La VII Beca Gabo de periodismo cultural se realizó en Cartagena, del 27 de noviembre al 1 de diciembre de 2019. Fue organizada por la Fundación Gabo y el Ministerio de Cultura de Colombia, con el apoyo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en el marco del XI Mercado Cultural del Caribe.
Aproximaciones al periodismo cultural
La bienvenida a los 15 periodistas, de 11 países del mundo, escogidos para la VII versión de la Beca Gabo de periodismo cultural fue realizada por los maestros Héctor Feliciano (Puerto Rico) y Jonathan Levi (Estados Unidos).
Feliciano estableció cómo sería el trabajo durante los cinco días de la beca. Lo resumió en una frase: “Estaremos trabajando, respirando, comiendo y hasta bailando periodismo, siempre. Serán jornadas arduas, así que la opción es dedicarse a trabajar”.
El trabajo de los maestros se concentró en la edición de un texto de periodismo cultural. El acompañamiento fue constante, desde la presentación de una propuesta inicial de 400 palabras, hasta la entrega de una versión elaborada en el quinto y último día de la beca.
Para entrar en materia, Feliciano hizo referencia a su libro El museo desaparecido, una investigación periodística en la que, como un detective, rastreó pinturas y obras de artes saqueadas durante la ocupación nazi de París; obras que pertenecían a acaudaladas familias judías. A partir de ese referente, enfatizó que la cultura está en el centro de la sociedad, y que es responsabilidad del periodista cultural darle el valor que se merece a través de historias cautivantes, bien investigadas, bien escritas, en especial en estos momentos de crisis, no solo de la credibilidad periodismo, sino de la sociedad en general, que se traduce en la propagación de contenidos en redes que simplifican la vida cultural.
Feliciano señaló que hay que tener presente que se escribe para un lector: un ser que está interesado en los temas de la cultura, que conoce sobre aquello que está leyendo. Luego, el periodista debe tener a ese lector en su cabeza, debe sorprenderlo. Para ello, ha de entregarle nuevas visiones y detalles que él no alcanza a vislumbrar. “El periodismo cultural hay que sacarlo de esas últimas páginas del periódico, confundido entre las notas de farándula y llevarlo a las primeras, que es el lugar que se merece”.
La beca debe mirarse para los 15 participantes como un paréntesis en la vida profesional, para volver a sus trabajos con nuevas baterías, con nuevos bríos y sentido crítico. Al cerrar su saludo de bienvenida, Feliciano comentó lo que esperaba de los becarios: “Lo primero que debo mencionar es que somos pares, amigos; que el taller es un espacio de diálogo entre colegas, como lo propuso Gabo desde que concibió la Fundación. Hablen con total libertad, pregunten; somos colegas y es la manera en que nos relacionarnos aquí”.
El novelista, reportero y escritor Jonathan Levi comentó que todo lo que él aprendió como reportero lo aprendió haciendo preguntas. “Ahí está la esencia de ser periodista, saber hacer las preguntas precisas para obtener la información que requiero para mi reportaje”. Cuenta entonces la historia de su amigo y colega Joseph Lelyveld, quien en 1964 viajó al sur de los Estados Unidos, donde había disturbios por temas relacionados con la segregación racial. Habían ocurrido tres asesinatos, y se fue a averiguar lo que allí sucedía. Hizo entrevistas y habló con gente del lugar, una de esas personas, un campesino, le dijo a Lelyveld que era muy inteligente, que sabía mucho. Por último, le dijo que acá, hace días había vendido otro periodista que no sabía nada, solo preguntaba y preguntaba todo. Ese otro periodista de nombre John Herbers, fue finalista del premio Pulitzer por su reportaje. “Esos son los mejores periodistas: aquellos que se portan como un extraño”, sentenció Levi.
El maestro estadounidense reconoció que el periodista debe tener una guía, pero al momento de comenzar a trabajar hay que dejarla a un lado para encontrar aquellos detalles que harán la historia diferente. Al escribir, hay que hacerlo lo mejor posible: “Fracasen, fracasen otra vez, y fracasen mejor. Hasta que no lo logren no estarán satisfechos. Ustedes ahora necesitan salir, investigar y, mañana temprano, nos enviarán lo que escriban y comenzaremos a darle forma a ese texto en conjunto”.
