Bogotá, Colombia, del 20 al 22 de agosto de 2009.
Redactada por Juan Miguel Álvarez
Presentación
Quizás la más directa semilla del actual periodismo de investigación latinoamericano pueda hallarse en el legendario grupo de periodistas estadounidenses llamado Muckrakers, surgido en la primera década del siglo XX. Se trataba de reporteros dedicados a investigar casos de corrupción política, económica y sanitaria, así como casos de discriminación racial, explotación infantil, abuso de poder, entre muchos más.
Salvo contadas excepciones, trabajaban de manera freelancer para semanarios y mensuarios influyentes de la época como: McCuller’s, Collier’s, Cosmopolitan, American Magazine, Hampton’s y The Masses, este último el de mayor credibilidad entre todos puesto que nunca dio pie para relacionarlo con corrientes políticas, partidos, grupos económicos o movimientos sociales.
La palabra «muckrakers» quería decir literalmente: «rastrilladores de cieno» o
«escarbadores de vidas ajenas»; no obstante, la calificación para denominar a estos reporteros fue puesta por el presidente Theodore Roosevelt aludiendo al sentido que la voz tenía en el uso cotidiano: «los que revuelcan en la mierda». Muy a pesar del poder político y del económico, estos reporteros lograron que hasta los ciudadanos más reacios o displicentes tomaran conciencia de las graves condiciones sociales de Estados Unidos. Su fórmula no era otra que la investigación exhaustiva de datos y de testimonios, sobradamente contrastados y corroborados en documentos de archivo. Sus artículos tenían la extensión necesaria para integrar los hechos que demostraban o probaban el caso, y reportería y escritura podían tardar varias semanas o meses hasta no dejar cabos sueltos. Lejos de aspiraciones de enriquecimiento y fama, trabajaban bajo una ética inquebrantable.
Muchas publicaciones lograron cambios estructurales en la sociedad, además de llevar políticos y empresarios a juicio. Tras la publicación de El gran fraude americano, una serie de reportajes de Hopkins Adams en los que denunciaba malas prácticas en la fabricación de medicamentos convirtiéndolos en veneno para el hombre, publicados en Collier’s entre 1905 y 1906, al gobierno no le quedó otra opción que sancionar nueva ley de sanidad que regulaba con más control la fabricación no sólo de medicinas, también de alimentos.
En ocasiones, el gobierno se sintió tan fiscalizado que no dudó en aplicar mecanismos de presión para tratar de detener el trabajo de varios de los muckrakers y de medios de comunicación. The Masses fue uno de los impresos que sucumbió, en 1917, pues no sólo las autoridades postales les retiraron el servicio de distribución del magazine sino que el gobierno procesó a sus editores acusándolos de violar el «Espionage Act», pues nunca ocultaron su posición crítica y opuesta a la participación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Lo paradójico del asunto es que era precisamente este país quien se autoerigía como una forma de estado plural y democrático ante la inminencia de la Revolución Bolchevique que llevó al poder al comunismo de Lenin y al autoritarismo de Stalin, en el otro extremo del mundo.
Cien años después, en esta primera década del siglo XXI, América Latina pareciera estar repitiendo hechos similares a los narrados. Tras superar el largo periodo de dictaduras de la segunda mitad del siglo XX y con sistemas democráticos —al menos de nombre— constituidos y legitimados no sólo en la práctica de elecciones para ocupar cargos ejecutivos y legislativos, sino en la Constitución de cada país, varios de los regímenes actuales no han escatimado esfuerzos para tratar de controlar y hasta neutralizar el trabajo de periodistas investigativos y medios de comunicación.
El gobierno de Colombia, por ejemplo, se ha ido lanza en ristre contra reporteros que han denunciado excesos y corrupción del poder político, violación de derechos humanos, uso desmedido de la fuerza en el conflicto armado, y los ha tachado de «terroristas» o «miserables» o «calumniadores». Existen registros de seguimientos por parte de investigadores de oficinas de inteligencia del Estado a periodistas que han asumido posiciones críticas contra el gobierno.
No muy lejos de Bogotá y al otro lado del espectro político pero actuando casi impulsados por la misma motivación, el gobierno de Venezuela ha ido cerrando medios de comunicación independientes y neutralizando periodistas con mecanismos que se ajustan a leyes urdidas a último momento o imponiendo penas exageradas o desmedidas por mínimos casos en ajustes de impuestos o similares.Y así se podría mencionar varios ejemplos más en la región.
Por otra parte, los medios de comunicación tradicionales atraviesan una crisis económica sin precedentes, causada en parte por el estado mundial de las finanzas, pero también por el auge de nuevas formas de contar información novedosa y de interés común, surgidas a partir del uso de internet, cámaras de video en teléfonos móviles y varios dispositivos tecnológicos más. De un momento a otro, buena parte del oficio del periodista ha sido asumido por el ciudadano de a pie, lo que ha producido reducción de profesionales en las salas de redacción y ahorro de gastos de funcionamiento para un medio de comunicación; queda por verse si este fenómeno tendrá en un futuro cercano efectos sobre la calidad de la información y, por ende, en la credibilidad del medio.
En contrapeso, cada vez que surge la pregunta sobre cómo debe competirle la prensa escrita al periodismo de televisión y de radio, la respuesta más escuchada es «con investigación». Frente a la avalancha informativa a la que se accede a través de internet y demás tecnologías, y frente al inmediatismo de la televisión y la radio, periódicos y revistas tienen en el periodismo de investigación el salvavidas. Un sector considerable de las audiencias no se conforma con recibir datos, cifras, testimonios, fotografías, minivideos de hechos que no están conectados con su realidad inmediata. Exigen, porque lo requieren, explicación, contextualización, análisis, antecedentes, probables consecuencias y referencias de sucesos similares. Es decir, un corpus informativo que trate de resolver las dudas que van quedando en el camino, además de plantear nuevos interrogantes cuando sea del caso. Sin olvidar que si la publicación logra evidenciar un indignante caso de corrupción con efectos en la estructura política, mucho mejor; y si logra proteger al ciudadano de un abuso de poder por parte del Estado o de un gremio privado, entonces, se vuelve ideal. Para ello, nada más adecuado que el lenguaje escrito y nada más ajustado a los tiempos de producción y publicación que un periódico o una revista, y nada más necesario que el trabajo experto y metódico de un reportero avezado.
En la actualidad, son varios los medios de comunicación en América Latina —tanto en prensa como en televisión y radio— que le están apostando al periodismo de investigación, que invierten tiempo y su mejor personal en reportajes de esta especialidad. Varios de ellos participaron de este seminario «La vigilancia del poder, autores y editores del periodismo de investigación en América Latina» y lo que dijeron, sus ideas, dudas y apuestas quedó consignado en esta relatoría como memoria de una tradición periodística que no ha dejado de ganar espacio, respeto y éxito, pese a la adversidad.
Sesión inaugural:
Objetivos y programa de trabajo
Jaime Abello Banfi, director general Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano: La idea de este seminario es aprovechar la Feria Internacional del Libro de Bogotá —que se ha convertido en un escenario de formidable capacidad de convocatoria— para generar un encuentro entre autores de libros de periodismo de investigación —aunque también de reporteros que trabajen en prensa, televisión, radio y multimedia— y que tengan la oportunidad del diálogo e intercambio profesional.
Este no ha sido un año fácil para la economía global, por ende, para la industria editorial, para la industria de los medios, pero hemos podido sacar adelante esta iniciativa y nos complace mucho trabajar con la Cámara Colombiana del Libro, lo mismo que con la Revista Semana y con la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Externado de Colombia. Tenemos una oportunidad de discutir sobre los temas fundamentales del periodismo de investigación y de plantearnos los retos que ahora se multiplican debido a un contexto bien complicado. Por ejemplo, el primer panel que trata sobre los retos del periodismo de investigación en la coyuntura política, nos muestra una serie de crispaciones y tensiones políticas que no sólo se dan al interior de los países sino entre países. A eso hay que sumarle una arremetida desde los gobiernos al ejercicio periodístico, en la que se está hablando claramente de «regulación», de «intervención», de «control a los medios». Hay nuevas leyes, como la de Educación que se acaba de aprobar en Venezuela —una ley que resucitó de la nada porque estaba viviendo un sueño pero que se aprobó en cuestión de tres días— y ya hoy hay una primera denuncia contra Globovisión por haber utilizado unas imágenes de una niña, pues ha sido considerado como un abuso de tipo político. Así hay más ejemplos de situaciones complicadas.Estamos en una fase de debilitamiento del negocio tradicional del periodismo debido a la transición del modelo de negocios de la publicidad masiva a una publicidad de nicho, a una publicidad que va a ser capilarizada, de unas audiencias mucho más inestables, menos dispuestas a comprar y gastar, menos dispuesta al periodismo en el papel, menos dispuesta, incluso, al periodismo en internet, más dada al acceso de la información a través de las redes sociales, todo lo cual está produciendo una serie de cambios importantes.
Además, está el tema de cómo financiar el periodismo de investigación, que es normalmente el más costoso y el más complicado, y qué clases de estructuras lo apoyan y qué clases de relación con las audiencias generan estas nuevas formas de acceso a la información. Ya hay estructuras que hacen periodismo de investigación por fuera de los medios, por ejemplo en centros de investigación independientes en los cuales hay acuerdos con los medios para usarlos como plataformas de difusión de la información.
En fin, hay una multiplicidad de experiencias que ameritan esta mirada entre todos y este diálogo con el público.
En principio, todo lo que se hable dentro de este seminario quedará en una relatoría, salvo casos concretos que sean pedidos como off the record.
Moisés Melo, presidente Cámara Colombiana del Libro:
Lo único que quisiera mencionar es que no hemos logrado convocar a los editores; los editores son una parte importante de este diálogo, pero me refiero a los editores de libros, no editores de medios, porque así como se genera un diálogo entre periodistas, este seminario serviría también para que los editores de libros vieran posibilidades de publicación del trabajo periodístico de los autores que aquí van a debatir.
Lo otro es que por la calidad de los periodistas convocados y los temas que se discutirán, veo que este año también seremos exitosos como el año pasado y este trabajo mancomunado debe seguir hasta que posicionemos estos encuentros de periodismo como uno de los eventos más importantes, que le dará caracterización e identidad a nuestra Feria.
Entonces, sólo me resta darles la bienvenida y agradecerles que estén aquí y desearles lo mejor.
Primer panel:
Los retos del periodismo de investigación en la coyuntura política de América
Latina
Participantes: Luz María Sierra (Colombia), Mónica González (Chile), Ricardo Uceda (Perú), Sergio Dahbar (Venezuela).
Modera: María Jimena Duzán (Colombia).
Este panel propone una radiografía de las acciones y omisiones del periodismo frente a los procesos políticos recientes en América Latina. En medio del ambiente de polarización política que atraviesan algunos países de la región, en el que han aumentado y se han agudizado amenazas y obstáculos a la libertad de prensa y al acceso a la información, este panel analiza qué tanto ha contribuido el periodismo de investigación a vigilar e informar sobre las actuaciones de los gobiernos y los procesos políticos que han impulsado.
María Jimena Duzán: Inicia Ricardo Uceda.
Ricardo Uceda: Nosotros tenemos una aproximación de lo que está pasando en el periodismo de investigación (PI) en América Latina (AL) a partir de los trabajos que se presentan hace siete años a un concurso sobre corrupción, que tiene un premio muy jugoso, de 25.000 dólares. Entonces, si bien no es una muestra total, sí es una muestra bastante representativa: vemos entre 150 y 200 trabajos de los principales medios que se presentan anualmente. Cada trabajo debiera ofrecer el resultado de una búsqueda, que lo que se examina es el resultado de una búsqueda. Cuando voy a encuentros de periodistas y escucho conferencias sobre el tema, noto una visión derrotista del PI causada, en parte, por los aspectos que Jaime Abello expuso en la presentación. La visión que tenemos nosotros, IPYS, es distinta porque estamos viendo lo que se hace. Probablemente la suma de esa visión derrotista y nuestra visión nos dé una idea general. Hace unos días, en Lima, terminamos una conferencia de PI que creo que es la mayor conferencia de presentación de trabajos de PI que se ha hecho en AL. Uno de los errores fue, precisamente, darle espacio a tantos trabajos pues eso causó congestión en las presentaciones.
Pueden ver los resultados de la conferencia en www.ipys.com
Fue un encuentro de unos 70 periodistas, con más de 500 interesados que nos siguieron en línea. Fue importante ver cómo hay un enorme interés en toda AL por participar en estos encuentros.
M.J.D.: una pregunta de contexto, ¿la mayoría de esos trabajos fueron hechos en qué medios?
R.U.: La mayoría fueron elaborados por medios impresos. En PI es muy difícil que encuentres trabajos de radio, pero hay trabajos de Internet y de televisión. La mayoría de estos trabajos de televisión son de cámara escondida hechos en Brasil y Argentina. Hay que decir que el premio tiene un sesgo, que el enfoque es «corrupción», lo que deja de lado temas de Derechos Humanos o trabajos de índole policial.
La lectura de todos los trabajos nos dejó unas ideas generales sobre la corrupción en AL:
hay grandes poderes políticos en las regiones y provincias de varios países que manejan el Estado a su placer, dominan las licitaciones, mienten sobre la financiación de sus campañas electorales, pero en muchos países el PI lo descubre.
En varios países de AL hay complicidad entre el gobierno central o gobiernos locales con la empresa privada para la explotación de recursos naturales de forma poco controlada. En otros casos, programas de ayuda y asistencia a poblaciones vulnerables terminan beneficiando a miembros del mismo gobierno por encima de las poblaciones objeto.
En Brasil hay medios de comunicación muy poderosos que pueden, por ejemplo, dedicar de forma exclusiva un equipo de periodistas para que durante varios meses o un año aborden un tema por completo. Eso en ningún otro país de la región es posible, cuando mucho podrán dedicarse durante una semana y pocas veces de manera exclusiva.
Mi conclusión es que hay un PI que está funcionando, que está investigando cosas. M.J.D.: Es una conclusión bastante positiva.
R.U.: Bueno, si vas a la otra parte verás la versión oscura o menos optimista del PI. Al reportero de El Salvador que ocupó el tercer lugar en esta versión del concurso, cuando se le llamó para enterarlo de su logro, nos dijo: «Bueno… ¡qué gusto! pero me acaban de despedir». A mí me parece que la situación general es de un claroscuro.
M.J.D.: ¿Estos trabajos fueron el resultado, en su mayoría, de unidades de investigación o de iniciativas personales?
R.U.: No. Poco o nada es resultado de unidades de investigación. Por lo general, es resultado de periodistas que saben hacerlo y que emplean tiempo extra para hacerlo. Varios periodistas invirtieron dinero adicional por encima del presupuesto del medio para la investigación del trabajo. Entonces, este periodismo necesita, ante todo, tiempo que es lo que menos tiene el periodismo industrial, pero que sí tiene el periodismo alternativo.
M.J.D.: Por eso este resultado es interesante, porque muchos de los trabajos vinieron de medios tradicionales, es decir, de la industria. Ahora vamos a darle la palabra a Mónica González. Me parece que el punto en que está el debate es muy interesante. Los periodistas siempre nos quejamos de que las investigaciones que deberían hacerse no se hacen, pero Ricardo Uceda nos está mostrando que sí, que en los medios tradicionales de AL se está haciendo una investigación importante. ¿Cuál es tu opinión?
Mónica González: No. Discrepo de Ricardo. Yo lo entiendo porque acaba de salir de una conferencia que fue exitosísima. Hay que mirar lo que se está haciendo, como él dice, pero lo que se está haciendo tiene bemoles. Quiero empezar diciendo que lo que aquí estamos haciendo tiene un hito, que fue en diciembre de 2005 con el triunfo de Evo Morales en la presidencia de Bolivia, pues de ahí en adelante ha habido una seguidilla de elecciones que han dado un vuelco sobre sí mismas y creímos que se iban a dar las condiciones para que profundizáramos en la democracia y para dos cosas más: una, hincarle el diente a la brecha de la distribución de la riqueza, porque no estamos haciendo periodismo para hacernos famosos, sino para ayudar a la gente, a la sociedad y todos sabemos que cuando lo que hacemos no tiene sentido nos quedamos vacíos y se torna efímero. Y la otra, para que tuviéramos, por fin, un espacio de trabajo sin amenazas de muerte, sin restricciones, para fortalecer las organizaciones, la democracia, profundizar la transparencia, la fiscalización y por qué no decirlo, ayudar a los ciudadanos a encontrar nichos de placer.
Bueno han pasado varios años y la verdad nada de esto ha podido suceder.
¿Cuál es mi radiografía?
Las condiciones son terribles. Parto en México: hasta anoche, 19 de agosto, han muerto en ese país, en lo que va del año, más de 4 mil personas en una violencia impresionante. Son casi los muertos de la dictadura chilena. Perdón: si juntamos los muertos de México y los de Guatemala y los de Colombia son muchos más muertos que todos los de las dictaduras del sur de continente, y lo digo porque quiero compararlo. Si el periodismo fue capaz de salvar vidas y crear solidaridad durante las dictaduras, y ayudó a construir la verdad para que la justicia algún día le gane a la impunidad, ¿qué estamos haciendo hoy en día?
¿En México son solidarios? ¡No!
Cuando vas a Europa y cuentas que los periodistas de Colombia están arriesgando su vida para contar las historias que sólo hasta hoy se pueden conocer y que cuando hicieron las denuncias y no les creyeron pero que hoy se sabe que tenían razón, allá dicen: «¿Qué?», «¿cómo?», «¿cuándo?», «¿dónde?» y yo me pregunto ahora: ¿es eso positivo?, ¿están los periodistas colombianos solos o acompañados? Mi impresión es que no están acompañados. Mi impresión es que cuando Gina Morelo hace una investigación en una provincia de Colombia y la amenazan, está sola.
