El periodista y abogado Hugo Alconada Mon es una de las personas más respetadas del mundo en investigaciones periodísticas sobre corrupción, lavado de activos y fraude corporativo. Como consecuencia de las historias que ha publicado, están en la cárcel algunas de las personas más poderosas de Argentina, y la expresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, tendrá en algunas semanas su juicio oral por lavado de activos.
Alconada, de 44 años, tiene un método riguroso y por eso es muy minucioso. Su obra más reciente, La raiz de todos los males: cómo el poder montó un sistema para la corrupción y la impunidad en la Argentina (Planeta, 2018) le costó 20 años de investigación. Para sacar ese libro y llegar a contar con profundidad cómo funciona el sistema de corrupción en la Argentina (con referencias a otros países latinoamericanos como Brasil), lo reescribió seis veces y utilizó distintos métodos de verificación con abogados, investigadores y editores.
El esfuerzo valió la pena: su libro está en primer lugar entre los más vendidos de no ficción de la Argentina desde que se lanzó en agosto de 2018. La obra, que ya llegó a su tercera edición, muestra que el financiamiento electoral es el pecado original que genera la corrupción y encuentra su sustento en la impunidad. Alconada Mon cubre todos los lados involucrados en la corrupción sistémica: los empresarios, los sindicalistas, el lavado de dinero, las fuerzas de seguridad, los servicios de inteligencia, la justicia, e, incluso, cómo los periodistas intervienen en ese escenario para sostener el sistema.
“El sistema argentino de poder real está montado para fomentar la corrupción y garantizar la impunidad del 'círculo rojo’, de la ‘casta’, que controla las riendas del país”, explica Alconada Mon en la introducción del libro. “La corrupción altera las prioridades de quienes deben tomar decisiones con todo tipo de efectos nocivos.” El autor enseña, con detalles, cómo funciona ese “sistema de corrupción e impunidad donde reina la hipocresía, que premia a los que se adaptan, expulsa o encapsula a los elementos sanos (que son muchos) y castiga a los que intentan rebelarse (que no son tantos)”.
Abogado graduado en la Universidad Nacional de La Plata, tiene una maestría en Artes Liberales de la Universidad de Navarra. Es profesor visitante en la Universidad de Missouri y en la Universidad de Columbia.
Actualmente, Hugo Alconada Mon es prosecretario de redacción en el periódico argentino La Nación y columnista del New York Times en español. Fue corresponsal en Estados Unidos abocado a las investigaciones sobre corrupción, lavado de activos y fraude corporativo. Es miembro del equipo que difundió Wikileaks (2010) y del International Consortium of Investigative Jornalistas (ICIJ). Es ganador de los premios ADEPA (2012 y 2016), “Pedro Joaquín Chamorro” (Sociedad Interamericana de Prensa, 2009), Transparencia Internacional/IPYS (2014), FOPEA (2015), Santa Clara de Asís (2017) y Konex de Platino (2017). En 2018 recibió el prestigioso Moors Cabot.
Además de La raíz, Alconada Mon ha publicado libros acerca de la corrupción y la impunidad como Los secretos de la valija: del caso Antonini Wilson a la petrodiplomacia de Hugo Chávez (Planeta, 2009), Las coimas del gigante alemán: la historia secreta de Siemens, los DNI y los gobiernos argentinos hasta los Kirchner (Planeta, 2013), Boudou, Ciccone y la máquina de hacer billetes (Planeta, 2013), y La piñata. El ABC de la corrupción, de la burguesía nacional kirchnerista y del “capitalismo de amigos”.
El 30 de noviembre, Alconada dirigió el taller ‘Investigando al poder: el cubrimiento de nuevos gobiernos’, convocado por la FNPI - Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano y CAF - banco de desarrollo de América Latina, y llevado a cabo en Sao Paulo, Brasil, donde concedió esta entrevista.
Eres abogado. ¿Por qué elegiste el periodismo?
