La Red de Periodismo Ético (EJN, por sus siglas en inglés) acaba de publicar el reporte titulado Ética en las noticias: estudio describe retos para periodistas en era de la post-verdad.
Se trata de una colección de artículos que abordan los principales temas de debate que afectaron al periodismo durante el año 2016: el triunfo de Donald Trump, el Brexit, la crisis de refugiados, y la epidemia de noticias falsas.
En el capítulo dedicado a la crisis de refugiados escrito por Aidan White, director de EJN, encontramos una lista de preguntas que todo periodista debe hacerse para confrontar a una de sus fuentes de información, la cual puede resultar muy valiosa para cualquiera que ejerza el oficio, sin importar la fuente que cubra.
Algunas de las preguntas que el periodista ético hará para establecer buenas relaciones con una fuente incluyen:
• ¿Le he aclarado a mi fuente las condiciones de nuestra relación y he sido totalmente transparente acerca de mis intenciones?
• ¿He tomado las precauciones necesarias para proteger a la fuente – por ejemplo, si se trata de una persona joven o alguien en circunstancias vulnerables – para que sea consciente de las posibles consecuencias de la publicación de la información que dará?
• ¿Estoy seguro de que la fuente comprende plenamente las condiciones de la entrevista y lo que quiero decir con expresiones como “off-the-record”, sin atribución, anónimamente, y otras etiquetas?
• Si una fuente pide condiciones antes de aceptar una entrevista, ¿cuáles serán mis límites?
• ¿Pagaré por los gastos relacionados con la entrevista en los que incurra la fuente ? ¿Qué costos sería válido pagar?
• ¿Estaría de acuerdo con involucrar a un representante legal?
Es sumamente importante brindarle tranquilidad a las fuentes, para que sepan que su identidad será protegida. Pero a menudo esto es más fácil decirlo que hacerlo.
La protección de las fuentes es bien reconocida en el derecho internacional como un principio básico de la libertad de prensa. Se ha reconocido específicamente por las Naciones Unidas y el Consejo de Europa.
Los periodistas y los medios de comunicación deben establecer directrices y normas internas que ayuden a proteger a las fuentes. Los reporteros pueden beneficiarse de una cláusula en sus contratos o acuerdos que aclare cuáles son sus deberes y obligaciones. National Public Radio en Estados Unidos tiene una cláusula en sus directrices que explica en detalle:
“Los periodistas no deben entregar notas, audios o materiales de trabajo de sus historias o producciones, ni proporcionar información que hayan observado en el transcurso de sus actividades de reportería a funcionarios públicos o partes involucradas en litigios. Si se les solicitan dichos materiales o información en el contexto de cualquier proceso legal, gubernamental, administrativo o de otro tipo, deberá informar a la compañía”.
Cuando se enfrentan a este tipo de circunstancias, los periodistas deben considerar el impacto de sus acciones y plantearse algunas preguntas difíciles:
• ¿Quién se beneficiará si se revela la fuente?
• ¿Quién va a sufrir y quién va a perder?
• ¿Evadirá la justicia un criminal por no revelar la información?
• Es este caso, ¿la policía y otras autoridades que investigan el caso no tienen otras formas de obtener la información requerida?
• ¿Serán el trabajo de otros periodistas y la misión de otros medios de comunicación comprometidos por la revelación de la información?
• ¿El interés público se beneficiará de alguna forma al cooperar?
Al final, los periodistas tienen que tomar sus propias decisiones, basadas en la conciencia y su propia responsabilidad, pero revelar una fuente de información nunca debe ser tomado a la ligera.
No se acerque demasiado a la fuente
A veces los periodistas cometen el error de acercarse demasiado a su fuente. A veces se crean relaciones acogedoras que son ambiguas y pueden socavar fácilmente la base ética de su trabajo. Las fuentes poderosas tienen su propia agenda y aceptar lo que dicen sin poner objeciones cruza una línea ética y compromete la independencia de la sala de redacción.
El New York Times y otros medios de comunicación importantes en los Estados Unidos, por ejemplo, fueron muy criticados antes de la invasión de Irak en 2003 por confiar demasiado en fuentes anónimas al interior del gobierno. La cobertura mediática fue muy deferente a pesar de la abundante evidencia de mal uso que el gobierno dio a la información de los organismos de inteligencia.
Un caso emblemático es el de la reportera Judith Miller, quien produjo historias entre 2001 y 2002 para el New York Times sobre el gobierno de Saddam Hussein en Irak, basándose en información falsa suministrada por fuentes no identificadas. Ella pareció aceptar sin cuestionar la información dudosa sobre armas de destrucción masiva en Irak, basándose en fuentes anónimas, incluyendo algunas en la Casa Blanca de Bush antes de la invasión de Estados Unidos en 2003.
Contraste lo dicho por la fuente
La cuestión de quién controla la historia – la fuente o el reportero – surge cada vez que se exige enviar una copia para aprobación, ya sea por parte de figuras poderosas mencionadas o por las propias fuentes.