No hemos logrado crear un proceso de redes entre países que apoyen, que digan, que difundan.
¿Qué pasa en Venezuela? Es un caso paradigmático. Se supone que allá o Nicaragua iban a ser países donde la libertad de prensa floreciera. Más allá de la ideología, de lo que uno pueda pensar, lo cierto es que en Venezuela la libertad de prensa está asfixiada. A dónde quiero llegar… no es el momento de la lírica, pero tampoco es momento de sentarnos a llorar. Estamos en emergencia. Acaba de ocurrir algo en Honduras que nos dice que este vuelco progresista en América Latina no es tal y que estamos frente a peligros gravísimos y que si no somos capaces de reaccionar en conjunto, vamos a estar en problemas.
Una de las conclusiones que quedó tras el reciente congreso de IPYS, es que nos hemos engolosinado trabajando con la corrupción política y es que pegarle a los políticos, hoy en día, es gratis, demostrar que los presidentes son corruptos, que demás funcionarios públicos son corruptos es gratis. Ahora lo importante es mostrar dónde está la mano de la empresa privada, es decir, la mano que da, la que lleva a la corrupción. Esa mano es la que cuesta llevar al banquillo de los acusados. El nuevo escenario que enfrentamos es el de la empresa privada, el de las multinacionales. El nuevo orden es el de las multinacionales que no tienen frontera. Entonces, la pregunta es ¿cómo cubrimos desde el periodismo de investigación ese nuevo orden?
María Jimena Duzán: Para continuar con Luz María Sierra, le hago la misma pregunta sobre su posición acerca del momento actual que vive el periodismo de investigación en América Latina.
Luz María Sierra: quiero empezar con la primera cuestión que es si la situación actual del periodismo de investigación está bien o no y debo decir que no recuerdo, en Colombia, otra época en que el periodismo haya hecho cosas tan importantes. Más adelante expondré porqué digo esto.
Para resumir mi respuesta sobre el tema del panel, debemos ver en qué está AL hoy. Después de esa época en los ochenta en que estábamos tan felices porque la democracia había llegado a todos los países, hace sólo 25 años, hoy miramos y vemos que la democracia en el sentido liberal le ha quedado grande a AL o por lo menos a unas regiones de AL. Leía estos días que en 1990 se consideraba que había 23 países libres en esta región y que en 2005 había 17, la caída más grande en cualquier región del mundo —la medición es Freedom House, calculada a partir de muchas variables, entre otras, la libertad de prensa—.
Hoy tenemos a un personaje como Hugo Chávez que difícilmente alguien no lo puede catalogar de un autócrata. También tenemos otros líderes que en una escala de grises parecen ser más demócratas pero no lo son. ¿Qué pasa? Que las sociedades están cada vez más conducidas por el poder, la opinión pública y las instituciones de control cada vez están más amordazadas por ese poder. Entonces, en AL estamos gobernados por una serie de personajes con mucho más poder que el de cualquier presidente anterior. Ya algunos hablan de nuevos caudillos en AL. Y estos caudillos han llegado con una especie de kit de cómo hacer para quitar a todos sus intermediarios. Por ejemplo: los «Consejos comunales» aquí en Colombia, que en Venezuela se llaman «Aló Presidente» y en Ecuador «La reunión de los sábados del presidente Correa» en el fondo lo que buscan es eliminar a los Representantes a la Cámara, que antes eran el puente de la comunidad con el alto gobierno, para tratar de solucionar problemas concretos: la construcción de un acueducto, de una escuela, pavimentar una vía, y similares.
Así mismo, estamos en la moda de «consultar al pueblo» y hay un dato que es significativo: entre 1958 y 1982 —34 años— hubo 10 consultas populares en AL, mientras que en los últimos 10 años ya van 30 consultas populares. ¿Qué quiere decir? Que estos caudillos también están tratando de hacer a un lado al Congreso, que sea la gente misma la que se pronuncie. Vale la pena decir que donde más se hacen estos procesos es en Venezuela, Colombia, Bolivia, Ecuador, Honduras y Guatemala, que son precisamente los países que tienen estas características de nuevos caudillos.
Lo último: el recorte que se ha hecho en algunos países del periodismo independiente. Lo más simpático es que se hace de una manera relativamente sutil: todo sigue con el disfraz de la democracia, pero en el fondo la democracia queda vacía de contenido. Teodoro Petkoff[7] en una conferencia decía que estos gobiernos «conservan la anatomía de la democracia pero no su fisiología». Debo hacer una aclaración: no soy una devota del PI porque creo que todo el periodismo es de investigación. Pero reconociendo que Petkoff tiene razón, que la situación es así, me he vuelto devota del papel importante del PI en esta realidad.
Para demostrarlo, quiero presentar las diferencias entre los dos hitos del periodismo de investigación en Colombia en estos últimos 20 años: el Proceso 8000 y la actualidad.
El Proceso 8000 fue la demostración de que los narcotraficantes financiaron la campaña presidencial de Ernesto Samper. Esto acabó con su gobernabilidad cuando fue presidente de Colombia (1994-1998). Pero a pesar de todo el bombo que nos dimos los medios y de creernos que habíamos destapado el gran escándalo, la función que cumplimos fue la de filtradores de información, los investigadores fueron los funcionarios judiciales y eran quienes entregaban la información a los periodistas. El talento periodístico consistía en ver quién era capaz de seducir mejor a su fuente o esperar a que la fuente considerara necesario filtrar la información. De todas maneras, no quiero ser drástica con esa valoración. El PI cumplió un papel, el de hacer público este escándalo y eso, en muchas ocasiones, limita el poder de la corrupción: es muy distinto una investigación que pasa de bajo perfil, pues no es pública porque no se da a conocer en los medios de comunicación, que una que se lleve a cabo públicamente, con el ojo de los medios encima.
En la actualidad, ¿qué es lo que ha sucedido? Dos investigaciones que han sido definitivas en el contexto de la democracia latinoamericana —y aquí difiero un poco de Mónica, pues dada la concentración de poder político y el camino hacia la autocracia, el PI no puede perder la insistencia en vigilarlo—: la de la Parapolítica, las chuzadas del DAS y la visita de alias JOB a Casa de Nariño, y en un tono menor la financiación del Referendo para la reelección del Presidente. Explico:
La de la Parapolítica: Claudia López es una investigadora que publicaba a través de medios de comunicación cómo los mapas electorales en las diferentes regiones de Colombia coincidían con unos aparentes acuerdos entre los congresistas y los paramilitares para quedarse con las curules del Congreso. Esa información fue muy útil para la investigación judicial que después se sobrevino. Es decir, la Parapolítica empezó por las instancias judiciales pero los medios, en particular la revista Semana, fueron muy insistentes en hacerle seguimiento y en decirle a la justicia: hay que seguir en esto, hay que poner esto otro. El hecho de que esta investigación haya salido de la Justicia, no quiere decir que los medios no hayan cumplido un papel muy importante no sólo con aportes e insumos a los investigadores sino al mantener esa vigilancia para que no decayera la investigación.
Las chuzadas del Das y la visita de alias JOB a Casa de Nariño: este es el tema que no salió de una oficina judicial ni de una unidad de investigación, sino de la habilidad y temeridad de un periodista. No entraré en detalles, pero lo que estos casos han dejado en el fondo es un desagradable sabor de complot del Gobierno Nacional comtra la Corte Suprema de Justicia. La publicación periodística de este caso sirvió, entre otras cosas, para reconocer a la Corte Suprema como un contrapoder. No puedo prever qué habría pasado, pero sin estas revelaciones la Corte hubiera podido sucumbir al poder presidencial.
En tercer lugar está la financiación del Referendo: ninguna autoridad había advertido que en el proceso para la reelección del presidente Uribe se volaron todos los topes, tanto los individuales como los generales. Y esto es importante porque esta, que fue una investigación periodística, ha sido una de las causas para que le Referendo esté enredado en su dinámica. Y mientras el Consejo Nacional Electoral (CNE) estaba haciendo su investigación, el periodista tuvo que advertirle sobre hechos que la entidad no había tenido en cuenta y qué era lo que no estaba funcionando bien.
Traigo a colación estos tres casos porque son casos que van al corazón del sistema democrático y que son el panorama de por qué urge un buen PI.
María Jimena Duzán: ¿Por qué estas investigaciones no han tenido efecto político?
L.M.S.: Yo sí creo que han tenido efecto político. No han tumbado al presidente, pero sí lo tienen.
M.J.D.: Yo veo que no. Por el contrario, Uribe sigue creciendo en las encuestas. ¿Por qué no tienen efecto político estas investigaciones?
L.M.S.: No sé cómo debería medirse el efecto político, pero si vamos a las encuestas el presidente Uribe si ha decaído. Dadas tantas pruebas de corrupción, las posibilidades de que sea reelegido por tercera vez sí han bajado. Si antes estaba con una popularidad del 80 por ciento, ahora está en el 52 o 56 por ciento. Pienso que eso sí es un desgaste. Lo que pasa es que estas investigaciones no han tocado la figura del presidente. La única ha sido la que reveló el enriquecimiento de los hijos del Presidente, hecha por Daniel Coronel. Esa tocó a la familia presidencial y su imagen política.
M.J.D.: Las otras también: la entrada del JOB a la Casa de Nariño, residencia del Presidente, o las chuzadas del DAS, que es una oficina que recibe órdenes directas del Presidente.
Pero ninguna lo afecta realmente.
L.M.S.: Yo sí creo que han tenido efecto político. Para nosotros sí han sido investigaciones que han tocado a la figura presidencial, pero no para la opinión pública. No obstante, un efecto político ha sido el de fortalecer democráticamente a la Corte. La Corte sin el apoyo de la opinión pública estaría en peores condiciones de las que puede estar hoy. En segundo lugar, si revisamos encuestas sí se ha desgastado la imagen del Presidente y la posibilidad de su reelección.
M.J.D.: Esa es una idea bastante optimista que ojalá suceda. La impresión que tengo como periodista que trabaja estos temas es que la capacidad de la prensa va detrás de la capacidad de la justicia, cosa muy distinta a lo que sucedía hace unos 25 años.
L.M.S.: Pero, ¿por qué dices que la prensa está rezagada a la Justicia? Yo a la Justicia la veo super rezagada.
M.J.D.: Yo la veo que funciona mejor que el periodismo.
L.M.S.: Bueno, es que le toca funcionar mejor que el periodismo en términos de investigación criminal. Pero fíjate: en las chuzadas y la visita de JOB a Casa de Nariño la Justicia nunca se enteró, fue la prensa la que reveló. El aporte de Claudia López con los mapas electorales fue lo que usó la Justicia para abrir procesos. En la financiación del Referendo, los investigadores del CNE no tenían tan claro los hechos y requirieron de la prensa para ver mejor lo que sucedía.
Mónica González: ¿Estas investigaciones periodísticas fueron continuadas y seguidas por otros medios y otros periodistas, o se presentó la competencia estúpida de no meterse con temas de medios rivales?
L.M.S.: La Parapolítica sí la tomaron todos, pero hubo cosas infames, por ejemplo el hecho de que un sector de la prensa hubiera tratado de desvirtuar el trabajo del sector que estaba revelando el escándalo.
María Jimena Duzán: Lo que pienso es que no hemos seguido el proceso de la
Parapolítica como hemos seguido el del paramilitarismo. La Justicia abre el proceso y ha seguido todo el protocolo de investigación, pero nosotros hemos abandonado desde el punto de vista periodístico en qué va la Parapolítica. No sé por qué.
L.M.S.: Porque después de investigado y de abiertos los procesos, el tema se vuelve poco periodístico.
M.J.D.: Me refiero a que por ejemplo presentamos toda la compra del Referendo, que inició cuando varios periodistas hicieron la investigación, pero hoy hemos descuidado ese tema, a pesar de que la Corte sigue con el proceso de investigación. Creo que la prensa no debería descuidar ese tema.
Alberto Bello: Debo decir que en México una investigación periodística no toca ni la puerta de un político menor. Esto que acaba de contar Luz María, en México no existe. Me gustaría saber cómo está pegando la crisis a los medios que son capaces de investigar estas cosas. Por ejemplo, ¿cuánta gente tiene Semana? ¿Cómo se hacen esas investigaciones? ¿Es una parte de la revista haciendo eso o es toda la revista haciendo eso?
Luz María Sierra: Esas investigaciones las hacen los periodistas más experimentados; no son unidades de investigación a pesar de que se llamen así. Las unidades de investigación, por lo general, están conformadas por una sola persona que además tiene un talento excepcional, no cualquier periodista podría trabajar en estos temas. Hay que decir que estos periodistas no han sido despedidos de los medios. Se les sigue pagando, hasta donde se puede, lo justo. Los medios se han dado cuenta de que pagarle bien al mejor para que cada tanto traiga una información reveladora, no es muy costoso.
María Jimena Duzán: Para concluir, a tu criterio ¿en qué estado se encuentra el PI actualmente?
L.M.S.: Creo que los periodistas de investigación son de los últimos que quedan, porque de la manera como las nuevas generaciones están entrando al oficio, creo muy difícil que se esté formando una nueva generación de periodistas investigadores. Ahora, cada vez menos periodistas tienen que escribir más y de esa manera es muy difícil mantener la calidad.
De otro lado, pienso que veo mucho interés del PI de algunos medios por revelar cosas. En otros medios está coartada la posibilidad de investigar. Las investigaciones que han salido han tenido un buen impacto para los medios y se ha logrado un reconocimiento y credibilidad en un sector del periodismo.
M.J.D.: Le damos la entrada a Sergio Dahbar.
S. Dahbar: celebro que de entrada estemos hablando desde la complejidad política en la que estamos trabajando. Antes, cuando asistía a encuentros de periodismo, nos encontrábamos con grupos de personas que decían que cuando se hablaba de Socialismo todo se hacía muy bonito y todo empezaba a funcionar muy bien. Pero para nosotros de Venezuela era muy complicado ver eso, sobre todo sabiendo que el periodismo estaba —y sigue— sufriendo tal nivel de agresión. Esa visión ajena y alegre era como estar hablando de dos realidades, de dos mundos paralelos como en la novela de Bioy Casares La invención de Morel. Después de escuchar a Mónica González veo que la otra idea de lo que es vivir en este Socialismo ha dejado de ser una fantasía.
Antes de Chávez, el periodismo venezolano traía unos problemas que con él se hicieron más agudos. Temas como la formalidad del PI y de otros periodismos a vivir de la denuncia y no a investigar a fondo. Eso no quiere decir que antes no haya habido PI, lo hubo y se recuerdan trabajos muy importantes como el de Germán Carías. Pero existía ese problema de fondo y cuando llegó Chávez, que es una persona que con efectividad se apropia de las debilidades del otro para envalentonarse, desde Aló Presidente se dedicó a insultar la profesión periodística y hacerla ver como algo nefasto, aprovechándose de las falencias que ya estaban.
A diferencia de otros países de AL que aprendieron a hacer buen periodismo y a mejorarlo y a darle un valor particular en tiempos de violencia, Venezuela vivió una etapa que no tuvo esos rigores y no tuvo que ver cómo confrontaba el poder y cómo informaba sin perder la vida. Esa historia reciente marca una diferencia.
Hoy en día, sin que haya una dictadura formal como lo fueron las del cono sur del continente, Venezuela es un país manejado por un gobierno totalitario de corte militar —que ha traído unas paradojas increíbles: debe ser el único gobierno militar que es apoyado abiertamente por el movimiento de las Madres de la Plaza de Mayo— y hacer periodismo en esas condiciones implica riesgos muy altos que se han manifestado en niveles de autocensura muy altos —que ha revelado el Instituto Prensa y Sociedad, que dirige Ricardo Uceda—.
Hacer periodismo en Venezuela es muy difícil. Por ejemplo, en este momento no se sabe nada acerca de cómo son las contrataciones, cómo son los nombramientos, no se sabe nada acerca de los movimientos de dinero del gobierno. La Presidencia de Venezuela no da información de lo que hace. Salvo que uno vea Aló Presidente. Es decir, no hay acceso a la información que debería ser pública. Hay listas de periodistas vetados para hacer entrevistas a gente del gobierno y si el funcionario responde es destituido. Y si un periodista extranjero quiere pedir entrevistas se le investiga todo lo que ha escrito o publicado y si se le encuentra alguna referencia contra el totalitarismo se le veta igualmente.
Además, hay una situación de pérdida del trabajo. Los periodistas de Venezuela están pensando qué van a hacer en el futuro porque cada vez hay menos vacantes en medios de comunicación y porque muchos medios de comunicación están cerrando. Y no existe ningún sentido de ilusión, es decir, en otros países se dice: «Yo sigo trabajando porque esto en algún momento va a cambiar». En Venezuela no es así, nadie cree que la situación vaya a cambiar y nadie piensa en abrir nuevos medios ni en progresar laboralmente.
