El toque Caparrós. Relatoría del taller de libros periodísticos 2025

Martín Caparrós es un género periodístico, uno que hace crónica-ensayo o ensayo acronicado.
Un estilo de escribir singular, reconocible, contundente: dice lo que tiene que decir, simple, directo, poético, musical.
Una manera de pensar atrevida que siempre mira a la contra de la mayoría. Parece que le gusta no estar de acuerdo, ni con él mismo.
Un reportero que está atento a las músicas del mundo y las convierte en palabras, en relato.
Un maestro generoso que dice que lo que más le gusta es hacer este taller dedicado a la creación de libros periodísticos. ¿Será? Dice que lo hace para no “tener que dar clase”, ya que la idea es que cada quien pueda mejorar su propio trabajo, su propio libro, gracias al encuentro con los demás, la solidaridad colectiva y la generosidad compartida. Aquí no hay aprendices: hay un trabajo hecho entre todos.
Lo que más le gusta en la vida es escribir libros, dice. Y esto es tal vez porque el libro es el territorio de autonomía de un periodista, ya que se libera del medio, los jefes, las rutinas. Se hace porque se quiere y puede.
El narrador Martín se atreve a todo: escribir ficciones; hacer radio, televisión, periódicos; crear sitios web; escribir columnas de opinión; intuir poesía, tomar fotos, hacer videos, poner dibujitos, inventar haikus; estar en pódcasts; combatir en X; hacer canciones usando la IA. Un provocador que va a todos los combates del pensar para hacernos otros. Un escritor. Un autor.
Un privilegio único estar con Martín Caparrós, compartir su cariño, su hermosura, estar con él en modo amistad. Y más si es para escucharlo en sus insinuaciones que nacen de viajar tanto, haber visto todo, escribir buscando siempre ser distinto a su manera.
Dicen que, si uno ha leído a Caparrós, uno sale otro. Uno muy lleno de dudas.
Asómate un poco, y verás
Ocho periodistas, una oyente, un invitado, un relator y los cuatro de la Gabo, viajábamos cada día, durante una semana, a la casa de Martín y Marta en Torrelodones. Nos abrieron su cueva, nos acogieron con cariño. Y en ese ir y venir nos conocimos entre todos, nos conversamos, nos afectamos. En la casa de Martín y Marta, el maestro nos esperaba, y a lo que vinimos: contar historias e intuiciones del escribir. Caparrós con paciencia escuchaba, opinaba, intervenía, pero sobre todo dejaba que cada participante se convirtiera en compañero de viaje de esas historias que cada uno quería contar. Toda la energía puesta en que cada periodista contara la mejor historia posible.
Las historias tienen la marca de tiempo.
Mucho de religión
Una de las historias contaba sobre un monseñor asesinado en eso llamado “guerra fría”, que se convirtió en “estampita” y exige ser narrado desde lo político: “Quiero sacarlo de la estampita y ponerlo en la política, ya que su tono no era la santidad, sino la furia ante la injusticia con el pueblo”, dijo Carlos Dada. “Mi pregunta es ¿qué permitió ese asesinato?”.
Otra, la historia de una obra que esclaviza en nombre de dios y repite como mantra frases como “quien obedece no se equivoca” o “dios ve tu vocación”; una historia que se atreve a sacar “los trapos sucios de dios” a la luz pública. “Quiero la repetición como forma de narrar, para reiterar esa letanía de la rutina. Me interesa que se lea como un documental porque todo parece inverosímil”, dijo Paula Bistagnino.
Una, de la conversión juguetona de Pablo en busca encontrar su lugar en el mundo. Eso de jugar en las periferias de dios y el cuerpo, algo que juegue entre el tono de lo frívolo y lo solemne, narrar “ese viaje interior por ser alguien”, dice Méndez Shiff, eso de hacer algo con el ser judío y queer.
Y la de la religión de la flacura como fe de nuestros cuerpos. La historia testimonial de Sofía sobre la gordura como pecado que marca su destino y deseo de comer y ser comida. “En tono de ironía, usaré el lenguaje como una herramienta emocional”, dice la Viramontes.
Algo de memoria
El tío Carlitos vivió 65 años sin que nadie supiera nada de él. Vivió perdido en el limbo institucional y familiar. María quiere buscar a su tío para restituirle una vida y narrar un poco de la desmemoria de España. “Busco a Carlitos desde mi infancia y lo único que sé es que Carlitos se perdió en Arlés”, dice Miret García.
