Relatoría del taller Narrar Nueva York, con Felipe Restrepo Pombo
1 de Noviembre de 2024

Relatoría del taller Narrar Nueva York, con Felipe Restrepo Pombo

Nueva York, EEUU, del 9 al 12 de octubre de 2024 / Organizadores: FILNY de CUNY y Fundación Gabo
Ángel Melgoza

Introducción

Utilizar la mirada curiosa como lo hizo en vida el propio Gabriel García Márquez, o tomar su obra como una inspiración, con ese objetivo se reunieron once periodistas de cinco países latinoamericanos (Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela) para trabajar sus propuestas y escribir historias desde y sobre la ciudad de Nueva York.

El maestro invitado y el principal encargado de hacer comentarios, sugerencias y plantear ejercicios para fortalecer la sensibilidad y la creatividad a la hora de reportear y pensar en propuestas editoriales, fue el periodista colombiano Felipe Restrepo Pombo.

La crisis de los modelos de negocio de los medios de comunicación ha vuelto común la precarización de la labor periodística. Pero, a pesar de ello, los contadores de historias de hoy tienen más herramientas que nunca antes para narrar –desde lo sonoro, lo visual, el texto y las mezclas de elementos– y para dar a conocer su trabajo, a partir de las posibilidades que brindan los medios digitales.

Las oportunidades son enormes, así como los retos que plantea esta apertura. Por eso, este taller impartido por Restrepo Pombo fue útil para promover un periodismo sensible al contexto, respetuoso con quienes comparten sus historias, cuidadoso en el lenguaje, meticuloso en su proceso de trabajo y con objetivos narrativos bien definidos. Un periodismo que siempre estará vigente y será, parafraseando a Miguel Ángel Bastenier, la única manera que como periodistas tenemos de hacer un mundo mejor, que es haciendo un periodismo mejor.

1) ¿Qué es una historia?

Reflexión teórica: el texto narrativo y el informativo

“Los datos y la información son la base de nuestro oficio, pero qué interesante es utilizar esa investigación para construir historias”

Felipe Restrepo

 

Felipe Restrepo comparte cuatro historias a los participantes. Pregunta cuáles son las principales diferencias. No se confundan, dice Restrepo. No se trata de mejores y peores textos; soli son distintos.

Los dos textos de la izquierda tienen titulares como “Ven insuficiente y negativo para la economía el plan del gobierno”, mientras que los dos de la derecha llevan títulos como “La travesía de Wikdi”. Los de la izquierda son textos informativos, cargados de cifras, citas textuales de personas expertas y/o funcionarias, y el uso de acrónimos para referirse a instituciones públicas o entidades privadas. Por el contrario, los de la derecha cuentan una historia y presentan a uno o dos personajes. Así es: en los textos narrativos hay personajes, mientras que en los informativos hay fuentes. Es importante notar la diferencia entre contar una historia, e informar sobre un hecho o una situación. ¿Qué otras diferencias se pueden encontrar?



Textos informativos

   Textos narrativos

Se enfoca en lo abstracto

   Se enfoca en historias concretas

Reproduce citas directas

   Reproduce diálogos

Es cronológico o lineal

  Es una estructura construida por escenas

Escrito en tercera persona

  Escrito en primera persona

Son ‘objetivos’

  Son subjetivos

Incluyen datos

  Construyen contexto

Informan

  Sugieren

 

Para Felipe Restrepo los textos narrativos son más memorables. Las historias y sus detalles dejan una mayor impronta en los lectores, quienes pueden recordar con mayor claridad a los personajes, los lugares que habitan y las problemáticas que enfrentan. Por el contrario, los textos informativos por lo general son impersonales, y a pesar de que resaltan y contextualizan con datos, acontecimientos y declaraciones, se olvidan con mayor facilidad.

Esto no quiere decir que los textos narrativos no informen o que no contengan datos o citas –por supuesto que lo hacen–; la diferencia es que informan a través de la vida o la historia de uno o un conjunto de personas.

Lectura: “El llamado sandinista”

“El llamado sandinista” es el título de texto extraído del libro Con la sangre despierta, publicado por la editorial Sexto Piso, que Restrepo compartió con los participantes. En él la periodista Alma Guillermoprieto cuenta cómo en 1973 viajó a Chile y, mientras volaba, recibió la noticia que el gobierno de Salvador Allende había sido derrocado por un golpe militar y que éste se había suicidado. Cinco años después, casi sin esperanza de alcanzar a ver un avance de las fuerzas de izquierda en la región, se encontró con las imágenes de un grupo de guerrilleros que tomaban rehenes en Nicaragua en lo que se convertiría en un exitoso golpe de estado al gobierno del dictador Anastasio Somoza. Tan rápido como pudo, y desconociendo gran parte del contexto de la guerrilla en aquel país, Alma compró un vuelo y viajó hasta Managua para presenciar ella misma aquella revolución latinoamericana. El relato de Guillermoprieto bien puede entenderse como parte del proceso en el que un periodista aprende el oficio de reportear.