Los periodistas se miden a la hora de hacer PI puesto que se convierten, inmediatamente, en sujetos de investigación por parte del Estado. Y si el periodista ha tenido alguna mora mínima en el pago de impuestos, por ejemplo, puede ser suficiente para que el Estado lo persiga. Ya hay casos en los que gente del partido de gobierno ha elevado demandas contra periodistas por detalles minúsculos. Y cuando no hay nada contra el periodista, gente del gobierno va al medio de comunicación y dice «nosotros no queremos que tal periodista siga trabajando para ustedes, siga haciendo esto y verá». Acaba de pasar con la radio y esto que voy a contar está demostrado y ha sido narrado por varios periodistas: llegó un funcionario del gobierno y puso una grabadora en la que se escuchaban todos los testimonios de periodistas de esa emisora en contra del gobierno. Cuando acabaron las grabaciones, el funcionario del gobierno preguntó: «¿Cómo hacemos con esto?». Y la emisora dijo: «Nada, seguimos trabajando porque tenemos unos profesionales que hacen periodismo». El del gobierno replicó: «No, no. Cómo hacemos, porque si siguen así se va a acabar esta radio». La medida de la emisora fue darle vacaciones extendidas a esos reporteros.
Todas estas condiciones no tienen precedentes en Venezuela. Además, no hay un solo periodista asesinado o encarcelado. Salvo los casos ocurridos en el 11 de abril. M.J.D.: Explica, por favor, el caso de Teodoro Petkoff.
S.D.: Al periódico que dirige Petkoff, llamado Tal Cual, le han puesto multas millonarias que los lectores han ayudado a pagar haciendo vacas y lo han salvado de que la oficina de impuestos lo cierre. Varios de sus periodistas han sido golpeados y agredidos de otras formas. Varias de las empresas que han pautado en sus páginas han sido visitadas por gente del gobierno para decirles: no nos gusta este aviso aquí. Y la empresa privada en Venezuela sabe que es el primer objetivo político de Chávez. Públicamente, él ha dicho que quiere desmontar la cervecería Polar, y así con otras empresas.
Otra cosa que debemos contar acá es sobre las leyes de desacato. Si alguien recuerda, las leyes de desacato eran de la época de la Corona y buscaban proteger a los reyes o a las autoridades de cualquier vilipendio proferido por un ciudadano, so pena de muerte o cárcel. Eso, afortunadamente, desapareció del continente hace décadas. En Venezuela, a través de un artilugio apoyado por el Tribunal Supremo de Justicia, se cambiaron algunos códigos para sancionar una ley que permite proteger a los funcionarios públicos de lo que el gobierno considere es una humillación y otorga el poder para que puedan demandarse esos periodistas. Y los periodistas en Venezuela saben que tienen pocas probabilidades de defenderse.
Quiero terminar diciendo que en Venezuela hay más medios de comunicación del gobierno que medios privados, lo que no sucedía antes de Chávez.
M.J.D.: Después de este panorama, con puntos en común y puntos encontrados, abramos el debate. Oigamos a México.
Daniel Lizárraga: No se hace investigación en México. Y los que hacemos PI, lo hacemos por ambición personal y con presupuesto propio. No hay una política de medios para hacer PI. Acaba de salir una unidad de investigación en el periódico El Universal pero está a punto de desaparecer, si no me equivoco. Creo que no hay una unidad de investigación desde hace unos 15 años. La última existió en el periódico Reforma y el periódico tuvo mucho éxito, pero nunca volvió haber otra.
Lo otro que sucede actualmente es que como estamos pasando por la guerra contra el narcotráfico, el Gobierno Nacional actúa así: «Quien no está conmigo, está contra mí». Es como si estuviéramos en una guerra mundial. Yo cubro Presidencia y los discursos del presidente Felipe Calderón siempre dicen lo mismo: «Todos los mexicanos deben estar unidos conmigo en esta guerra y quien no está conmigo está contra mí» y esto involucra a los medios, y se ha empezado una persecución contra quienes no lo siguen. ¿Cómo la hace?
Primero, con el control publicitario. En el caso de la revista Proceso, desde que comenzó este gobierno no hay un solo aviso publicitario oficial en la revista.
Segundo, el bloqueo informativo: no hay un solo funcionario del gobierno que le conteste una llamada a un reportero de Proceso. No digo que nos filtre algo, sólo que responda una llamada.
Tercero, bloqueo sobre la información presidencial. Yo duré cuatro meses cubriendo las giras internacionales y nacionales del Presidente. A los cuatro reportajes publicados me bajaron del avión. Lo que hay que tener en cuenta es que a estas giras de gobierno, siempre son invitados varios medios de comunicación, pero a nosotros no nos volvieron a invitar; así mismo, no podemos entrar a los eventos que ellos hagan como presentaciones de gobierno.
En esa guerra contra el narcotráfico, por ejemplo, antes de venir para acá, el gobierno presentó la captura de un sujeto brazo derecho de un capo —y en ese sentido, los capos parecen fenómenos de circo con cinco o más brazos derechos porque ya les he contado varios brazos derechos que han sido capturados—. Lo mostraron junto a las armas incautadas, fajos de billetes, lo normal, pero también pusieron sobre la mesa ejemplares de la revista Proceso y el oficial de policía declaró públicamente que esas revistas hacían apología al delito.
Hacer PI en México, actualmente, es muy difícil.
Lo que nos ha ayudado un poco es la sanción de la Ley de Transparencia Mexicana, que curiosamente es de las más avanzadas, pero no se debió a una medida progresista del gobierno sino a una inocentada, pero eso es otra historia.
Sin embargo, ya han surgido medidas de regresión. En México, las investigaciones concluidas son públicas, entonces cuando necesitábamos alguna, la pedíamos y sabíamos que el gobierno la negaba, pero apelábamos al juez y el juez no la daba. Eso se había vuelto rutina. Hace unos meses metieron un reforma para que las averiguaciones previas no vuelvan a ser abiertas jamás y eso es un retroceso grande porque ahora no vamos a saber nunca qué ha pasado en la guerra contra el narcotráfico.
María Jimena Duzán: Acabo de llegar de México de hacer un reportaje para la revista Semana. Una de las cosas que más me impresionó es que en la revista Proceso, también Jornada y otras revistas históricamente han dependido de la pauta del gobierno, con el PRI y sin el PRI, es decir a una tradición de que la pauta es estatal. Mi pregunta es ¿qué posibilidad tienen los medios de hacer PI si la pauta es oficial?
D.L.: La única que hay es la del esfuerzo personal. No hay otra. Cuando voy a encuentros de periodismo es la conclusión que he escuchado. La solución es la de llevar una agenda paralela a la de tu medio. Las cosas que te piden cubrir y las que a ti te gustaría investigar.
Hay que tener en cuenta que hay muchos periodistas que tienen muy buenas historias, muy buenos temas y deciden hacer todo el trabajo, pero cuando lo tienen listo no encuentran espacio para publicarlo. En México no hay espacios para publicar PI por varias razones: el riesgo a perder la pauta, el miedo al narcotráfico y varias más.
Arturo Torres: Las condiciones en Ecuador son particulares. Llegamos tarde al PI. Sólo hasta hace unos diez años empezamos, los periodistas, a capacitarnos y a motivarnos con este tipo de periodismo. En el pensum de las carreras universitarias de comunicación y periodismo no existe esta especialidad. Los que hacemos PI es por pura iniciativa personal. En eso íbamos hasta que nos enfrentamos al gobierno de Correa, que aceleró muchísimo las cosas. Dos diarios muy importantes, El Universo y El Comercio, comenzaron a ver que había que tomar medidas para tratar de articular unidades de investigación.
A su vez, el gobierno de Correa inició acciones para desacreditar a los medios. Una organización llamada CIESPAL[10], paradójicamente fundada por periodistas de El Comercio, ahora se ha convertido en una especie de ala teórica que con un discurso de la década de los años sesenta cada semana publica análisis sobre reportajes y otros productos periodísticos cuyos temas afectan directamente al gobierno. Un 80 por ciento de los trabajos de CIESPAL son sobre medios privados y muy pocos sobre los medios estatales, que ahora ya son como 15. Vemos que vamos hacia el mismo camino que Venezuela pero mucho más acelerado.
Por un lado, el discurso de Correa contra los medios es muy agresivo y eso ha hecho que los dueños de medios se hayan unido para contrarrestar ese discurso. En la mitad quedamos los periodistas a quienes cada vez se nos hace más difícil hacer el trabajo. Pero por otro lado, es una época propicia para robustecer las herramientas del trabajo periodístico.
Hay una política de contratar a los periodistas de medios independientes o privados en los medios públicos. Les pagan un 50 por ciento más. Eso ha debilitado las redacciones. Muchos periodistas jóvenes se van. Ya existe el escarnio público porque ya hay identificados periodistas. Jaime Abello: Una acción sin precedentes: ustedes oyeron a Correa, hace 15 días en Unasur, invitando a los otros presidentes: «Vamos a meterle la mano a la prensa», «Hasta cuándo la prensa va a ser un caballo desbocado».
Mónica González: El primero que hizo eso, pocos días antes en una reunión con Chávez y Correa, fue el presidente Ortega.
Jaime Abello: Propongo lo siguiente. En este momento ya se alargó el panel. Raphael Gomide estará en el siguiente panel y allí puede presentar la situación de Brasil. Las preocupaciones que quedaron en el tapete las vamos a continuar en la discusión del siguiente panel.
Segundo panel.
Seguridad, crimen organizado y conflicto armado: el papel del periodismo de investigación.
Participantes: Martha Ruiz (Colombia), Raphael Gomide (Brasil), Arturo Torres (Ecuador).
Modera: Jineth Bedoya (Colombia).
La vigilancia de los poderes ilegales en América Latina derivados del tráfico de drogas, las organizaciones criminales o los grupos armados. Su relación con poderes legales — suplantándolos, coartándolos o corrompiéndolos—, su naturaleza transnacional, sus implicaciones sociales y económicas, sus efectos sobre la seguridad urbana y la vigilancia de las políticas estatales de seguridad son aristas de un problema complejo, que ocupa el primer lugar en la lista de preocupaciones de los latinoamericanos. ¿Ha estado el periodismo de investigación a la altura de estos retos? ¿Qué debilidades y vacíos es precisos superara? ¿Cómo abordar los temas desde una perspectiva más amplia, que incorpore aspectos como el de los derechos humanos?
Jineth Bedoya: Podemos empezar por preguntarnos cuál es el papel del periodista latinoamericano en la investigación del narcotráfico, que es un tema que toda la región está afrontando. El narcotráfico ha permeado, desde hace mucho tiempo, todos los estamentos de la sociedad. Hay casos puntuales en América Latina (AL) sobre cómo las unidades de investigación están cubriendo el tema y los inconvenientes y dificultades que implica. El narcotráfico viene unido a la corrupción estatal y eso, lo he podido vivir, limita a las unidades de investigación para que realicen grandes trabajos periodísticos.
México puede ser el caso más representativo actualmente. Muchos de sus periodistas están luchando contra la autocensura, contra el temor de investigar estos temas y poner en riesgo su vida. Les toca, además, afrontar que el Estado y sus fuerzas de seguridad estén permeadas por el narcotráfico. También veo que este tema es el que puede unir el PI de AL. Si uno recorre Centroamérica se da cuenta de que hay muchos periodistas que hacen investigación y producen trabajos pero no encuentran dónde publicarlos. Y en caso de publicar los trabajos, surge la pregunta sobre las consecuencias, ¿qué puede pasar?
Otra pregunta es por las limitaciones de periodistas a la hora de hacer trabajos sobre narcotráfico, pero también sobre cuáles son los compromisos del periodista en este campo. Serán los panelistas quienes respondan.
Martha Ruiz: En este momento tengo muchos paradigmas que se me están removiendo en todo el tema de conflicto y criminalidad. Quiero empezar valorando el trabajo de Roberto Savianno con su libro Gomorra, a pesar de los cuestionamientos sobre si es más ficción que realidad, porque parte de la idea de que el narcotráfico es un sistema económico. Y de aquí surge mi primera pregunta: ¿cómo sacamos al narcotráfico de la redacción judicial y lo pasamos para la redacción económica? ¿Hasta qué punto tenemos un sesgo del tema desde lo judicial?
De un lado, vemos a los narcotraficantes como los malos y del otro, a una sociedad que no se siente tocada por eso. Pero después de cubrir narcotráfico en Colombia por más 20 años, hemos aprendido que a veces es mejor cubrir cómo están los buenos y no cómo están los malos. Como dice María Teresa Ronderos, los medios padecemos del embeleso con los guerreros, con los capos y los presentamos más grandes de lo que ellos son, a veces construimos una iconografía, pero lo que realmente ha pasado es que caen carteles y caen carteles y la mafia no se acaba. Entonces, ¿estamos abordando el problema por donde es o hay un sustrato que no hemos tocado? Y si estamos cubriendo el narcotráfico como un fenómeno, ¿por qué no miramos qué es lo que hace que estas sociedades generen capos y mafias y organizaciones delictivas? Mi primera reflexión, entonces, es la de que la dimensión del cubrimiento judicial del narcotráfico se nos quedó corta. Vuelvo a Gomorra, porque lo que me parece interesante de Savianno es cómo muestra todos los hilos conductores del sistema político y económico con la mafia. No es que la mafia sea la parte distorsionada del sistema, sino que es parte del sistema. Un caso ejemplar es Medellín. Desde hace 30 años uno ve a una ciudad en una lucha, con altibajos, pero se reúnen y tratan… entonces, he dicho nos toca cambiar de paradigma. Como saben, Medellín fue la sede del Cartel de Medellín. Esos carteles fueron la primera expresión del narcotráfico y eran organizaciones totales, Pablo Escobar manejaba todo el negocio. Hoy en día el negocio es mucho más fragmentado, no se debe a un solo hombre que lo maneja todo sino que se maneja como una red. A eso hay que sumarle que la guerra contra el narcotráfico que hemos dado en Colombia está determinada por las políticas de los Estados Unidos, que están enfocadas en la vieja estructura piramidal del narcotráfico. Pero no vemos que la mafia está funcionando, realmente, como una red de micropoderes. Y los periodistas seguimos funcionando con esos viejos esquemas.
Conversaba en estos días con un periodista de Semana —el verdadero autor de todas nuestras chivas— y llegábamos a la conclusión de que en Colombia se nos habían acabado los malos: ya no tenemos a Carlos Castaño ni a Pablo Escobar, que eran dos sujetos muy grandes; y lo que ha ocurrido es que estamos detrás de unos tipos pequeños: Cuchillo, Comba y los estamos agrandando, pero porque la policía también los quiere hacer ver grandes y cada uno de ellos es presentado como el más malo, cada mes sale el reemplazo de Pablo Escobar. Debemos romper el paradigma del gran capo porque a pesar de que hay algunos que pueden llegar a serlo, lo cierto es que el negocio del narcotráfico está mucho más diluido. Por eso creo que debemos llegar a interpretar a esa sociedad que es capaz de producir este fenómeno.
Medellín me parece un buen ejemplo porque es a la vez la ciudad que tiene la elite más organizada, más juiciosa, más conservadora, más religiosa, el periódico más divino que nunca se mete con nada, y a la vez tiene los peores matones, los peores cánceres. Y me pregunto: ¿son dos realidades o es una misma realidad? Es decir, ¿cómo se retroalimenta ese sistema tan cerrado, tan godo, con lo otro?
En la actualidad, gran parte de la controversia política se da entre el Ejecutivo y la Justicia, y eso no nos está dejando ver, por ejemplo, las grandes fallas que hay en la Justicia. ¿En dónde paran los casos de mafia? Cuando mejor paran, paran de la manera fácil: con la extradición y lo que hemos visto es que hoy en día todos los narcos quieren ser extraditados porque allá hacen acuerdos muy buenos: entregan rutas, nombres, cuentas y reciben penas relativamente bajas.
En el último tiempo, el periodismo sí ha logrado revelar vínculos entre la mafia del narcotráfico y sectores de poder, aunque creo que muchos menos de lo que se debiera, y en eso difiero de algunos panelistas anteriores. Como dice Mónica los políticos son lo más fácil, entonces hemos trabajado mucho la parapolítica, pero no hemos cubierto muy bien las relaciones entre Ejército, Policía y otras fuerzas de seguridad con la mafia, a pesar de que ya tenemos dos oficiales activos que fueron extraditados. Sabemos que hay niveles más altos que no se han llegado a juzgar. Mi pregunta sería: ¿dónde está el poder? Sabemos que en la Presidencia, pero hay otros sectores de mucho poder y no los hemos tocado.
Finalmente, no puedo dejar de hablar del tema de las Farc. Aunque tiene que ver y no tiene que ver. Los términos «criminalidad», «Farc», «guerra» se han confundido bastante. Incluso en términos del Plan Colombia es así. Eso ha tenido un costo para el periodismo del país. En este contexto mundial de las nuevas guerras contra el terrorismo, la pregunta es si tenemos una nueva guerra contra un grupo armado fusionado con narcotráfico. Esto ha hecho que no tengamos una caracterización clara de lo que está pasando con las Farc.
Es cierto que por efecto del Plan Colombia las Farc han sido replegadas hacia las fronteras, pero allí lo que encontraron fue un contexto político que les dio oxígeno. Pero también es cierto que más allá de la simpatía política hay corrupción: las Farc en la frontera con Ecuador puede comprar jueces, funcionarios públicos, al fin y al cabo es el dinero del narcotráfico. Lo que me parece es que el problema de las Farc sigue teniendo una dimensión de conflicto armado, sigue teniendo una dimensión política, que no hemos logrado mantener a lo largo de estos años del Plan Colombia y del gobierno Uribe. Y las Farc se han encargado de mostrar que son mucho más que una organización narcotraficante. Ellos tienen una organización política y militar sustentada en un discurso anacrónico. Por eso, hoy en el periodismo, lo digo por mí misma, no tenemos claro qué es la Farc. A eso ha ayudado que no hemos tenido mucho acceso al interior de las Farc y nos hemos ceñido a las versiones oficiales.