Pero también la necesidad de pensar un país, digamos Colombia, desde su padre abnegado y maltratador para saber cómo venimos siendo, partiendo de una historia mínima de alguien que lo amó y se desengañó. “La necesidad de comprender a Uribe”, dice Juanita León, ese presidente que hacía “cosas personales”. La historia de otro hombre que decepciona.
La lucha por contar desde adentro
De un río, el Amazonas, “la pregunta es por el vivir ese territorio —dice Joseph— ver en esos rostros mi rostro; dejar que las cosas ocurran, ser libre en el río y ver qué pasa”. Narrar desde lo liminal, lo fronterizo, lo poroso. “Responder a la pregunta: ¿quién soy y cómo soy como narrador?”, dice Zárate. “Es una búsqueda a través del lenguaje, por medio de la escucha, de oír la música de las palabras”.
De un continente llamado África, Pere y Ramón quieren contar “la gran suciedad del color blanco”, para “salir de la mentalidad colonial y escuchar a África”. Un relato contra la RR (Razón Racista Occidental) y su supuesto universalismo y humanismo; contra eso del pienso, luego existo, ese individualismo erigido como virtud; contra el blancocentrismo y su gramática colonial. Un libro performático, un collage entre cómic y ensayo filosófico con mucha reportería. La búsqueda de otra actitud de lectura de ese continente.
El taller
Don Martín dijo que “el taller de escribir un libro es esa experiencia de compartir soledades, solidaridades y generosidades”. Y de hacer posible una idea muy simple: “intentar terminar el libro que cada uno quiere, la felicidad de terminarlo”.
Jaime Abello contó que “este taller es un modo de tejer redes de periodistas e historias”.
Joseph Zárate recordó que “el libro es un territorio de libertad”.
A Pablo Méndez Shiff le quedó resonando eso de "Asómate un poco y verás”, y también la idea de que “la mejor forma de avanzar en la escritura es seguir escribiendo”.
Juanita León dijo que “imponerte límites, autorrestricciones, te hace más libre”.
María Miret escribió que "uno puede hacer casi cualquier cosa con las palabras", pero Pere Ortín fue más allá al afirmar que “la palabra no es suficiente: hay imágenes, collages, cómics y mucho más”.
Sofia Viramonte dijo: “usaré mis memorias para contar un sistema de opresión. El tono será de ironía porque es como hablo, porque no sé escribir de otro modo”.
Paula Bistagnino concluye que “este taller me lleva a laburar de un modo distinto a como lo he venido haciendo por 25 años”.
Carlos Dada contó que “venía patinando en una estructura que se convirtió en una cárcel. En el taller descubrí muchas opciones y la necesidad de buscar la musicalidad de la escritura”.
Vinimos a aprender a escribir libros y terminamos métricos, contando sílabas para encontrar el ritmo: si son octosílabos, endecasílabos o alejandrinos (dos veces siete). Porque escribir, al final, es también componer música.
Gonzalo García Barcha dijo que “estando en el taller con Martín entendí lo que han estado haciendo Gabo y Jaime todos estos años”.
Caparrós
Martín Caparrós hizo su primer taller con la Fundación en el 2002. Desde entonces su generosidad ha sido infinita; también sus búsquedas, exploraciones, juegos, jodederas. Una gran experiencia estar con él. Un autor singular. Toda una obra testimonio.
Al final Caparrós dijo: “Me ha dado un enorme placer escuchar y colaborar con cada uno de nosotros; es la forma en que deberíamos vivir. Y como no es frecuente esta generosidad, me alegra haberla vivido juntos”.
“Fue bueno tenerlos en casa”, nos dijo. “Fue maravilloso estar en su casa”, digo yo. Gracias totales.
Queda mucho por contar con ese artefacto llamado libro y con este maestro que es Martín Caparrós.
“Es difícil ir a la muerte gritando: ‘Tal vez’”, dijo susurrado don Martín Caparrós.
El maestro Caparrós dijo...
Fuimos, compartimos y entre lo que oímos, esto dijo Caparrós:
“Este taller es para repensar lo que se quería hacer y luego intentar terminarlo, sabiendo que escribir un libro es un privilegio y se hace por las ganas de escribir o porque tenemos que escribirlo”.
“Una idea merece ser escrita si vuelve, insiste y no descansa hasta ser contada”.
“Hay que desacralizar el acto de escribir, quitarle solemnidad. Para saber qué vale la pena contar, hay que volver a contarlo íntimamente, y así uno se da cuenta de qué es digno de ser contado. Leerla en voz alta para ver cómo se siente la música de la escritura”.
