“No ha habido en los Estados Unidos un artículo más comentado, que haya suscitado mayor polémica y que haya sido profusamente citado en todo el mundo más que Hiroshima del periodista John Hersey”. Con estas palabras, el maestro Cristian Alarcón dio inicio a la cuarta sesión de su taller de Escritura en el Programa 5 Sentidos de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano -FNPI-.
Cuando Hiroshima se publicó por primera vez en 1946 en la revista The New Yorker fue un hito periodístico sin precedentes. Con un profundo énfasis en las historias humanas y una prosa austera, el reportaje de Hersey rompió con el discurso oficial del gobierno norteamericano que justificaba el lanzamiento de la bomba atómica como una acción determinante para el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Más de medio siglo después de su publicación, el maestro Alarcón evoca el legado de este trabajo periodístico y nos recuerda las siguientes estrategias narrativas empleadas por Hersey, que siguen influyendo en la arquitectura del periodismo narrativo del siglo XXI:
1. Delimitar con celeridad el acontecimiento y los personajes de la historia. Manteniendo las costuras de un periodismo clásico, Hersey no demora en avisarle al lector el acontecimiento histórico que va a abordar en su reportaje, el espacio geográfico y temporal en el que se circunscribe su historia y los personajes que participarán en ella. Basta con leer las primeras líneas con las que empieza Hiroshima para comprender sobre qué y quiénes tratará el relato:
«Exactamente a las ocho y quince minutos de la mañana, hora japonesa, el 6 de agosto de 1945, en el momento en que la bomba atómica relampagueó sobre Hiroshima, la señorita Toshiko Sasaki, empleada del departamento de personal de la Fábrica Oriental de Estaño, acababa de ocupar su puesto en la oficina de planta y estaba girando la cabeza para hablar con la chica del escritorio vecino».
2. Incluir una ‘segunda intención’ en el uso de la descripción. El ojo del cronista no mira como miran las demás personas, sino que lo hace con una segunda intención que siempre está a la búsqueda de los sentidos que subyacen en los detalles. Por eso, detrás de cada descripción, en apariencia convencional, Hersey se plantea el propósito de crear un instante único e impactante.
Un ejemplo de esto ocurre también en las líneas iniciales que ya se han citado en el punto número 1, donde el resplandor de la bomba atómica es introducido (y enriquecido como imagen) por un simple giro de cabeza por parte de Toshiko Sasaki.
3. Pensar la ciudad como un gran personaje hecho de personajes. Hersey construye su reportaje basándose en las historias de supervivencia de seis personajes (la empleada de una fábrica, dos doctores, la viuda de un sastre, un sacerdote alemán y un pastor de una iglesia metodista) que va enhebrando en su relato de forma intercalada. Estos personajes se mueven en distintos escenarios de Hiroshima y fungen como representantes directos de los dramas que experimentan los otros ciudadanos:
«Y ahora cada uno sabe que en el acto de sobrevivir vivió una docena de vidas y vio más muertes de las que nunca pensó que vería».
En el fondo, las historias de estos seis personajes no son sino las piezas integrantes de la historia de Hiroshima, el ‘personaje mayor’ que justifica el título del reportaje.
4. Hacer un ‘pacto’ con el lector. Como el buen periodista narrativo que era, Hersey se vale de descripciones precisas y detalles contundentes que invitan al lector a entender el reportaje como un acontecimiento que realmente ocurrió y que al mismo tiempo está moldeado por la técnica del autor. El pacto que le plantea Hersey a su lector consiste en hacerle saber que su imaginación narrativa está al servicio de la verdad y no de la mentira:
«La bomba atómica mató a cien mil personas, y estas seis estuvieron entre los supervivientes. Todavía se preguntan por qué sobrevivieron si murieron tantos otros. Cada uno enumera muchos pequeños factores de suerte o voluntad –un paso dado a tiempo, la decisión de entrar, haber tomado un tranvía en vez de otro– que salvaron su vida».
