Hablar de la liberación sexual femenina pareciera un tema alejado del periodismo de nuestro tiempo. Entrar a un aula en la que se hable de orgasmos, masturbación y derechos reproductivos para explicar las narrativas del feminismo a menudo forman parte de una sesión de activismo. ¿Qué pasa cuando ambas corrientes –periodismo y activismo– se unen y además son capaces de generar textos diversos, positivos, gozosos? El taller ‘Narraciones del goce’ que impartió Luciana Peker el sábado 1º de julio, durante la segunda jornada del Festival Gabo 2023 incluyó hasta videos de reguetón: todo es posible para narrar ese placer que viene después del dolor y que, muy bien investigado, puede generar historias que hagan pensar sobre la evolución del papel de la mujer y las diversidades en la sociedad, incluso desde una perspectiva interseccional, que siga aportando miradas sobre cómo experimentar el mundo.
La idea básica de ‘Narraciones del goce’ es entender el goce como un goce social, un goce de las oprimidas y los oprimidos, un goce para los que estamos condenados a sufrir, un goce que antes no podía existir. “Si vos tenés una Ley de Matrimonio Igualitario y antes no te podías casar y ahora podés hacer una fiesta, vos estás narrando un goce de una transformación social histórica y que además en América Latina, y ahora en España que creemos con más derechos, sigue en tensión política”. Así abre Peker el debate, haciendo alusión a que las mujeres han sido rígidas precisamente porque la violencia sexual había estado aceptada y estaba vetado tener sexo. “Y cuando se empieza a frenar esa violencia y a hablar de que el clítoris existe y el placer femenino existe empieza a poder existir un discurso del disfrute. Y es fundamental. ¿Por qué les hablo de la lucha contra la violencia y de la narrativa del goce? Porque para mí básicamente la narrativa del goce no es solo lo que hemos visto en revistas para hombres, sino cómo reaccionamos a esta liberación”.
El goce está entonces en disputa. Unos creen que está retrocediendo y otros que lo están haciendo retroceder. Pero en él subsisten un montón de culturas y de replanteamientos, como en la política que tiene diversidad de discursos progresistas marginales y mientras tanto los discursos reaccionarios buscan apropiarse del sentido común. “A mí me gusta el sentido común, disputar la cultura popular, disputar la masividad, e intento apelar a la claridad frente a eso. Yo no juzgo nada y el goce es, en un sentido amplio, lo que cada cual quiera interpretar y tomar, pero básicamente como condición histórica el goce es la posibilidad de disfrutar para quienes estamos condenados, condenadas, a perecer”.
Esto es fundamental: muchas mujeres fueron educadas para ser sumisas. Condenadas a aceptar un sexo que no les gustaba, o –incluso sin violación o violencia– a no pedir o buscar el sexo que sí les gustara; a tener una pareja obligatoriamente, a no poder buscar su autosatisfacción. Las personas trans siempre pudieron verse en el espejo y no podían ser quienes querían, no podían hablar de sus cuerpos y debían decir cosas que encajaran en una ideología conservadora sin tocar temas como el amor o el desamor, o que una mujer feminista pudiera decir que sí se quería y tener hijos. Todos esos mundos son los que se han abierto a un disfrute.
Hay derechos en sí mismos que son también categorías de derechos políticos. Creeríamos que los periodistas solo escriben para salvar vidas, pero hay un ejemplo contradictorio en el derecho al aborto legal, seguro y gratuito: no es para salvar vidas; es para ejercer ese derecho en sí mismo. Peker lo explica bien: “En los últimos 25 años he contado muchísimo las muertes en la clandestinidad del aborto y por qué es un derecho sanitario. He contado también por qué es el derecho definitivo al goce: en este caso hay una diferencia fundamental cuando una mujer y un hombre van a la cama. Ella puede morir y él no. Por eso es el gran derecho a la ciudadanía: es el derecho que cambia a una sociedad que pasa a creer que todo puede ser transformable”.