“Eso que ahora llamamos poesía tiene como marca más fuerte el ritmo. El ritmo está dado por la métrica: octosílabos, endecasílabos, alajandrinos. Es esa fluidez en la prosa lo que constituye lo poético”.
“En El Interior busqué contar la ambigüedad de mi territorio. Un viaje al desconocido cercano. Recuperar el procedimiento del periodismo literario con poemas, descripciones, haikus, escenas, fluir de conciencia, oralidades: encontrar en la realidad las formas que están a la espera de ser pilladas”.
“El yo en la escritura es evitar eso que Villoro llama selfieperiodismo, eso donde el yo se ve inmenso y la realidad está de fondo lejano”. Y como lo he repetido en muchas partes “no confundir escribir en primera persona con escribir sobre la primera persona”, pero, eso sí: defender que “la primera persona es política, ya que restituye la presencia del narrador en el relato”.
“No existen sinónimos. Ninguna palabra es intercambiable con otra. Cada palabra dice algo único. Y la mejor es esa que se acerca más a lo que se quiere decir”.
“La forma de darle sentimentalidad a un relato sin volverlo cursi o pornomiseria tiene que ver con las palabras y la adjetivación. Cuando la situación es fuerte conviene no enfatizarla, hay que confiar en su potencia emocional. La adjetivación convierte todo en lugar común, en cliché”.
“Para manejar lo dramático hay que cambiar el plano del relato, salir del plano medio, para darle ritmo, movimiento e intensidad”.
“Hay que sentimentalizar con hechos cercanos y escenas cotidianas que conecten con los lectores, pero sin moraleja”.
“Lo básico es tener una historia y una estructura. Hay que conocer la estructura del relato para ver qué encaja y funciona, qué sobra, qué le cuelgas de acciones, situaciones, hechos”.
“El periodista es un cazador de principios. El principio te da el tono y el tacto del texto. Engancha, plantea, mueve. Un periodista es alguien que sobrevive a los principios”.
“Todo termina mal. Hay tres finales: 1. Se retoma el principio y se cierra el círculo. 2. Chan chan o tan tan. 3. El que reconsidera todo lo que se ha leído”.
“Las imaginaciones son posibles sin engañar, ya que pretendes contar lo que no sabes”.
“Decir no-ficción es certificar que las cosas pasaron así”.
“Escribir consiste en elegir lo que vale la pena y dejar mucho afuera”.
“Hay que pensar, mojarse y ensayar a decir cosas más allá de la descripción”.
“La mirada periodística es, siempre, una mirada extrañada”.
“Hay que ser avaro con las citas. Solo cuando dicen algo que no somos capaces de decir. Y se tiene el derecho a canibalizarse a uno mismo”.
“Hay que crear una diferencia entre lo que se escucha, lo que se ve y lo que se piensa. Cada una tiene un ritmo”.
Y más allá del cómo escribir, Caparrós dijo:
“Muy interesante averiguar las consecuencias de los líderes en la vida de la gente. Interesante Uribe como precursor de estos líderes que conectan personalmente desde la eficacracía porque resuelven de manera personal”.
“Nos hemos olvidado de las clases para privilegiar las identidades. Nos gusta la cultura de la identidad sobre la de la construcción. Nos preguntamos, no quién soy y quiero ser, sino de qué identidad vengo”.
“El éxito de la religión católica radica en que nos hace pensar que toda otra religión es una secta. Y en el conformismo que nos vende con frases como: “Bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos”.
“La obesidad es la malnutrición de los países ricos, porque existe una relación entre gordura y pobreza”.
Fuimos a donde Caparrós, y esto fue lo que salió. Todo muy notarial. Poco que agregar. Estas frases dicen más sin ponerles dijo, contó, enseñó y esas vainas. Martín habla, narra; Caparrós piensa, ensaya. Estas ideas son testimonio de sus pensares que oí. Leídas en un tono casi de letanía pueden “iluminarnos” para escribir el libro que queramos. ¡Que paradoja!
Los periodistas dijeron...
"Asómate un poco y verás": la mejor forma de avanzar en la escritura es seguir escribiendo”: Pablo Méndez Shiff.
“Hay que narrar la experiencia de dejar que las cosas ocurran, pasen, vivan y sean libres”: Joseph Zárate.
“Me interesa pensar en las condiciones que hacen que algo pase”: Carlos Dada
“El problema no es el periodismo: es la maquinaria mediática”: María Meriet
“El periodismo es contar los agujeros de la historia, rellenar esos huecos de la historia”: Pere Ortín.
“Hay que contar a los ricos”: Paula Bistagnino.
