Maestro: Juan Gossaín
Relator: John Montaño
El criterio y responsabilidad del periodismo colombiano fue puesto nuevamente a prueba durante el año 2014 por cuenta de dos hechos de alto impacto en la opinión pública:
La campaña electoral para presidencia de la república 2014- 2018 y el segundo año de los diálogos de paz entre Gobierno y guerrilla de las Farc, que buscan finalizar un conflicto de más de 50 años.
Con el objetivo de reflexionar sobre el manejo de noticias y opinión, la FNPI invitó al periodista y escritor Juan Gossaín para que hablara ante un grupo de periodistas del Caribe sobre lo que más sabe: periodismo radiofónico. Una profesión que ejerció durante más de dos décadas como director de noticias para RCN Radio.
Y quien más indicado para hablarles a periodistas del Caribe, que Gossaín, tal vez, el más Caribe de los periodistas en ejercicio. Nacido en San Bernardo del Viento, Córdoba, y quien pese a ganarse la credibilidad del país dirigiendo desde la capital optó por regresar a su Caribe donde el sonido del acordeón acompaña el canto del mar.
Para Gossaín, como lo fue para Gabriel García Márquez, la ética es el alma de un periodista; el resto, se aprende en la academia, en las redacciones y en el ejercicio cotidiano de la reportería en las calles.
Casi con el imperativo de ‘hay que eliminar los adjetivos de la información periodística’, Gossaín recordó que hoy la gran prensa en el mundo dejó atrás el concepto de opinión por el análisis, donde el contexto, los antecedentes, y los protagonistas de los hechos, presentados de forma clara le permiten a las audiencias construir su propia opinión.
Hoy, la sociedad pide imparcialidad en la información periodística, es decir que todas las partes involucradas en una noticia tengan voz.
“No se puede ser neutral en el periodismo, neutral significa insípido. Pero tristemente los periódicos están yendo hacia la neutralidad cuando en realidad tienen que ir hacia la imparcialidad”, dice Gossaín.
En un taller cargado de anécdotas profesionales y con la espontaneidad y el humor propios del hombre Caribe, Gossaín recordó que pese a que ya existe un robot que recopila información, sistematiza y es capaz de producir una noticia, la ética, la responsabilidad y el principio inviolable de respeto a la gente, hacen parte de las reglas de oro eternas de la profesión.
Los dos días de charla con el experimentado periodista fueron además un repaso por esas normas de siempre: “Al periodismo, como a las gallinas, les gusta el barro. El periodismo se tiene que hacer en la calle”, entre otras, sentenció Gossaín.
Durante la jornada de introducción, Jaime Abello Banfi, director de la FNPI, leyó algunas citas memorables de Gabriel García Márquez, tomadas del libro ‘Gabo no contado’ del periodista Darío Arizmendi, cuando el Nobel pensaba en los principios que regirían al periódico ‘El Otro’, un proyecto que Gabo y un grupo de amigos planeaban pero que nunca se concretó.
“Dos fotógrafos de planta tendrá ‘El Otro’, pero todos los redactores estarán armados con una cámara automática de manejo sencillo. Y sólo se publicarán las fotos que sean realmente noticia y se obviarán las fotos repetidas y conocidas de un gobernador jurando en su posesión o de dos cancilleres saludándose, a menos que el Gobernador se juramente con su mano izquierda, o que uno de los cancilleres haga una mueca despectiva con respecto a su colega”, Gabriel García Márquez.
Frases inmortales como esta de Gabo, que hablan de la ética y el compromiso del periodismo con la sociedad, y apuntes del maestro Gossaín, son el inicio de cada capítulo para esta relatoría.
Editoriales ahora son análisis
“’El Otro’ no tendrá columnistas ni editoriales, y estos últimos sólo se presentarán en primera página cuando un hecho sea tan importante que lo justifique plenamente”. G.G.M.
El concepto de los editoriales para prensa escrita se está transformando. Así lo hicieron los periódicos más importantes del mundo como The New York Time, Le Monde y Time: hoy la opinión está desapareciendo para darle paso al análisis.
