Resistir en democracias asfixiadas por el autoritarismo centroamericano
10 de Mayo de 2023

Resistir en democracias asfixiadas por el autoritarismo centroamericano

Miembros de la sociedad civil y periodistas de la región compartieron sus experiencias y estrategias para hacerle frente a los gobiernos autoritarios.
Protestas en Nicaragua en 2018. Foto: Jorge Mejía Peralta / Usada bajo licencia Creative Commons.
Marcela Madrid

La democracia en Centroamérica está gravemente erosionada. Durante los últimos años, la consolidación de los autoritarismos ha llevado a que la sociedad civil y la prensa independiente se vean cada vez más asfixiadas. Aun así, la ciudadanía organizada sigue resistiendo para denunciar lo que ocurre y recuperar sus democracias. 

Para compartir las estrategias de la ciudadanía que resiste en estos llamados “laboratorios de autoritarismos”, Oxfam y la Fundación Avina, con el apoyo de la Fundación Gabo, convocaron al encuentro virtual 'Democracias fatigadas. Innovaciones democráticas desde la sociedad civil centroamericana'. Esta charla –en la que participaron activistas y periodistas de Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica– es la segunda del ciclo de ConversAcciones, que busca promover la colaboración para transformar las narrativas de la democracia.

(Lee además: Navegar la crisis democrática: lecciones desde los movimientos sociales de Brasil y Perú)

¿Qué desafíos enfrenta la sociedad civil en Centroamérica para defender los derechos humanos?¿Cómo ha logrado resistir en una región unida por el autoritarismo? ¿Qué innovaciones están surgiendo para hacer frente a la represión? Estas fueron algunas de las respuestas que respondieron los y las participantes bajo la moderación de la periodista hondureña Jennifer Ávila, directora de Contracorriente.

El origen: democracias débiles

Los países centroamericanos están viviendo síntomas similares en su proceso de deterioro democrático, con Nicaragua como país “modelo” en términos de represión. Esto incluye la cooptación de los poderes, la falta de transparencia, las vulneraciones a los derechos humanos, las violaciones al debido proceso, la persecución al periodismo y a las organizaciones sociales. 

Según los panelistas, la crisis de hoy tiene su origen a finales de los años 80, cuando los países de la región estaban saliendo de las dictaduras e intentando transitar hacia las democracias. Esto permitió que se celebraran elecciones después de muchos años; sin embargo, no significó la consolidación de democracias reales. La razón, según explicó Ilka Treminio, directora de FLACSO Costa Rica, es que siguieron siendo influyentes aquellas fuerzas que anteriormente tenían el poder, “como los militares, las oligarquías económicas y políticas que han actuado como poderes de facto”.

En esos primeros años de democracia, la institucionalidad no logró consolidarse, según aseguró Azahalea Solís, del Movimiento Autónomo de Mujeres de Nicaragua. “En los procesos de democratización de los 90 hubo algunos cambios, legislaciones, comisiones de la verdad, pero luego eso no se gestionó. Y tampoco se gestionó la justicia social como parte fundamental de la democracia”.

Centroamérica quedó entonces en manos de gobiernos democráticos pero débiles. Según Daniel Valencia, editor en jefe de La Prensa Gráfica (El Salvador), fueron periodos que se destacaron por gestiones corruptas y por no lograr resolver las situaciones de violencia, lo que llevó a potenciar la desigualdad y el hambre. Todo esto condujo a que la ciudadanía se decepcionara profundamente de la democracia. Así lo reflejó la encuesta Latinobarómetro en 2005, según la cual la ciudadanía centroamericana prefería el autoritarismo para solucionar sus problemas. Valencia lo resume así: “cuando hay hambre, en pueblos inestables como los nuestros, se genera una necesidad de soluciones que parecen efectivas a corto plazo y que llevan a los caudillos que tenemos hoy”. 

Para Treminio, lo más grave de este diagnóstico es la desesperanza entre la juventud. “La democracia necesita de cierta resiliencia en el apoyo ciudadano y eso debe venir de las generaciones más jóvenes”. Sin embargo, explicó que las personas entre los 16 y 35 años son las más insatisfechas con la democracia, según el Barómetro de las Américas, pues no ven que esta se refleje en más acceso a la educación, empleo o seguridad en sus entornos.

La migración y sus efectos

Ante este panorama, la migración se ha convertido en una válvula de escape para las poblaciones centroamericanas. Pero migrar no necesariamente se traduce en la mejora de las condiciones de vida. Según José Sicajau, de la Asociación Civil Guatemaltecos Unidos por Nuestros Derechos, “es inhumano lo que están haciendo las grandes empresas en Estados Unidos y en Canadá con los trabajadores migrantes”. Sin embargo, cree que la responsabilidad principal está en manos de los países de origen: “En Guatemala no hay políticas para que los trabajadores no se vayan, los salarios son muy bajos y la gente está prácticamente obligada a salir”.