“Ser gorda es mi mayor problema. Queremos comer y que nos coman”: Sofia Viramontes.
“No queremos más periodismos agrimensores: esos que miden la realidad establecida, ese de la verdad de los contables”: Pere Ortín.
“La escritura y los textos te hacen poner en evidencia, te exigen honestidad”: Carlos Dada.
“Nadie va separado de la política, solo que no lo vemos y no lo contamos”: Juanita León.
“Escribir sobre la gordura es, en realidad, indagar en las miles y muy absurdas formas en las que opera el poder”: Sofia Viramontes.
“Hacer periodismo es una forma de pensar en otros mundos posibles”: Pere Ortín.
Y también oímos cosas como que:
“No se puede ser una persona religiosa sin ser de izquierdas”, dijo Pablo que oyó, y también sonrío.
“No fornicarás con un hombre como con una mujer”, dicen que dice el Talmud.
“Ser judío te inscribe, te define, es una tradición. Una cultura que supo vivir sin Estado y siendo perseguida. Hasta que se volvió Estado. ¿Qué significa ser judío hoy?”
“La Colombia de Uribe aportó al habla colombiana maneras suaves para referirse a lo aberrante: seguridad democrática, falsos positivos, limpieza social… Modos luminosos de llamar lo oscuro”.
“El problema de viajar con gente es que uno no es libre de vivir”.
“En lengua omagua la palabra caucho significa el árbol que llora”.
“Habitamos un nuevo extractivismo: el del oxígeno, o compraventa de los bonos de carbono”.
“La ayahuasca es El Dorado interior”.
“La gordura, a veces, es un indicador de felicidad. Estás hermoseando, se dice cuando estas engordando para tener un hijo”.
“El minuto heroico: 6 a.m., despertar sin pereza, arrodillarse, besar el suelo y decir 'te serviré'”.
“Hegel escribió que lo único bueno que tiene África es el color negro”.
“Los cronistas inventan territorios que no existen”.
“No se preocupen: lo que se puede, se puede; lo que no, no se puede”. Dicen que es de García Márquez, pero la IA dice que es una frase bíblica.
Don Martín va a la IA y hace música
Y llegó la IA y todo el mundo asustado: ¡ay qué miedo!, ¡nos van a reemplazar!, ¿dónde queda la autoridad y legitimidad periodística? Martín no se preocupa; simplemente dice: “hay que usar la IA para que haga lo que nosotros no podemos hacer”. Y por eso, ahora cada semana se dedica a hacer canciones periodísticas en las cuales comenta, opina, ironiza el mundo serio de la realidad política. Aquí intento inspirado en don Joseph y con la ayuda de don Pere jugar a hacer una canción sobre el taller de libros periodísticos con Martín Caparrós del 9 al 13 de junio en Torrelodones, Madrid, España. Y va en dos ritmos: corrido y reggae.
El corrido de Martín
Corrido tradicional (al estilo narrativo clásico, con ritmo octosílabo, estribillos y cadencia)
(Estribillo)
Carlos, Pablo, Pere y Joseph, le seguían el cuento,
María, Sofía, Paula y Juanita, fueron sus valientes.
Martín era su nombre, Caparrós su apellido,
contaba verdades, sin miedo al castigo.
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Esta historia sucedió,
en junio del veinte veinticinco,
en tierras de Torrelodones,
bajo el cielo español.
Don Martín llegó a la cita,
con su pluma con filo,
y ocho valientes cronistas
se arrimaron a hacer su libro.
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(Estribillo)
Carlos, Pablo, Pere y Joseph, le seguían el cuento,
María, Sofía, Paula y Juanita, fueron sus valientes.
Caparrós era su nombre, Martín su apellido,
con bigote bravo y verbo encendido.
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No creía en dioses ni en tronos,
ni en banderas ni altares,
vivía de lo que escribía,
sin adornos ni lugares.
Cazador de palabras,
con la ironía afilada,
se reía del final,
y a los principios le cantaba.
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(Estribillo)
Carlos, Pablo, Pere y Joseph, le seguían el cuento,
María, Sofía, Paula y Juanita, fueron sus valientes.
Caparrós es verbo afilado,
no vende verdades blandas.
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Decía que el “yo” es un lente,
para mirar, no para narrarse.
Le huía a los adjetivos,
si lo hacían disfrazarse.
Contaba sílabas vivas,
buscando el ritmo escondido,
y al escribir elegía
palabras con desafío.
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(Estribillo)
Carlos, Pablo, Pere y Joseph, le seguían el cuento,
María, Sofía, Paula y Juanita, fueron sus valientes.