Están desapareciendo los adjetivos y están naciendo los contextos dentro de las editoriales de la gran prensa. Esto tiene como resultado que el lector se ilustre más, y tenga un contexto completo. Se está borrando así el viejo concepto de imponer una opinión a las audiencias, para dar paso a la información y que sean ellas quienes saquen sus propias conclusiones.
Hoy es más difícil escribir un editorial: hay que estar mejor preparados, investigar, tener el contexto del tema, y además hay que ser sutil a la hora de escribir porque el lector ya no acepta opiniones de terceros; quiere establecer su propio criterio a partir de datos.
En un medio de comunicación solo se puede opinar de un tema que previamente fue publicado o emitido como noticia. Y en una franja informativa radial debe estar claramente diferenciado, preferiblemente con una cortinilla musical y una introducción, el espacio noticioso de la opinión.
Otro asunto son las columnas de opinión en la prensa escrita, las cuales se deben identificar con firma y foto a sus autores. Allí también está actuando la prensa moderna que publica opiniones diversas sobre un mismo tema y en una misma página.
La ética será siempre el principio fundamental del periodismo
“Las primeras semanas serán clases de ética por encima de clases de redacción, y en contra de que se usen grabadoras sin autorización de la gente. El que lea un documento al revés o lo sustraiga lo boto, lo hecho...” G.G.M.
Un periodista falta a la ética cuando viola un acuerdo hecho previamente con una fuente, como por ejemplo publicar información que se había establecido no se podía publicar.
No se puede engañar a una persona. Hay que cumplir la palabra. Para García Márquez el principio fundamental de la profesión periodística es la ética.
“Un periodista publica una entrevista mía que me haya hecho con grabadora escondida, y la próxima vez que lo vea me escondo la billetera”, dice Gossaín.
Hacer una entrevista con grabadora escondida y sin el consentimiento claro del entrevistado es una falta de ética. Según Juan Gossaín, el uso de cámaras o grabadoras escondidas es admisible sólo en casos excepcionales, donde está en juego el interés nacional y se tiene la total certeza de un acto de corrupción, como lo fue por ejemplo el Caso Watergate, que terminó con la renuncia del presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, tras la denuncia hecha por un grupo de periodistas.
“Cuando un periodista hace lo correcto está ayudando a la sociedad, cuando miente hace daño a la sociedad. Hoy la ética no es un problema individual, más en una sociedad donde cualquier noticia puede ser un estallido de violencia”, suma Gossaín.
La ética es un acto de responsabilidad. Ese es el gran reto de los periodistas: no es lo mismo informar en un continente convulsionado como América que en un país tranquilo.
“Para el periodismo colombiano, en el escalafón de los principios, el nuevo nombre de la ética es responsabilidad. Los principios del oficio ya no son universales: no es lo mismo ser imparcial en Suiza que en Florencia, Caquetá; no es lo mismo porque no tiene la misma implicación social, y hoy quien dicta las normas éticas es la sociedad. Esto no significa que el periodista tiene que informar solo lo que la sociedad quiere”, sentencia el tallerista.
Neutralidad Vs imparcialidad
“No se puede ser neutral en el periodismo. Neutral significa insípido. Pero tristemente la prensa nacional están yendo hacia la neutralidad cuando tiene que ir es hacia la imparcialidad”, Juan Gossaín.
La imparcialidad consiste en darle a todas las partes la oportunidad de expresarse.
Pero no es darle el mismo valor a la verdad que a la mentira, de ser así, el único que ganaría con la imparcialidad en los medios sería el mentiroso. Y ahí radica el gran problema de la neutralidad: trata igual a la víctima que al victimario.
Lo que no puede hacer un periodismo responsable es darle el mismo tratamiento al autor de la masacre que a las víctimas, eso sería el triunfo del criminal.
La función de la prensa no es sustraerse de los problemas. Un periodista no puede decir yo estoy de parte de todos, o mejor dicho de ninguno. Como actor social, el periodista tiene una postura ante la vida, ante su comunidad; es un ciudadano más que también se ve afectado por un gobierno corrupto o una administración ineficiente.
