De acuerdo al Centro de Información de las Naciones Unidas, en los últimos 45 años, la tasa mundial de suicidios ha aumentado un 60%. Cada año, alrededor de un millón de personas muere por esta causa y llevando la tasa global de mortalidad por suicidio a 16 personas de cada 100.000.
En algunos países, esta causa de muerte aparece como una de las tres principales entre las personas de 15 a 44 años de edad, y la primera causa entre los jóvenes de 10 a 24 años. Estas estadísticas no contemplan las tentativas de suicidio, que son 20 veces más frecuentes.
En el Consultorio Ético de la FNPI hemos recibido numerosas preguntas a lo largo de los años referentes a cómo deben los periodistas informar sobre casos de suicidio, para evitar generar un efecto dominó. Esta semana, por ejemplo, el maestro Javier Darío Restrepo respondió a las inquietudes de una periodista argentina interesada en saber qué detalles es mejor no revelar.
“El suicidio le plantea al periodista, de modo contundente, el ‘para qué’ de la información. No se justifica la difusión de la noticia por la noticia misma, sino por su positivo impacto social”, afirma Restrepo en su respuesta.
¿Cuál es la forma correcta de informar sobre casos de suicidio? ¿Cómo evitar lesionar aún más a los familiares de la persona fallecida? ¿Qué tantos detalles personales revelar? ¿Es cierto que al informar incorrectamente sobre suicidios se puede estar motivando a otras personas a hacer lo mismo?
Para responder a estas y otras preguntas, los seguidores de la cuenta @EticaSegura participaron en uno más de nuestros tuitdebates usando la etiqueta #ÉticaEnRed. Los mejores trinos producidos durante el debate fueron recopilados en el siguiente Storify.