El maestro Alberto Salcedo Ramos comenzó su primera jornada del Taller de crónica periodística plantando bandera sobre los equívocos que circulan acerca de “la crónica”. Son muchos, dice, y elige cuatro.
Primero: la crónica no es diseño de interiores, sino arquitectura, como decía Ernest Hemingway. No es el jarrón que sale del anticuario, el adorno, sino que es información bien escrita. Segundo: la crónica es periodismo y también literatura porque la literatura no es patrimonio exclusivo de la ficción. Tercero: la crónica no es necesariamente un relato en primera persona. Cuarto: se entronizó la idea de que la crónica debe ser un texto largo, con meses y meses de reporteo. La crónica también puede ser diaria porque el cronista tiene oficio de periodista.
Con la llovizna cayendo sobre el Riachuelo de Buenos Aires como telón de fondo, lo escucharon y tomaron nota 15 talleristas llegados desde distintas ciudades de Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Uruguay, Venezuela y España para participar en este taller organizado por la FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano y la Fundación PROA.
Cronista premiado, autor de clásicos del género como La eterna parranda y El Oro y la Oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé, Salcedo Ramos discurre sobre la crónica bajándola del pedestal y poniéndola al alcance de la mano de cada periodista. Y alerta sobre dos peligros que acechan a todo cronista: la pereza y la desmotivación.
Cada participante tiene una misión: cuando el sábado 5 de agosto el taller llegue a su fin, deberá tener terminada, o al menos iniciada, una crónica. Este texto debe tener un territorio preciso: el barrio La Boca. Allí se levanta el edificio de techos altos y galerías ideales para muestras artísticas de la Fundación PROA, donde transcurrirán los cinco días de taller.
¿Cómo escoge los temas y selecciona las historias un cronista? Es la pregunta que Salcedo pone sobre la mesa. Algunos aman ver lo que nunca han visto: los temas exóticos. Otros aman ver lo que los rodean y lo saben ver. Hemingway decía: escribe sobre lo que conoces, sobre lo que te pertenece. Otros encuentran en un detalle de una noticia la punta de una gran historia.
¿Qué debe tener un tema? Se preguntó luego el maestro. Actualidad, en lo posible. Es deseable que los temas tengan universalidad, que retraten el alma humana y que existan conflictos.
Después llegó el momento del consejo de redacción. Cada periodista expuso sus ideas y proyectos de crónicas para que Salcedo Ramos lo oriente, aconseje y cumpla la función de editor. “Un buen editor te saca de la zona de confort para que no escribas en piloto automático”, dijo el maestro.
Los cronistas salieron a la calle en busca de la Bombonera, de los conventillos que resisten los desalojos, de las murgas que se preparan para los carnavales, de los personajes del puerto, de una editorial cartonera, de las cantinas y pizzerías, de los inmigrantes, de los artistas que dejaron su huella en el barrio de la Boca.
Por la tarde, hubo un segundo consejo de redacción, esta vez en las oficinas de Revista Anfibia y Cosecha Roja, dos medios argentinos dirigidos por otro maestro de la FNPI, Cristian Alarcón. Los participantes mostraron sus avances en el reporteo y se ajustaron los enfoques de los temas. “Salgan a untarse de calle –aconsejó el maestro-. Presten atención a la oralidad de los personajes. Y algo más: confíen en su instinto pero no fuercen la realidad para encontrar lo que creen de antemano que deben encontrar”.