Esa transformación, continúa Peker, no se termina en la cama o un derecho para las mujeres, sino en la posibilidad de transformar. Ella está convencida que se pueden transformar posiciones vitales a través del placer y de contar su disfrute, incluso desde la mirada del sufrimiento o la revancha machista que toma la violencia directa, pero que toma otras violencias más sutiles que también generan sufrimiento.
Luciana Peker admite que escribe desde el goce como una forma de lucha, para que no maten a las mujeres; y, cuando las matan, para que haya justicia, memoria, reparación. Para que no parezcan crímenes que pasan como si no pasan nada, para cambiar la idea del crimen pasional por femicidio que no admite la RAE, y que no se usa en otros países de América Latina, pero que está admitida como término en el Observatorio de la Corte Federal y en la Corte Suprema de Argentina. “Somos periodistas que le hemos peleado al Diccionario de la Real Academia Española y hemos logrado que en un referente como Francia se hable de femicidio. Sin embargo, en América Latina hemos construido un lenguaje que superó al lenguaje europeo. Eso es un mérito en nuestras narrativas y un mérito en las periodistas que hemos dado esa batalla”, inspira la maestra.
Algunas precisiones sobre el goce:
- El placer está estereotipado con relación al género, pero también está ligado a estratos más altos que incitan al consumo. Por eso el placer es un derecho político.
- Los periodistas que por años han descrito el feminicidio como “crimen pasional” están sustrayendo de la ecuación a la pasión como algo positivo donde está el goce. Las mujeres no quieren que las maten a causa de la pasión, ni que la pasión se asocie como un sinónimo de muerte. Defendamos la pasión.
- El goce puede ser escogido como un camino personal que no está ligado a la imposición. Por eso, el camino del goce es que las mujeres sobrevivan. Y esa es la gran victoria.
- La naturaleza del ser humano no quiere decir que todo tenga que estar ligado al sexo, sino a qué es lo que se disfruta, se aprende, se maravilla. Quizá no contar como víctimas a las personas sino contar su disfrute.
Los ejemplos audiovisuales mostrados a continuación fueron útiles durante el taller para explicar el goce femenino y diverso en sus múltiples expresiones, sin importar si eran película, novela, videoclip musical o comercial publicitario. Las narraciones del goce están en entender cuáles son las cosas que se disfrutan, dónde están los límites y quiénes lo protagonizan.
“La mujer y el pescador” – Erika Lust
Los videos eróticos de Erika Lust muestran cosas que siempre se mantuvieron oprimidas para las mujeres. Es parte de una respuesta a la reacción machista y conservadora que se les ha dicho a las mujeres: el sexo es como yo quiero o no vas a tener sexo o que, si quieres cambiar las reglas del amor para que no haya violencia, te vas a quedar sin amor. Pasar del castigo en el amor y el sexo al castigo para no tener amor y sexo. Luchar contra la violencia no es luchar contra las fantasías y eso es muy importante.
Power Stay – Comercial de Avon
Este comercial nos pone a pensar en qué es todo lo bueno que quisiéramos que durara más: las amigas, un viaje, un beso, un trozo de pizza. Es una campaña que pasa de denunciar la violencia o producir mucha angustia, a proponer una visual que pueda generar diversidad y que acompañe un movimiento social que también cuenta los cambios positivos frente a quienes quieren arruinar o contaminar la sociedad con discursos reactivos y violentos. Este video atiende a ciertos estereotipos de diversidad, incluso en la comida. No solo nos han dicho que no podemos comer, sino que tengamos determinado tipo de cuerpo y al cerrar la boca, la cerramos para casi todo lo demás. Pero también rescata el universo de las amigas como una reivindicación fuerte de que la amistad es el nuevo amor. “Brigitte Vasallo es una escritora española que rompe con la idea de la monogamia. Lo que ella dice es que el amor libre no es solamente tener muchas parejas, sino que la única jerarquía amorosa no sea en primer lugar la pareja sino otros vínculos sociales como las amistades, los vecinos y la comunidad”, dice Peker.
