretación directa. En los reportajes de escenario, el autor interpreta las cosas como las ha visto: hay hechos físicos, lugares, personas. En los reportajes virtuales, en cambio, el autor reconstruye una escena desde el lugar donde ocurrió.
La entrevista es un subgénero que se desprende del reportaje. Es interpretativa, porque hay que buscarla: está escondida en un orden caprichoso en ese paquete sonoro de 45 minutos de diálogo con el entrevistado. Las entrevistas pregunta-respuesta de alguna envergadura nunca han ocurrido, son una “ficción veraz”, pues en una conversación fluida casi nunca coincide la pregunta con la respuesta. Es mucho más realista presentar una entrevista romanceada.
Algunas máximas
-El periodismo es subjetivo por definición. Existe, sin embargo, la honradez, el juego justo.
-El periodista sólo existe en lo que publica y lo que publica no trata del periodista. El periodista se diluye en su trabajo y su trabajo es el otro.
-Un defecto común es no distinguir el momento de conseguir la información y el momento de escribirla. Hay que meterse en la noticia para reportear (no se reportea por teléfono ni leyendo teletipos) y salirse de ella para escribirla. Has de poder leerte a ti mismo como si fueras otra persona. El periodista está para contar más de lo que se ve a primera vista.
-Cualquier cosa que nos permita meter a nuestro país en una información internacional hay que aprovecharla.
-Una información tendrá éxito si en ella habitan alguna de las tres “D”: dinero, drama o diversión.
- Con los años he llegado a la conclusión de que prefiero tocar menos cosas y con más profundidad que ir floreando el reportaje con un poquito de cada cosa. Los artículos tienen que ser unitarios y completos, que toquemos un tema y que esté todo.
-Cada palabra de una pieza periodística debe transportar significado para el lector.
Preguntas y respuestas
¿Cómo convencer a los dueños de que inviertan en secciones internacionales?
No sé cómo convencerlos, pero sí recuerdo respuestas que me han dado directores de medios mexicanos sobre por qué México no tiene un gran periódico internacional, un periódico que explique México al mundo y el mundo a México. La respuesta, muy a la defensiva, es que es una información muy cara, que el público no la pide, que a la gente no le interesa. Puede que sí, puede que no, pero si no has tenido nunca una ración de internacional diaria, no puedes saber si interesa o no. Si el público no está expuesto de una forma sistemática a esa información, no hay manera de saber si hay un público o no para este tipo de información; que es cara, por supuesto.
Otra respuesta más ingeniosa, es que solamente las naciones ex imperiales son las que necesitan prensa internacional: Inglaterra, Francia y España. Lo cual falso no es, porque un gran periódico como es La República de Roma, da mucha menos informaciones internacionales de la que da El País o Le Monde.
La prensa alemana se ocupa fundamentalmente de Moscú. Cuatro o cinco diarios españoles, sin entrar a juzgar la calidad, dan bastante más información internacional de la que dan los periódicos alemanes o italianos.
Hay otro dato que parece corroborar un poco eso: la agencia EFE es la cuarta agencia del mundo y España no es el cuarto país del mundo, por supuesto. Es la cuarta con arreglo a puntos de vista objetivos: número de periodistas, millones de palabras transmitidas diariamente, puntos de apoyo en el globo terráqueo, donde hay una oficina de EFE.
¿Es rentable mantener una sección de internacional?
Sólo hay una forma de demostrar que es rentable: dar tiempo, un año como mínimo. Hablemos de la publicidad que atrae esto dentro de dos años. Hay formas de rentabilidad que no son exclusivamente económicas: el prestigio, proyección mundial.
Existen muchos periódicos, pero ¿cuánta gente los lee hoy en día?
Todo eso es cierto, pero si no se empieza a hacer información internacional como es debido nunca sabrás si esa información internacional puede llegar a tener un eco o no.
Los lectores no siempre se cuentan, a veces se pesan.
¿Qué diferencias distingue entre interpretación, intención o interés en la información?
Yo hago una distinción escolástica entre interpretación y opinión. La interpretación es por qué pasan las cosas que pasan: los “por qué”, desprovistos de aspecto moral o político: con prudencia, con modestia, con tranquilidad, sosteniendo esas interpretaciones en el texto. Si el texto no sustenta la interpretación, en vez de una interpretación es una idiotez. La interpretación son los “por qué” desprovistos de aspecto moral o político. No estamos juzgando. La opinión es preferir cosas. La interpretación explica pero no prefiere, no opta por nada, no hace esa grosería de decirle al lector qué hacer o qué es lo que le conviene. Para eso están los editoriales. Hay sitio para todo en un periódico. La opinión, en cambio, no sólo es explicar las cosas sino además decir lo que está bien o mal.
¿Hay una regla sobre el uso de palabras extranjeras en las secciones de internacional?
Se escribe en la lengua del país y no en la lengua de la Real Academia, con un respeto al canon. Sin el canon, el español desaparecería en 50 años. Hay cosas que no debemos aceptar de ninguna manera. Cuando inventamos a partir de nuestro genio natural de la lengua castellana, todo vale. Si Colombia dice mamar gallo en lugar de tomar el pelo, vale. Ahora bien, tomar palabras de otras lenguas, traducirlas mal, comprenderlas mal y emplearlas peor es inaceptable. No podemos consentir quedarnos sin este instrumento de conocimiento y de ganarnos la vida, que es el idioma. Me parece que estamos de acuerdo en que nos interesa mantener ese bien preciado que nos sirve a todos para algo. Eso sí: no defiendo los coloquialismos para nada. Se escribe sencillo, pero culto. Rápido, concreto, correcto.
¿Es correcto emplear el término ‘terrorismo islámico’?
Alguien dice islámico, que vergüenza, lo menos que hay que poner es islamista y no me entusiasma mucho porque un islamista es un señor militante de una de las tres grandes religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islamismo) que no tiene por qué querer matar a nadie. El fenómeno terrorismo es específico.