Durante el taller, Felipe Restrepo y los talleristas volvieron a leer fragmentos del texto y reflexionaron sobre la importancia de hacer una investigación previa antes de viajar o hacer las entrevistas para una historia. También se resaltó la necesidad de diferenciar entre fuentes primarias y secundarias: sí, la gente local como un taxista o un vendedor puede ayudar a contextualizar o resolver algunas dudas, pero no son las fuentes primarias. “Sirven para entender, pero no los citen en la historia”, dijo Restrepo.

Sin embargo, el hecho de que una fuente no se cite en el trabajo final, no le resta el respeto que un periodista debe tener a todas sus fuentes. Porque cuando un periodista quiere entregarse a una historia, lo hace con una curiosidad real, y se debe conducir con total respeto por las personas. Para Restrepo en gran medida el hecho de que cada día más personas duden de los medios, y del trabajo de los periodistas, recae en que muchos hemos hecho mal nuestro trabajo y abusado del poder que nos da tener un micrófono, una cámara o una grabadora. Algunos colegas se sienten con el derecho de llegar y hacer las preguntas más descarnadas y terribles a las víctimas o a sus familiares para provocarles el llanto. Esto habla de lo mal que nos hemos conducido. No importa si hay poco tiempo para hacer una entrevista, siempre es fundamental mostrar respeto y atención. 

“Nos tenemos que ganar el derecho a que la gente nos cuente su historia”, dice Restrepo. El periodista debe darse el tiempo de escuchar a las personas, y no solamente porque va a utilizar algo de ese testimonio para su historia, sino porque una persona está contando una parte de su vida. E incluso porque, como dice Restrepo, “cuando la gente se siente escuchada, cuando se siente respetada, también empieza a contar las cosas más interesantes”.

El cuidado por las personas que comparten su testimonio, y la preparación previa son indispensables, pero al hacer reportería el periodista se encontrará con situaciones que no había previsto y posibilidades que no había contemplado. Una de las mejores capacidades a desarrollar es la adaptación: “Llegar a un lugar, y hasta olvidarse de esa cosa previa que uno tenía, para poder estar en el lugar, estar en el momento presente”, enfatiza Restrepo.

Un reportero debe aprender a realizar una investigación documental, a hacer un plan para salir al campo, a realizar las entrevistas, pero también, debe entrenarse para sentir. “Lo que he aprendido y lo que hago cuando reporteo es que cualquier detalle que veo lo voy anotando; pueden ser colores, formas, cualquier cosa que entra en una lista que al momento de escribir me servirá para darle un ambiente a mi historia”, dice Restrepo; y aunque no sea utilizado todo lo anotado en esa lista, sí está siendo entrenando el oficio de sentir.

Ejercicio: Reportear con los sentidos

Restrepo plantea un ejercicio de reportería que consiste en encontrar un espacio para pasar veinte minutos poniendo toda la atención en uno de los cinco sentidos: oído, vista, olfato, tacto o gusto. Y después escribir un texto, no una historia, no una narración; solo una descripción de ese espacio, utilizando solo uno de los sentidos.

Una de las mayores tentaciones es la de utilizar más de uno de los sentidos, y la otra es la de contar una historia: escribir un texto con un inicio, un desarrollo y un desenlace. Sin embargo, el ejercicio implica solo describir un espacio desde uno de los sentidos.

Con esto, se busca despertar los sentidos, aprender a ver de otra manera, a estar en un lugar, estar con alguien, y a ejecutar la reportería con una mayor conciencia. Entrenarse en el oficio de sentir permite escribir historias que puedan transmitir mejor las sensaciones, para que los lectores tengan una experiencia sensorial a través del lenguaje, que los transporte a otra realidad.

2) Las escenas y los personajes

Lectura: El sí de los niños

“El sí de los niños”, crónica del argentino Martín Caparrós, traslada al lector a las playas paradisíacas de Sri Lanka en el Sudeste Asiático. Pero no lo lleva a disfrutar de sol, arena y mar, sino que lo introduce al monstruoso mundo de la prostitución infantil y sus actores. Este trabajo de Caparrós ha sido objeto de múltiples críticas por las implicaciones de su reporteo y porque, para algunos lectores, el texto empatiza demasiado con los hombres, generalmente blancos y europeos, que viajan a los destinos donde se realiza este tipo de prosititución ilegal.