Por último, sobre la investigación de estos temas, como decía Mónica, Colombia ha puesto una cuota de sangre muy grande. Muchos periodistas que han investigado mafias, paramilitarismo, han sido asesinados, silenciados, exiliados. Solamente los medios que tienen poder y que están en el centro, en Bogotá, que se la han podido jugar, han protegido la labor de los más pequeños. Pero eso se debe a que han cedido los poderes del narcotráfico. Por ejemplo, en los años ochenta Escobar mató a don Guillermo Cano y le puso una bomba a El Espectador. De ese tamaño eran las cosas. En Semana hemos publicado unas investigaciones muy delicadas y, además de las escoltas que tiene el director debido a unas amenazas muy fuertes en parte por la labor periodística y en parte por ser de la familia Santos, los periodistas de la revista no hemos sido amenazados o presionados por el estilo. Eso puede querer decir que esos poderes criminales han cedido.
Jineth Bedoya: Bien Martha. Seguimos con Arturo Torres de Ecuador.
Arturo Torres: Estoy de acuerdo con Martha en que los periodistas debemos cambiar el enfoque del narcotráfico para verlo de una manera mucho más global y sistémica, y poder ver cómo está influyendo en nuestras sociedades.
Lo acabamos de vivir en Ecuador, después del bombardeo de Angostura del 1 de marzo. No lo habíamos vivido antes. Un fenómeno en el que empieza a fluir muchísima información del lado colombiano y del lado ecuatoriano, las inteligencias de ambos países comienzan a soltar una cantidad de datos que le dejaban al periodista dos opciones: una, que dejabas de publicar y quedabas rezagado; otra, simplemente publicar sin verificar. Allí perdimos el control y cedimos a los cuerpos de Inteligencia de los dos países más la CIA. Mi libro El juego del camaleón es eso, un mea culpa, un esfuerzo por salir de ese episodio en el que fuimos usados por los grupos de inteligencia, algo patético para la prensa.
La pregunta era ¿cómo manejar las filtraciones en un momento tan vertiginoso como el del 1 de marzo? Y pese a que en El Comercio hemos seguido este proceso de las Farc desde unos tres o cuatro años —desde que nos comenzó a afectar políticamente, pues las Farc han estado en esa zona hace 30 o 40 años— no estuvimos a la altura.
Otro problema es que siempre le hemos dado un tratamiento de criminalidad y de terrorismo a las Farc, pero cuando uno rasga el tejido social de esa zona se da cuenta de que las Farc están legitimadas por la población, pues ha cumplido el papel de Estado. Nosotros, la prensa ecuatoriana, tampoco hemos sabido interpretar esta doble realidad. Siempre hemos trabajado con las versiones oficiales. No hemos hecho investigación periodística. Nos acogimos al método inductivo que nos sirvió Inteligencia militar. Y ¿dónde quedó el método deductivo que es el método de la investigación periodística? Así que con la redacción volvimos a revisar el método científico, volvimos a Popper, y volvimos a entender que toda certeza se construye sobre el terreno.
Para nosotros ha sido muy doloroso todo el proceso: primero morder el anzuelo, después tratar de sacártelo de la garganta. Cuando haces investigación periodística te crees infalible y la verdad es que en este oficio aprendes todos los días. Hay que tener en cuenta que este gobierno es muy hábil para manejar la información y han sabido llevar una agenda mediática, y nosotros no.
Apenas estamos aprendiendo.
Por eso me parece que lo que nos ha pasado nos lleva a darle el valor al periodismo de investigación, al método, a la verificación de las pruebas y demás pasos, que son dispendiosos pero necesarios para poder entender bien hechos tan complejos como estos. Hay que leer las causas, investigar los personajes como sujetos históricos para eliminar los prejuicios. Con Raúl Reyes sucede eso: es un sujeto histórico al que le caben muchas lecturas, incluidas la de delincuente, la de ideólogo y varias más.
En El Comercio no tenemos unidad de investigación, pero estamos formando equipos de investigación con gente de varias secciones. A los que tenemos más experiencia nos cuesta porque tenemos que invertir tiempo en capacitar a los que empiezan, pero los resultados son muy satisfactorios.
Jineth Bedoya: Seguimos con Raphael Gomide.
Raphael Gomide: Voy a hablar de la violencia en Río de Janeiro. Esta ciudad tiene más de mil favelas, ubicadas en los cerros de la ciudad, todas controladas por bandas de narcotraficantes. Cada banda tiene unos 25 hombres armados con fusiles automáticos, pistolas, granadas de mano, puro armamento militar. Son un verdadero desafío para la policía.
Por otro lado, no hay una estructura central; hay diferentes facciones, todas muy diluidas. Tienen relaciones de negocios pero cada banda controla su territorio. Las favelas están llenas de calles muy estrechas, que facilitan escondites para los narcos y que le dificultan el trabajo a la policía. Hoy las favelas son zonas de exclusión constitucional. El dominio total es de los narcos: controlan los servicios domiciliarios, la televisión por cable pirata, el transporte público y todo lo demás. También, imponen sus condiciones con violencia y barbarie. Pero, cuando es del caso, llegan con regalos y juguetes a las casas de las familias más pobres.
Hacer periodismo en estas zonas es muy complicado: para entrar en la zona hay muchas restricciones, usamos mucho las fuentes oficiales, las policiales. Un 30 por ciento de los reportajes sobre estos temas sólo usa fuentes policiales; al mismo tiempo, los periodistas tenemos muy pocas fuentes en las favelas. Sólo llegamos a estos sitios cuando hay un evento, una crisis.
El desafío es poder entrar en momentos en que no ocurra nada, para ver cómo es la vida allí.
Usamos un discurso muy oficial y desconocemos cómo se tejen las redes entre narcos allá dentro.
Mónica González: Allí es donde hace falta periodismo de investigación, que sea capaz de entrar y averiguar cómo es la lógica en estas favelas. ¿Por qué no se ha hecho? ¿Qué pasa con los periodistas en Brasil?
R.G.: No es cierto que los periódicos en Brasil puedan tener periodistas encargados de un tema que esté por fuera de la Redacción, durante varias semanas; es muy raro que eso suceda. Cuando lo hemos hecho, creo que seguimos en la trampa de pensar el narcotráfico como un tema de judiciales, dejamos a un lado todo el problema de las conexiones con la sociedad. Los pocos reportajes que se han hecho sobre tráfico de armas o temas parecidos, siguen siendo muy superficiales. Veo que los medios no están tan interesados en hacer este tipo de trabajos. En Río la violencia causa tanto pánico que los medios sólo se enfocan en el hecho violento y no se fijan en lo que hay detrás.
Jaime Abello: Esto quiere decir que lo que nos estás presentando aquí es parte de una investigación personal y no de una política editorial del medio para el que trabajas. ¿Es así? R.G.: Sí. Es así. Es mi interés personal.
J.A.: Es una hipótesis de trabajo: los medios cada vez más parecen una plataforma de distribución que los periodistas aprovechan para publicar sus temas de interés. Es bastante distinto a lo que sugiere Ricardo Uceda.
R.G.: Para concluir: con el asesinato del periodista Tim Lopes, en 2002, de TV Oglobo, el canal más importante de Brasil, se creó un protocolo para hacer cubrimientos periodísticos en las favelas. Después de este caso, los periodistas se dieron cuenta de que no se podía entrar a hacer investigación como antes. Nacieron varias reglas de seguridad que cada medio decide si aplica o no. En 2008 una periodista y un fotógrafo fueron retenidos por la banda de una favela a la que habían logrado infiltrarse durante dos semanas y fueron torturados brutalmente hasta ser asesinados. Para mí fue un error enorme del periódico haber permitido que ellos se infiltraran porque como están las cosas hoy es prácticamente imposible hacerlo. Los periodistas sabemos que si alguien se infiltra y es sorprendido es asesinado de forma brutal
Arturo Torres: ¿Por qué dices que fue un error del periódico? R.G.: Porque es tan peligroso que ahora no lo podemos hacer.
Mónica González: Pero si no se hace, nunca se podrá saber qué pasa ahí. Eso es lo que debemos hacer pero de manera seria, no artesanal, de forma profesional.
R.G.: Hoy es un riesgo demasiado grande, así se haga de manera profesional. Debemos encontrar otras formas de conocer esa realidad. En esas bandas, los periodistas somos vistos como enemigos.
Jineth Bedoya: Quiero redondear con una idea que dijo Arturo Torres. El tema de Raúl Reyes y los correos. Eso que tú viviste con las filtraciones en Ecuador, lo vivieron muchos periodistas de AL. Lo digo porque a El Tiempo fueron muchos los que llamaron pidiéndonos los correos. Pero el desafío era qué manejo se les iba a dar, sobre todo porque había muchos gobiernos implicados.
Martha Ruiz: Con la ventilación de correos pasa que los grupos de Inteligencia sólo filtran los que a ellos les conviene. Pasó con los de Piedad Córdoba. Había cantidad de correos de Raúl Reyes en los que hablaba pestes de Piedad Córdoba, pero el ejército sólo hizo públicos algunos en que otros sectores de la guerrilla se referían en buenos términos de ella. Las fuerzas de seguridad siempre tienen un libreto y trabajan con promesas autocumplidas. Se llenan de paranoia y sólo ven los datos que coinciden con sus hipótesis, y descartan lo demás.
Mónica González: Lo que debemos tener en cuenta es que si somos periodistas con credibilidad, si nuestro trabajo es creíble, todas las fuentes van a tratar de manipularnos, de engañarnos. Y ahí es cuando el periodista debe abstraerse de la simpatía por la fuente, de la amistad, y preguntarse ¿para qué me están dando esta información? Por eso, siempre que yo sepa ese para qué, no me pueden manipular porque yo soy quien controlo el destino final de esa información. Pierdo el control cuando me pongo a pensar que esa fuente es un amigo, que me escogieron a mí, que es una información muy importante y me va ayudar a ser más importante, es decir, cuando nos creemos el cuento y el ego nos invade.
Tercer panel.
Periodismo de Investigación: nuevas tecnologías y herramientas de acceso a la información.
Participantes: Gerardo Reyes (Colombia) e Ignacio Gómez (Colombia).
Modera: Fernando Alonso Rozo (Colombia).
El uso de nuevas tecnologías por parte de audiencias y periodistas cambia la forma de relación con la información. Lectores que vigilan y denuncian, uso de bases de datos y acceso en línea a información pública, ampliación de los marcos legales de acceso a información y transparencia gubernamental son algunos avances que en mayor o menor medida apoyan el trabajo del periodismo de investigación. ¿Con qué nuevas herramientas cuentan los periodistas de investigación gracias a la tecnología? ¿Qué experiencias en la región o en otros lugares del mundo muestran la utilidad y efectividad para el periodismo de investigación?
Fernando Alonso: Es un privilegio contar con la presencia de dos muy prestigiosos periodistas de investigación expertos en este tema. Este panel está enfocado a preguntarles a Ignacio y a Gerardo por su experiencia en el uso de nuevas herramientas que la tecnología pone a disposición del periodismo. Formas de acceso a la información, construcción de bases de datos, incluso la posibilidad que hay de trabajar mancomunadamente con las audiencias en la vigilancia de los poderes. Entonces, le doy la palabra a Ignacio.
Ignacio Gómez: Quería empezar por un caso ocurrido hace poco, en el fallo del
Procurador General de la Nación, Alejandro Ordoñez, con base en el fallo del exprocurador Edgardo Maya en el tema de la Yidispolítica —para los extranjeros, la Yidispolítica es un caso que tiene que ver con la repartición de prevendas para la votación en el Congreso por la reelección del presidente Uribe en la primera ocasión, especialmente en la cámara baja del Parlamento, teniendo como protagonista a una mujer que confesó la venta de su voto frente a las cámaras de Noticias Uno, llamada Yidis Medina—. Resulta que el presidente Uribe había elegido al procurador Edgardo Maya, por cierto en el momento de su elección era el único miembro de su familia que estaba en libertad. De resto sus dos hermanos estaban presos por paramilitarismo y su prima había sido destituida de la Cancillería, etc. En medio de esta cochinada, el procurador Maya examinó las pruebas existentes sobre el caso de Yidis Medina y dejó un fallo en borrador que reposó en el despacho hasta la posesión del nuevo procurador. Ordoñez, en cuestión de 15 días, dijo que había analizado todo el expediente y tomó la decisión de absolver a los funcionarios implicados, giro contrario al del borrador de Maya. Cuando esto se hizo público, nosotros le pedimos a la oficina de prensa de la Procuraduría que nos enviara el documento del fallo en versión electrónica. Al recibirlo en versión Word, simplemente le activamos el comando de «Control de cambios» y descubrimos el borrador antiguo. Descubrimos que el Procurador había borrado todas las pruebas descritas en el documento y fallado en una dirección contraria.
Es este, entonces, uno de los pequeñísimos instrumentos con que no contábamos hace unos años, cuando solamente teníamos los originales escritos en papel. Vale decir que después de que publicamos este hecho, la Procuraduría comenzó a cuidarse de enviar textos intervenidos.
Las técnicas del periodismo de investigación no han cambiado mucho desde la época de los Muckrakers hasta nuestros días, en tanto que los registros públicos de ese entonces son los registros públicos de ahora. No obstante, ahora los portales de internet de entidades públicas están suprimiendo la función de las secretarías generales.
Con motivo de la Ley 57 de 1985, en Colombia, se sabía que todo documento de carácter público debía estar en las secretarías generales de las entidades públicas. Hay que decir que esta ley no ha sido revocada y sigue vigente. Sin embargo, cuando abordamos la investigación sobre la Zona Franca de Occidente concedida por el gobierno del presidente Uribe a sus hijos, nos encontramos con que la resolución de otorgamiento de esa zona franca no era considerada por la DIAN un documento público.
Cuando se pusieron las cosas difíciles en este país con motivo del inicio de este gobierno —que en mi caso comenzó con insultos y calumnias, después de la publicación de la relación del helicóptero del candidato presidencial con el laboratorio de cocaína más grande jamás encontrada en la historia del narcotráfico, Tranquilandia—, el presidente ha sido supremamente agresivo con los periodistas. Entonces, asumí la conducta de que no iba a pasar derechos de petición y como la ley dice que la petición verbal tiene la misma vigencia que la petición escrita, decidí sólo hacer peticiones verbales, pero me llevaba la petición de insistencia en el bolsillo. Entonces, llegaba a la secretaría general y hacía la petición verbal. Cuando me decían: «Hágamela por escrito», yo respondía: «Me da pena, pero yo ya se lo pedí. Si quiere, le insisto por escrito, con base en su negativa y con eso nos ahorramos la mitad de los términos, porque la apelación se debe resolver en la mitad del tiempo del derecho de petición». No son 20 días sino que me ahorro 10. Y si me va bien, miro de una vez los documentos.
Así me funcionó para mirar la historia del helicóptero en la Aeronáutica Civil, para pedir los documentos de registro del helicóptero del presidente Uribe. Pero cuando pedimos los documentos con los planes de vuelo del helicóptero —que había sido encontrado en los laboratorios de Tranquilandia— la Aeronáutica invocó una ley que declara Archivo muerto y ¡quemó esos planes de vuelo! Ese gesto nos dio a entender con qué nos íbamos a enfrentar en los cuatro años de gobierno de Uribe, en cuestiones corrupción y negocios del presidente.
Sabiendo ya que estaba expedida una resolución de la Dirección de Impuesto y Aduanas Nacionales, DIAN, en beneficio de los hijos del Presidente, fui a pedir el informe de gestión. La primera respuesta que me dieron fue que ese documento no era público sino que era de una gestión particular ante la DIAN, es decir, le estaban dando a esta resolución —que les concede a los hijos del Presidente un poder en exenciones de impuestos al punto de que el capital invertido en la compra de la tierra, con la sola resolución, se les multiplicó por mil— el mismo estatus de privacidad que la declaración de ingresos y rentas de los individuos. Obviamente, este argumento no aguantó la primera apelación y obtuvimos la resolución. Aunque en la resolución aparecen algunos hechos que fueron tenidos en cuenta, acceder a los documentos que motivaron esa resolución ha sido imposible. No han servido las tutelas. No ha servido la participación obligatoria del Procurador Ordoñez, a quien, por su cargo, le correspondía conceptuar.
Un punto con el que quiero cerrar es el siguiente: con el paso de los documentos de interés público y de documentos jurídicamente definidos de carácter público de las secretarías generales a las páginas web, estamos frente a una reducción inmensa de información. Estamos pasando al estado secreto. Porque no hay ninguna norma que diga qué tipos de documentos debe tener la entidad oficial en su portal de internet, salvo la norma de la contratación en línea. Pero ni esos procesos están completamente en la red. Sólo algunos documentos. No he podido ver un proceso completo de contratación pública montado en internet. Con excepción de las contrataciones del Fondo Nacional de Productos de Desarrollo, FONADE, entidad que maneja profesionalmente sus procesos y tiene la documentación completa de los contratos; no así, la Presidencia de la República que tiene contratos secretos, que no tienen sustentación en ninguna de las cuatro instancias que la ley contempla para quitarle el carácter público a un documento. Y muchos menos, el acceso a las documentos que contengan las pruebas que sustentan las decisiones administrativas. Es decir, estamos frente a un estado cada vez más secreto, donde la información de carácter público cada día toca pelearla más, cuando en materia de tecnología deberíamos estar, precisamente, en lo contrario.
Fernando Alonso: Bien. Le doy la palabra a Gerardo Reyes.
