Relatoría del seminario “La desigualdad en América Latina como motor de historias periodísticas”, convocado por OXFAM, el Congreso de Periodismo Digital de Huesca, la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y su aliado institucional, la Organización Ardila Lülle (OAL), con el apoyo del diario La Prensa, reunió en Panamá a directores y editores de medios de América Latina y España para analizar los principales desafíos en la cobertura de la desigualdad. El martes 11, miércoles 12 y jueves 13 de noviembre de 2014, los asistentes compartieron experiencias y opiniones en conversatorios y dos laboratorios que dejaron más preguntas que definiciones: qué tipos de mecanismos operan en la desigualdad, qué la crea, qué saberes necesitan los periodistas para contarla.
Las cifras, las relaciones de poder y los modos en que muchas vidas se arruinan mientras otras ganan peso. Fueron algunos de los temas que se discutieron durante los tres días. Hubo preguntas que quedaron abiertas. Y algunas certezas: la creciente desigualdad es el mayor reto con que se enfrentan los gobiernos de todo el mundo. En Iberoamérica el reto es mayor: América Latina y el Caribe continúan siendo la región más desigual del mundo, mientras que España ocupa el segundo lugar entre los países más desiguales de la Unión Europea, sólo superado por Letonia. Más certezas: contar la desigualdad plantea desafíos de lenguaje, estéticos e ideológicos. Un trabajo muy complejo.
Maestro: Martín Caparros (periodista, ensayista y novelista- maestro de la FNPI), Santiago Carneri (Efe, Paraguay), Eliza Capai (Brasil), María Elvira Bonilla (Las2orillas.co- Colombia), Borja Etxebarría (España), Cristian Alarcón (Revista Anfibia, Cosecha Roja e Infojus, Argentina), Olga Lucía Lozano (La Silla Vacía, Colombia), Enrique Naveda (Plaza Pública, Guatemala), Salvador Frausto (El Universal, México), Paula Molina (Radio Cooperativa, Chile), Francisca Skoknic (Ciper, Chile), Fernando García Mongay (España), Ander Izaguirre (España, Bolivia), Delia Rodríguez (El País, España), Virginia Pérez Alonso (20 minutos, España), Gumersindo Lafuente (España), Javier Gallego (Carne Cruda, España), Pilar Velasco (Cadena Ser, España), Olga Rodríguez (España), Ramón Lobo (España), Enric González (España), Florencia Fernández (La Nación, Argentina), Andrés Gómez Vela (Erbol, Bolivia), Mónica Palm (La Prensa, Panamá), Magaly Montilla (El Siglo, Panamá), Mary Triny Zea (La Prensa, Panamá), Luis Manuel Galeano (Nicaragua), Guadalupe Bonilla (El Salvador), Marcelo Canellas (TV Globo, Brasil), Ángel Pérez Salcedo (La República, Perú), Daniel Moreno (Animal Político, México) y el experto Adolfo Meisel, codirector del Banco de la República de Colombia.
Diagnóstico I: situación social
En la última década, América Latina creció y se posiciona como potencia emergente en el mapa mundial. También redujo la pobreza y disminuyó la brecha entre pobres y ricos. Gracias a una creciente inversión social, bonos y planes de asistencia, hay más gente que permanece en las escuelas, puede comprar lo que necesita comer y acceder a bienes básicos.
Concretamente la pobreza monetaria se redujo de un 48% en 1990 hasta un 28% en 2012.
Adolfo Meisel, codirector del Banco de la República de Colombia, explicó: "La desigualdad en América Latina viene desde la colonia y tiene que ver con la distribución inicial de la tierra que hubo en América Latina. Luego de las décadas 80-90, donde aumentó la desigualdad, la situación de todos mejoró. Las políticas de asistencia social han tenido un efecto positivo sobre el coeficiente Gini[1], en unos países más que en otros".
Sin embargo, Rosa María Cañete, de Oxfam Latinoamérica, quien presentó el informe Crónica de una desigualdad anunciada, explico que la región es todavía la más desigual del mundo y donde más creció - un 38% - el número de ricos que acumulan más de mil millones de dólares. Los multimillonarios latinoamericanos aumentaron de 111 en 2013 a 153 en 2014. América Latina es además la región más peligrosa del mundo: 41 de las 50 ciudades más riesgosas son latinoamericanas y en entre 2000 y 2010 se registraron un millón de asesinatos.