La Beca Gabo ocurrió al tiempo que se desarrollaba el XI Mercado Cultural del Caribe, un evento que promueve las músicas y danzas de Colombia, en especial las de la región Caribe. Hubo conciertos, ruedas de negocios, y artistas con los que los becarios tuvieron la oportunidad de dialogar. Pero, la cultura aprovechó para recalcar Héctor Feliciano— es más que eso: el periodismo cultural debe proponer nuevas formas de las transformaciones culturales; debe pensar qué significa este mercado para los artistas, qué valor tiene para el país, en el entorno de la economía naranja, que es una propuesta del Gobierno de Colombia. En esos contextos, debían encontrar el significado de este encuentro para la cultura del país.
Luego de las primeras aproximaciones en torno al periodismo cultural, los maestros dieron la palabra a los becarios para que comentaran sus expectativas sobre el taller. En términos generales, se relacionaban con alcanzar un mejor nivel de confianza en su trabajo y cómo organizar el material recopilado para convertirlo en un texto que cautive al lector.
Al respecto, la maestra invitada Alejandra de Vengoechea (Colombia), corresponsal internacional y reportera de la guerra en Irak y Afganistán, dio una respuesta contundente ante las expectativas de los becarios: “Lo que les puedo decir es lo que aprendí al lado de Gabo cuando trabajé en la revista Cambio. Fue mi maestro y siempre lo tengo presente cuando voy a escribir”, expresó Alejandra.
“Para cautivar ese lector, el tema debe emocionarte a ti primero. Cuando me sentaba para que me editara el texto, Gabo me decía ‘Muéstrame tus emociones. Muéstrame la emoción más grande que tengas. Dame esas emociones —repetía—, porque esas emociones son las que vas a transmitirle al lector’. Si el tema no te emociona a ti primero, el lector va a sentir ese aburrimiento.
Características de una buena historia
Luego de un café, cada becario presentó su propuesta. Fue el momento para escuchar, de voz de los maestros, las primeras sugerencias sobre el tema escogido, los posibles tratamientos y las maneras de estructurar la historia.
Se dieron a conocer las características de una buena historia, teniendo en cuenta que para el caso de los periodistas freelance y aquellos que trabajan en una redacción, la propuesta es el punto de partida, es la aproximación a un editor que valorará la idea y dirá (o no): “Esta historia hay que contarla, es interesante, hay que escribirla”.
Héctor Feliciano fue enfático al establecer que un periodista es el corresponsal de los lectores, porque es el periodista quien descifra la historia primero, es quien reconoce y valora una realidad específica, para luego entregarla al lector, desmenuzada, digerible: “Al lector hay que tomarlo de la mano, caminar con él, irle revelando cada detalle de la historia. Así le vas contando lo que él busca”.
Al referirse a la estructura de un texto, Héctor Feliciano dijo que el periodista debe buscar la columna vertebral de su historia. “Cada nueva historia que halles deberá estar relacionada con esa columna vertebral. Al final, todas deberán estar articuladas entre sí. En un reportaje se debe abordar la historia de inmediato. No estamos ante la escritura de un libro, donde se pueden aclarar en muchas páginas todos los puntos que se presentan.
El periodista debe tener la capacidad de construir en una sola frase de qué trata su historia. Así sabrá qué tan ambiciosa puede ser y definirá a quiénes debe entrevistar y qué fuentes debe buscar. “No es lo mismo dijo Héctor Feliciano— correr los 100 metros, que hacer una carrera de fondo”.
Un aspecto muy importante en los abordajes es cuidarse de no reproducir el discurso oficial. El periodismo cultural no está al servicio del Gobierno ni de las empresas que promocionan espectáculos ni de los organizadores de eventos culturales. “Ahí no está la cultura. Por eso hay que ir a la casa de la gente, porque ahí están las historias humanas; los otros son discursos. A nosotros los periodistas nos interesa saber cómo viven los artistas, en qué condiciones, cómo duermen. Esos seres humanos son el centro de nuestras historias”, comentó Feliciano.
“Muchos de nosotros venimos de países donde creemos que los gobiernos son el centro de todo, donde el Estado es protagonista, porque ofrece subsidios, premios y entrega dinero a la gente que hace la cultura, pero aquí lo importante no es repetir esos discursos. Hay que vincular el aspecto social de los creadores de un país”, agregó el maestro puertorriqueño.
Jonathan Levi reconoció que para llegar a una buena idea, hay que salir a recorrer las calles, caminar, observar con mirada periodística. Tener una buena historia es identificar una experiencia concreta. A través de ella se cuenta la actualidad del tema que se va a tratar. Hacer periodismo cultural no es escribir la tesis para un ensayo, no es teorizar sobre un tema, para que vean cuánto sé de ello; lo que vamos a hacer es narrar la historia de alguien.