G. Reyes: No hemos salido del asombro. Regalamos por internet lo que cobrábamos en papel. Sin embargo, en recientes encuestas el público lector ha manifestado que lo que más quisiera ver en periódicos es periodismo de investigación. Por eso, a pesar de la crisis actual en los medios de comunicación, cuando hemos propuesto temas de investigación, nos los financian. Por supuesto que hay que hacer el trabajo diario, pero a la semana siguiente podemos estar dedicados a una investigación importante.
Los periodistas nos estamos convirtiendo en multiperiodistas: para hacer un cubrimiento, el reportero no sólo debe entrevistar y tomar apuntes, también debe tomar fotografías y hacer videos para subir en la página web, y apoyar las publicaciones.
¿Cuánto acceso tenemos a la información de la gente en Estados Unidos? Si tengo el nombre de la persona, en cuestión de media hora tenemos acceso a los siguientes documentos: licencia de conducción, licencias profesionales, licencias para conducir botes, licencias para portar armas, certificado de nacimiento, certificado de defunción, toda clase de infracciones incluyendo las que tienen consecuencias criminales, quiebras, casos civiles, propiedades, sociedades, sanciones financieras, matrículas de aviones, rutas de aviones, registros catastrales, aportes a campañas y otro tipo de información que sea pública. Eso es una gran ventaja para hacer periodismo de investigación, pues en menos de una hora y desde el escritorio podemos acceder a estos documentos.
Ahora bien, si ustedes necesitan investigar algún nombre en particular en Estados Unidos, yo estoy dispuesto a compartirles esas bases de datos. Hace unos 5 años participé en un grupo de investigación que fue premiado con un Pulitzer, y el corazón de esa investigación era la utilización de una base de datos. En mi caso, tomaron la base de datos de los criminales que habían sido condenados en La Florida a nivel federal y la cruzaron con la base de datos de registros de votación, y encontramos que muchos de estos criminales, ya convictos, participaban en el proceso electoral, lo que es prohibido en Estados Unidos. Este es un ejemplo de uso de tecnologías y de bases de datos. Con esto cierro mi intervención.
Fernando Alonso: A mi modo de ver, pareciera que en América Latina las bases de datos no fueran tan efectivas para hacer periodismo de investigación. Queda la sensación de que eso funciona en Estados Unidos, pero no acá. ¿Es así?
G.R.: Creo que ha habido un gran desarrollo en ese sentido. Hay varios ejemplos: en Panamá ya se puede acceder a documentos de las corporaciones y sociedades, en Venezuela los fallos de los procesos pueden verse en la red, hay más ejemplos así.
Ignacio Gómez: En Colombia hay algunas bases de datos que funcionan bien. Una es la del registro electoral. Basta saber el número de cédula de la persona a investigar, para saber dónde está registrado —dan el nombre del barrio donde queda su lugar de votación—. Funciona online y muy bien el registro mercantil nacional, es decir, en la Cámara de Comercio de Bogotá puedes conseguir casi todos los registros que contengan otras cámaras de comercio del país, excepto las más pequeñas y las que no están digitalizadas. Funciona a medias la del Consejo Nacional Electoral, porque no tiene documentos de soporte —todo eso hace parte de una negociación bastante corrupta en la Registraduría— como los soportes de campañas: no vas a encontrar soportes ni números de cheques y si vas a mirar el archivo físico, seguramente, va a tener demasiados vacíos. El diario único de contratación funciona para ver, solamente, el texto de los contratos firmados, pero de hecho en Colombia ninguna entidad produce información como base de datos. Es decir, sería muy útil que desde el Ministerio de la Protección Social se presentaran estadísticas adecuadas en materia de salud; de parte de la Superintendencia Financiera sería buenísimo poder tener bases de datos de accidentalidad.Por ejemplo, los procedimientos con miras a la modernización del Estado en la Superintendencia Bancaria son procedimientos verbales y de ese procedimiento verbal no existe registro. Curiosamente, ahora se demoran más los procedimientos verbales que lo que antes tardaban en papel. Hoy en día se producen resoluciones de dos o tres páginas que no dan mayor información. No como en los ochenta que las resoluciones eran de cientos de páginas donde se daba nombre por nombre. Hoy esas resoluciones no permiten hacer una investigación a profundidad de ese hecho, sin necesidad de recurrir a una cadena de derechos de petición. Las cosas se están complicando y no veo ni la voluntad ni la iniciativa del gobierno por desarrollar mecanismos de transparencia y preservar la que, legalmente, ya estaba establecida.
Mónica González: En Chile no es distinto a lo que está diciendo Ignacio. Lo que nos va quedando es que debemos trabajar en torno a dos cosas: una, crear entre todos artimañas nuestras para seguirle sacando la información a los gobiernos, a pesar de las acciones que hagan para esconderla. Dos, ayudar a generar un catastro que haga que le cueste dinero a las entidades públicas cada vez que no tengan el documento que se les pide, ya porque lo queman, ya porque lo botan, ya porque no lo archivan bien. Así se puede empezar a controlar un poco la pérdida deliberaba de documentos.
Mi conclusión es que la lucha por la transparencia será de toda la vida. Para enfrentarla debemos unirnos y ayudarnos entre todos. Por ejemplo, compartir bases de datos, contarnos secretos; ese debe ser el futuro nuestro.
Hay algo que como CIPER hemos descubierto: que la información que nos entregan como pública no es veraz. Y hay muchos periodistas que creen que porque es una información firmada y con sello oficial es veraz, y no necesariamente.
Daniel Lizárraga: En México, por definición, toda información es pública. Si tu pides un documento a la Secretaría de Defensa y te dicen que ese documento es de carácter reservado, la entidad debe redactar una resolución explicando por qué ese documento es reservado. Pero esa resolución es susceptible de desvirtuarse si el periodista es capaz de argumentar ante el ente autónomo por qué ese documento debe ser público. Lo que ha ocurrido hasta ahora es que las resoluciones de documentos reservados son tan débiles que siempre deben ser levantadas y los documentos publicados.
Ignacio Gómez: Me parece que estamos ante dos perspectivas de acceso a la información pública: como ocurre en México, que la clasificación de un documento como de reserva o público puede establecerse a posteriori, uno les pide el documento y la entidad determina si es público o no. En el caso colombiano, cuestionable pero con un sustento —si las cosas funcionaran como la ley lo ordena— muy bueno: todo documento del Estado es público por definición, excepto los reservados por ley, es decir, no hay posibilidad de ambigüedades de su carácter. Un documento es secreto por preservación de la investigación judicial, por privacidad —intimidad, papeles del comerciante, secretos industriales—, o por seguridad nacional referido a los instrumentos
propios de la seguridad nacional —ni las botas ni la comida ni la ropa de los soldados, salvo consideraciones muy complejas son temas de seguridad nacional—. El problema es que a Jorge Eliécer Gaitán lo mataron en Bogotá en 1949 y la investigación judicial sobre su asesinato no se ha cerrado, por lo tanto todavía está cobijado por la reserva del sumario, por lo tanto no hay un solo documento público sobre el asesinato de Gaitán.
Jaime Abello: Considerando que el panel está por terminar, quisiera hacer una recapitulación. Empezaré con lado medio vacío del vaso.
Primero, que el PI en AL siempre ha tenido que interponer derechos de petición y buscarse las maneras para acceder a la información que es pública. Es decir, hacer PI siempre ha sido difícil y siempre lo han ejercido unos pocos periodistas. Sin embargo, me da la impresión de que el PI está frente a nuevas adversidades. Si el PI se hizo contra el poder, hay que pensar que dado el contexto político actual ese poder político ha endurecido las condiciones para el periodismo, en especial, para el PI.
Lo segundo. Está claro que el tema de acceso a la información es una pelea diaria para superar las cortapisas que los gobiernos oponen para hacer públicos documentos y datos. En general, los problemas de acceso a la información pública están vivos.
Lo otro es el tema de la precariedad económica. En las empresas periodísticas se están recortando personal y recortando espacio de impresión, recortando presupuesto.
El lado medio lleno. Hay un tema que puede llamarse espíritu de servicio, sed de aventura, vocación, ganas de joder, y es el factor personal en el periodismo de investigación como parte fundamental. Se lleva una agenda paralela a la que se trabaja para los medios. Es un proyecto periodístico personal. Cada vez más, los medios se ven como una plataforma de difusión para el PI, que como unas estructuras periodísticas que tengan un compromiso con el PI y que hagan PI. Es decir, el PI resulta ser una decisión personal, más que una decisión empresarial. Por supuesto, hay excepciones.
Ha quedado sugerido que en un contexto de precarización coexiste y sigue vivo el PI, pero muchos de los periodistas que hacen este periodismo están solos y se sienten solos. A eso se contrapone la idea de las redes, de las organizaciones y fundaciones que están donando dinero para hacer periodismo independiente y sin ánimo de lucro —práctica que está comenzando a usarse con frecuencia en Estados Unidos—. Y eso nos deja en punta para el siguiente panel.
Cuarto panel:
La vigilancia del poder económico y financiero
Participantes: Gerardo Reyes (Colombia) y Alberto Bello (México).
Modera: Aldemar Moreno (Colombia)
El escrutinio del sector privado y de las operaciones financieras por parte de los medios de comunicación es una prioridad en el mundo actual, en el que la sociedad demanda transparencia y rendición de cuentas de empresas y empresarios. ¿Qué obstáculos enfrentan quienes se sumergen en el mundo empresarial y los mercados financieros para investigarlos? ¿Cómo han hecho para superar estos obstáculos? ¿En dónde debería estar el foco del periodismo de investigación hoy frente al poder de los grupos empresariales? ¿Cómo vigilar e investigar la complejidad de los mercados financieros actuales? ¿Qué condiciones debe cumplir un cobertura vigilante y profunda de estos mercados?
Aldemar Moreno: Vamos a llevar este panel a manera de conversatorio. Comenzamos escuchando a Alberto Bello.
Alberto Bello: Dadas las limitaciones periodísticas que tenemos en AL, hacer periodismo de investigación de temas económicos es un reto, sobre todo, hacerlo bien.
La mayoría de nuestros países vivieron un proceso de liberalización de la economía en la década de los noventa, que tenía por objeto poner fin a los ciclos de inflación, de crisis económica y a la pobreza. Hoy se discute si el orden en que se llevaron a cabo varias de las medidas de esa década —privatización de empresas públicas, cambios regulatorios, liberalización económica y financiera— fue el causante de que las cuentas no ajustaran bien.
De todas maneras, esta liberalización de la economía no trajo ni la reducción de pobreza ni crecimientos altísimos. Al contrario, tenemos crecimientos mediocres en toda AL y permanece la miseria.
Uno de las explicaciones para que no se dieran los crecimientos presupuestados es que esa liberalización no se hizo completa, se hizo a medias. Hoy permanecen las estructuras oligárquicas asociadas al corporativismo en algunos de nuestros países. No hablo en términos ideológicos. Estoy hablando de que se mantienen los viejos monopolios, ya no públicos sino en manos privadas. Se mantienen sindicatos profundamente corruptos como interlocutores válidos, se mantienen grupos de interés ligados a los gobiernos corporativos. Sin embargo, creo que estamos mejor hoy que hace diez años.
Creo profundamente en las instituciones y creo que lo que necesitamos hoy es un marco legal que funcione, un sistema judicial que funcione, un estado de derecho que funcione, y un marco legal que proteja el consumidor, al pequeño inversionista, que busque la equidad de todos.
A eso me refiero cuando digo que han faltado regulaciones.
La teoría económica se basa en el acceso a la información veraz y oportuna, pero como hemos visto esto no siempre es así. Ese también puede ser uno de los factores que hace que todo siga igual.
En este contexto, el periodismo económico se enfrenta por un lado a esta escasa transparencia de las empresas o de los organismos reguladores. Y eso puede ser nuestro peor obstáculo, pero también nuestro mejor aliado. Si estudiamos lo que reporteamos y lo entendemos, podemos llegar a encontrar información muy valiosa. Un error general del periodismo económico en AL es que estamos muy cerca de la élite y no tanto del ciudadano como cliente, como consumidor, accionista minoritario, ahorrador, persona que paga pensiones, que cotiza y paga impuestos. Entonces, creo que nuestro periodismo económico escribe más para el grupito de empresarios o analistas de bolsa que para el ciudadano lector.
Otro de los obstáculos del periodismo económico en AL es el acceso. En México, el periodismo económico durante mucho tiempo fue controlado por el poder político y el económico, ese periodismo era un periodismo de alabanza, éramos notarios y con muy poca capacitación. Hacíamos un trabajo pésimo. Desde los noventa, que surgieron medios independientes, ya no es así.
Lo que sigue existiendo es la visión del periodista como enemigo, que creo no se corresponde con la realidad; creo que dificultarle acceso al periodista a la información produce lo contrario de lo que los empresarios buscan. Generan periodistas resentidos que llegan a hacer cubrimientos delirantes, simplemente porque ni siquiera te han dado el punto de vista de la empresa.
Creo que otro obstáculo enorme en la región es la formación del periodista en temas económicos. Cuando llegan a las redacciones a trabajar en esta sección, al reportero le toca estudiar por su cuenta sobre finanzas, aspectos corporativos, bolsa de valores. Si no lo hace, no va a entender los temas que debe cubrir, pero para cumplir con el trabajo hará cubrimientos triviales, superficiales. El riesgo de hacer esto es que perdemos a los lectores.
Creo que en esta región, los medios de temas económicos necesitamos tener una línea editorial que explique o deje ver lo que persigue, lo que busca y por qué está ahí. Y esto hay que definirlo por escrito. Esto protege a las redacciones de caer en ese limbo de no saber qué hacer cuando se cruzan los intereses de los anunciantes con la información periodística que debemos publicar. Si una entidad es anunciante del medio, pero tiene problemas financieros y debemos investigarlos, esa línea editorial escrita nos proveerá de la autoridad para actuar de forma honesta y responsable. También, alejará las sospechas de que el medio tiene una agenda socialista o neoliberal o una agenda política.
En la actualidad, tenemos muchas oportunidades en el tema legislativo. En nuestros países se están dando muchas reformas económicas que están atascadas en los poderes legislativos. Hablo de reformas de fondo sobre las economías de los países. Allí tenemos una oportunidad de investigar por qué estas reformas no tienen un curso normal en los legislativos, quién las detiene o las obstruye, por qué las obstruye. Tenemos oportunidad de desenmascarar muchas componendas entre los gobiernos y empresas privadas, de sacar a la luz la opacidad en la que se realizan muchas transacciones o negociaciones que implican intereses públicos.
Uno de los objetos principales de nuestra investigación debe ser sobre el uso de los recursos públicos, cómo se dan las licitaciones o se otorgan los subsidios, investigaciones de cómo se toman esas decisiones, cerciorarnos cómo se están usando los recursos públicos. Allí creo que hay una falta de escrutinio de los periodistas. Un tema, por ejemplo, es preguntarse si los subsidios al campo funcionan o no, a quién favorecen, tenemos un campo competitivo o no. Qué es político y qué es económico. Contar por qué los cañeros en México están en una situación que hace que el azúcar brasilero sea más competitivo. Explicar eso es muy importante.
Aldemar Moreno: Le damos la palabra a Gerardo Reyes.
Gerardo Reyes: La pregunta implícita en este panel es ¿por qué escribir sobre hombres poderosos, magnates, en AL? La respuesta más sencilla es porque muy poca gente lo hace. Si hacemos un recorrido bibliográfico por AL, veremos que muchos de los magnates que controlan muchas de las empresas de la región están huérfanos de biografías independientes.
Otra respuesta es porque estos personajes controlan tanto de nuestras vidas, deciden sobre tantas cosas en particular que yo creo que la gente tiene derecho a saber quiénes son. Estos personajes controlan lo que usted lee, lo que usted consume, las aerolíneas en las que viaja, etc; y a pesar de estar insertos en esa vida cotidiana del consumidor poco sabemos de ellos.
La elaboración de mi libro sobre Julio Mario Santo Domingo fue difícil. Por supuesto, él no se iba a humillar a dar explicaciones a un pinche reportero que lo estaba buscando. Segundo, porque el miedo que infundía su figura intimidaba a sus amigos, como a sus enemigos, para hablar con el periodista, así que tuve muchas más conversaciones off the record que on the record. El libro se publicó a pesar de que la organización hizo el intento de comprar toda la edición antes de ser publicada.
En Colombia no corrió con buena prensa. En alguna revista que iba a ser carátula, terminó siendo censurado por las páginas de reseñas de libros. Pero nada de eso me desanimó. Por el contrario, invité a varios colegas de AL para que hiciéramos lo mismo con otros personajes. Si ustedes buscan en México, sólo verán una biografía de Carlos Slim, más bien mediocre. En Venezuela hay una biografía de los Cisneros, pagada por la familia, a tal punto que a las presentaciones de los libros no iba el autor sino el propio Cisneros. No creo que haya nada sobre los Noboa en Ecuador. Esto motivó que publicáramos Los dueños de América Latina.
Cómo amasaron sus fortunas los personajes más ricos e influyentes de la región.
En un panel anterior hablábamos de caudillismo y creo que en estos magnates también existe esta característica. Es una especie de caudillismo capitalista porque estas fortunas han girado durante los últimos 30 años en torno a un caudillo de la economía: un hombre con mucho carisma y mucha autoridad que no suele consultar a sus asesores y toma decisiones por sus instintos, por sus percepciones o porque le sale de donde sabemos. Esta es una característica común a toda esta gente y una de las razones de su éxito.
Alberto Bello: Otra es que tienen comportamientos mesiánicos y sienten que todo lo que hacen lo hacen por el país.