5. Usar la temporalidad y la espacialidad. Hersey ubica a su lector en el tiempo y en el espacio para que pueda desplazarse por la escena. Para ello, se sirve de la ritualidad de los personajes, es decir, las acciones cotidianas de quienes intervienen en su historia:
«El doctor Masakazu Fujii se acomodaba con las piernas cruzadas para leer el Asahi de Osaka en el porche de su hospital privado, suspendido sobre uno de los siete ríos del delta que divide Hiroshima; la señora Hatsuyo Nakamura, viuda de un sastre, estaba de pie junto a la ventana de su cocina observando a un vecino derribar su casa porque obstruía el carril cortafuego; el padre Wilhelm Kleinsorge, sacerdote alemán de la Compañía de Jesús, estaba recostado –en ropa interior y sobre un catre, en el último piso de los tres que tenía la misión de su orden–, leyendo una revista jesuita…»
6. Construir una atmósfera con el carácter de los personajes. Para poder representar una Hiroshima ansiosa, doliente y desconcertada, Hersey moldea el carácter de los personajes con tanta precisión que hace que aquella experiencia individual termine siendo el rostro colectivo de los sentimientos que prevalecen en toda la ciudad:
«De las ciudades importantes de Japón, Kioto e Hiroshima eran las únicas que no habían sido visitadas por B-san –o señor B, como llamaban los japoneses a los B-29, con una mezcla de respeto y triste familiaridad–; y el señor Tanimoto, como todos sus vecinos y amigos, estaba casi enfermo de ansiedad. Había escuchado versiones dolorosamente pormenorizadas de bombardeos masivos a Kure, Iwakumi, Tokuyama y otras ciudades cercanas; estaba seguro de que el turno le llegaría pronto a Hiroshima. Había dormido mal la noche anterior a causa de las repetidas alarmas antiaéreas».
La ansiedad y la angustia de Tanimoto son la ansiedad y la angustia de los demás ciudadanos.
7. Crear un relato de ‘lo inminente’. Hiroshima es un relato de lo inminente. La narración genera una constante expectativa de la tragedia que está a punto de suceder. Una tragedia que presienten tanto los personajes como el lector.
«Los B-29 habían comenzado a usar el lago Biwa, al noreste de Hiroshima, como punto de encuentro, y las superfortalezas llegaban en tropel a las costas de Hiroshima sin importar qué ciudad fueran a bombardear los norteamericanos. La frecuencia de las alarmas y la continuada abstinencia del señor B con respecto a Hiroshima habían puesto a la gente nerviosa. Corría el rumor de que los norteamericanos estaban reservando algo especial para la ciudad».
8. Describir físicamente a un personaje para relacionarlo con su carácter. Hersey no se entrega al adjetivo, sino que lo combina con sustantivos. Asimismo, hace que las actitudes de los personajes correspondan con sus peculiaridades físicas:
«El señor Tanimoto era un hombre pequeño, presto a hablar, reír, llorar. Llevaba el pelo negro con raya en medio y más bien largo; la prominencia de su hueso frontal, justo encima de sus cejas, y la pequeñez de su bigote, de su boca y de su mentón, le daban un aspecto extraño, entre viejo y mozo, juvenil y sin embargo sabio, débil y sin embargo fogoso. Se movía rápida y nerviosamente, pero con un dominio que sugería un hombre cuidadoso y reflexivo. De hecho, mostró esas cualidades en los agitados días previos a la bomba».
Programa 5 Sentidos
El Programa 5 Sentidos, que organiza la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano -FNPI- para promover la cobertura de derechos humanos en América Latina, llega a su segunda edición. Esta vez es dirigido por Cristian Alarcón, director de la revista Anfibia, y consta de 5 seminarios web abiertos al público y 3 talleres dirigidos a 20 participantes seleccionados por convocatoria.