Lo que sí es fundamental es la ecuanimidad. Ser ecuánime consiste en darle la oportunidad a todas las partes involucradas de exponer su posición en una noticia.
Por ello, el verdadero criterio de las secciones de opinión en los periódicos del mundo hoy es la ecuanimidad: deben publicarse las diversas opiniones sobre un mismo tema.
Ejemplo de una mala práctica:
“En la segunda vuelta presidencial para elecciones en Colombia durante el 2014, el país estuvo dividido claramente en dos sectores: santistas y uribistas, pero lo peor que le pasó a la opinión pública fue enfrentarse también a una prensa dividida. Los políticos son locos, todos, y la sociedad se deja polarizar y se deja llevar a escenarios de violencia. La prensa es el guardián de este manicomio y el guardián no se puede enloquecer. Aquí se enloqueció todo el mundo incluyendo el guardián. El país no supo si esas campañas manipularon la prensa o si la prensa se usó para manipular a esas campañas”, reflexiona Gossaín.
El anterior caso evidencia una falsa neutralidad, cuando hay que ser ecuánime e imparcial.
“La modernidad trajo computadores que recolectan datos y hacen noticias, pero nunca van a manejar la imparcialidad, la ética y la independencia, estos principios son inamovibles”.
La verdad, gústele o no a la sociedad
“’El Otro’, en su edición diaria, no registrará todas las noticias de las últimas 24 horas, ni siquiera presentará la mayor cantidad posible, pero narrará las mejores mostrando el lado que los demás medios olvidan en su loca carrera por atrapar la chiva”, G.G.M.
El periodismo consiste en contar la verdad. Una verdad que, gústele o no al periodista, tiene que confirmar con sus fuentes, para luego hacer pública, gústele o no a la opinión pública. En periodismo no hay buenas o malas noticias. Son simplemente eso: noticias. El periodista debe narrar hechos. “La noticia no tiene apellidos”.
La misión de un periodista es cubrir hechos que son importantes y relevantes para la sociedad y registrar la noticia.
“La verdad completa se arma con pedacitos de las diferentes verdades emitidas por las fuentes”, dice Gossaín.
La verdad es un concepto relativo, y para acercarse a ella, el periodista debe reunir los diferentes puntos de vista de los implicados en un hecho para que sus audiencias tengan una información amplia y saquen sus conclusiones.
La verdad de Borges
A propósito del concepto verdad, Juan Gossaín narró una anécdota de su experiencia como enviado especial de Caracol Radio para el cubrimiento del mundial de Fútbol de España en 1.982
“En Madrid, paralelo al evento deportivo, se llevó a cabo el mundial de la cultura, y entonces fue posible ver en una esquina a Cortázar leyendo cuentos, y en otro punto de la ciudad a una intérprete de jazz. Un sábado hubo una conferencia con el escritor argentino Jorge Luis Borges en el Teatro Ateneo. Tema: el Siglo de oro de la literatura española. El teatro a reventar. El presentador del evento era el director de la Real Academia de la Lengua, Fernando Lázaro Carreter. En su intervención, Borges afirmó que no existía un Siglo de oro de la literatura española, y señaló que sólo había dos grandes escritores: Cervantes y Quevedo, los demás eran unos monjes: Ortega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca…, que, según Borges, escribieron malos dramas de teatro y tuvieron éxito porque se acababa de inventar la imprenta y los alemanes andaban por Europa buscando que publicar. La conferencia finalizó y el público español ofendido, si acaso dio un tímido aplauso a Borges. Sin percatarse de que los micrófonos aún estaban abiertos, el moderador Lázaro Carreter le pide disculpas a Borges por el tímido aplauso de auditorio que estaba dolido por las afirmaciones del argentino
A lo que Borges responde: ‘Y a usted quien le dijo que yo vine a que me aplaudieran. Yo vine a hacer mi trabajo’, y la respuesta del público por su sinceridad fue un sentido aplauso”.