Martín Caparrós acotó que también son diferentes los mecanismos que la provocan. Uno es esa cosecha típica del desarrollo que hace que mucha gente no tenga lo que necesita para comer lo que necesita: "Un mecanismo del hambre como supuestamente inevitable", dijo. Y otros: la desigualdad (o el hambre) como producto secundario de algo que no tiene la intención de producirlo; formas de neocolonialismo; como consecuencia de la injusta distribución de la riqueza o, como en Estados Unidos, "un daño colateral del interés de seguir ganando más plata".
¿Cómo revertir la situación en la región? Recaudar, repartir e invertir mejor.
Dijo Meisel: "Impuestos como el IVA, que gravan igual a los que tienen que a los que no, son malos. Una reforma tributaria es una herramienta formidable para la igualdad pero tiene que pasar por los Congresos, que representan los intereses más poderosos de la sociedad. Entonces los Ministros de Hacienda no tratan de hacer reformas integrales porque políticamente son muy complicadas". Pero además de recaudar más y mejor, hay que gastar bien. Los gastos más igualadores que puede tener un gobierno, coincidieron Meisel y Cañete, son educación y salud. En contraposición, la corrupción es el peor gasto público. "La fuga es altísima y el impacto es muy alto", afirmó Cañete.
La idea que quedó tras la conversación fue la de que se recauda mal, la influencia de las élites en las políticas tributarias impiden una reforma integral redistributiva y que el acceso universal a educación y salud de calidad no llega. Hay que pasar del discurso de sensibilidad social a los hechos, pero para eso hay que enfrentar intereses.
Gumersindo Lafuente (España) habló por su parte de que " los que tienen dinero no solamente tienen dinero, tienen muchos asesores que hacen que ese dinero se multiplique en zonas oscuras", incluso por vías legales, algo que revierte de manera negativa en las partes de la población que se encuentran en una situación menos favorable.
Por eso – aseguró Rosa María Cañete - la apuesta desde Oxfam es modificar la legislación internacional sobre el tema de paraísos fiscales. “Ahora el FMI y el Banco Mundial están cambiando su discurso: empezaron a darse cuenta de que la desigualdad no es un tema solo de pobreza, sino que afecta a todos. Pero no hay que cambiar solamente el discurso sino la política. Los efectos que tuvo el Consenso de Washington[2] en la gente fueron desastrosos".
Enric González (El Mundo/Jot Down, España) afirmó que se habla de gasto social cuando se debería hablar de inversión social, y que se confunde la igualdad con el igualitarismo. “¿Por qué no invertimos en educación y salud, que son la verdadera transformación? Vemos un crecimiento de las deudas públicas enorme. Los países más ricos del mundo se comprometieron a acabar con los paraísos fiscales pero no ha cambiado nada", preguntó.
Diagnóstico II: los medios
Los periodistas analizaron el panorama, el nuevo mapa mediático y la forma en que responden los medios a los intereses ciudadanos y la pobreza.
I. Agenda del poder. Los medios tradicionales en España quedaron absortos, tras la crisis, con la marea humana que tomaba las calles para hacerse oír. Allí, según los periodistas españoles que expusieron en el seminario, la sorpresa fue que en las manifestaciones había unas voces, unos intereses y unos reclamos que la agenda no mostraba. La agenda era la del poder. En la misma sintonía, en América Latina los medios tradicionales, que detentaron hasta hace poco el monopolio informativo, se rigen por el declaracionismo oficial.
Pilar Velasco (Cadena Ser- España) afirmó que "había una gran incapacidad de los medios españoles para ponerse en contacto con la gente y la calle antes de la crisis: un periodismo desde la élite y para la élite". A esto Javier Gallego (Carne Cruda, España) agregó que en España se vivía en una “placidez monótona y aturdida. No nos hacíamos las preguntas que teníamos que hacernos. Nos hemos encontrado en un país que tiene el mismo grado de desigualdad de Estonia y la misma pobreza que Rumania. Lo primero es darse vuelta y mirar a la calle. Lo otro es no ser el cuarto poder, sino contrapoder".