En muchos países, líderes políticos y sus asesores simplemente se niegan a conceder entrevistas exclusivas, a menos que puedan aprobar el artículo final. En Alemania, es una práctica aceptada, incluso dentro de la prensa de élite, pasar a aprobación las citas textuales que planean usar de las declaraciones dadas por políticos y otras figuras públicas, aunque la mayoría de los periodistas dicen que lo hacen sólo para verificar datos y ser precisos.
Dadas estas condiciones, los periodistas deben preguntarse:
• ¿Hay beneficios potenciales para la exactitud de la historia al pedirle a la fuente que revise partes o toda la pieza antes de la publicación? En particular, ¿hay aspectos técnicos que podrían ser aclarados?
• ¿Existen peligros potenciales en hacerlo? ¿Podría la fuente responder de una manera perjudicial para la historia o para otras personas involucradas?
• Si la fuente quiere cambiar algo en la historia, como una cita, ¿de qué manera voy a responder?
Fuentes anónimas
El anonimato es un derecho que debe ser disfrutado por aquellos que lo necesitan y nunca debe ser concedido de forma rutinaria a cualquiera. Las personas que pueden perder su empleo al hacer una denuncia; menores de edad; mujeres víctimas de violencia, y otras personas en situación de riesgo tienen, evidentemente, el derecho al anonimato. Pero no es un privilegio que deberían aprovechar personas que buscan beneficiarse al revelar información al mismo tiempo que mantienen su identidad en secreto.
Los periodistas deben preguntarse:
• ¿Cuál es la motivación probable por la que piden anonimato? ¿Esa motivación me compromete potencialmente a mí y al medio para el que trabajo?
• ¿Hay otros métodos que pueda emplear para aumentar la credibilidad, al tiempo que otorgo el anonimato?
• ¿No hay otra manera de obtener y publicar esta información? ¿He agotado todos los otros métodos y fuentes potenciales?
• ¿Yo o mis colegas tenemos antecedentes de esta fuente que digan algo respecto a su credibilidad?
• ¿He establecido el nivel de identificación que pueda publicar sin revelar la identidad personal de la fuente?
Redes sociales y contenido generado por los usuarios
En el entorno digital de hoy, rumores y especulaciones circulan libremente y saber distinguir qué es real y cómo verificar la información es esencial. Los reporteros deben estar alerta ante el peligro de ser engañados por mala información en internet, ya sea contenido generado por el usuario o las redes sociales. Encontrar información online es un reto importante, sobre todo en la cobertura de emergencias, donde los rumores y las mentiras pueden sumarse rápidamente a la tensión y la incertidumbre producidos por eventos traumáticos.
Algunas de las preguntas de un reportero puede plantearse, en el caso de las redes sociales, incluyen:
• ¿He corroborado el origen incluyendo la ubicación, fecha y hora en que fueron tomadas las imágenes y el contenido que estoy tomando de redes sociales?
• ¿He confirmado que este material es la pieza original?
• ¿He verificado los perfiles en redes sociales de las cuentas que estoy citando para evitar el uso de información falsa?
• ¿Es el dueño de la cuenta una persona que conozco y que haya sido una fuente confiable en el pasado?
• ¿Le he hecho preguntas directas al proveedor del contenido para verificar la procedencia de la información?
• ¿Hay sitios web vinculados al contenido?
• ¿Hemos buscado y encontrado los mismos o similares contenidos en otros sitios web?
• ¿He obtenido permiso del autor o creador para utilizar el material ya sea imágenes, videos o contenido de audio?
• ¿He colaborado con otros para verificar y confirmar la autenticidad del contenido?
En el caso de los contenidos generados por los usuarios:
• ¿Qué sé sobre el origen real de este contenido? ¿Puedo verificar la fuente?
• ¿Existen derechos de autor o cuestiones legales en torno a usar ese contenido?
• ¿Me he asegurado de que toda la información se puede utilizar y que las condiciones de uso son claras, por ejemplo, mediante licencia de Creative Commons?
• ¿Estoy seguro de que no ha habido ninguna alteración de la realidad (por ejemplo, Photoshop) en el material que voy a publicar?
En el caso de las noticias de última hora:
• Antes de dar retweet a una historia, ¿qué tan seguro estoy de su exactitud?
• ¿Podría causar daño si informó sobre algo antes 100% su certeza? ¿Hay un daño potencial al no informar sobre ello?
• ¿He sido cuidadoso con las fuentes inexactas y manipuladoras, o que informen de manera emocional, defectuosa o de perspectiva limitada?
• ¿He triangulado la información con otras fuentes creíbles?
• ¿He reconocido que el material usado puede ser copiado, distribuido, y he dado crédito a los autores y fuentes originales?
Para más información, consulte el Manual de Verificación elaborado por Craig Silverman del Instituto Poynter.