Estudié derecho para hacer lo que hago. Yo ya sabía a los 16 años que quería hacer periodismo político. Y cuando estaba todavía en el último año del colegio secundario consulté a varios periodistas respetados. Los mejores consejos que me dieron fue no estudiar periodismo sino estudiar derecho, ciencias políticas, economía, relaciones internacionales. Para lo que hago es mucho mejor.
Desde la perspectiva de un periodista, la estructura mental de un abogado te sirve. Lo que hago muchas veces es pensar: si yo fuera el fiscal, ¿cómo tendría que construir el caso?, y, si yo fuera el abogado defensor, ¿cómo me defendería? Antes de publicar pienso: si yo publico eso, ¿cómo se van a defender y cómo respondo a esa defensa? Entonces pienso tres o cuatro jugadas de ajedrez posteriores.
¿Qué habilidades debe tener un periodista que hace investigación?
Más que habilidades yo diría primero: capacitarte todo lo que puedas; segundo: idiomas; tercero: computación y computer-assisted reporting; cuarto: leer muchísimo a los maestros y a los clásicos como Seymour Hersh, Jeff Leen, Carl Bernstein, Bob Woodward, José María Irujo; y practicar. Nuestro oficio tiene mucho de maratón. Es una cuestión de perseverancia, de paciencia, de templanza. Es como prepararte para correr distancias largas.
En una entrevista acerca de los hallazgos de tus investigaciones, dijiste que “la Argentina es esencialmente corrupta". ¿Es igual en todos los países de Latinoamérica?
Lo veo como el huevo y la gallina. La paradoja es: ¿Tenemos mucha impunidad porque hay mucha corrupción? ¿O hay tanta corrupción porque hay tanta impunidad que hay gente que se comportaría bien, pero como hay mucha impunidad dicen ‘no nos van a agarrar’? Es un gran problema que tenemos en algunos países de América Latina. Ya no es una cuestión de corrupción. Es una cuestión de corrupción sistémica. Es decir, el sistema está armado para los corruptos y para quedar impunes.
En la Argentina, las leyes que regulan las contrataciones de obras públicas son de hace 70 años. El sistema está diseñado para robar. Pasó en Perú, en Brasil, en Argentina. Y hay cuestiones en las que hay mucha hipocresía. Un país como Uruguay, que no se cree corrupto, es la meca del lavado de América del Sur. Mucha de la corrupción en Brasil y Argentina pasa por Uruguay.
¿Cuál es el papel de los periodistas en el combate a la corrupción?
El mismo de siempre: informar. Denunciar es otra forma de decir informar. Tratar de construir lo que realmente pasa. Escapar de la declaraciones e ir a los hechos. Periodismo es eso. Es decir, ir más allá de lo que vos me digas, de que si quieres la hermandad entre la Argentina y Brasil, si después eso se traduce en que esa supuesta hermandad entre los dos países es que una empresa amiga tuya y una empresa amiga mía van a terminar asignando un contrato de mil millones de dólares, cuando no son ni los más competitivos ni los mejores productores, es corrupción. En los hechos. ¿Cuál es la verdad? Es un negocio. Creo que el periodismo de investigación es informar realmente de lo que pasa.
En tu nuevo libro, La raíz de todos los males, hay un capítulo que trata de la corrupción de los periodistas. ¿Cómo fue descubrir eso?
Fue sin querer. Lo que pasó es que me estaba metiendo en una investigación sobre financiamiento electoral. Me terminé encontrando con que, cuando yo preguntaba cuánto gastan en una campaña, la primera respuesta era: para ser presidente se necesitan 100 millones de dólares. Y mi primera contrapregunta era: ¿pero cómo te gastás 100 millones para ser presidente? Y la respuesta que me dieron fue, por un lado, todo el tema de boletas electorales, fiscales, y el segundo era: "ustedes, Hugo: la compra de periodistas".
Si eso es cierto, yo no me puedo hacer el boludo. Uno de los dos principales rubros de la campaña electoral es la compra de periodistas y de medios de comunicación. Ya no puedo mirar para el otro lado. ¿Qué voy a escribir? ¿Otra cosa? Eso me llevó a empezar a preguntar a otros equipos de campaña qué sabían sobre ese tema. Y todos me miraban: “¿pero vos sos idiota? ¿No lo sabías? ¿O te estás haciendo el idiota? Ustedes son carísimos. Hay que comprarlos”. Es una cuestión de honestidad intelectual. Es un tema sobre el cual yo escribía. A mí me da igual que sea la corrupción de periodistas u otra cosa. Se armó un despelote en Argentina...