G.R.: Cuando se les cuestiona la parte filantrópica, ellos dicen: «¡Pero si somos los principales empleadores del país!». Y si ustedes revisan lo que estas personas entregan a los programas de responsabilidad social… en el caso de Santo Domingo, tiene una pequeña fundación cuyos fondos no salen de su bolsillo sino de Bavaria; a diferencia de los fondos que sí salen de su bolsillo para una fundación que está reconstruyendo Venecia.
A.B.: A mí me ofrecieron escribir una biografía sobre Carlos Slim pero me pusieron la condición de que tenía que ser positiva porque iba a ser vendida por Sanborns, que es el canal por donde más se venden libros en México, propiedad de Slim. «No puede ser crítica», me dijeron y no acepté.
Otro caso es el de la revista Quién, una revista de sociales. En una reciente edición publicó que Emilio Azcárraga, dueño de Televisa, se iba a divorciar. Era la nota del año en ese sector informativo. En las librerías y puestos de revistas la pusieron de última, detrás de todas las demás; por supuesto, se vendió muy poco.
Sergio Dahbar: Un detalle. En Venezuela, un reportaje que escribió Gerardo Reyes sobre Cisneros fue retirado de los kioscos y desapareció. Y no por Cisneros; lo censuró otro medio de comunicación que no quería tener problemas con Cisneros.
Aldemar Moreno: ¿Qué hacer frente a esa circunstancia? Si sabemos de antemano que tal o cual investigación sobre un personaje muy poderoso puede no llegar a ser publicada, ¿vale la pena hacer la investigación de todos modos?
Alberto Bello: Eso es lo que yo quería decir cuando hablaba de dejar claro la línea editorial. Sentar las bases para saber dónde y cómo trabajar. La única manera es hacer la investigación con todo el profesionalismo que requiere y con una visión clara de por qué estás haciéndolo.
Hay otro problema: muchos de los lectores de los medios de información económica admiran a los magnates y quisieran ser magnates también. Por eso, cuando se ha publicado información crítica sobre alguno de los empresarios más grandes del país, lo que recibimos son descalificaciones.
Gerardo Reyes: Las dificultades son grandes. Cuando estos magnates no son dueños de medios, son los principales anunciantes de los medios. Y también presionan retirando la pauta de sus empresas si alguna información los toca.
Para responder la pregunta de Aldemar, dada estas dificultades, el mejor refugio para estas publicaciones son los libros. A las editoriales les conviene: son libros que se venden bien. Para nosotros como periodistas es un buen terreno porque siempre son textos largos, con muchos pie de página que se deben poner para respaldar lo que se dice, y nos permite el desarrollo temático de forma amplia.
Fernando Alonso: Dos comentarios y una pregunta. Primero, creo que una trampa del periodismo económico es el análisis; el periodismo económico muchas veces se queda en la intención de explicar lo que sucede, de poner en lenguaje común lo complejo de la economía, pero muchas veces se hace análisis con base en rumores —quién está detrás de una licitación o quién se va quedar con una compañía, y de allí se hace el análisis— y esto es especulación no investigación. La falta de investigación en el periodismo económico —que es muy difícil por todo lo que hemos hablado— es un vacío evidente.
Lo segundo. Parte de la vigilancia de los poderes económicos por parte del periodismo es, justamente, denunciar la poca transparencia de las empresas. Lo que hay que hacer es decirle a la gente que tales empresas no dan información, son opacas; y hay que decirlo porque esas empresas afectan directamente al consumidor.
La pregunta: pese a todo, los marcos legales han avanzado para que cada vez haya más información pública de empresas privadas. Por el otro, se oye mucho de la tendencia al buen gobierno corporativo. ¿Esto se ha reflejado en mayor acceso a la información de empresas privadas o en realidad es algo que se ha quedado en la intención y en el papel?
Gerardo Reyes: El libro de Santo Domingo es de 2003 y tuve mucha dificultad para acceder a los archivos de las empresas de la organización.
Alberto Bello: Yo no creo que el periodismo económico tenga que ser calle-calle, también puede ser de escritorio. Lo que sí tiene que tener el periodista son herramientas técnicas para hacer un buen análisis, para cruzar datos, debe ser capaz de leer balances. Los medios deben tener recursos para capacitar a sus redactores. Es urgente.
Sobre la pregunta: no creo que debamos tener derecho de acceso a toda la información. Creo que debemos tener acceso cuando el marco institucional lo requiere y cuando los mercados lo requieren.
Carlos Huertas: ¿Qué estrategias conocen ustedes para acercarse a estos temas desde ángulos que son menos atractivos, por ejemplo desde la inequidad, es decir, acercarse a estos personajes desde lo que generan?
A.B.: Es lo que decía antes. Slim tiene muchas facetas. En la del filántropo Slim paga los lentes a los niños del centro histórico de México D.F. que no pueden ver y no hace publicidad de esto. Me enteré porque yo he vivido en el centro histórico y la gente me lo contó. Él da dinero para que esa gente viva mejor. Por supuesto, el señor se ha gastado cien millones de dólares en edificios del centro histórico.
G.R.: No hay que olvidar a los hijos de estos magnates, que parecen preocupados por ese tema de la equidad. Por eso, hay que tener todos los matices. Esos señores vienen reuniéndose desde hace cuatro años para intercambiar información de cómo responder a un reto que es de mercado: cómo actuar en medio de estos gobiernos autocráticos, que gobiernan culpando a los burgueses del pasado, pues han perdido campo de acción y los tiene nerviosos. Las tasas de concentración de riqueza son indecentes en nuestra región. Y eso, se han dado cuenta, ha desembocado en el surgimiento de unos líderes que ya no los invitan a Palacio. En este sentido, los hijos se están preocupando por esa inequidad.
Carlos Huertas: ¿Cómo cubrir o investigar el lavado de dinero? En Colombia son unos 5 o 6 mil millones de dólares que no se lavan con camisetas chinas ni neveras. Es dinero que ya está en las empresas y mueve la economía.
Gerardo Reyes: Un dato para entender el reto de los periodistas: en Estados Unidos los consumidores se gastan anualmente en cocaína 35 mil millones de dólares, eso tiene que meterse de alguna manera en el sistema bancario. Y el gobierno se gasta 120 millones de dólares en operaciones antilavado. Cuando los bancos se declaran culpables de lavado evitan el juicio, única instancia en la que el periodismo puede enterarse cómo fueron las operaciones o las tácticas para meter dinero ilegal al sistema. Declararse culpables es la fórmula ideal de los bancos. Ese es el tamaño del reto que tenemos.
Quinto panel:
¿Quién financiará el periodismo de investigación?
Participantes: Mónica González (Chile), Juanita León (Colombia), Sergio Dahbar (Venezuela).
Modera: Fernando Alonso Rozo (Colombia).
Panorama del estado actual, los retos y las perspectivas futuras del periodismo de investigación en la región. ¿Qué modelos harán viable el periodismo de investigación ante la crisis de los medios impresos? ¿Qué recursos y formas de trabajo en las redacciones se están utilizando hoy para hacer periodismo de investigación? ¿Qué futuro tienen nuevos modelos como centros independientes de investigación o proyectos financiados por fundaciones y entidades privadas?
¿Qué papel jugará la industria editorial?
Fernando Alonso: Un tema que ha atravesado todos los paneles anteriores es cómo financiar el PI, que es de las especialidades más costosas. Este panel preguntará las formas alternativas de financiar PI, que los invitados han encontrado. El caso del Centro de Investigación Periodística, CIPER, en Chile, que dirige Mónica González. El caso de La Silla Vacía, un portal de internet, que dirige Juanita León. Y Sergio Dahbar, como editor del sello Debate de Random House Mondadori.
Mónica González: Creo que estamos en una verdadera revolución y una revolución que es peor que cualquiera porque sus efectos, su desarrollo, sus misiles son incoloros e inodoros. Son como un supositorio que te lo meten y ni siquiera lo sentiste. En esta revolución que no sabemos a dónde nos va llevar hay dos cosas que están en crisis: no sólo la crisis económica, sino el modelo de producción de periodismo y el modelo de negocios.
Mi pasión es el periodismo y no estoy dispuesta a hacer cualquier periodismo. Convenzo a la gente que trabaja conmigo de que estamos haciendo lo más importante de nuestras vidas. No creernos el cuento de que somos importantes, pero de que sí podemos aportar, no para que nuestros nombres estén en bronce, sino para asomarnos a un caudal que tiene agua con gotas chicas, medianas y grandes.
Debo decir que fundé un medio que terminó en el tacho de la basura y lo digo con horror. Justo cuando me estaban entregando el premio homenaje de periodismo FNPI, mi diario se estaba cerrando. No disfruté la entrega del premio porque estaba el gran fracaso del diario Siete. Siete tenía el 50 por ciento de financiamiento con una empresa de medios de comunicación, de derecha, llamada Copesa. Desde el inicio me ocupé de que la sección económica fuera la mejor de todos los diarios, que tuviera la información que no había en ningún otro medio. Así nos ganamos la confianza de Copesa. Cuando nos quebramos, porque el gobierno no quiso darnos el 0.09 por ciento de su pauta oficial, en Copesa nos ofrecieron un almuerzo y el presidente de la junta directiva nos dijo: «A mí me habían convencido de que el buen periodismo consistía en darle al lector lo que quería saber. Ustedes me demostraron todos los días con calidad que eso no es verdad. Que el éxito está en darle lo quiere saber, pero sobre todo lo que necesita saber y no sabe y no quiere saber. Ustedes me enseñaron un país que no conocía». Luego, nos dijo que era una lástima que el diario se cerrara.
Me quedé sin trabajo y no me fui a trabajar con Copesa porque no era de mi línea editorial. El mismo personaje me preguntó qué quería hacer y le dije que quería hacer periodismo de investigación. El hombre en una servilleta hizo cálculos de los periodistas que necesitaba, la oficina, los computadores, y me dijo: «Bueno, te lo compro». Casi me voy de espalda. Le dije que aceptaba sólo si teníamos las mismas reglas: absoluta libertad editorial, etc, y me dijo: «Contigo no podría ser de otra manera, pero con rigor absoluto. Te equivocas y pagas los costos». Y así empezamos.
El actual presidente de Copesa fue el que nos impulsó a ser independientes, a tener un nombre, una marca y a que gestionáramos recursos internacionales.
Aquí hay una fórmula, que no es periodismo alternativo. Detesto la palabra alternativo, yo no hago periodismo alternativo, esa es la trampa que nos han puesto para que lo que digamos, hagamos, revelemos, no tenga ni un solo efecto. Detesto que me digan que hago periodismo alternativo porque siempre he estado dentro del sistema. La pelea se da dentro del sistema, porque sino sólo queda coger las armas.
Lo que hemos hecho con CIPER es estar dentro del sistema. Se financia con recursos de Copesa y estamos en el camino de obtener reconocimiento como organización sin fines de lucro.
También conseguimos aportes de Open Society Institute, que es bien importante. ¿Por qué?
Porque para Copesa es importante ver que una organización internacional apoya el periodismo independiente, que considera que es importante nuestro trabajo. Por tanto, el cierre o la quiebra de CIPER puede llegar a ser escandaloso.
La estrategia es la austeridad. No tenemos secretaria, no tengo gastos de representación, todos los periodistas estamos preocupados por no sobrepasarnos del presupuesto mensual. Y rigor absoluto. Sabemos que es un lujo trabajar como trabajamos, por eso lo cuidamos. El problema es saber qué hacemos con ese lujo. Lo más difícil es escoger los temas que vamos a investigar: que hagan ruido, que provoquen cambios. Eso es muy difícil. La clave para nuestro trabajo es siempre pensar en tener y mantener el cable a tierra, saber que no escribimos para periodistas sino para la gente de la calle, para quien no tiene respuestas y las necesita. Pensar todo el tiempo cómo hacerlo es nuestra forma de trabajar.
Hemos publicado trabajos que le han servido a toda la comunidad, que el mismo gobierno nos ha pedido para tomar decisiones administrativas. Pero eso sólo es un logro pasajero que me deja muy satisfecha pero llena de compromiso para seguir en lo mismo día a día.
Fernando Alonso: Seguimos con la exposición de Juanita León.
J. León: Este tema de la financiación deprime mucho a la gente, pero como ahora estoy en internet me paso supercontenta. Conseguir dinero en cualquier profesión honesta es muy difícil. En periodismo es maravilloso que George Soros y la Open Society Institute crean en uno y nos den plata. A veces pienso que las becas se las ganan quienes logren correr la maratón que es aplicar a una beca. Y cuando uno ve esos formularios de 25 páginas, da tanta locha que ni siquiera aplica. Mi primera reflexión es que hay que aplicar si uno tiene una buena idea y tiene claridad de lo que quiere hacer. No caer en el error de autoeliminarse pensando que hay mucha gente detrás de lo mismo y que uno no va a ganar nunca. A la larga no es tanta la gente que aplica y hay posibilidades de ganar. Me parece que la primera fuente de financiación para hacer PI en este momento es un mecenas o una fundación.
Iniciativas como la de politico.com son un ejemplo: un mecenas creyó en ellos, les dio el capital inicial y ellos, con el tiempo, gestionaron recursos por otros lados. Es necesario que alguien ponga el dinero para empezar —por lo menos durante un año—.
En La Silla Vacía estamos comenzando a buscar pauta, ya hay alguien dedicado sólo a eso, pero soy consciente de que el modelo de financiación por publicidad es un modelo que va en contra del PI, porque las empresas —al menos en Colombia donde la economía es tan pequeña— de un modo u otro dependen del Estado. Entonces, ahora las empresas nos dicen: «No. Este periodismo es muy polémico… no será que ofrezcan algo menos polémico…». Y allí me enfrento a un dilema: en la revista Semana yo tenía el puesto ideal, hacía exactamente lo que quería y si ahora, en La Silla Vacía no voy a poder hacer mejor periodismo del que hacía en Semana sólo para que a los anunciantes no les parezca polémico, prefiero volver a Semana y dejar de preocuparme por el enchufe, por la nómina. Tener eso claro ha sido importante y sabemos que la publicidad puede llegar a ser un colchón, no la principal fuente de financiación. Ahora, varias empresas nos han llamado y nos dicen que sí entendemos internet, entendemos Twitter, Facebook, y nos piden asesoría para que les ayudemos a usar y adecuar esas herramientas en los portales respectivos. Eso me ha dado pie para idear una unidad de negocios aparte de La Silla Vacía, que sea de asesoría y que no tenga nada qué ver con periodismo. No sé si vaya a funcionar, pero puede llega a ser una oportunidad.
Alerto Bello: ¿Has pensado en suscripciones?
J. L.: No. A menos que la información que yo ofreciera ayudara a ganar más plata a los suscriptores, estoy segura de que por el periodismo de La Silla Vacía los lectores no están dispuestos a pagar. Además, las suscripciones ayudan a reducir el tráfico o número de visitas a la página, como lo que ocurrió con El País, de España. Después, recuperar esos visitantes es muy difícil.
Un camino para financiar el PI es por el lado de croutsourcing, pero por el lado de la financiación también. Me parece que la experiencia de pot.as es un ejemplo: se trata de una página en la que periodistas independientes proponen un tema. Dicen «Yo quiero hacer la historia de la contaminación del río en San Francisco», etc, y la gente pone plata para financiar esa historia en la que cree. Aportan desde diez dólares hasta mil dólares y cuando se consigue el dinero suficiente, el periodista hace el trabajo. Este modelo en Estados Unidos, donde la gente no tiene temor a usar tarjetas de crédito por internet, donde hay plata para contribuciones y donde hay el convencimiento de que hacer este periodismo vale la pena, funciona. En AL es una posibilidad que vale la pena mirar.
De este modelo, he tomado una idea que estoy explorando para adecuarla a Colombia y tengo la impresión de que va a funcionar: le estoy proponiendo a instituciones específicas — embajadas, por ejemplo— historias que a ellos les interesaría publicar. Por ejemplo, al Instituto de Justicia Transicional —ICTJ, por su sigla en inglés— les acabo de proponer que patrocinen cinco artículos que cuenten la verdad de los paramilitares en los últimos veinte años en Colombia. Artículos que digan: «Así fue la relación con la Fuerza Aérea», «Así fue la relación con el Partido Liberal», «Así fue la relación con la empresa privada». De la misma forma creo que hay muchas instituciones que están interesadas en temas de debate público, que son de igual interés para La Silla Vacía. En esta relación hay la posibilidad de un gana-gana, pero es un modelo que hay que saber llevar porque puede ocurrir que una empresa quiere que se hable de un tema que nosotros no queramos. Debe ser La Silla Vacía quien busque a los patrocinadores. Es cierto que el PI es más costoso que otro tipo de periodismo. Creo, también, que una buena parte de las razones que elevan esos costos es que el director del medio se gana 50 millones de pesos mensuales, el subdirector se gana 45, el editor general 35, hasta que llega al periodista investigativo que gana 4 millones. Así, cada investigación cuesta una cantidad de plata. Pero si uno hace PI en portales como CIPER o como La Silla Vacía, no sale tan costoso. Además, uno puede reducir mucho los costos realmente apoyándose en la audiencia. Me parece que lo que hizo The Guardian, en el caso de los gastos de los congresistas, fue muy interesante: crearon una base de datos donde pusieron 700 mil recibos y consiguieron que 20 mil personas de su audiencia revisaran los recibos y descifraran los gastos. Obviamente, que si ese trabajo lo hubiera hecho un solo periodista investigativo hubiera tardado un año, pero si son 20 mil voluntarios dispuestos a ayudar, no sólo esa historia se vuelve totalmente de la comunidad sino que se redujo costos totalmente.