Alejandra de Vengoechea comentó que en las propuestas hay que eliminar los clichés, los lugares comunes, evitar repetir los enfoques, porque no emocionaremos al lector. “Si vas a escribir sobre el pueblo de Palenque, piensa qué no se ha dicho sobre Palenque, porque es un lugar del que se ha escrito mucho; pero tú lees los textos y muchos tratan las mismas historias. Hay que buscar la historia no contada, la mirada nueva sobre esa realidad”.
Las propuestas no se pueden abordar desde la distancia; es necesario ir hasta los espacios donde vive la gente. A lo mejor si tú preguntas cómo vive tal artista, te dirán ‘bien’, pero cuando vas a su casa y observas cómo es su hogar, encuentras las claves para contar la historia de otra manera, porque has observado los contrastes, podrás hacer mejores descripciones que el lector va a descubrir.
Lecciones de los maestros invitados
El segundo día de la Beca estuvo enfocado en las visiones sobre el periodismo especializado en música, y cómo organizar el material, luego del trabajo de reportería. Dos momentos que estuvieron liderados por los maestros invitados Alejandra de Vengoechea (Colombia) y Jason King (Canadá)
La primera en tomar la palabra fue Alejandra de Vengoechea, quien trabajó al lado de Gabriel García Márquez cuando era periodista de la revista Cambio, en los años 90. Ella siente la necesidad de transmitir lo que Gabo le enseñó sobre cómo organizar el material antes de sentarse a escribir. Les dejó tres secretos del maestro Gabo a los becarios.
Lo primero es hacer la gran pregunta que vas a responderle al lector. Cuando tengas la pregunta clara, debes buscar las fuentes que ayudarán a responder esa pregunta. “Gabo, iba haciendo unos cuadritos. Con la información que iba consiguiendo armaba un tapete. Luego pensaba en el título, que era como el resumen de todo el texto, y era lo que te daba el enfoque”, recuerda Alejandra de Vengoechea.
Una vez finalizado ese proceso, toda la atención era dedicada al lead, con el que el lector “debía quedar hipnotizado”. “Con Gabo durábamos todo el día escribiendo un lead. Él me decía ‘si tú en el lead pierdes al lector, ¿entonces para qué escribes?’”
El llamado párrafo nuez es el segundo, dijo Alejandra. Allí se debe responder la pregunta planteada en el titular. Así el maestro cumplía con el proceso de armar la información, organizarla, y estructurarla en el texto de la manera más pulcra posible. Después de todo ese proceso, se hacía una lectura minuciosa del texto, y se iban haciendo los ajustes necesarios. “‘Quítame esa coma. Cambia ese adjetivo. Ese gerundio suena mal, quítalo. Busca aquí un sinónimo. Cambia de lugar ese párrafo’. Así llegábamos a un texto limpio, que era muy importante, pero también estaba la poesía, la frase bien armada y, sobre todo, que el texto rodara, fluyera como una película”.
Alejandra de Vengoechea presentó un esquema con la forma de una hamburguesa como resumen de su exposición. “A Gabo le gustaban las salchichas. Lo primero, decía, es saber adónde vas a llegar, allí haces un nudo. Cuando la tengas bien amarrada, le pones la información adentro y después la amarras arriba y ahí está la salchicha”. Explica que a ella la salchicha no le gusta mucho, prefiere las hamburguesas; así que todo ese esquema que Gabo le enseñó, lo adaptó a una hamburguesa.
Y la tercer lección del Gabo tiene que ver con el actuar ético, pulcro, en lo que respecta al ejercicio periodístico.
El turno fue entonces para el maestro invitado Jason King, productor musical, fundador del Instituto Clive Davis de New York, y director del programa de periodismo musical, donde se preparan los futuros agentes, managers, productores musicales, los cuales se especializan en el cubrimiento de espectáculos, reseñas críticas y la vida de artistas. King comentó que trabaja con sus alumnos en la construcción de mejores textos, que den contextos sobre la música que la gente escucha. Dado que todo ha cambiado con la web, estamos ante un caos de información, que necesita de los periodistas culturales para que expliquen y generen reflexiones sobre este momento tan crítico.
“El periodista debe conocer cómo es la cultura y la industria musical en todas sus fases. Eso le permitirá tener una perspectiva histórica. No es solo la música que suena, es preguntarse de dónde vienen esos ritmos sobre los que estoy escribiendo, cuál es el origen del artista, cuáles son sus influencias. Es tomarse en serio la vida de los artistas. Así se vea que todo está lleno de frivolidades, eso no es lo que hace un periodista cultural, debemos tomarnos muy a serio a nuestros artistas, porque más allá de la industria, la fama, los chismes, estamos hablando de seres humanos”, precisó el maestro Jason King.