“Downtown” – Anitta & J Balvin
Hay una serie de canciones del mundo del reggaetón que resultaron de interés en el momento del auge del feminismo frente a las letras hipermachistas que ahora quieren hacer retroceder. Pero hay unos discursos que tomaron la interpelación de la sexualidad con base en lo masculino y la pornografía mainstream que dice que las mujeres deben hacerles sexo oral a los hombres. Anitta, básicamente, habla de sexo oral femenino en su video, aunque es un tema tabú. En el videoclip de “Downtown”, Anitta muestra el placer como símbolo del mercado, de la riqueza, del lujo, pero la diferencia política está en que antes el placer sexual solo estaba disponible para quienes podían pagarlo. Anitta está democratizando ese derecho, poniendo el goce como derecho político y para todas las clases sociales.
Es lo mismo que ir a la playa, porque el goce no está en ir al mar: está en tener algo que los otros no tienen. Y sexualmente también pasa eso, porque si no disfrutas, no te conmueve.
El placer borrado – Catherine Malabou: “El clítoris es una piedra minúscula, alojado en secreto en el gran zapato del imaginario sexual”
El todo o nada del goce femenino es poder hablar de algo que hasta ahora estaba borrado, negado, tanto como el cambio climático. El placer es el camino para que podamos vivir una vida sexual liberada, lo cual les permite a las mujeres y diversidades poder decidir, luchar por sus derechos y ampliar la demanda: si se puede vivir con goce se puede armar una conversación para no que las mujeres no se encierren a hablar entre ellas mismas. La frustración, en cambio, con la idea de vivir en el pasado, las lleva a vivir “como antes”: sin ningún derecho, donde incluso el goce entre mujeres era de los más olvidados.
“La respuesta” – Becky G & Maluma
Este es un video que habla sobre el “no es no”, a pesar de que lo que diga Maluma sea lo que en verdad sucede: Si estás buscándote algún hombre que no joda / Eso no existe, te vas a quedar sola. Esa es la gran amenaza machista que escaló a la violencia sexual también. Este tema habla de algo esencial: si cambian las reglas sociales de lo que es el amor y el sexo, tiene que haber una conversación sobre cómo se cambian. Entonces soñemos: tú qué quieres, yo qué puedo, tú que sueñas, cómo podemos hacerlo. ¡Hablemos! Eso lo vemos como una grieta en toda América Latina, en las brechas de género. Es muy difícil ver la negociación y la llegada de acuerdos en este tema y eso es uno de los planteamientos más interesantes de estas canciones.
“Izquierda trans” – Camila Sosa Villada: “Te miraba y te miraba, pero estabas tan ocupado pensando en el capitalismo y el anticapitalismo, que nunca notaste que tan cerca alguien hacía una pequeña revolución: quererte”.
Es una frase hermosa, pero también hay interpelaciones de los sectores de izquierda. Cuando hablamos de goce, no hablamos solo de sexo, sino de amor, de cariño, de afectividad. ¿Las mujeres que se plantean liberación solo quieren sexo y no se merecen, no quieren, no pueden pedir cariño, afectividad, otro tipo de sentimientos?
“Cazzualidades” – Christian Nodal & Cazzu
Las mujeres que dicen en voz alta que les gusta el sexo pareciera que se refieren a la penetración. Pero en este video Cazzu nos dice que la misma persona que te decía que quería tener sexo hoy puede ser protagonista de un video súper romántico no violento, que tiene que ver con ideas fuertes de maternidad. Esto es reinventar el amor sin pensar que tienen que ser ideas estereotipadas de lo que es el femenino.
María del Mar Ramón escribió en Coger y comer sin culpa: El placer es feminista sus historias de bulimia, el acoso de los compañeros en el bar. Cuando las mujeres hablan del placer, hablan de una pelea por el placer, de todas las historias que querían apropiarse de su placer. Ahí hay una posición provocadora incluso en las fotos sexis, en los desnudos, en las historias que pueden ser condenadas en la pose, el ángulo, el gesto que definiera para parecer sexy, el deseo, la forma del cuerpo. Hay un cuerpo que se formatea cuando una tía le dice a su sobrina que no comas, cuando el compañero agarra a la mujer en el baño, porque es su propio cuerpo. Y es entonces cuando aparecen una nube de interpelaciones que son nómadas, que van cambiando de territorio, de época, pero que van creciendo con las mujeres y hacen que pueda pensar otra cosa dentro de dos meses o en un año.