Mi consejo es que si seguimos hablando entre periodistas de cómo nos vamos a salvar, pues no nos vamos a salvar; además de que uno se deprime totalmente cuando uno habla con sus colegas sobre las condiciones actuales del oficio. Me parece que estamos metidos en un hueco, cuando en todas las demás profesiones están encontrando a través de internet una cantidad de posibilidades de colaboración y de financiación. Me sorprende la creatividad que hay en otros campos y lo rezagados que estamos en el periodismo. Entonces, me parece que parte del futuro del PI está en cómo apoyarse más con las personas que quieren que las cosas se sepan y que tienen cierto tiempo para ayudarnos y por el otro lado, comenzar a apoyarnos más en la audiencia para la financiación de las historias.
Fernando Alonso: Hemos escuchado formas para financiar el PI. Quiero destacar que a quienes trabajamos en modelos financiados a través de donaciones, sabemos que no es un modelo sostenible. Aquí hemos escuchado ejemplos de otras formas de financiamiento como el ofrecimiento de servicios. Seguimos con Sergio Dahbar y el papel que puede jugar la industria editorial en difundir el periodismo de investigación.
Sergio Dahbar: Soy un editor cazador de talentos para Random House Venezuela. Es un modelo que la casa editorial ha aplicado en otras editoriales que tienen en AL. Aparte de eso, tengo una empresa editorial que publica revistas. Tengo una revista llamada El Librero que circula en el mundo de los libros y de las librerías en Venezuela, en formato impreso y de forma gratuita. Y acabamos de lanzar la página web que se llama locosporloslibros.com Dicho esto, me sumo a lo que han contado Mónica y Juanita. Muchos de los que estábamos en el periodismo y nos fuimos de independientes, nos dimos cuenta de que el modelo en que estábamos no funcionaba, sobre todo los modelos económicos: grandes nóminas con director, jefe de redacción, asistente de redacción y alguien que le lleve el lápiz al asistente de redacción, terminaban por hacer totalmente inviable estos modelos.
En todo lo que estoy haciendo he desarrollado este tipo de modelos explicados por Mónica y Juanita. La revista impresa que es de distribución gratuita, llamada El Librero, tiene desde que salió hasta el día de hoy el mismo esquema: yo soy el editor, alguien se encarga de la redacción, alguien se encarga de ventas y nadie más. La diferencia entre lo que yo gano y la señora que hace limpieza del local es muy poca. Es decir, no hay nada que distorsione lo que estamos haciendo. Es lo que hemos podido hacer en medio de unas condiciones económicas extremas. Eso nos hace sentir bastante bien.
Hoy hemos cambiado el antiguo modelo de buscar pauta. En este momento, somos una empresa que se ha dedicado a promover la lectura y lo que busco son socios que quieran estar conmigo en la promoción de la lectura, que en Venezuela es un objetivo moralmente viable. Sobre el PI en AL. Estos conversatorios me han hecho recordar una frase famosa que se la adjudican a un banquero: «Cuando hay sangre en la calle, invierte en propiedades». Es una frase maravillosa para Venezuela porque es una manera extraordinaria de hacer un libro, no solamente sobre el lavado de dinero, sino sobre lo que es la boliburguesía venezolana, que no es otra que aquellos que empezaron socialistas y que ahora son dueños de varias propiedades y se han dedicado a la especulación financiera.
Cuando hay sangre en las calles, el periodismo es muy importante. En 2004, un editor de Ramdon House Mondadori le pareció que era importante hacer una colección que tuviera que ver con periodismo. Comenzamos con cuatro títulos que encargamos a autores expertos. Unos se pudieron hacer, otros no. El más exitoso fue Hugo Chávez sin uniforme, la biografía escrita por Alberto Barrera y Cristina Marcano. Título que lo acogió toda la casa editorial y se publicó en ingles, en portugués, en japonés.
Me parece que el PI es un excelente campo para la elaboración de libros y algunas editoriales están dispuestas porque son libros que se venden. De todos modos, la mayoría de las editoriales no han visto este tema y eso es una gran oportunidad para las pocas que sí lo publican. Una última cosa: en el tema de financiar el periodismo de investigación, un gran punto es no mirarse el ombligo, como decía Mónica, dejar de pensar que los temas del periodismo le interesan a todo el mundo, pero sí entender que los temas penden de un interés masivo y que esos libros tienen que estar blindados. Que es algo que tiene que ver con el desarrollo profesional: que todos los datos que se integren al relato puedan demostrarse, pero que eso no se vuelva abrumador y enrede la lectura.
Fernando Alonso: Damos inicio al debate
Ricardo Uceda: Para Sergio Dahbar. ¿La publicación de libros de PI también es un buen negocio para los autores?
S.D.: Creo que sí. El problema es de qué estamos hablando. Si un libro se transforma en un libro que vende de 10 mil a 20 mil ejemplares, empieza a ser un negocio para el autor. Si un libro vende 2 mil o 3 mil ejemplares, que no es una mala venta en AL, puede llegar a ser importante en la medida que vaya publicando más y haciéndose a un nombre. Si uno se convierte en un autor que vende de 20 mil ejemplares para arriba, puede empezar a negociar con la editorial de otra manera.
Mónica González: No estoy de acuerdo. Mi libro Los secretos del comando conjunto vendió en Chile 26 mil ejemplares y en Argentina 20 mil. Y yo no recuperé ni los gastos que hice para investigarlo y escribirlo.
S.D.: Quiero aclarar de qué hablamos cuando hablamos de negocio. Una vez le pregunté a Jean Francois Fogel si La prensa de Gutemberg había sido un buen negocio y me dijo que había sido extraordinario, pero no por lo que ganó en derechos de autor, sino por las cien conferencias que dio a partir de ese libro. Ahora, si Mónica hubiera hecho una segunda edición de su libro, me llevo la duda de que hubiera podido empezar a ser un negocio.
Gerardo Reyes: ¿Qué tan frustrante ha sido para Mónica y para Juanita que sus productos periodísticos sean considerados marginales? Otra: ¿Cuánto tiempo pasó desde que formularon la idea hasta que les llegó el dinero?
Juanita León: No he sentido ningún tipo de frustración. Es verdad que cuando uno está en internet está al margen de los círculos de poder donde se toman decisiones, pero hay un sector de la juventud que no lee Semana y que sí lee La Silla Vacía. Por otro lado, creo que uno debe convertirse en fuente de los medios tradicionales. Así se amplía la capacidad de influencia. Lo más importante es que cuando publicas en internet quedas en Google por siempre y si en veinte años se lee lo que le estaba pasando al país en esta época, puedo estar tranquila de que no me quedé callada frente a hechos que quería escribir.
Sobre lo del dinero: escribí el proyecto a Open Society y al mes me lo aceptaron, y al otro mes me dieron la plata.
Mónica González: La gran batalla que di fue con los periodistas que contraté para CIPER, porque para ellos mientras no estuviera en el papel no existía. Era terrible. Lo paradójico es que a una vieja como yo le cuesta meterse en el lenguaje de internet: editar en internet, subir fotos en internet. Lo otro es que desde siempre supe que las investigaciones que hiciéramos en CIPER no las iba a comprar otro medio, por muy buenas que fueran. Por eso, tuve que convencer a los periodistas de CIPER de que internet iba a ser nuestra identidad.
Lo segundo es que siempre supe que tenía que aprender a jugar billar. ¿Qué quiero decir? Que en internet no eres popular, no trabajas para la gran masa, pero trabajas en carambola. Tu le apuntas a un segmento pensante, a un segmento que se aburrió de ver que los medios son livianitos. No profundizan, no informan. Y quiere leer contexto, historia, quiere leer cosas interesantes. Y cuando tú revelas cómo el sistema está fallando, tú respondes las preguntas de la calle, te leen y tienes efectos en la sociedad.
Hoy en día, después de algunas publicaciones con las que hemos logrado detener licitaciones y meter a la cárcel a funcionarios del gobierno, CIPER se ha ganado un espacio de favoritismo entre los medios tradicionales. No hay ningún empresario que no nos lea.
Cuando Copesa asiste a otros países, no le preguntan por sus publicaciones tradicionales, le preguntan por CIPER.
Hoy tenemos una audiencia que es entre vieja y joven; y seguimos. No sé hasta cuándo. Sergio Dahbar: Sobre la pregunta de Gerardo. Pienso que lo masivo no tiene nada qué ver con la influencia. Lo interesante de los proyectos de Mónica y Juanita es que están ligados a la influencia. Y cuando una publicación tiene influencia, tiene una posibilidad de expandirse, pues los mismos medios tradicionales empiezan a utilizar la publicación para transmitir esa información.
Sexto panel:
El papel de las organizaciones de apoyo al Periodismo de Investigación.
Participantes: Tanya Escamilla (Colombia), Ricardo Uceda (Perú), Carlos Huertas (Colombia), Jacinto Rodríguez (México).
Modera: Jaime Abello
Este panel discute las acciones, proyectos e iniciativas de estas instituciones. El papel de las redes como herramienta de trabajo y semillero de proyectos conjuntos.
Jaime Abello: Esta sesión final está orientada a las conclusiones y a las propuestas y a las recomendaciones de acción. Por un lado, está la fundación que yo represento, que es una fundación generalista de periodismo, que reconoce que el periodismo de investigación es un espacio noble, donde se presta un servicio claro a la sociedad, donde se puede desarrollar la vocación de servicio, donde hay la oportunidad de crear autores, donde los temas que son de interés personal pueden ser objeto de trabajos de investigación a veces en paralelo, a veces en el centro de la agenda mediática, y donde cada vez crecen las preocupaciones en este proceso mundial de revisión de qué es periodismo y cómo va a seguir funcionando en el futuro y de qué forma puede ser relevante para la democracia.
La FNPI ha hecho muchos talleres de PI y los seguiremos haciendo. Ahora nos interesa mucho los estímulos. Por ejemplo, generar antologías, toda clase de incentivos y apoyar la construcción de redes. Dentro de eso, Tanya Escamilla va a contar sobre las redes que están funcionando.
Fuera de eso, tenemos otras tres organizaciones: el Instituto Prensa y Sociedad, de Perú, dirigido por Ricardo Uceda, que siempre ha tenido al PI como uno de sus objetos centrales de trabajo. La otra es Consejo de Redacción, también de PI, de carácter asociativo, modelo que ha funcionado muy bien en Brasil con Abraji. La tercera es la Fundación Prensa y Democracia, que es una institución apoyada por la Universidad Iberoamericana, en México.
Ahora al grano. ¿Cómo hacer para que el impacto de las organizaciones de apoyo al periodismo de investigación sea más efectivo? ¿Cómo fortalecer el papel de las organizaciones de periodismo? ¿Cómo seguir financiándolo?
Ricardo Uceda: Pasaré revista a unos cinco mecanismos que tendrían organizaciones como la nuestra para apoyar el periodismo de investigación.
La primera son los estímulos, bajo la forma de premios o becas. Como IPYS ya llevamos siete años dando un premio de periodismo investigativo. La pregunta es si esto realmente ha promovido el periodismo de investigación. El donante, que es Open Society Institute, hizo una consultoría externa para preguntar a periodistas si habían participado en el premio o no. La conclusión es que la mayoría de los periodistas investigativos de AL sí habían participado en el premio. Hay un sector de periodistas, entre el 30 y 50 por ciento, que están produciendo continuamente trabajos y que están en medios de comunicación, principalmente en impresos.
Hemos llegado a unas conclusiones este año, a partir de las cuales van a modificarse las bases. Primero, no va a ser un premio limitado a temas de corrupción, van a caber temas de Derechos Humanos y judiciales; también se van a cambiar los montos: hasta ahora el ganador recibía 25 mil dólares y el segundo y tercer lugar recibían 5 mil dólares. Vamos a reducir el primer lugar y vamos a fortalecer el segundo y tercer lugar. Si damos un primer premio de 15 mil dólares es un premio bastante alto en cualquier parte del mundo. El segundo tendría 10 y el tercero 5.
Esto se hizo necesario porque desde hace años el jurado viene empatando el premio. No se pone de acuerdo cuál tiene más mérito, lo que resulta un suerte de injusticia para el segundo y el tercero. De todos modos, los premios no son los únicos estímulos.
IPYS también puede hacer capacitaciones, entrenamientos a periodistas. Un entrenamiento especializado: es importante que el periodista que está iniciando en investigación sepa administrarse, sepa cómo pensar. Muchas veces el periodista está acostumbrado al trabajo cotidiano y nunca llega a adiestrarse en las investigaciones a mediano plazo.
También están los mecanismos de intercambio como las redes. Hay organizaciones como Abraji que ha logrado hacer un congreso amplio, participativo. Pese a que el congreso tiene donantes, los periodistas invierten dinero para estar en el congreso, que tiene un poco de mesas, siguiendo el modelo norteamericano. Nosotros hemos inaugurado este año una conferencia latinoamericana que vamos a repetir el próximo año y que convoca los principales trabajos. El intercambio es importante para que otros reporteros se enteren cómo ha sido elaborado cada trabajo. Es como una feria de médicos en la que cada periodista expone su caso.
Tenemos el financiamiento. Avina ha hecho un enorme esfuerzo por financiar proyectos, con un monto de 250 mil dólares. No se sabe si va a continuar pero es un mecanismo importante.
Lo último es el apoyo técnico. Es importante que esto se dé. Es tener el acceso de consulta a unos especialistas. Hay unos temas que para poder investigarlos bien necesitan conocerse de antemano: explotación de recursos naturales, monitoreo al gasto público, lavado de dinero y otras cosas. Llega un momento en que si el reportero no tiene el conocimiento puede detener el trabajo.
O puede ocurrir que un medio o periodista tenga problemas para identificar temas para investigar.
La consulta al experto puede aclarar esos puntos.
Carlos Huertas: La idea de Consejo de Redacción es generar un espacio de encuentro para conversar sobre periodismo. Hemos hablado de tres líneas de acción. Una, que es capacitación; otra, que es generación de conocimiento; y otra, que es la investigación como tal.
En cada una de estas líneas hemos hecho unas acciones que han venido articulándose.
En la línea de capacitación la idea es que sea un intercambio. No sólo un intercambio de conocimientos, técnicas y procedimientos, sino la posibilidad de conocer quiénes son los periodistas que están del otro lado. Se han hecho capacitaciones en dos temas: técnicas de investigación periodística y periodismo asistido por computador. En esta última, muy usada en Estados Unidos, no está muy explorada en AL. Lo que hemos hecho fue una capacitación para capacitadores por parte de los dos que más saben de eso en AL, Giannina Segnini y Jose Roberto Toledo, para que los capacitadores replicaran ese conocimiento con periodistas de medios.
En la línea de generación de conocimiento, que es muy importante para nosotros. Hay tres publicaciones que estamos produciendo: uno, las memorias de los eventos; dos, las charlas con maestros, que son encuentros entre periodistas con mucha trayectoria y las reflexiones que van dejando las recopilamos en un documento para su posterior publicación; y tres, que será sobre la página web que estará en la red en unos meses y que se subirá en tres líneas: una, cómo encontrar historias, dos, cómo buscar información, y tres, cómo escribir las historias.
Finalmente, está el área de investigación que tiene dos variables: una, la realización de investigaciones propias —que ha generado controversia porque algunos de los que conformamos el consejo tenemos compromisos contractuales con medios— y que ha futuro pretende volverse una sombrilla para ayudar a crear nuevos medios. Dos, el apoyo a publicaciones y a proyectos de investigación que están haciendo los asociados.
Jaime Abello: Gracias Carlos. Seguimos con Jacinto Rodríguez.
Jacinto Rodríguez: El modelo de la Fundación Prensa y Democracia, que sigue toda esta idea de la beca Nieman, uno de los aciertos es la vinculación con las universidades. De entrada, tener vinculación con una universidad te da un espacio, una infraestructura, que facilita iniciativas. Las becas Prende tienen cinco años. Algunos datos: una de las becas que es para profesionalización y actualización de periodistas en activo está alcanzando 120 periodistas de todo el país, de medios de todos los tamaños.
La otra beca es la de investigación periodística. No en todos los semestres se logra sacar una de estas becas. La beca se otorga por cinco meses. Es importante mantenerla. Una de las características de esta beca es que las investigaciones que se propongan deben ser investigaciones avanzadas, que no solamente sea el proyecto o la propuesta. El jurado es invitado, es externo a la Fundación y es honorífico, no se les paga. Se buscan perfiles de periodistas, de investigadores, de académicos que trabajen sobre el tema.
En la más reciente convocatoria a la beca de investigación, recibimos 17 proyectos, todos en distintos niveles de desarrollo. El ganador debe dedicarse única y exclusivamente a la investigación. Si la investigación se pasa de los cinco meses, el periodista tiene la obligación de ir presentando cortes, avances, que den cuenta del trabajo. Al final, la Fundación le ayuda a gestionar la publicación.
Lo que más quiero destacar es que la relación con la universidad es muy importante, porque la academia está dispuesta a impulsar académicamente el periodismo de investigación con diplomados, con talleres, y está dispuesta a conversar con organizaciones periodísticas de otros países para desarrollar proyectos de periodismo en conjunto.
Tanya Escamilla: Brevemente. Desde hace dos años, la FNPI se ha concentrado en realizar proyectos que no solo incluyan el componente de formación —que ha sido lo que tradicionalmente hemos hecho durante los 14 años— sino que también incluyan el componente de estímulos y redes, porque nos parece que es la única manera de garantizar impacto. Ante los financiadores cada vez se hace más difícil explicar qué hace un tallerista después de participar en un taller y si ese taller le sirvió para mejorar su nivel laboral.
