En un interesante ejercicio de reflexión y análisis sobre el cubrimiento de la información que se genera en los puertos, el director editorial del diario El Economista de México, Luis Miguel González, exhortó al grupo de reporteros participantes en el taller virtual ‘Viaje al interior de un puerto’ a preguntarse cómo hacer del periodismo que cubre temas económicos un asunto menos árido y más atractivo para los lectores, oyentes y televidentes.
Para González, todo periodista debe asumir, como un hecho inherente al oficio, que los intereses de las audiencias son parte primordial de las historias que se narran en los medios.
En ese sentido, es urgente hacer un periodismo económico veraz, entretenido y, sobre todo, de utilidad práctica. Para ello, el rigor investigativo y la versatilidad narrativa habrán de constituirse en dos herramientas fundamentales.
Es preciso, entonces, pensar en los públicos para indagar sobre lo que a ellos les interesa.
Con estas premisas se desarrolló el taller virtual en jornadas dinamizadas por la conversación abierta, la exposición de casos y el compartir de preguntas, sugerencias y recomendaciones alrededor de los desafíos que se plantea hoy el periodismo económico.
El taller contó con la participación de 20 periodistas de igual número de medios impresos, radiales, televisivos y de portales web latinoamericanos, quienes tuvieron la posibilidad de aclarar inquietudes frente al cubrimiento de asuntos portuarios y aprender de la experiencia profesional del maestro González reporteando temas económicos.
¿Y a mí qué?, la nueva pregunta
Según González, en ese esfuerzo por hacer periodismo de utilidad práctica, la nueva pregunta la hace el lector, y es ¿y a mí qué?
Dado el vértigo de la actividad periodística, forzado por los avances tecnológicos y la innegable vigencia de los medios virtuales, a las preguntas habituales que se han venido enseñando en todas las escuelas y facultades de periodismo del mundo (¿qué?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo? y ¿por qué?) hay que añadir esta inquietud, porque hoy cuándo una persona lee una noticia le pregunta al texto ¿por qué a mí debería interesarme este tema?
“Pensar en responder esta pregunta podría facilitarnos la tarea de conectar con nuestros lectores, oyentes o televidentes”, afirma González, quien advierte un fracaso relativo de algunos medios en el acercamiento con las audiencias y con sus intereses.
Si hay seguridad de que la historia importa, vale la pena hacer una pausa para tratarla diferente y volverla atractiva, mediante el uso de un personaje distinto, o el abordaje de una parte no contada, o la ilustración profusa de detalles poco conocidos.
Para el maestro de la Fundación Gabo, el buen periodista debe activar todos los sentidos para hacer su trabajo con los ojos abiertos, los oídos atentos, el olfato despierto, el tacto alerta y el gusto dispuesto; “porque en una buena historia el periodista dice cómo se ven las cosas, a qué huelen y saben, cuál es su textura y cómo suenan. Los detalles lo son todo”.
Conectar con la audiencia significa entender qué le interesa y cómo hay que transmitirle los temas, y ello implica responder la pregunta que nos hace: ¿y a mí qué?
Solo así –explica– el periodismo estará cercano a hacer un ejercicio de utilidad práctica, que le permita a la gente tomar decisiones a partir de lo que lee, ve o escucha en las informaciones de los medios.
El contexto
Se sabe que siempre habrá noticia cuando hay algo nuevo, cuando se aprecia alguna tensión o conflicto, si emerge un personaje interesante o si hay un dato o una estadística reveladoras, pero no se puede hacer buen periodismo sin contexto.
Todo periodismo especializado supone una lucha constante consistente en derribar la creencia según la cual basta con una estadística para construir una noticia. El dato vale solo en la medida en que se pone en contexto. “Estamos hablando de personas a las que ese número representa”. En todo caso, son relevantes las historias de alrededor.
En efecto, detrás de cada cifra hay una, varias o muchas historias humanas. De alguna manera, los números representan o encapsulan estados de ánimo. Por ejemplo, una empresa o un sector que crece está optimista; mientras que una organización que está decreciendo muestra preocupación, ansiedad, mal humor, confusión, desorden, y es labor del periodista reflejar eso en sus historias.
Los números son buenos, pero el periodista no puede conformarse con la ilusión de que, como representan una cifra exacta, ya todo está dicho. Detrás de cada número está la historia que hay que contar.
El futuro
Otra invitación que hace González es la de hacer periodismo sobre el futuro de los hechos, las cosas, los personajes, las empresas, los sectores económicos y los países.
El periodista de hoy no puede anclarse en cubrir solo lo que ocurrió ayer o lo que sucede hoy. Se puede contar en perspectiva la economía de los próximos años. Pero, ¿cómo hacerlo?
Se necesitan dos lentes para ver el futuro. Uno, para enfocarse en la vigencia que los hechos de hoy tendrán en años venideros y, el otro, más de largo plazo, para imaginar cómo serán las cosas cuando uno o más elementos claves se transformen o desaparezcan.