Las telenovelas colombianas han tenido una narrativa política muy interesante, incluso en su torpeza artística. En esta escena se deja ver cómo lo cliché resume la violencia que ha atravesado Colombia por tantos años –y que no se resuelven con una botellita de aceite– pero tiene una intención sobre cómo hablar de la sexualidad de las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual a manos del Conflicto Armado, que es también la historia de las violaciones en los Centros Clandestinos de Detención de la dictadura en Argentina, y la de un continente donde la violencia sexual es parte de la conformación política y estructural de los países.
Esta es una escena para que las víctimas puedan trabajar y puedan desear. Nunca es único el camino de la reparación, pero si escribimos y hablamos de esta idea del goce de las oprimidas, es para hacernos felices en esa búsqueda. Hay una idea de seducción en la escucha, en la mirada, en la sonrisa. Es un intento que toma en cuenta la violencia sexual, la rigidez que viene de una historia anterior. Antes la gente se casaba sin tener una conversación y ahora esta novela, que es reflejo del imaginario de un país, se preocupa en una escena por cómo plantear las formas del goce teniendo en cuenta la pasión en el propio tiempo.
Tengo miedo torero – Pedro Lemebel: “La arena estaba tibiecita y no sé por qué mi vecino empezó a moverse como si estuviera culeando y me decía: ‘¡Qué rico!’. Hacelo tú también”.
Lemebel cuenta mucho su relación homosexual con un militante comunista en la época del intento de derrocamiento de la dictadura en Chile. Es interesante ver la tensión política y sexual que se expone, la relación de los autoritarismos versus la relación entre personas que podían ser pares en relaciones ideológicas, en su lenguaje poético que también cuenta la historia de la complejidad latinoamericana en la que los gays y los trans tenían que estar clausurados.
Una película que habla del orgullo afro, pero también ¿qué pasa si queremos alisar nuestro pelo y si un varón es el que lo quiere hacer? Ahí es donde entran en conflicto no solo la derecha autoritaria, sino la izquierda autoritaria. Esta película habla del costo de la diversidad sexual, de los estereotipos, de la represión de gobiernos que supuestamente eran populares, pero no lo fueron o no lo son en este momento en Venezuela.
El pelo es una cuestión de orgullo y salir de los estereotipos de belleza es parte de ese orgullo. Hay un racismo todavía mayor con el pelo que con la piel, aunque son creencias que no tienen mucha eficacia. Esto es parte de la identidad y del deseo que tiene derecho a expresarse en donde esté.
Ese deseo forma parte de las mujeres que quieren contar algo. La belleza puede ser algo que nos esclaviza a pesar de que sea una contradicción porque pensamos que nos hace bien. Hay mandatos que aceptamos y que alguna vez nos hicieron mal, pero podemos repensar todo el tiempo. El deseo de ser mujer puede ser posible.
La posibilidad de las relaciones lésbicas y que haya deseo en algo que para el sexo mainstream no existe como son las uñas, las manos, lo que no es genitalidad obvia, una caricia, el tacto. Podemos leer explotación laboral o química, o que las mujeres tienen que ir a hacerse las manos a la peluquería. Siempre hay muchas lecturas. Pero en esa caricia en las manos, aunque no se consuma una relación sexual, esa pequeña conversación en la peluquería y en ese momento de tacto mínimo también hay goce.
“Bellacoso” – Residente & Bad Bunny
Este es el resumen de ‘Narraciones del goce’, un himno de lo que queremos: que haya perreo, pero sin acoso.