Martín escuchaba y dejaba
que las voces hablaran solitas.
⸻
Se escucharon historias de
un monseñor convertido en estampita,
un muchacho reconvertido,
y la gorda que exigía ser comida.
Hablaron de ríos sin nombre,
de blanquitos y de negritos,
de políticos malnacidos
y tíos rotos por dentro.
⸻
(Estribillo)
Carlos, Pablo, Pere y Joseph, le seguían el cuento,
María, Sofía, Paula y Juanita, fueron sus valientes.
Y Martín con su silencio,
abría puertas a lo no-dicho.
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El Abello dio las gracias,
el hijo de Gabo entendió,
la Marta gozaba el cuento,
y Martín se sonrió.
Desde el año dos mil uno,
Martín va sembrando rebeldía,
en la GABO experimentando
otra forma de poesía.
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(Cierre - Estribillo final)
Esta historia sucedió, en junio en Torrelodones,
cuando Don Martín enseñó, a contar con ganas.
Y Carlos, Pablo, Pere y Joseph, ya saben el cuento,
María, Sofía, Paula y Juanita, siguen valientes.
El porro de Martín
“Riddim de Don Martín”
Reggae Roots (Tempo medio: ~74 bpm)
Tonalidad sugerida: Am (la menor)
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[Intro – hablado sobre instrumental]
(Acordes: Am – G – Dm – Am)
Y esta es la historia que pasó en Torrelodones, España…
En junio del 2025…
Don Martín llegó con su fuego, y ocho plumas lo siguieron…
Escucha…
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[Coro – Cantado]
(Acordes: Am – G – F – G)
Carlos, Pablo, Pere y Joseph…
María, Sofía, Paula y Juanita…
Contaban la vida sin trampa ni miedo,
al lado del hombre que el verbo hizo acero…
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[Verso 1]
(Acordes: Am – Dm – G – Am)
Caparrós era su nombre,
Martín su apellido,
no seguía a los dioses,
ni a reyes vencidos.
Escribía crónicas,
con filo encendido,
y usaba su bigote
como marca y estilo.
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[Coro – Repite]
(Acordes iguales)
Carlos, Pablo, Pere y Joseph…
María, Sofía, Paula y Juanita…
Ocho valientes de palabra afilada,
junto al cronista que el alma narraba…
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[Verso 2]
(Acordes: Am – Dm – G – F)
Decía que el “yo”
era espejo, no centro,
que al final le huía
y empezaba contento.
Jugaba con sílabas
como tambores,
y a las frases les daba
su propio sonido y colores.
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[Puente – tipo “llamada y respuesta”]
(Acordes: Dm – G – C – Am)
— ¿Y qué decía?
— Que escribir es elegir…
— ¿Y qué decía?
— Que sin ideas no hay raíz…
— ¿Y qué decía?
— Que religión no es pa’ él…
— ¿Y qué hacía?
— Escuchaba y dejaba ser…
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[Coro – Repite con energía]
(Subir un tono, a Bm por ejemplo, para elevar intensidad)
Carlos, Pablo, Pere y Joseph…
María, Sofía, Paula y Juanita…
Cuentan historias de fuego y memoria,
verdades duras que encarnan la historia…
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[Verso 3 – Historia dentro del riddim]
(Acordes: Am – F – G – Am)
Un monseñor convertido en estampita,
un joven que convirtió su vida en bendita.
Una gorda comelona de amor y comida,
ríos que buscan la palabra escondida.
Negritos que al blanco miran de frente,
políticos sucios, ausentes, dementes…
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[Break instrumental – solo de guitarra o melodía vocal]
(Improvisa sobre Am – G – F – G, mantén riddim reggae con groove suave)
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[Verso final – Lento y reflexivo]
(Acordes: Dm – G – C – Am)
El Abello agradeció,
el hijo de Gabo entendió.
La Marta lo gozó,
y Caparrós… sonrió.
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[Coro final – Repite con mantra]
(Todo el coro puede cantarse varias veces con armonías vocales)
Carlos, Pablo, Pere y Joseph…
María, Sofía, Paula y Juanita…
Siguieron el cuento, marcaron el paso,
la crónica viva… el periodismo sin lazo…
⸻
[Outro – Hablado sobre instrumentos y desvanecimiento]
(Am – G – Dm – Am, bajando volumen)
Desde el 2002…
La GABO vibra con las palabras de Caparrós…
Y en junio del 2025,
Don Martín enseñó…
a escuchar antes de escribir.