Pensar en el futuro como eje del trabajo de investigación periodística le permite al reportero ampliar su arsenal de preguntas y ensanchar el horizonte de análisis sobre la industria, el sector o la empresa que cubre.
La clave en la cobertura del futuro está en la gente; es decir, aquellos actores poco visibilizados, como los trabajadores, los proveedores, los usuarios, las comunidades y los consumidores finales.
Es necesario vincular imperativos humanos y sociales, preguntando por la gente, por temas como la generación de empleo, las profesiones más contratadas, los perfiles que dejaron de ser necesarios, la equidad de género en procesos de selección y reclutamiento, la formación del personal y los programas de bienestar.
El periodista está llamado a pasar del asombro o la curiosidad respecto de los avances de la tecnología a las preguntas sobre ¿a quién le sirve? o ¿cómo la está usando la gente, los gobiernos y las empresas?
Ni adivinos ni futurólogos
Ahora bien, en el cubrimiento del futuro el periodista no puede fungir como adivino ni permitirles a sus fuentes hacer futurología sin fundamento.
Para ello, en la cobertura del futuro el periodista debe ser incesante en confrontar los planes con la realidad. “Siempre hay periodismo cuando se contrastan prejuicios, informaciones previas o proyecciones con la verdad”.
Una de las grandes asignaturas pendientes del periodismo regional está, precisamente, en contar el futuro desde América Latina.
De este lado del mundo, dar contexto y contar el futuro permiten construir un relato de América Latina para acabar con los prejuicios y ayudar a entender cómo son las cosas, cómo pueden ser, pero, sobre todo, cómo pueden mejorar.
Hacer sencillo lo complejo
Hay que esforzarse para que el asunto que se investigue tome relevancia y por ello es necesario traducir los temas complejos para hacerlos entendibles.
Uno de los retos del periodismo de hoy está en desdoblar o hacer sencillos los conceptos. Un periodista debe hacer preguntas que generen respuestas más allá de los temas básicos o primarios, para hacer evidente que el tema inicial es un pretexto para hablar de otros asuntos.
Un error que comúnmente se comete en periodismo económico es creer que entre más impersonal se escribe se es más riguroso y objetivo.
“El buen periodismo económico refleja las preocupaciones del periodista como persona. En general, es necesaria una especie de introspección sobre quiénes somos y qué realmente nos interesa”.
Preguntar, preguntar y preguntar
A la fuente hay que preguntarle y volverle a preguntar hasta entender bien su respuesta, porque muchas veces se transmiten informaciones que el reportero no ha terminado de procesar. “Nos da pena preguntar porque nos da pena parecer ignorantes”, afirma Luis Miguel González, y recuerda la sentencia de Gabriel García Márquez según la cual “la mejor arma del periodista es su ignorancia”.
Ciertamente, tener claro lo que ignora le permite al periodista hacer mejores preguntas. El trabajo del periodista no es pretender demostrar que es erudito en economía y finanzas, sino servir a las audiencias y en ese sentido se entiende el oficio como una actividad de interés público.
Un periodista representa al medio para el que trabaja, pero, sobre todo, representa al público que lo lee y debe preguntar en nombre de ellos.
Muchas veces, a los lectores no les interesa lo que escriben los periodistas económicos porque de alguna manera se sienten traicionados, porque el reportero no indaga sobre lo que a ellos les interesa, no hacemos las preguntas que ellos harían.
La calidad
Según el director editorial del diario mexicano El Economista, esta situación con frecuencia tiene que ver con la falta de autocrítica en los medios sobre la calidad del trabajo periodístico.
Los medios son necesarios, pero son mortales. En este punto, lo relevante es ser reconocido por la calidad del trabajo. Todos los periodistas tienen por lo menos una oportunidad de participar en el banquete informativo y hay que aprovecharla.
“Tenemos un penalti a favor y no podemos fallar. Un medio que aspire a ser tenido en cuenta o tomado en serio tiene que hacer su trabajo con calidad. El respeto se gana desde el trabajo bien hecho”, sugiere González, quien define el periodismo de calidad con las palabras originalidad, apego a la verdad y capacidad de hacer historias que atraigan.
Ni falsos ni aburridos
En esa misma línea, advierte que el periodismo económico no puede darse el lujo de cometer dos pecados profesionalmente mortales: ser mentiroso y ser aburrido. “En su esfuerzo diario por conectar con el público, un reportero no puede hacer ni lo uno ni lo otro”, precisa.
Ante las tensiones generadas por fenómenos como la posverdad y las noticias falsas, mentir se ha convertido hoy en un desafío profesional exacerbado.
Desde que el oficio existe hay una batalla entre el periodismo objetivo y un periodismo que no merece el nombre, el que miente. De manera que buscar la verdad es la esencia de la labor de un buen periodista.
En torno al riesgo de ser aburrido, comenta que el periodismo económico padece una especie de envidia frente a otras especializaciones. Es más proclive a resultar aburrido un artículo de temas económicos que uno de deportes, espectáculo, política, judiciales o cultura.