Por un lado, para llevar a cabo esta investigación, Caparrós no le podía decir a ninguna de sus fuentes que él era periodista. Se hizo pasar por un hombre, blanco y para el resto presumiblemente europeo, que también estaba en esas playas como un cliente más. Y por el otro, la historia arranca con la descripción de Bert, un alemán de cuarenta y nueve años que trabaja en una empresa óptica, y tiene dos hijos universitarios y una esposa a la que “Bert dice que él siempre le dio lo mejor y que no tiene de qué quejarse, y debe ser cierto”, leemos en la crónica de Caparrós.

Felipe Restrepo abre la lectura de fragmentos de la crónica y la discusión trayendo a la mesa estas dos críticas que se le han realizado al trabajo. Y dice que él no le recomienda a sus estudiantes, talleristas o colegas hacer ejercicios de inmersión, o de incógnito, pues para él es importante hablar on the record: que el entrevistado sepa que está siendo grabado y que acepte hablar de forma oficial con el periodista. Aunque reconoce que esta práctica tiene sus limitaciones, pues una crónica como “El sí de los niños” habría sido imposible.

Restrepo resalta que ésta es una de esas historias que permiten vivir el terror de una realidad que parece normalizar lo que las autoridades a nivel global no han podido impedir: la prostitución de menores de edad. El mismo Caparrós cuenta en la crónica, y después lo ha comentado en talleres, que sentía ganas de golpear a esos hombres con los que conversaba, o llamar a la policía y entregarlos, o dejarlo todo y salir huyendo de vuelta a casa. Pero se dio cuenta de que lo mejor que podía hacer era estar ahí, convivir con esas personas, y observar para narrar.

Caparrós pasó un mes en Sri Lanka con estos individuos, y también con las familias de algunos de los chicos. Por las mañanas convivía y observaba, por las noches escribía y ordenaba. “Me gusta leerlo en mis talleres porque para mí es un gran ejemplo de construcción de escenas”, dice Restrepo, y pregunta: ¿Qué sintieron al leer este texto?

Reflexión teórica: La construcción de escenas

“El lenguaje es limitado y a veces no nos alcanza para describir un sabor. Justo por eso en cada texto tenemos que medir cada palabra que elegimos”

Felipe Restrepo

Después de la lectura de las crónicas de Martín Caparrós y Alma Guillermoprieto, Restrepo se enfoca en los elementos ayudan a construir escenas y ampliar su efecto:

1. Hacer énfasis en los detalles. A través de un reporteo sensible, en el que se utilizan los cinco sentidos, se pueden identificar elementos y detalles que más tarde podrán ser retomdos para construir las escenas de una crónica.

2. Balance entre información, acción y diálogos. Encontrar el equilibrio entre las acciones de los personajes de la crónica, sus palabras y la introducción de información llevará a que las escenas se sientan cercanas y profundas sin dejar de mantener a los lectores informados sobre el tema o problemática que la historia retrata. Una recomendación para ello es construir una línea del tiempo, donde se puedan ver las fechas cronológicas de los hechos y los personajes involucrados. Al construir la estructura de la historia, se garantizará que no queden por fuera los momentos clave incluso si se utiliza una narrativa no lineal.

3. Apelar a las emociones y las sensaciones. Es importante destacar en la libreta de apuntes las emociones y sensaciones que genera caminar por cierto barrio o la casa de una persona, la cercanía o tensión con una fuente; al identificarlo, el periodista podrá ser más consciente a la hora de escribir para transmitir ese sentimiento.

4. Recurrir a la memoria. No siempre existe la oportunidad de anotar todos los detalles, emociones y sensaciones recogidas en una jornada de reporteo, pero siempre es posible encontrar un momento al final del día para hacer una pausa y recordar. Esas notas reconstruidas a través de la memoria suelen ser muy efectivas a la hora de narrar, pues fueron lo suficientemente significativas como para quedar en el recuerdo.

5. Ser eficaz. Ir directo al punto donde inicia la acción, los hechos o la historia. Esto produce que las escenas sean lo suficientemente potentes para mantener la atención del lector. Restrepo comenta, por ejemplo, que Caparrós no inicia su crónica “El sí de los niños” contando cómo le surgió la idea de realizar este trabajo, o cómo viajó por muchísimas horas, cantidad de países y un par de continentes para llegar a Sri Lanka; simplemente arranca y te pone ahí, frente a Bert, el pederasta.