El periodista debe encontrar la verdad y hacerla pública, así no le guste a la sociedad. El periodista no necesita que nadie lo aplauda, su misión es decir la verdad.
La credibilidad se queda en la cabeza
“No es el periodista quien resuelve si la noticia es buena o mala. No hay nada más valioso que el periodismo, ni siquiera el talento para hacer comentarios, ni siquiera el talento para escribir novelas”, Gossaín.
Lo más valioso para un periodista es su credibilidad y el respeto de la gente. El veterano periodista radial, Alberto Acosta, decía: “la sintonía entra por un oído y sale por el otro, pero la credibilidad se queda en la cabeza”. Esa es la única recompensa válida en el periodismo, sobre todo en la radio porque es instantánea, y una vez pronunciada una sílaba no se puede volver atrás.
Todo se compra menos la credibilidad. “La credibilidad conduce al incremento de la sintonía. La gente no es tonta ni masoquista, no van a escuchar a quien no le creen”.
La principal tarea del periodista es que sus audiencias le crean.
El respeto por el entrevistado
“…La regla de oro será la de siempre: la caballerosidad y el respeto por la fuente”, G.G.M.
El periodista radial no puede perder nunca la compostura al aire, y tiene que respetar siempre al entrevistado. El entrevistado puede perder la compostura, el periodista no. Y nunca se expresan intimidades al aire con un entrevistado. Seriedad, cada quien en su puesto. La primera herramienta del periodista es el lenguaje, y por ello tiene que ser intachable.
“A los adjetivos los cuido extremadamente. Se puede hacer mucho daño con su utilización torpe y malintencionada. A veces a los escritores se les olvida que todo hombre público es una persona y como tal merece respeto. Es terrible cuando alguien entra a descalificar por descalificar. Cuando se usan los adjetivos para matar”, Gabriel García Márquez.
La regla de oro: El buen entrevistador escucha para entender.
No hay periodismo de investigación, todo periodismo es una investigación.
El deber del periodista es tener las pruebas de sus denuncias: documentos, fotos, testimonios. En periodismo hay que poder probarlo todo. “A la hora de verificar la noticia, toda precaución es poca”, suma Gossaín.
Un científico, un médico o un especialista en derecho o contaduría deben ser siempre fuentes obligatorias que le dan veracidad y profundidad a la información.
Un ejemplo de una mala práctica:
Con el aumento de casos de personas afectadas con el virus del Chikunguña, o la crisis de salud generalizada de menores de edad en el municipio del Carmen de Bolívar, por una extraña enfermedad, de la cual aún el Ministerio de Salud no da respuestas, cualquier persona apareció ante los medios de comunicación a plantear criterios como si fueran científicos. Pocos medios buscaron llegar a fondo teniendo como fuentes a científicos rigurosos.
Hay que contar bien las historias
Para Juan Gossaín no se trata de quien cuenta primero la noticia, el secreto está en quien la cuenta mejor.
“La radio es un peligro ambulante por la inmediatez y la instantaneidad. Por eso no hay que decirlo primero, hay decirlo bien y completo. Eso es responsabilidad y profesionalismo”.
Para radio y televisión la norma de oro es: se habla claro y pausado, y las preguntas del periodista jamás deben ser más extensas que las respuestas del entrevistado.
El periodismo en su máxima expresión consiste en hacer historias compactas, completas y bien narradas; y si se cuentan primero, mejor.
Independencia
“Según las normas internacionales de radiodifusión, lo que está en el aire es de dominio público y puede usarlo quien quiera”, Gossaín.
Las noticias en radio deben durar el tiempo que merezca la información. Para Gossaín no hay parámetros temporales, y una nota puede tardar un minuto, pero si una noticia lo requiere, se suspende incluso toda la programación de la emisora para dar paso a la información sobre el hecho.
Él recordó que como director de noticias en RCN los cubrimientos de la tragedia de Armero y la toma del Palacio de Justicia tardaron tres días consecutivos. La transmisión de la visita del papa a Colombia duró cinco días sin interrupción.