Los derechos de las mujeres  

En medio de la crisis democrática de la última década, los derechos de las mujeres (en particular los derechos sexuales y reproductivos) han vivido graves retrocesos. Según Jinna Rosales, de Acción Joven Honduras, ahora tanto los gobiernos de derecha y como los de izquierda van detrás de los derechos sexuales y reproductivos “como una especie de moneda de cambio con los grupos de poder”. Esto ocurrió en Honduras luego del golpe militar a Manuel Zelaya en 2009, cuando el gobierno de facto prohibió la anticoncepción de emergencia (que solo volvió a ser legal hace dos meses gracias a la lucha del movimiento feminista).

A esto se suma que existen fuertes alianzas entre los gobiernos y los grupos conservadores-religiosos. Como consecuencia, Honduras penalizó completamente el aborto en 2021, en El Salvador la criminalización de este derecho se ha recrudecido y en Nicaragua el gobierno persigue a las feministas y defensoras de derechos humanos. Además, “estos países no tienen estrategias eficaces para prevenir el embarazo adolescente y los abusos sexuales”, aseguró Rosales. 

¿Qué queda? La resistencia

A pesar de que los autoritarismos le han cerrado los espacios a la sociedad civil y a la prensa, estas son “las trincheras” de resistencia que le quedan a la democracia en Centroamérica, según expresó Daniel Valencia. “Mientras los gobiernos de turno acabaron la poca democracia que teníamos, quedaron remanentes de espacios en la sociedad civil organizada que creen que la democracia es el mejor sistema en el que podemos vivir, no hay otra opción”. 

La unidad de esos sectores sociales es clave para poder hacerle frente a los gobiernos autoritarios. “Mientras los ‘malos’ se unen para desestabilizar la región, es clave que nos fortalezcamos y ganemos más audiencia”, alertó Valencia. Una manera de hacerlo es a través de la colaboración periodística pues, “las narrativas de los autoritarios (que tienen muchos más fondos que los periodistas independientes) son muy fuertes, son una ola muy grande que tenemos que sortear”, aseguró Jennifer Ávila.

En el caso del movimiento de mujeres, la resistencia se ha manifestado redoblando esfuerzos. “Generar espacios de participación, incidir ante los organismos de derechos humanos, crear plataformas regionales y realizar informes sombra para denunciar violaciones de derechos” fueron algunas estrategias que enunció Jinna Rosales.

5 claves para resistir

Desde el exilio, la abogada y activista Azahalea Solís compartió algunas ideas que considera indispensables para que la sociedad civil pueda contrarrestar de manera efectiva los efectos del totalitarismo.

  • Gestionar el disenso: “El disenso tiene que ser parte de nuestra agenda política”. Para Solís, es fundamental dialogar entre todos los sectores si se quieren alcanzar cambios democráticos. Por el contrario, sería un error excluir a algunos sectores y repetir así las lógicas de las dictaduras.
  • Recuperar la institucionalidad: “La institucionalidad no es más que ponerle límites al poder y así se garantizan los derechos”, aseguró. También aclaró que la idea no es ver la institucionalidad desde el formalismo, sino como una garantía para volver a vivir en democracia.
  • “No caer en la perversidad de querer separar la economía de la política”, como ocurrió en Nicaragua. En ese país era común escuchar la frase “la política no me da de comer”, a lo que Solís respondía “pero sí te quita de comer”. En otras palabras, las políticas públicas y financieras no pueden ser lejanas a las luchas sociales, pues suelen ser las clases medias y bajas quienes terminan asumiendo la carga de esas decisiones.
  • Mantener la resistencia: “Es importante –y lo hemos estado haciendo– mantener la resistencia frente al autoritarismo”. Solís considera que debe haber una mayor demanda de derechos: sociales, políticos, a hablar, a organizarse.
  • No ideologizar la lucha: “Esta no es una lucha de izquierda; es una lucha de la democracia frente al autoritarismo, que se puede vestir con cualquier ropaje”. Para Solís, la ciudadanía no debería caer en la tentación de ideologizar una lucha que tiene un contexto muy claro. “Bukele y Ortega no tienen ningún prejuicio en compartir sus mecanismos, ¿entonces nosotros por qué no vamos a compartir los nuestros?”

Sobre el ciclo de ConversAcciones

Oxfam LAC y la Fundación Avina, con el apoyo de la Fundación Gabo, han decidido unir esfuerzos, capacidades y experiencia para impulsar un proceso de colaboración que logre transformar las narrativas de la democracia. Este primer encuentro hace parte del ciclo de charlas virtuales De la imaginación a la acción: innovaciones democráticas en América Latina. Con ellas buscan poner sobre la mesa las innovaciones que han nacido en el sur global e implementar una agenda de acciones realmente transformadoras y efectivas.

 

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