6. Generar empatía. Si los personajes despiertan la empatía del lector, este seguirá las vicisitudes de la historia y estará más abierto a ser tocado emocionalmente pues se sentirá relacionado con ellos. El uso de detalles sensoriales es clave, así como mostrar los deseos, temores y contradicciones de los personajes.

7. Mostrar, no explicar. Una buena escena hace uso de elementos visuales y sensoriales para trasladar al lector. No se limita o conforma con describir a través de adjetivos: no explica, muestra.

Ejercicio: Cincuenta ideas, historias sin cuenta

Divididos en grupos de cuatro, los participantes deben anotar en post-its cincuenta ideas para textos narrativos. Pueden pensar en un título, un personaje, o una historia, lo suficientemente general para ser descrita en pocas palabras. Deben ser realistas y viables. Restrepo les da veinte minutos.

Cada equipo elige las cinco historias que considera más atractivas y las comparte con el grupo. Reciben comentarios breves y reacciones de sus compañeros. Restrepo les pide elegir una sola historia y escribir tres títulos posibles, un sumario o bajada de uno o dos párrafos, una lista de posibles fuentes, una bibliografía con textos, recursos o archivos, un cronograma de trabajo, una definición de las funciones de cada miembro del equipo,  y un presupuesto con los costos y viáticos en caso de ser necesarios.

El papel de Restrepo es el de un editor: cuestiona qué quieren decir cuando una parte del sumario es difícil de comprender, pregunta por sus fuentes o su acceso a ellas, les solicita mayor contexto de sus propuestas, les pide que justifiquen la relevancia o pertinencia de la historia, inquiere sobre los costos y exige claridad sobre los tiempos de ejecución y las funciones de cada miembro del equipo. En pocas palabras logra evidenciar las debilidades y los puntos fuertes de las propuestas. Al final cada equipo encuentra una serie de oportunidades para seguir contando historias de (y desde) Nueva York.

3) ¿Dónde encontrar una historia?

Reflexión teórica: Cómo encontrar historias y personajes

 

“Se que nuestro oficio es de mucha presión y prisa, pero aprendan a darse tiempo”

Felipe Restrepo

Lane DeGregory prefiere escuchar las historias de la gente desde las sombras. Una vez se fue a trabajar con un hombre de 99 años que se dedicaba a barrer un almacén de mariscos. En otra ocasión se acercó a pasar tiempo bajo un puente con una colonia de delincuentes sexuales. Alguna otra vez siguió a una niña feral que había sido adoptada. Lane DeGregory prefiere escuchar las historias de la gente poco convencional desde las sombras. Y uno se podría preguntar, ¿cómo es que DeGregory encuentra, estando en las sombras, tan maravillosas y atípicas historias?

Para ello la escritora enumeró una serie de prácticas para encontrar historias o personajes, una lista que es bastante clara y que Felipe Restrepo comparte con los participantes:

  1. Hablar con extraños 
  2. Leer todo 
  3. Salir a la calle 
  4. Ignorar a la gente importante  
  5. Buscar a los perdedores 
  6. Hacer preguntas absurdas
  7. Trabajar en vacaciones 
  8. Trabajar historias que los demás olvidan 
  9. Ir a bares

Trabajar en vacaciones no significa ignorar a amigos, familia o pareja y volverse adicto al trabajo. Se refiere a tener la curiosidad despierta, a estar atentos incluso en los momentos de placer, y a ver en los pequeños detalles, en las pláticas con desconocidos en los camastros de la playa o en el transporte público, la posibilidad de una historia.

DeGregory ganó un Premio Pulitzer en 2009 por la historia The Girl in The Window (“La niña en la ventana”), que sigue la historia de Danielle, una niña que había estado recluida por años en un cuarto y a la que se describió como “feral” antes de que una familia decidiera adoptarla e intentara sanar sus traumas.

Lectura: “La imprescindible invisibilidad del ser, o la lección de Homero”, de Leila Guerriero

La periodista argentina Leila Guerriero arranca por contar en este ensayo sobre el oficio del periodismo, primero publicado en la revista El Malpensante y después recopilado en obras impresas de la autora, cómo fue que empezó por enterarse —tardíamente, mientras realizaba uno— qué era un perfil, que como todo el mundo sabe, también es conocido como un texto ‘integrado’: integra material de archivo, cierta polifonía de voces y diversidad de recursos.