Recomendaciones sobre la escritura del goce
En la segunda parte del taller, Luciana Peker les pidió a los participantes que escribieran no más de 10 líneas sobre aquello que les producía goce con base en el contenido que ya habíamos compartido. Eran alrededor de 40 personas en el salón y, una a una, leyeron sus textos con recomendaciones de la maestra no solo para mejorarlos, sino para profundizar en las metáforas que ese goce les producía a sus autores. En la siguiente lista verán una serie de recomendaciones generales que Peker hizo para escribir mejor las narraciones del goce, agrupadas por temas de acuerdo a los enfoques que se discutieron en el taller, no siendo los únicos que pueden abordarse:
- Ser innovadores con el abordaje de los temas que queremos tocar al hablar de nuestro goce es también cuidar los personajes que realmente estén “invitados a esta fiesta” cuando describimos una escena.
- Estamos escribiendo para un lector o una lectora que se supone que está cautivo y no lo está. Por lo tanto esta es una primera posibilidad de conversación: que haya un diálogo ya es decir algo en sí mismo.
- Podemos buscar palabras poéticas que generen una efectividad estremecedora, que demuestren creatividad sin una forma de decirlo ostentosamente.
- No poner las cifras, los datos, también es una decisión. En el periodismo creemos que sumar da más valor y en algunos casos lo que puede es sumar prejuicios. Contar la violencia en un país pobre es dejar de contar que esa gente que vive ahí también goza y toma decisiones que le generan placer.
- El goce nunca es universal, y ese es un camino para quién escribe. ¿Cómo contamos de forma más positiva algunas cosas? Se puede practicar hacer textos más positivos, resulta encantador tomar lo mejor de diferentes estilos para darle valor al texto.
- Las narraciones del goce también hacen una especie de literatura de las contradicciones: hay mujeres que escriben queriendo cambiar el mundo sin mostrar cómo lo hacen. Hubo mujeres que desnudaron desigualdades mucho antes de que surgiera el auge feminista y sin embargo buscaron formas de contar cosas que no estaban contadas sobre la desigualdad de los cuerpos, el desamparo de clases, etc. ¿Cómo podemos narrarlo en nuestro tiempo?
- Usar nombres de autores generalmente es algo que hacemos para demostrar que tenemos ideas políticas e intelectuales, pero en un texto de narraciones del goce nos podemos dejar ganar por el otro en cuanto a esto cuando no es una pose, sino que hay un motivo.
- Cuando hablamos de goce es importante que los títulos sean atractivos, que nos llamen, que nos vean bailar. Para que te vean bailar, hay que bailar: En el sexo y en el baile hay que dejarse llevar, hay algo de ser correspondido, de soledad y de la vida que te lleva, de la energía que se transforma junto a los demás. Eso hay que llevarlo a los títulos también.
- Que el movimiento nos dé nuevas formas de narrar que no se detengan en el predictivo. Cuando la gente supone que tenemos determinado punto de vista, ya presupone lo que vamos a decir y lo que vamos a pedir o criticar. Entonces la narración tiene que ser como en el baile: hacer pasos nuevos para que todo no sea tan predecible y podamos conquistar nuevos lugares.
- Proponernos en la escritura el desafío de no irnos por lugares que sean necesariamente comunes.
Y algunas recomendaciones para el abordaje de determinados temas:
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Los derechos. Gran parte de los avances de los neofascismos con respecto a los derechos de género ha sido por ridiculizar todo: la violencia, la agresión en redes, y eso es parte central de quitarnos la posibilidad del goce. El machismo va encontrando formas nuevas que no son tan claras como las de antes, porque seguimos teniendo expresiones más explícitas de violencia sexual como feminicidios, etc. ¿Cómo se siente una mujer que se va de fiesta? ¿Cómo toma su trago? ¿A quién le comparte su viaje de Uber? ¿Cómo sale de ese lugar? Podríamos hacer una nota periodística para contar lo que pasa como una medida de cuidado para disfrutar de la noche colectivamente, con cuidados pensados particularmente para las mujeres jóvenes como una interseccionalidad. Podemos decir muchos derechos políticos, pero en las narraciones del goce ganamos el derecho al cuerpo, a probar, a tener algo cambiante que puede no ser definitivo.