En la universidad nos enseñan que debemos responder las wh-questions, pero importante también pensar en las who-cares questions (a quién le importa). Lo que escribo ha de interesar a alguien. Es importante para hacer propuestas creativas. Un periodista que cubre músicas es necesario que conozca las palabras adecuadas, para llevar lo que escucha al papel y que el lector, pueda sentirlo, vivirlo. “Les digo a mis estudiantes: piensen que ese lector no puede escuchar. Entonces cómo haces para que sienta lo que tú, que sí escuchas, estás sintiendo. Es un gran reto”.
Los primeros párrafos del texto
Las ideas sobre cómo debe ser un primer párrafo afloraron luego de la lectura de los 15 textos propuestos por los becarios. Los cuatro maestros, daban indicaciones de cómo mejorar la reportería, el enfoque o la estructura. Se habló mucho del lead como la oportunidad para sorprender al lector.
La petición que más se hizo a los becarios fue que dijeran, en una línea, de qué trataba el texto, en especial cuando todo era muy confuso. Si tenemos claridad sobre lo que vamos a narrar lo demás fluye rápidamente.
La estructura fue otro de los elementos más comentados. Jonathan Levi se refirió a la organización del texto de principio a fin. Se refirió al texto Hiroshima, de John Hersey: “Es una de las mejores historias sobre la catástrofe, pero en las páginas vas escuchando primero los testimonios de la gente. Todos los datos, las estadísticas, están al final. Hay que hacer la estructura de acuerdo a las necesidades de cada historia”.
Sobre el uso de los entrecomillados en los textos, Jonathan hizo dos anotaciones importantes. Primero: hay que usarlas como si fueran diamantes. Hay en esas citas un poder especial. Es el gran hallazgo. Saberlas usar es todo un ejercicio de intenciones en el texto. Segunda: no cerramos un párrafo con unas comillas. Debemos, en lo posible, usar la fuerza de nuestras propias palabras, porque si no es un diamante, nosotros podemos hacerlo con mayor intención con nuestras palabras.
El maestro Jason King determinó que un texto no puede arrancar con algo negativo y luego algo positivo. Esa, argumenta, es la vieja forma hacer periodismo: una fuente a favor, otra en contra. Hay que buscar otras maneras de aproximarnos a la música. Podemos enfocamos solo en el artista, pero otra mirada podría ser cómo la gente usa la música, qué hace con ella, de qué manera la gente se la goza en fiestas, discotecas, reuniones. Es hablar de la música en sus diversos contextos.
Hacer periodismo, dijo el maestro Héctor Feliciano, es aprender a separar, aprender a seleccionar, debido a que en la reportería se va recopilando información de muchas fuentes, documentos, entrevistas, libros, experiencias, observaciones, y no vamos a usar todo en una sola historia. Hay que buscar las personas que reflejen aquello que quiero expresar. El periodista debe contar lo que está pasando y para ello hay que observar, analizar, ver la realidad de manera serena. “Durante el Mercado Cultural del Caribe vimos artistas en escena —agregó Jonathan Levi—; pero esa no es la cultura, es solo el espectáculo. Lo que buscamos es seres humanos que desarrollan una determinada actividad, y para hallarlos tendremos que visitar sus casas, saber qué hacen cuando no están en un escenario. Historias humanas es lo que buscamos”.
Levi estableció si se plantea una tesis ha de plantearse también una antítesis. Hallar contradicciones que aportan a que mi historia sea más rica. Hay que dudar siempre, tener el pensamiento de los escépticos. En un perfil, por ejemplo, no todo puede ser bueno, hay que buscar esa otra cara. Todos tenemos un poco de Jekyll y Hyde. Esos lados hay que buscarlos, deben ser parte de la estructura y deben ser parte de la historia.
Para reafirmar la idea de la construcción de una antítesis, Jason King planteó la idea de preguntarse “¿qué pasaría si la agrupación de la que quiero escribir desapareciera?” Eso abre las perspectivas. Se agudizarán los juicios, se valorará si realmente vale la pena y si musicalmente representa algún valor.
King recomendó ver la película Almost Famous, escrita y dirigida por Cameron Crowe, que relata la vida de un joven reportero que trabaja para la revista Rolling Stone. Allí vemos a un periodista en su oficio, con sus dilemas éticos y su relación con los artistas.
