Ciel Hunter, director de contenido de la revista Vice, le acaba de enviar un memorando a todos sus trabajadores, tanto asalariados como freelance (colaboradores independientes). En el mensaje reconoce que la publicación ha tratado equivocadamente a estos últimos, y promete tomar medidas para enmendar los errores cometidos.
“Recuerden que Vice y los freelancers dependen mutuamente. Por lo tanto, cuando un freelancer trabaja para Vice, debe ser tratado con el mismo respeto con el que tratamos a nuestros demás empleados”, afirma Hunter en el comunicado publicado por Columbia Journalism Review.
Esto sucede precisamente una semana después de que la revista Columbia Journalism Review publicara un extenso artículo en el cual describe de qué manera varios periodistas freelance denunciaron que su trabajo fue publicado sin que se les pagara, se les asignaron tareas que luego fueron canceladas sin retribución alguna, y se les pidió ayuda para producir documentales sin aclararles de qué forma sería retribuido su trabajo. Adicionalmente, había una queja generalizada: largas demoras para recibir los pagos.
“Las entrevistas que realizamos con más de una docena de periodistas demuestran que la organización reconocida por ser una de las empresas líderes para el futuro del periodismo, ha tratado de forma baja a sus periodistas freelance, quienes son más vulnerables a la explotación, y Vice se ha aprovechado de ellos”, asegura Yardena Schwartz en su artículo para CJR.
La historia de Schwartz revela los casos de Maya Vidon y Karine Barzegar, dos periodistas franceses que fueron contactados por Vice luego de los atentados terroristas acontecidos en París desde la masacre de Charlie Hebdo. En ambos casos, productores de contenido de Vice les pidieron ayuda para obtener información, contactar fuentes y demás labores periodísticas, sin que se aclarara desde el principio cuánto, cuándo y cómo se les iba a pagar.
El artículo cita también a varios freelancers que prefirieron no revelar su identidad, quienes se quejaron porque luego de que se les prometiera un pago por contenido publicado en la revista, sus llamadas y correos electrónicos preguntando por una fecha de pago eran repetidamente ignorados.
En su memorando, el director de contenido de Vice expone cinco buenas prácticas que los editores de su medio deberán respetar en adelante en su tratamiento hacia los freelancers:
1. Una vez que un proyecto ha sido encargado, se espera que los editores respondan los correos electrónicos o llamadas telefónicas de los freelancers con los que se trabaja dentro de un máximo de dos días hábiles, aunque sea sólo para acusar recibo.
2. Al asignar el trabajo a un freelancer, se le indicará expresamente el alcance del proyecto y se mantendrá una comunicación clara hasta que se termine la asignación. Es responsabilidad del editor que lo contactó responder cualquier pregunta del freelancer con respecto a sus pagos u otros temas.
3. Para evitar posibles confusiones, documente toda comunicación por escrito, desde los acuerdos de pago, alcance del proyecto, etc.-y asegúrese de que ambas partes tengan acceso a los registros de estas comunicaciones.
4. Si usted ha contactado a varios freelancers acerca de una tarea específica, sea claro con ellos respecto a si se trata de una asignación formal o un proyecto todavía en proceso de revisión.
5. Si por alguna razón una pieza encargada no funciona, pagaremos un honorario de cancelación razonable.
Hora de hablar del tema
Lo sucedido con Vice no es un problema exclusivo de esta publicación. Desde 2012 el portal Who Pays Writers (Quién le paga a los periodistas), ha venido publicando cuánto pagan distintos medios de comunicación norteamericanos a sus periodistas freelance, y cuánto están tardando en cancelar sus honorarios. En la mayoría de casos, el tiempo de espera supera el mes.
En el Consultorio Ético de la FNPI, el maestro Javier Darío Restrepo ha respondido a numerosas preguntas sobre la forma en que estas demoras y bajos pagos afectan el oficio periodístico, precarizando la labor de los reporteros, y afectando así la calidad de su labor. En especial, se ha manifestado en contra de los medios que le pagan a sus colaboradores solo a cambio de darles crédito en la publicación.
“De la misma manera que un medio está obligado a obtener una sólida financiación para prevenir algunos de los riesgos para su independencia, el periodista está en la obligación de defender un salario decente para evitarle peligros a su independencia”, afirma Restrepo en respuesta a un periodista colombiano, añadiendo que “aceptar por toda paga el crédito, es una forma de regalar el trabajo y de someter la propia independencia a las presiones de quienes por dinero, pretenden comprar la lealtad del periodista”.
Para Restrepo, los malos pagos a los periodistas, ya sean empleados o colaboradores independientes, son un atentado contra la libertad de expresión, pues cuando la empresa periodística paga mal, hace que el periodista mal pagado produzca una información mediocre o mala, por regla general, porque lo perturban sus permanentes y crecientes necesidades, o porque no dispone de recursos para mantener una actualización siempre indispensable. En consecuencia, una información mediocre o mala, produce una ciudadanía manipulable.
“Como se puede observar, el mal salario de un periodista no es un problema personal o gremial es un factor que atenta contra la integridad democrática de una sociedad. Este hecho está en la base de la persuasión sobre el peligro social que representan periódicos, emisoras o canales que por su débil financiación, o por la incapacidad de sus dueños para entender que no se trata de un negocio como los otros”, concluye Restrepo en respuesta a una reportera mexicana.
Un dato adicional, de los 61 periodistas asesinados el año pasado, la quinta parte eran colaboradores independientes. Algo que ha puesto a agremiaciones de periodistas a reflexionar sobre la necesidad de establecer normas mínimas para la protección de estos freelancers.