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La soledad. La gente está cada vez más sola y pareciera que siempre nos falta algo porque siempre falta alguien. Según la sociedad, si no tienes una pareja es porque hace falta algo. Pero la soledad también puede ser disfrutada. ¿Qué día de tu vida volverías a repetir? Puedes ir todos los días a un lugar o ir al lugar que te guste. Esos son lugares que nos anclan, que nos dan raíces, que te da tiempo y reflexión contigo mismo. No se trata de polarizar en todo, sino de disfrutar estar solo y disfrutar estar con amigos. Gran parte de lo que sucede ahorita es que estamos hablando solos y criticando a la soledad al mismo tiempo. Pero también podemos disfrutar de la presencialidad después de la pandemia y todas las sensaciones asociadas a ese placer, que muchas veces están conectadas con las nostalgias de la infancia. Eso confronta al poder y lo que se podía hacer antes, porque a veces el poder está reflejado en nuestros padres. ¿De qué sociedad salimos si no nos dejaban jugar lo que queríamos? En un mundo así: la fantasía es parte de imaginar que hay otras vías diferentes y que otras vidas pueden ser posibles. Solemos vivir en un mundo que nos dice: “soy el pasado mejor”.
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La política. El sexo y la política, en general, es una mezcla que se retroalimenta. Sobre todo a las mujeres y diversidades que les interesan estos términos y no están dispuestas a estar con otros que no quieran politizar porque sus intereses están muy ligados al erotismo.
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El amor y el sexo. Las cosquillas que sentimos por algo o alguien son una pequeña posibilidad de un encuentro amoroso-sexual y más con una previa de sexteo que tiene algo de literatura. Hay un riesgo de violencia digital, pero también es la posibilidad casi literaria de que a una mujer que le gusta escribir pueda conocer a alguien escribiendo. La diversidad sexual es superadora en tanto su capacidad de escuchar o de leerse.
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La música. La idea de la musicalidad, de la electricidad, de algo que vibra es una idea que se repite. Lo vibrante tiene que ver con la música, que se remite a la época del colonialismo y la esclavitud, que nos lleva a esa idea de tambores, que vibran casi como un terremoto, en zonas desfavorecidas por su pobreza o como un movimiento geológico.
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El deseo. No hay un deseo, hay muchos, son mutables, no hay “la mejor versión” sino muchas versiones que vas eligiendo. Ideas y deseos mutantes. Las contradicciones y los cambios nos sacan de lo que nos vuelve robots de ideas. Tanto la escritura como el goce son un viaje de tus propias experiencias.
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Las emociones. Hoy despedimos a la gente por redes sociales y eso podría ser mejor que hacer una fiesta. Se puede contar una despedida sin que sea un duelo, respetando a las personas que sufren. ¿Qué significa una corbata que anuda el cuello? La posibilidad de no poder hablar o contar las emociones para los varones, que anudan sus sentimientos. Hablar de desahogo, de ansiedad, es una parte de lo que también nos dejó la pandemia. Entonces que un varón hable es generar una posibilidad de disfrute más allá de los estereotipos del disfrute.
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Valores femeninos. Hay temas de la feminidad no cerrados que nos siguen planteando dilemas a la sociedad sobre nuestros valores actuales, sobre ser mujer, el uso de su tiempo, sobre quienes se tienen que “achicar” para buscar un varón. Una mujer que sabe es una mujer que anda sin que eso le trabe su conocimiento. No solo el conocimiento no es aburrido, sino que te lleva a ese clímax sexual y a la revolcada, que te da vuelta, te cambia el punto de vista.
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Las normas. Podemos evitar que los jóvenes tengan que convivir con un goce que está permitido y que a la vez pareciera impuesto. Perrear es la escenificación de una escena sexual pero también te genera paranoia el contexto en el que lo ejerces y ese miedo permanente te impide el goce. Eso está bien decirlo. Las mujeres no tienen que escribir sobre temas frívolos supuestamente femeninos o serios que parezcan ‘masculinos’. Pueden escribir sobre lugares, sobre lo que se espera de las mujeres, sobre su vitalidad que se sale de esa visión apocalíptica sobre su cuerpo o su vitalidad por encima de la sexualidad. Esa sexualidad que contiene o energiza, que le hace sentirte deseada o deseante, es el deseo de muchas mujeres. El sexo es uno de los pocos momentos en los que no hay celulares y el tiempo pasa a ser propio. Escribir sobre el tiempo como goce.