Cuando hay una alocución presidencial sólo se interrumpe la emisión si el tema de la declaración es noticia; y nadie, diferente a un periodista, puede interrumpir un trabajo de información. Y ante el anuncio de una alocución presidencial que invite a que la programación normal sea interrumpida, lo primero que el periodista debe preguntarse es ¿sobre qué va a hablar el presidente?
No es un Gobierno quien decide si el discurso del presidente es importante o no, la decisión es del medio que se debe a sus audiencias.
“La petición de interrumpir la programación de una emisora debería venir con la explicación de cuáles son los temas que va a tratar el presidente que ameriten dicha interrupción y un Gobierno no puede obligar a transmitir un hecho a un medio de comunicación”.
Una solución inteligente al dilema es: se graba, se analiza la pertinencia y se emite después.
Gossaín recordó que durante la toma del Palacio de Justicia en Bogotá, el Gobierno de Belisario Betancur ordenó suspender la programación para entregar una supuesta información oficial, que terminó siendo un partido de fútbol.
Un caso extremo ocurrió el 9 de abril de 1948, tras la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, cuando varios alcaldes municipales ordenaron suspender las emisiones radiales amparados en un decreto de conmoción nacional y para evitar alteraciones del orden público pues la gente tomó los micrófonos para incitar a las masas a quemar las ciudades.
“Durante la transmisión de la toma del Palacio de Justicia, varias emisoras del mundo estaban retrasmitiendo la señal de RCN Radio, y yo mencioné al aire los nombres de esas cadenas internacionales que llevaban varias horas retransmitiendo, y en esas me llama la Ministra de Comunicaciones para decirme que yo debía salir al aire y ordenarle a esas emisoras que no podían retrasmitir más la señal de RCN. Y así le respondí: según las normas internacionales de radiodifusión, lo que está en el aire es de dominio público y puede usarlo quien quiera. Si interrumpimos la transmisión, la gente que escucha en París o en cualquier calle del mundo, va a pensar que Colombia desapareció. Nada de lo que se ha dicho aquí es mentira o incitación al terrorismo. Y si usted quiere que no se retransmita, yo salgo al aire y digo que el Gobierno de Colombia le pide a las emisoras internacionales no retransmitir la señal. Al final ella entendió que era un error y una clara censura a la libertad de la prensa”, recordó Gossaín, quien asegura que el periodista tiene que entender que su labor es la más importante de la sociedad. “Las noticias deberían formar parte de la canasta familiar. Las noticias son el artículo de consumo más importante de la sociedad”.
Salarios lejos de la corrupción
“El periodista que vende su conciencia por 100 mil pesos porque su salario es de 500 mil; lo hará por 30 millones cuando su salario sea de 100 millones de pesos”, Gossaín.
Los malos salarios no justifican la corrupción periodística. La corrupción es un tema de ética.
Según Gossaín, el problema de los periodistas es que no luchan por mejorar sus condiciones salariales, porque, según él, les da pena y piensan que los problemas salariales son temas de los obreros pero no de intelectuales.
“Se crean gremios y asociaciones para todo, menos para exigir mejores salarios. Tiene que haber representación gremial de periodistas que discutan el tema salarial y la financiación de actualización profesional”.
Lo que tiene que hacer un periodista es exigir una mejor remuneración y eso se consigue con trabajo de excelencia. Los periodistas deben agremiarse para mejorar sus condiciones laborales y para capacitarse.
“Es vergonzoso que sea la empresa privada la que, por ejemplo, financie esta Fundación, deberían ser los medios que son los directos interesados. Pero los dueños de los medios piensan: si el tema de los salarios no les interesa a los periodistas qué nos va a interesar a nosotros”, explica el maestro.
Gossaín llamó la atención sobre la presencia histórica de corrupción en el cubrimiento periodístico de la información política en la región Caribe.
“Yo personalmente preferiría morirme de hambre, y al comienzo de mi carrera pasé por unas cosas terribles, pero siempre me negué a dejarme comprar por unos políticos corruptos”.