¿Qué pasó?
Mucha gente se enojó conmigo. Mucha gente lo consideró como si yo fuera un traidor. Eso por un lado. Y lo que también ocurrió fue un enorme montaje de hipocresía. Muchos periodistas así de sorprendidos [pone tono de broma]: "no te lo puedo creer. ¿En serio? Contame más, Hugo. ¿En serio?”. Y lo mismo con los políticos. Las mismas personas que me contaban esas cosas iban a la radio y decían: “la verdad es que yo no sabía sobre eso”. Es un enorme ejercicio de hipocresía.
¿Crees que la corrupción es cultural?
¡Sí! Para ese libro terminé entrevistando a José Ugaz, el gran fiscal de la investigación peruana contra Fujimori y Montesinos, a [Sergio] Moro, juez de Lava Jato en Brasil, a [Deltan] Dallagnol, también de Lava Jato y a Antonio di Pietro, de Mani Pulite, en Italia. Los cuatro —todos separados, sin que yo con mi pregunta indujera a la respuesta— dijeron lo mismo: solo cuando la sociedad en un determinado momento dice “basta”, eso puede cambiar. De hecho, lo que ocurre con muchos argentinos es que cuando hay un escándalo de corrupción, dicen: "¿y por qué se ofenden si todos lo sabemos?” Terminemos con la hipocresía.
¿De cuál de los reportajes que has hecho te enorgulleces más?
Si vos me preguntaras cuáles fueron las que tuvieron más impacto: la que llevó a la prisión al exvicepresidente [Amado Boudou, vicepresidente de Cristina Fernández de Kirchner]; la que llevó a la prisión a uno de los empresarios más ricos de la Argentina [Cristóbal López]; la que ahora tiene a la expresidenta [Cristina Fernández de Kirchner] a punto de sentarse en el sillón del juicio oral por lavado de activos. Pero esas son las que tuvieron más impacto.
Pero si vos me dijeras la que más cariño le tengo, fue mi primera investigación grande. Fue cuando comenzaba, en el año 2000. Me tomó mucho tiempo porque fue mi primera investigación. Hoy lo haría mucho más rápido. Fue básicamente porque comenzó con una señora anciana que llamó al diario, se quejó que le descontaban el dinero de la jubilación y yo, en vez de escribir lo típico: “Señora reclama porque…”, me puse a investigar. Me tomó seis meses, tenía 25 años, y terminamos haciendo una investigación en la que que me terminaron secuestrando, amenazaron a mi mujer, dijeron que iban a matar a nuestro hijo, se abrieron investigaciones policiales, hubo reformas legislativas, se modificó toda la estructura, hubo de todo.
¿Por qué le tengo más cariño? Porque esa señora me llamó cuando todo terminó para agradecerme y decirme que ya no descontaban dinero de la jubilación. Esa señora cobraba 130 pesos (que eran 130 dólares) y le descontaban 10 dólares. Para la señora era una fortuna. Fue la primera vez que vislumbré que nosotros teníamos un impacto. Aunque ahora mis investigaciones son más complejas, a la que le tengo más cariño fue aquella. Valió la pena, porque me demostró el poder que tenemos. Nosotros realmente podemos golpear.
Sobre el Taller Investigando al poder: el cubrimiento de nuevos gobiernos
Fue convocado por la FNPI - Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano y CAF- banco de desarrollo de América Latina, y realizado el viernes 30 de noviembre en São Paulo, Brasil, 15 periodistas brasileños se reunieron, bajo la conducción de Hugo Alconada Mon, prosecretario de redacción de La Nación (Argentina), para analizar el rol del periodismo en el actual contexto político de Brasil: la llegada de un nuevo gobierno, que desata nuevas dinámicas de poder y debate público.