El mexicano Daniel Moreno (Animal Político) menciono que los medios tienen un problema para entender a los pobres, el hambre y la desigualdad como temas periodísticos. ¿Cómo explicar que en los medios de comunicación se ven batallas para que no se grave la gasolina? ¿Cómo que no se denuncie que los grandes terratenientes reciben el beneficio de subsidios? Los medios operan para los beneficiados. Los medios en México olvidaron la agenda social por una obsesión con la clase política y porque los pobres no son nuestro público".
En el caso de Chile Francisca Skoknic (Ciper) la cobertura del surgimiento de los movimientos estudiantiles mostró que” durante mucho tiempo hubo una gran concentración de los grandes medios de Chile, que ejercieron un monopolio de la información. Y ya no tienen el monopolio. Los nuevos medios muestran un periodismo que se aleja del activismo y aunque no son canales de información objetiva, sí son creíbles para el ciudadano” , dijo.
II- La pobreza no vende. En esos grandes medios que aceptan como propia la agenda del poder, impera la idea de que la pobreza no vende periódicos. Creen que a los lectores no les interesa y que a los anunciantes no les conviene asociar sus marcas al infortunio. La buena noticia es que los nuevos medios digitales son más sensibles a la desigualdad y que en pocos años se han convertido en una realidad ineludible que dio origen a un mapa distinto.
Hay jóvenes periodistas que ya no sueñan con trabajar en el periódico que sus padres solían comprar y periodistas con trayectoria en medios tradicionales que se lanzan a abrir un medio propio online. Olga Rodríguez (España) se fue de un gran medio “porque cada vez tenía menos margen de maniobra” y así se reconcilió con la profesión. “La ciudadanía impone el balance: hay muchos periodistas que no tienen vocación o trabajan mal o responden a intereses que no tiene que ver con la realidad, y quedan en evidencia gracias a la participación ciudadana activa en redes", añadió. Para Ramón Lobo "para sobrevivir como periodistas tenemos que ser útiles, y para ser útiles tenemos que estar cerca de la ciudadanía y bajarnos de los coches oficiales. Es simple".
III- Los adjetivos. Militante, comprometido, activista: las formas de definir al periodismo que aparecieron desde 2000 son algo ridículas para algunos que aducen que el periodismo sin compromiso no existe. ¿Qué es ser militante?¿Estar afiliado a un partido político?¿Defender una idea? Y todo ello, ¿significa ocultar la realidad en pos de lo que se piensa? El asunto no quedó resuelto. Pese a que los participantes en la discusión no llegaron a un acuerdo si aseguraron que no hay que olvidarse de que el periodista es una persona y tiene amores y odios como cualquiera. Martín Caparrós afirmó que para los sectores del poder “es lo que piensan los otros “ y que eso es a lo que llaman ideología o militancia".
Para Daniel Moreno en el tema de la pobreza y la desigualdad sí hay que ser militante. “Algo que me preocupa es cómo ser militante contra las élites que frenan reformas para aspirar a más igualdad”, afirmó. Y preguntó cómo hacer periodismo militante contra estos grupos sin que se acuse a los periodistas de hacer política, a lo que Gumersindo Lafuente respondió que “contando historias”. “Si esos grupos están haciendo cosas que impiden la igualdad, nuestro trabajo es poner al descubierto a esos grupos. No es un problema de militancia, es un problema de hacer bien o mal tu trabajo".
Enrique Naveda (Plaza Pública- Guatemala), por su parte, aclaró que militante y compromiso “tienen una carga muy grande relacionada con la ortodoxia y colectivos orientados a causas. Y estamos los que queremos mantener esa independencia de criterio, por eso muchos no queremos asumir el periodismo militante o comprometido hasta que no haya un cambio de connotación de esas palabras".
La clave es, ¿cómo contarlo?
¿Cómo contar el hambre? ¿Qué significa en términos de vida cotidiana que suba o baje un centésimo o dos en un determinado país el coeficiente Gini? "El hambre en el mundo suena como un cliché. Y siempre le sucede a otros “, dijo Martín Caparrós. “Según las cuentas, hay 1 persona de cada 9 en el mundo que pasa hambre . Sin embargo, a ninguno de ellos los conocemos. Si tu conoces a 100 personas no es que vaya a haber 9 que pasan hambre. Por eso se facilita mirar para otro lado". Y apuntó una certeza que conviene anotar y recordar cada vez que el periodista navegue entre cifras, voces y análisis de procesos políticos: encontrar ese equilibro entre la historia, los datos y el análisis.