Restrepo hace hincapié en el trabajo previo a la entrevista al momento de escribir un perfil, un texto narrativo sobre una persona y un momento. Ver sus películas, leer sus libros, o enterarse del trabajo y profesión del entrevistado. Si es posible, hablar con amigos suyos, familiares, quizás hasta una expareja. Y pasar el tiempo necesario con el personaje: no solo entrevistarlo sino acompañarlo en sus labores, en sus días cotidianos, porque es a través de pasar tiempo con la gente que la historias cobran mayor claridad.

Una de las bellezas de este oficio, comenta Restrepo, es que hay todo un camino de posibilidades abierto, “y aunque alguien como yo les puede recomendar una serie de cosas, eso no significa que haya una sola manera” o un puñado de formas correctas de hacer las cosas. Y ese también es el desafío: encontrar las formas propias de crear textos integrados.

Lectura: “El poder de una mirada”, de Felipe Restrepo Pombo

Este perfil retrata un día en la vida del internacionalmente famoso fotógrafo de moda colombiano Ruven Afanador. Un día en su vida, que se refracta para iluminar su nacimiento e infancia en Bucaramanga, Colombia, para después dejarnos ver la emigración de su familia a los Estados Unidos y su romance con la fotografía que creció aún más desde que sus padres le regalaron aquella primera cámara Minolta.

Para llegar hasta Afanador, y poder verlo en su estudio, trabajando y fotografiando a estrellas de la música, el cine y el entretenimiento como Courtney Love, Sarah Jessica Parker y Hugh Grant, Restrepo dedicó muchas horas llamando, enviando correos electrónicos y esperando una respuesta. Cuando por fin, meses después, consiguió que la representante de Afanador le hiciera una llamada: “Ruven quiere saber por qué lo estás persiguiendo tanto”.

Restrepo acabó prometiéndole a la representante que en dos días podía estar en Nueva York para entrevistar a Afanador. Pero resultaba que Restrepo no tenía entonces ni autorización de su editor para hacer la historia, ni mucho menos dinero del medio donde trabajaba para cubrir los gastos de viajar, dentro de las próximas 48 horas, a Nueva York desde la Ciudad de México, donde vivía.

Después de contar las vicisitudes que lo llevaron a presenciar un par de días de trabajo de Ruven Afanador, y entrevistar a amigos y familia, Restrepo escribió el perfil “El poder de una mirada” que se encuentra recopilado en su libro Perfiles anfibios. El texto construye escenas donde podemos sentirnos dentro del estudio de Ruven Afanador y presenciar la energía, lágrimas y canto de Courtney Love, o el pragmatismo y la intimidad de Afanador a la hora de hablar de su práctica artística.

La única advertencia que el equipo de Afanador le hizo a Restrepo fue no incluir detalles de su vida personal, y cuando Afanador se enteró que Restrepo había entrevistado a su madre montó en cólera y le hizo saber a Restrepo que no quería que nada de lo que le había dicho se publicara. Restrepo fue a donde su editor, le contó la situación y le dijo que temía una posible demanda del equipo del fotógrafo. Su editor dijo: “el material es tuyo, no es de él; y bueno, haz el texto para que no nos demande”. Fue una forma sencilla de decir “haga su trabajo, y hágalo bien”.

Restrepo le envió la versión final del texto al equipo de Afanador y la representante le llamó de vuelta: “Ruven leyó tu texto, le pareció que es muy buen trabajo, pero no te quiere volver a ver en la vida”.

Al recordar las palabras del fotógrafo, Restrepo dice: “Me pareció justo, y tampoco hago un texto para que quede feliz el perfilado; lo hago para mis lectores”. A partir de esta experiencia Restrepo destaca tres elementos a forma de lección: paciencia, discreción y saber leer a quien vamos a entrevistar.

Sobre el maestro 

Felipe Restrepo Pombo es maestro de la Fundación Gabo. Ha sido seleccionado como uno de los mejores autores jóvenes de Latino América por el Hay Festival, y recibió el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 2021. Ha publicado seis libros y dirigió la revista Gatopardo durante seis años. También fue editor en Capital Digital (México, América Latina). Y actualmente es el editor general de la colección Crónicas de la Editorial Anagrama (España, América Latina), y es el Coordinador y Jurado del Premio de Periodismo Anagrama.

Sobre el taller

El taller Narrar Nueva York se realizó del 9 al 12 de octubre del 2024 en el marco de la Feria Internacional del Libro de la Ciudad de Nueva York, organizada por el Mexican Studies Institute de CUNY (The City University of New York), y la Fundación Gabo. 

Para la fundación este taller es parte del programa “de 10 a 100”, que honra la memoria de Gabo a diez años de su fallecimiento, ocurrido en abril del 2014, y celebra el próximo cumplimiento de los 100 años de su natalicio, que se cumplirá en marzo de 2027.
 

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