Jonathan Levi, luego de hacer recomendaciones específicas a los becarios, motivó a todos a escribir siempre de la manera más rigurosa posible. Hizo un especial llamado a erradicar de los textos frases como “coreografía africana”. Hay que ser precisos a la hora de describir.
Levi se refirió a la frase “auténtica Cartagena”. “Eso no puede ser”, comentó. “No hay algo que podamos decir que es auténtica Cartagena. Es una simplicidad, porque de hecho muchos elementos son de Cartagena. No hay una versión singular sobre la ciudad. Hay una diversidad. Si me cuentas una sola, yo como lector lo agradeceré”.
Para Jason King la escritura de un buen texto es como la elaboración de una escultura: se trata de ir quitando y dando forma. Quitar nos va dando la profundidad de la historia.
El texto final
Luego de tres días de reportería, escritura y lectura crítica por parte de los maestros sobre sus historias, los 15 becarios presentaron su propuesta final el último día de la beca. Un espacio que resultó como una especie de confesionario sobre cómo se está haciendo periodismo en las redacciones, la ausencia de editores y de personas que acompañen el proceso de escritura.
Fue consenso general que en las redacciones no se trabaja con editores como se hizo con los maestros que dirigieron la Beca Gabo 2019. Un acompañamiento que solo buscaba mejorar el texto y profundizar en la manera más eficaz de hacer periodismo. Los textos alcanzaron un buen nivel y los becarios agradecieron ese acompañamiento sincero.
Gisela Orozco, de Estado Unidos, reconoció la falta de buenos lectores y editores en los medios actuales. Señaló que los editores están más preocupados por colgar un nuevo contenido pero poco o nada se ocupan de la calidad, lo que hace que el trabajo periodístico sea más solitario y exigente.
Juan Pablo Plata, de Colombia, agradeció que el trabajo con los editores le enseñó a luchar contra su propia terquedad. Se trata de ensayar, de probar lo que el editor sugiere; si no da resultado, vuelves a lo que tenías o ensayas otra idea.
Ayodeji Rotinwa, de Nigeria agradeció toda la retroalimentación que le dieron, pero agradeció, en especial, que le hayan hecho ver el valor de los detalles en la historia y cuán importante puede ser para construir textos más cautivantes para los lectores. Hacer un texto con más garras, que sea poderoso.
Tatiana Maillard, de México, reconoció que va sintiendo alivio a medida que va concretando la propuesta. Se va uno quitando algo de peso. Y para el caso de un perfil hay que buscar algunos aspectos no públicos de una persona que es muy pública: el lado humano.
El maestro Héctor Feliciano destacó el valor de las acciones. Dijo que ha sido como un lienzo en blanco, la acción comienza cuando se pone el primer trazo, ahí sucedo todo.
Alejandra de Vengoechea insistió en la pasión para contar un tema, la necesidad de sentirlo. Uno se da cuenta si el periodista siente ese tema en su corazón, eso lo sienten los lectores.
Jason King valoró la importancia de tomar distancia de la historia una vez se llega a una primera versión, dejarla reposar y verla con una mirada más serena. Es una forma también de decantar las propias emociones, y controlar los prejuicios. Así se aborda el texto con mayor equilibrio.
La sentencia que resumió estos cinco días de arduo trabajo estuvo en la voz de Jonathan Levi, quien antes de advertir la responsabilidad de hacer el trabajo con verdadero compromiso, que se ve en las piezas casi finalizadas de los becarios dijo: “Esto es como en la Divina comedia, muchachos: se ha de pasar por el infierno y el purgatorio para llegar al cielo. Ustedes lo lograron. Nosotros como editores estuvimos con ustedes, siempre los acompañamos; pero al final, el cielo es solo de ustedes y está en ese texto terminado”.
Sobre la Beca Gabo de periodismo cultural 2019
La Fundación Gabo y el Ministerio de Cultura de Colombia organizaron, con el apoyo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y Critical Minded, la séptima edición de la Beca Gabo de periodismo cultural, que se realizó en Cartagena, Colombia, del miércoles 27 de noviembre al domingo 1 de diciembre de 2019. La Beca Gabo reunió durante la 11ª. edición del Mercado Cultural del Caribe a 15 reporteros de 11 países, bajo la dirección de los maestros Héctor Feliciano y Jonathan Levi, y los maestros invitados Alejandra De Vengoechea y Jason King. El objetivo fue profundizar en la carpintería de los géneros con los que se construye cotidianamente el periodismo cultural, principalmente el reportaje y el comentario de opinión.