Elementos clave para narrar la desigualdad
La mirada. El periodista es parte del hecho que cuenta, en la medida en que hace parte de esa sociedad y porque, en general, la profesión también está sufriendo la crisis económica y cientos de periodistas han sido despedidos. Por eso, el periodista escribe desde un lugar (situado-sitiado), con decisiones ideológicas y políticas fuertes. Ya no sirve escribir desde esa pretensión imposible de separarse y marcar límites.
Educar en otras ciencias. Hay que asumir que los periodistas deben recibir capacitaciones y volcarse a lecturas de economía, matemática y cualquier saber que le permita leer e interpretar esa realidad desigual. Que los periodistas aprendan, ya que en torno a la desigualdad giran suposiciones que es preciso desentrañar y realidades que hay que explicar: estudiar y entender para responder qué tipo de mecanismos operan en el hambre, qué la hace ocurrir y conocer qué se puede cambiar.
Estética. Los recursos para dar voz y cuerpo a las historias de la desigualdad pueden no ser periodísticos. Están los documentalistas que apelan al cine, los narradores que guionan situaciones, los que incluyen diálogos y descripciones. Pero la tentación de la belleza es un riesgo cuando se está retratando el horror. De esa búsqueda poética, que es estética, puede surgir la incoherencia entre la belleza de un texto y el espanto de lo que se está contando. Contar historias con narrativa pero sin datos ni contextualización es "una pornografía de la miseria", dijo Caparrós. El horror periodístico de "reconfortar a los lectores para que digan 'yo no estoy tan mal".
¿Crisis de lenguaje? La pobreza nunca fue muy excitante para la mayoría de los editores, pero en un momento se puso de moda y avanzó hacia una zona gris: cubrir desigualdad y cruzar la frontera hacia lo que el maestro de la FNPI Cristian Alarcón llamó "miserabilismo". Hizo referencia a este término para hablar de esa manera de abordad el tema que consiste en "reducir los personajes a sujetos sociales que se la pasan sufriendo las 24 horas del día, algo que es mentira". En esa relación, como en la de la belleza de la búsqueda estética y el horror de la realidad, Alarcón apuntó una crisis cuando se cuenta la desigualdad, que es del lenguaje.
Agenda. La pelea de agenda, de colar la nota en portada, de llevarla a la más amplia audiencia, es una de las confrontaciones diarias de los periodistas de la región. Las tragedias, por ejemplo, permiten visibilizar zonas en situación de exclusión que tal vez no se conocían, o cuando se trabaja un reportaje de largo aliento con historias de derechos humanos, apuntar datos duros que sirvan para titular en portada: puede ser muy útil, por ejemplo comparar la situación de hambre en ese momento con cómo estaba antes y cuáles son las previsiones.
Públicos. Identificar la identidad de los públicos en función de los temas es un buen recurso, coincidieron los editores de nuevos sitios online que intentan generar comunidad, aunque en otras ocasiones gane la arbitrariedad de lo que gusta al periodista o eso que hay que hacer porque es un aporte. Cada uno tendrá su propia motivación, pero así como se leen con lupa los clics en las notas, el tiempo de permanencia en la página, lo que cada visitante toca, huela o respira en un sitio web, también hay informar de algunas cosas por responsabilidad y porque sí, porque son temas que deben aparecer en la escena mediática.
Leer las cifras. La disminución de la desigualdad en América Latina tras décadas de retroceso (80-90), ¿cómo se dio en cada caso y por qué? Una de las razones de la mejoría que hay desde el 2000 está en los programas de asistencia social que la mayoría de los países implementaron. Entre ellos hay diferencias de perspectivas y posibilidades de sostenibilidad. Esas son cuestiones que hay que averiguar, entender y contar bien.
Del decir al hacer. Además de contar lo que pasa, están quienes quieren cambiar eso para que pase otra cosa. Lo planteó Lucila Rodríguez-Alarcón, de Oxfam: "¿Cómo consigues que la gente te ayude a catalizar el cambio? A través de la empatía. Necesitamos una voz y la voz la da el periodista, que se supone que hace periodismo de calidad e independiente".