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El agua. Podemos explorar muy bien cómo gozamos del agua, del derecho al mar, a conocer el mar. Este es un derecho al goce, a reivindicar el agua que se vuelve caricia, el cabello húmedo, la carcajada que es más que una risa. ¿Cuál es el valor del agua en el sentido de todo el disfrute que nos da? ¿Qué te da felicidad del agua? En la posibilidad de hablar de goce y ambiente, mojémonos. Si hablamos de goce, hablamos de llanto: el goce es un placer que viene después del dolor, repetido a lo largo de la historia. No hay que llorar, pero muchas veces lo que logramos y a lo que nos enfrentamos en la vida es llorando, nunca no llorando. Llorar forma parte de lo que hacemos y de quienes somos, sin caer en el estereotipo de la mujer sensible que llora demasiado. El hombre que no contrata o trata con mujeres que lloran es porque no lo sabe manejar. Los hombres pueden aprender a gestionar eso. El llanto es una forma de conversación. Lo compulsivo, la catarsis, la cara roja, los ojos hinchados, la voz quebrada, todo es un universo que cambia. Mojarse con el conocimiento, mojarse con un orgasmo, mojarse con el agua que tenemos que cuidar, mojarse con una emoción que no tenemos que esconder ni de la que avergonzarnos.
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El cuidado colectivo. El goce del triunfo de encontrar una actividad que fue liberadora, y que te hace cuidar al otro. El goce urbano puede estar o no en cuatro paredes, la movilidad, la fiesta coartada por la inseguridad o el acoso. Necesitamos sociedades que nos dejen gozar afuera. Lo positivo de la idea de gozar y luego explayarnos más en las siguientes preguntas. ¿Qué significa la desnudez? ¿Cómo se puede sexualizar sin molestar?
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Los progenitores. ¿Qué quiere decir una madre gozosa? Que te diga que explores, que tengas sexo, que uses todo para lograr tu objetivo, que tengas en tus ojos mucha vitalidad.
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El baile. La fiesta es la deconstrucción de la danza, es la improvisación coreográfica, pero también es parte de sacar lo que nos hizo mal, que no es echarle la culpa a los demás, pero sí es todo lo que nos han dicho: no puedes tener sexo si eres mujer, te van a delatar tus ojos. La deconstrucción es importante para sacar los armazones que no nos permiten ser. Queremos protegernos del único lugar de ser vistas y ser deseadas. Ahora que no hay un único lugar, podemos reivindicar el ser vistas y ser deseadas sin miedo a ser un objeto porque es una decisión personal y porque tenemos otras posibilidades.
- Los estereotipos. A veces las mujeres más castigadas son las que parecen más aceptadas para la belleza externa, pero para ellas poder mirarse al espejo es un enorme desafío. Por eso viene el goce, porque mirarse al espejo es un desafío con dolor. Nunca estás frente a la conformidad mientras pensemos que nos sobra o nos falta algo. También podemos encontrar lo que a nosotras nos gusta, en ese gusto por ser. En el espejo social hay muchos espejos.
Sobre el 11º Festival Gabo
El Festival Gabo es organizado por la Fundación Gabo, que, inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.
Este año, en su undécima edición, el Festival Gabo regresa a Bogotá. Bajo el lema #TodosEnLasHistorias, hace una invitación a habitar las historias, reconocerlas como punto de encuentro donde coexisten múltiples voces y donde podemos construir un relato colectivo que nos acerque al mundo que soñamos.
El 11° Festival Gabo es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina, y la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía Mayor de Bogotá a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (SCRD), su dirección de Economía, Estudios y Política (DEEP), y la Red Distrital de Bibliotecas Públicas (BibloRed).