Es claro que si, por ejemplo, se escribe algo –lo que sea– acerca de Lionel Messi habrá más likes o más lectores que si se aborda un asunto de inflación, impuestos, aduanas o puertos. Del mismo modo, si se trata algún escándalo de farándula el éxito editorial, y de paso comercial, es casi seguro; lo que no es muy frecuente con temas económicos o financieros.
Periodismo de utilidad
La economía tiene algo muy bueno y es que aborda temas que importan a todos. El hecho es que no alcanza con tratar un asunto importante; es necesario hacerlo atractivo y despertar interés.
En buena medida, el gran reto del periodismo económico es generar el interés de un público más amplio. El desafío está en acercar a personas que con frecuencia sienten el impacto de la economía, pero no tienen manera de procesar todo lo que le sucede desde lo económico.
Se trata de ponerles rostro humano a los temas económicos, financieros, de negocios, comerciales, aduaneros o portuarios, a través de historias en las que la gente se vea reflejada.
González cita a Robert J. Shiller, Premio Nobel de Economía en 2013, quien en su obra Economía Narrativa expresa que un hecho económico en sí mismo no es lo importante, sino la manera como la gente lo recuerda y lo cuenta.
Entonces, es menester preguntarse ¿qué capacidad tiene un periodista para convertir lo que narra en tema de conversación?
No se vale presumir
Es un error común pensar que los efectos de una situación específica resultan iguales para todos los actores.
En ese orden, el análisis del periodista debe ir más allá de la presunción y, para tal fin, habrá de consultar todas las fuentes posibles, porque muchas veces lo que parece obvio termina mostrando realidades sorpresivas.
El periodista tiene permiso para hacer hipótesis y preguntar lo que quiera, lo que no puede hacer es dejar de preguntar por presumir que ya sabe las respuestas.
Los mandamientos del taller
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No mentir.
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No ser aburrido.
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Preguntar y volver a preguntar hasta que entienda el tema.
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Hacer preguntas que generen respuestas más allá de los temas primarios.
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Esforzarse por que el tema que investigues tome relevancia.
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Evitar enaltecer a la fuente. Preguntar hasta lo que parece obvio.
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Personalizar la información. Dar nombre y rostro a sus fuentes.
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Traducir los temas complejos para hacerlos entendibles.
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Hacer periodismo sobre el futuro de los hechos. Pensar y preguntar en perspectiva.
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En el cubrimiento del futuro, no actuar como adivino ni hacer eco de futurología sin fundamento.
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Pensar siempre que detrás de cada número está una historia que hay que contar.
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Planificar el trabajo periodístico desde lo temático hasta lo logístico.
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Negociar con jefes o editores las condiciones de realización de su trabajo para que a la hora de ejecutarlo no haya frustraciones. Con frecuencia la falta de apoyo del medio al periodista tiene que ver con la falta de claridad en el planteamiento y la planeación del trabajo.
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En la preparación del trabajo, lo primero es entender la temática.
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Hacer un listado de posibles temas secundarios.
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Hacer un mapa de actores para tener claridad sobre quiénes pueden ser fuentes primarias y secundarias.
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Un mapa de actores permite proyectar cuánto tiempo demanda el trabajo.
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Esforzarse por tener historias completas y contextualizadas.
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Precisar cómo un fenómeno global afecta a la realidad local, entendiendo lo local desde lo barrial hasta lo nacional.
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Combinar información cuantitativa con datos cualitativos, porque siempre se requerirá convertir las estadísticas en historias.
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Hacer comparaciones. Las comparaciones permiten encontrar similitudes y diferencias y eso suministra más material para hacer buen periodismo.
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Confrontar los planes, los prejuicios y las proyecciones con la realidad.
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Pasar del asombro o de la curiosidad a las preguntas ¿a quién le sirve? o ¿cómo lo están usando?
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Pensar que las características culturales de cada territorio influyen en el uso y aplicación de los desarrollos tecnológicos.
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Escudriñar sobre cómo afecta una misma situación a cada uno de los actores.
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No presumir que ya sabe o que ya tiene las respuestas suficientes.
Sobre el maestro
Luis Miguel González es director editorial del Diario El Economista de México desde 2009. Licenciado en Economía de la Universidad de Guadalajara, estudió el Máster de Periodismo del Periódico El País en la Universidad Autónoma de Madrid e hizo una especialización en Periodismo Económico en la Universidad de Columbia, New York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del Diario Público de Guadalajara, y ha trabajado en los diarios Siglo XXI y Milenio.
Sobre el taller
Este taller virtual fue organizado por la Fundación Gabo con el auspicio del Grupo Puerto de Cartagena. Participaron 20 periodistas de medios impresos, radiales, televisivos y de portales web de Colombia, Brasil, Argentina, México y Chile, quienes cubren temas relacionados con la actividad portuaria en sus respectivos países. Fueron cuatro sesiones los días 14, 16, 21 y 23 de septiembre de 2021. En cada sesión, funcionarios del Grupo Puerto de Cartagena interactúan con los periodistas participantes para ilustrar sobre la dinámica de la actividad portuaria.