Entonces, a comienzos de este año en conversaciones con el Banco Mundial diseñamos un programa de periodismo de investigación que iniciamos como un taller que denominamos «Investigar el poder ejecutivo», realizado en Panamá en mayo de este año, dirigido por Mónica González. Y una de las inquietudes del Banco Mundial era cómo hacer para que fueran más periodistas al taller —los talleres FNPI, tienen máximo 16 participantes porque creemos que en la intimidad se dan esos cambios que no se dan fácilmente en ambientes más numerosos—. Les dije que mantuviéramos el grupo, pero que podíamos proponer un componente adicional para seguir con formación después del taller; ese componente fue esta red de periodismo de investigación.¿Qué queremos con esta red?
No queremos replicar o repetir el trabajo que ya llevan otras organizaciones; queremos que sea un sitio donde el periodista que se dedica a la investigación encuentre herramientas técnicas para su trabajo y herramientas éticas. Hay la posibilidad de una clínica donde los periodistas puedan enviar inquietudes sobre un trabajo que estén haciendo y que serán respondidas por el consejo asesor. Hay otras herramientas, hasta el momento todas comunicativas. Esperamos que los periodistas que a futuro hagan parte de la red, la tengan como un punto de encuentro y de intercambio profesional.
Jaime Abello: Abramos el debate.
Daniel Lizárraga: Uno de los problemas del PI en México es el desarrollo de la metodología. No es que no haya temas, es que no hay metodología adecuada para enfrentar las investigaciones. Cuando apliqué al concurso de IPYS, llenando las bases de la convocatoria me quedó lista la propuesta metodológica que presenté a la editorial para concretar mi libro. No creo que la poca participación de mexicanos en estas convocatorias sea un problema de falta de motivación, creo que es un problema de no saber la metodología.
Ricardo Uceda: Por eso es que las becas y las convocatorias casi siempre se las ganan los medios grandes.
Mónica González: Hay gente que hoy en día está adiestrada para ganarse premios y todos lo sabemos. Lo que acaba decir Daniel Lizárraga es fundamental y no es sólo en México. En el taller de Panamá, que era casi exclusivamente periodistas de regiones, lo que carecían era de metodología. Es un problema de toda AL y la red debe ayudar a superar ese problema. Fernando Alonso: En la FNPI, en una ocasión anterior, abrimos unas becas de producción periodísticas sobre temas de desplazamiento. Fue algo muy difícil. Casi todas las propuestas carecían de metodología ajustada y la calidad de los proyectos no era muy buena. Pero en eso debemos trabajar. Otra cosa es el tema de los emprendimientos periodísticos; hay que apoyar la creación de nuevos medios, en la misma línea de CIPER o de La Silla Vacía, pues quedó demostrado que hoy es posible. En ese sentido, la academia y algunas ong están con toda la intención de hacer periodismo pero no lo saben hacer. Deberíamos meternos ahí, generar alianzas, convenios, para producir ese trabajo mancomunado.
Jaime Abello: Lo que veo en este último punto es que en esas alianzas con la academia o con otras instituciones, lo que debe quedar claro es el tema de la independencia editorial.
Perfiles de los periodistas
Raphael Gomide (Brasil)
Reportero de Folha de Sao Paulo; cubre seguridad pública, Derechos Humanos y política. Trabajó con O Dia, O Estado de Sao Paulo y Jornal do Brasil. Ganador de los premios internacionales Lorenzo Natalí de la Unión Europea (2008) y Premio Mundial de Derechos Humanos de Amnistía Internacional (2004) entre otros seis premios de periodismo brasilero. Fue enviado especial a la Franja de Gaza. En 2007 cubrió la Misión de Paz de la ONU en Haití.
Becario de World Press Institute en 2005. Tallerista de la FNPI.
Mónica González (Chile)
Actual directora del Centro de Investigación Periodística CIPER, www.ciperchile.cl, ganadora del Premio Nuevo Periodismo Cemex-FNPI en la categoría de Homenaje; autora de numerosos libros de investigación como La Conjura: los mil y un días del Golpe, Bomba en una calle de Palermo, Chile entre el sí y el no y Los secretos del Comando Conjunto.
Aldemar Moreno (Colombia)
Comunicador Social y Periodista de la Universidad de la Sabana. Ha sido redactor cultural y editor del suplemento dominical del diario El Nuevo Siglo. Durante los últimos 12 años ha trabajado para las salas de redacción del diario La República y la revista Semana, donde está actualmente como reportero del área de Economía.
Carlos Eduardo Huertas (Colombia)
Editor de investigaciones de la revista Semana y presidente de Consejo de Redacción. Ha tenido varios reconocimientos nacionales e internacionales por sus trabajos de investigación en temas de corrupción, derechos humanos y medio ambiente entre los que se destaca su participación en los equipos periodísticos ganadores los premios Rey de España (2008 ) y el IPYS-TILAC (2007).
César Molinares (Colombia)
Editor de verdadabierta.com. Master de Periodismo de la Universidad de Barcelona y Columbia
University de Nueva York. Ha trabajado como periodista de El Universal de Cartagena, Colprensa, RCN TV, Terra Networks Colombia, corresponsal de revista Semana en el Caribe. Ha publicado artículos e investigaciones en Votebien 2002 y 2007.Cuenta con reconocimientos del CPB, IPYS y Transparencia (finalista), Reuters UICN al periodismo ambiental (finalista en el área de América Latina) y premio CPB a la mejor página web 2009.
Fernando Alonso (Colombia)
Director ejecutivo de la FNPI. Estudió Administración de Empresas en el Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA). Tiene una especialización en periodismo y otra de finanzas, ambas en la Universidad de los Andes. Fue Director de la Fundación para la Libertad de
Prensa (FLIP). Durante tres años fue Redactor Económico de la revista Semana. Fue Gerente Administrativo y Financiero de Conexión Colombia, profesor de la cátedra de finanzas internacionales en el CESA.
Gerardo Reyes (Colombia)
Reportero de El Nuevo Herald de Miami encargado de la cobertura de América Latina. Se especializa en casos de narcotráfico y corrupción de la región con ramificaciones en Estados Unidos y en el seguimiento de las grandes fortunas de la región. Ganador del premio María
Moors Cabot (2004) por su cobertura de América Latina y fue coganador del Premio Pulitzer en
1999 a la mejor investigación con un equipo de reporteros de The Miami Herald. Su libro Nuestro hombre en la DEA recibió el premio periodismo editorial Planeta Colombia 2007. Es autor de Don Julio Mario, una biografía del magnate colombiano, Made in Miami, crónicas de personajes del sur de La Florida, Periodismo de Investigación, un manual sobre la materia y es coautor y editor de Los dueños de América Latina. Ha sido asesor editorial de Semana, Poder y Gatopardo.
Ginna Morelo (Colombia)
Editora de Investigaciones de El Meridiano de Córdoba y editora de la separata Día 7 del mismo diario. Desde 2007 inició un trabajo de investigación con las víctimas del conflicto armado en distintos puntos de la geografía cordobesa, a la luz de la reparación contemplada en la Ley de Justicia y Paz. Algunas de las crónicas han sido publicadas en su diario, verdadabierta.com, lasillavacia.com y otras en su libro Tierra de sangre, memorias de las víctimas. Es miembro directivo de Consejo de Redacción.
Ignacio Gómez (Colombia)
Subdirector de Noticias Uno y presidente de la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP. Es uno de los tres miembros colombianos del Consorcio Internacional de Periodismo Investigativo, en desarrollo del «Periodismo cruza fronteras» que el año pasado recibió el premio IRE en Nuevos medios. Sus investigaciones han sido publicadas en El Espectador, cuyo equipo de investigación dirigió hasta el año 2001, en The Guardian, la revista Der Spiegel, en otros periódicos y revistas y en Noticias Uno. Buena parte de sus historias han estado centradas en la corrupción y violencia generada por empresas y militares extranjeros en Colombia.
Jaime Abello Banfi (Colombia)
Director de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, FNPI. Fue asesor de diversas instancias del gobierno y del Congreso de Colombia en temas de legislación de medios, telecomunicaciones y cinematografía. Ha sido productor de documentales y un largometraje. Dirigió el Canal Regional Telecaribe. Hace parte de las juntas directivas de varias empresas y organizaciones de la sociedad civil, entre las cuales se cuentan la Fundación para la Libertad de Prensa y el Comité Coordinador del Proyecto Antonio Nariño. Es miembro del Comité Directivo del Global Forum on Media Development y del Instituto de Prensa y Sociedad de Peru, IPYS.
Jineth Bedoya (Colombia)
Subeditora de Justicia de El Tiempo. Ha trabajado en la Radiodifusora Nacional de Colombia,
RCN Radio y El Espectador. Ganó el Premio Mundial al Coraje Periodístico de la International Woman Media Foundation y el Premio Internacional a la Libertad de Prensa. Ha publicado los libros Los patios del infierno, Diario de un combate y otras crónicas de guerra, En las trincheras del Plan Patriota y La pirámide de David Murcia. Es conferencista del Centro Latinoamericano de Periodismo, Celap.
Juanita León (Colombia)
Directora del portal de información política lasillavacia.com. Fue editora de la Unidad de Paz de El Tiempo y editora de Reportajes de la revista Semana. Autora del libro No somos machos pero somos muchos (2004), editora y coautora del manual Cómo hacer periodismo (2002) de la revista Semana y editora de Años de Fuego (2001). En 2006 publicó el libro País de plomo, una serie de crónicas de guerra con la que obtuvo el Premio Lettre Ulysses. Fundó semana.com diario y la revista multimedia flypmedia.com, en Nueva York.
Luz María Sierra (Colombia)
Editora general de la revista Semana. Trabajó en el diario El Tiempo como jefe de redacción, editora judicial y editora internacional. También ha trabajado en el diario El Mundo y la revista La Hoja, ambos de Medellín. Fue jefe de gabinete del Ministerio de Relaciones Exteriores. Ha ganado cinco premios nacionales de periodismo de investigación y menciones especiales en los premios Rey de España y Sociedad Interamericana de Prensa.
María Jimena Duzán (Colombia)
Columnista de la revista Semana. Fue columnista de El Tiempo. Hizo parte del equipo de investigación del diario El Espectador. De aquella época nació su libro Death Beat (Harper Collins) publicado también en español como Crónicas que matan (Tercer Mundo). Fundadora y directora del primer postgrado de periodismo en Colombia en la Universidad de los Andes. Ha colaborado con The Wall Street Journal, Newsday y Marie Claire. Durante tres años fue Cónsul general de Colombia en Barcelona. Es panelista del programa de radio Hora 20 y recibió el Premio Simón Bolívar a mejor periodista (2005).
María Teresa Ronderos (Colombia)
Directora editorial de Semana.com y de Verdadabierta.com. Fue directora de los programas de televisión Testimonio y Buenos Días Colombia, fue editora política de El Tiempo, columnista de
El Espectador, directora de La Nota Económica y editora general de Semana. Becaria de la Knight Fellowship-Universidad de Stanford (1997) y fue parte de dos investigaciones internacionales en el Centro Internacional de Periodistas Investigativos. Sus reportajes han sido galardonados con los premios Simón Bolívar y Rey de España (1997) y Lorenzo Natalí de la Unión Europea (2007). Finalista del premio IPYS- TILAC a la mejor investigación periodística de un caso de corrupción en América Latina (2003 y 2004). Y ganó en 2007 el Premio María Moors Cabot por su carrera. Maestra de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. Autora de los libros Retratos del poder (Planeta, 2002), y 5 en Humor, perfiles de grandes humoristas políticos colombianos (Aguilar 2007).
Martha Ruiz (Colombia)
Editora de seguridad de la revista Semana. Ha sido reportera en varios medios de comunicación de alcance nacional en prensa y televisión. Coordinó durante dos años la especialización en periodismo de la Universidad de los Andes y el Observatorio de Medios del Proyecto Antonio Nariño para la libertad de expresión. Autora de los libros Esta ciudad que no me quiere (Cerec, Fescol 2002), Bajo todos los fuegos (Fescol, Proyecto Antonio Nariño). Hizo parte del equipo de la revista Semana que recibió el premio de periodismo Rey de España (2008) por la serie de artículos que destaparon el escándalo de la parapolítica en Colombia.
Moises Melo (Colombia)
Presidente de la Cámara Colombiana del Libro. Fue subdirector del Instituto Colombiano de Cultura y socio fundador del Museo de Arte Moderno de Medellín y de la Asociación de amigos de la Biblored. Trabajó con el Grupo Editorial Norma (1987-2004). Fundó y dirigió la editorial La Oveja Negra. Fundó Tigre de Papel y luego La Carreta Editores con la que creó la revista Cuadernos colombianos. En 2004 fundó la revista Pie de Página, especializada en libros, de la cual es director.
Tanya Escamilla (Colombia)
Directora de Programas de la FNPI. MSC en medios y comunicación del London School of
Economics and Political Science. Trabajó en la sección de desarrollo de medios de BBC World
Service Trust y como coordinadora asistente para Hay Festival of Literature and the Arts en Londres. Investigadora en proyectos de intervención social en comunicación para el desarrollo y políticas públicas en medios de comunicación, en la Universidad del Norte y la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
Arturo Torres (Ecuador)
Periodista de investigación, durante muchos años editor de la sección de judiciales de El Comercio y ganador del premio IPYS por la mejor investigación de un caso de corrupción, autor del libro recientemente publicado El juego del camaleón: los secretos de Angostura, sobre la presencia de las FARC en Ecuador y los intríngulis del bombardeo al campamento de Raúl Reyes.
Alberto Bello (España)
Director editorial de negocios del Grupo Editorial Expansión. Trabajó en el diario financiero
Cinco Días de Prisa, El Nuevo Herald, La Nación de Buenos Aires. Desde 2000 está radicado en México, trabajó con El Universal, la revista Expansión y desde finales de 2008 lidera la creatividad de contenidos editoriales y control de calidad de las revistas Expansión, Obras, Manufactura Quo y el portal de Cnnexpansión y Central Electoral, portal dedicado a la cobertura de los comicios del 2009.
Daniel Lizárraga (México)
Periodista de la revista Proceso, asignado a la fuente presidencial. Ha sido reportero de Reforma y en La Revista. Becario FNPI (2007). Ganador del premio nacional de periodismo por el Club de Periodistas de México. Maestro de talleres de periodismo en diferentes países y universidades invitado por The Trust of Americas, Fundación Prensa y Democracia y Fundación Manuel Buendía. Conferencista del Centro Carter (2009). Publicó el libro La corrupción azul, el despilfarro en las transiciones presidenciales, con el cual ganó el Premio Debate al libroreportaje 2008.
Jacinto Rodríguez (México)
Coordinador editorial de la revista Emeequis (www.eme-equis.com.mx). Fundador de Milenio Semanal y Milenio Diario, La Revista de El Universal. Becario y actual coordinador académico de la Fundación Prensa y Democracia. Representante en México del Instituto Prensa y Sociedad, IPYS. Autor de los libros Las nóminas secretas de la gobernación (2004); La otra guerra secreta: los archivos prohibidos de la prensa y el poder (Random House Mondadori/Debate), Indicadores para un periodismo de calidad (2005-OEA/Prende) y 1968: Todos los culpables
(Random House Mondadori/Debate 2008). Forma parte del Colectivo por la Seguridad con
Democracia y Derechos Humanos de El Colegio de México y del seminario permanente de Historia y Periodismo del Instituto Mora.
Ricardo Uceda (Perú)
Director del Instituto Prensa y Sociedad, IPYS. Ha dirigido emblemáticas investigaciones periodísticas en el Perú, se desataca la que descubrió las ejecuciones extrajudiciales del Grupo Colina. Fue director del semanario Sí y jefe de la Unidad de Investigación del diario El
Comercio. Obtuvo el Premio Libertad de Prensa del Comité de Protección de Periodistas de
Nueva York (1994) y una distinción especial del International Press Institute (1999). Ganador del Premio María Moors Cabot (2000). Autor del libro Muerte en el Pentagonito (Planeta, 2004), una investigación sobre crímenes del Ejército y de Sendero Luminoso entre 1983 y 1993.
Alberto Barrera (Venezuela)
Escritor, guionista y periodista. Columnista de El Nacional. Ganador del Premio Herralde (Anagrama) con la novela La Enfermedad, libro que ha sido traducido a varios idiomas y que también obtuvo el premio a mejor novela en lengua extranjera (español) en China, en 2007. Junto a la periodista Cristina Marcano escribió Hugo Chávez sin uniforme. Una historia personal, primera biografía documentada del Presidente de Venezuela, libro de gran éxito, publicado y traducido en diversos países. En 2009 aparecerá, bajo el sello Anagrama, su nuevo libro de relatos, titulado Crímenes. Como guionista de televisión ha trabajado en Venezuela, Colombia, Argentina y México. Colaborador de Letras Libres y El País.
Sergio Dahbar (Venezuela)
Durante 20 años desempeñó cargos de producción editorial en El Nacional, donde fue editor adjunto de 2000 a 2006. Ese año fundó y fue editor del grupo editorial Cyngular. Fue encargado de las ediciones aniversarias de Economía Hoy, y director de Domingo Hoy, su suplemento dominical, y presidente del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, de Venezuela. Como editor de la editorial Debate de Random House Mondadori, para Venezuela y Colombia, creó en 2003 la colección Actualidad, que ya tiene más de 50 títulos de periodismo. Es autor de los libros: Gente que necesita terapia (Mondadori, 2004); Sangre, Dioses, Mudanzas (Alfadil, 1989, Debate, 2003), que fue galardonada con el Premio Hogueras 1989, y Balada para un Packard gris (CELARG, 1984).