Es mejor ser parte de la conversación que del murmullo
20 de Junio de 2013

Es mejor ser parte de la conversación que del murmullo

Los medios digitales se han multiplicado, son más activos y han perfeccionado sus estilos de reporteo y publicación.
Andrés Azocar

Hace unas semanas Gawker, un sitio y una red de blogs, reveló que  Rob Ford, alcalde de Toronto, había sido grabado consumiendo crack. La noticia ya era rumor en algunos medios tradicionales de Canadá, pero ninguno tenía la confirmación, mucho menos el video. Sin embargo, Gawker, que tiene sus oficinas y su equipo en EE.UU., se atrevió a lanzar la noticia sin tener una prueba contundente. El Toronto Star reaccionó inmediatamente y también la publicó, pero ya era muy tarde. Su audiencia se había enterado por otro medio. Por su parte, Gawker volvió a tomar la delantera: creó un fondo público para que la gente los ayudara a comprar el video, en caso de que existiera.

Esta historia, y la disyuntiva que recoge, no es nueva. Es un registro más, que comenzó en enero de 1998, cuando Drudge Report inauguró su cuestionable fama con el golpe mundial que detallaba el romance de Bill Clinton con la becaria Mónica Lewinsky. Newsweek llevaba meses buscando el caso, pero necesitaba confirmarlo según sus normas de trabajo y rigor. El tiempo no le alcanzó para ganarle a Drudge. En ambos escándalos, una vez que la historia explotótanto el Toronto Star como Newsweek, que no se habían atrevido a publicar hasta no tener la información 100% confirmada, no perdieron un segundo en sumarse a la historia con igual protagonismo.

Pero desde 1998 algo ha cambiado. Los medios digitales se han multiplicado, son más activos y han perfeccionado sus estilos de reporteo y publicación. Muchos son más rápidos, más flexibles y menos proclives a las precauciones de muchos medios tradicionales. Entonces surgen varias preguntas para los medios tradicionales:

  • ¿Ser primero debe seguir siendo una prioridad en un mundo donde la velocidad de los sitios nativos siempre será mayor que la de los tradicionales?
  • ¿Debemos asumir que la frontera se está moviendo hacia el lado que menos gusta: menos rigurosidad, menos reporteo, menos chequeo, menos autogestión?
  • Si un medio nativo u otro publica una noticia (como en el caso de Gawker, sin ninguna prueba física), ¿debe considerarse como una luz verde para replicarla en nuestro sitio?
  • ¿Tenemos alguna posibilidad de competir durante la revolución digital si respetamos las normas que el periodismo serio construyó (a veces a la fuerza, seamos honestos) durante el siglo pasado?

Todo hace pensar que, en este caso, las respuestas se anteponen a las preguntas. ¿Por qué un medio arriesgaría su prestigio por un rumor no confirmado? ¿Por qué se compite con velocidad y no con calidad? Esto da para mucho, pero sin duda, los medios tradicionales que hoy comparten espacio con los nativos en las redes sociales, quieren ganar en todas las batallas, a veces sin preguntarse qué es lo que busca la audiencia.

“Si hubiera vivido en aquellos días en que el mundo se estaba haciendo, podría haber hecho algunas sugerencias valiosas”, escribió alguna vez, con nostalgia e ironía, R. L. Emerson. El mismo escenario se han planteado muchos editores. Pero no todo es tan malo. Hace algunas semanas The Guardian volvió a dar ejemplo de que el buen periodismo es posible y necesario. La publicación de las revelaciones del funcionario de la National Security Agency, Edward Snowden, sobre el espionaje que realizaba la agencia en todo el mundo, se convirtió en la mejor arma para consolidar el peso del diario británico y de su manera de hacer periodismo. Este ejemplo es importante, porque en cierta medida, The Guardian ha sido la vanguardia digital de los “viejos medios”.

Sin duda, que la naturaleza misma de los medios está en tener noticias propias y golpear primero. Y eso no se ha perdido. En un ecosistema que hoy está más interesado en el tráfico que en la calidad, es fácil olvidar  la esencia del periodismo, pero siempre será mejor ser parte de la conversación que del murmullo. 

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