Contacto con la calle. Un término frecuente en la jerga periodística es el de 'la calle'. "No mirábamos la calle" o "no estábamos en contacto con la calle" o "no escuchábamos la voz de la calle", fueron las frases más repetidas por los periodistas españoles. Algo que se discutió: ¿qué es la calle? ¿el lugar donde habita la verdad? ¿el capricho de las masas? Es, coincidieron muchos, ponerse en el lugar del otro. O, en palabras de Cristian Alarcón, "experimentar lo que le ocurre al otro en el lugar del otro". El lugar donde se juega la experiencia. Y eso, claramente, no puede faltar en ningún trabajo periodístico.
Los matices. "Hablamos aquí de la desigualdad como la contraposición del hombre que vive en un barrio cerrado y exclusivo con el de una zona marginal. Pero, ¿y los niveles de desigualdad dentro de sector con menos ingresos? Hay distintos niveles de acumulación también dentro de los mismos sectores populares. La desigualdad no es solamente entre pobres y ricos. Entonces, para contar la pobreza ¿hacia dónde tendríamos que profundizar, que tipo de información tenemos que tener tenemos para descubrir esas otras zonas?".
Como ejemplo, continuó Alarcón, "en una ciudad como Rosario (Argentina), donde crecieron los índices de homicidios, queremos creer que aumentó la pobreza y la desigualdad. Pues no. Por lo tanto debemos proponernos una lectura más compleja". Y apuntó tres cuestiones: 1) nuestras sociedades vienen de una degradación que ha dejado huellas, 2) las dinámicas de la economía ilegal se alimenta de esa desigualdad, 3) no hay una relación lineal entre desigualdad y violencia. Ander Izaguirre (España, Bolivia) aportó que "contamos mucho a los pobres y muy poco a los ricos".
Los buenos y los malos: iguales. Muchas veces en nombre del bien se cometen atrocidades: ONGs que no usan los fondos para lo que marca el objetivo de un programa, organismos internacionales que se vuelven grandes estructuras burocráticas con prácticas corruptas, entre otros. "Los periodistas no podemos bajar la guardia sea con quien sea. Cuando nos relacionamos con ONG, tenemos que aplicar las mismas herramientas de rigor que con los malos", dijo Gumersindo Lafuente. Enric González mencionó "la terrible reacción de una ONG cuando se cuestiona alguna de las cosas que se hacen. Publiqué una pieza pequeña diciendo que se habían disparado las donaciones a Greenpeace y que los empleados viajaban en primera clase. Me convertí en un enemigo público".
¿Soluciones? Las desigualdad puede interpelarse con un sinfín de interrogantes. En los puntos anteriores se citaron muchos y podrían agregarse más al listado, por ejemplo: ¿qué pasa con los ricos, que han crecido más que los pobres? Y allí el experto habló de posibles soluciones e introdujo los temas que continuarán en debate: ¿qué es lo viable? ¿lo que se puede hacer? Muchos hablan de reforma tributaria, pero cualquier Ministro de Hacienda sabe que ningún proyecto pasaría un congreso por el peso de los poderes económicos sobre los legisladores. ¿Entonces? ¿Mejor controlar la evasión? ¿Cómo aportar una solución?
La contribución. Visibilizar la desigualdad es una de las maneras que tiene el periodismo de contribuir a la igualdad, dijeron algunos. Colocar el tema en agenda y fomentar el debate alrededor de las desigualdades. Caso todos coincidieron en que es importante poner gente en las historias, que la gente cuente sus problemas. En definitiva, según explicaron los ponentes, hay que “mostrar los rostros detrás de las estadísticas”.
[1] El coeficiente de Gini es una medida ideada para medir la desigualdad en los ingresos, dentro de un país, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual.
[2] El término Consenso de Washington fue acuñado para describir un conjunto de diez fórmulas relativamente específicas que constituían el paquete de reformas "estándar" para los países en desarrollo azotados por la crisis por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Las fórmulas abarcaban políticas en áreas tales como la estabilización macroeconómica, la liberación económica con respecto tanto al comercio como a la inversión y la expansión de las fuerzas del mercado dentro de la economía doméstica.(https://es.wikipedia.org/wiki/Consenso_de_Washington)