El acto de publicar contenidos en función de atraer el mayor número de clics que direccionan a una página y viralizan contenido en la web, si bien ha resultado una práctica beneficiosa para que los medios logren cautivar audiencias, en algunos casos ha sobrepasado los límites, acabando incluso en disputas legales.
A esa forma de incentivar el tráfico web se le conoce como clickbait (literalmente, carnada de clics o anzuelo de clics), una clase de estrategia que consiste en titular de forma llamativa para que los usuarios de internet entren al enlace, aunque cuando lleguen al contenido terminen decepcionados porque no era con lo que esperaban encontrarse o la información no correspondía a lo que el titular les vendía.
El pasado mes de abril, según reportó el diario Nius, la presentadora española Ana Rosa Quintana logró a través de la firma de abogados de su hijo Álvaro Rojo, una sentencia pionera contra las noticias falsas y denigrantes que involucraban su nombre.
A lo largo de la disputa legal, la firma presentó una veintena de titulares falsos sobre su cliente, en los que se recurría a su nombre porque, según reza la sentencia, “era una de las palabras clave que el motor de búsqueda de Google identificaba, de manera que era imprescindible el uso de esta” para que la noticia no se perdiera entre tantos resultados de Google que nadie ve. Por este caso, el Diario Gol fue condenado a pagar 60.000 euros más 30.000 en gastos del proceso judicial.
Además, un juez obligó a los editores de Diario Gol a retirar las noticias engañosas sobre Quintana y a publicar el fallo de la sentencia en su web, en Twitter y Facebook y a permanecer ahí durante 59 días, el mismo tiempo que permanecieron las citadas noticias en su web.
No es la primera demanda mediática por difamación de clickbait
Un caso similar al de Ana Rosa Quintana ocurrió con Larry Lessig, profesor de la Facultad de Derecho de Harvard y activista político, quien en 2020 anunció una demanda contra el periódico The New York Times por difamación, a raíz de una historia publicada el 14 de septiembre sobre su defensa a Joi Ito, exdirector del laboratorio de medios del MIT, quien tuvo que renunciar a su cargo por vínculos con el financiero Jeffrey Epstein, arrestado por tráfico de menores.
Según Lessig, él se había referido a que su amigo Ito estaba siendo el chivo expiatorio en medio de las revelaciones de que altos funcionarios del MIT aprobaron y ayudaron a ocultar las donaciones de Epstein al MIT. Sin embargo, señaló que recibir dinero de personas como Epstein fue un error debido al daño que causaría al revelarse. En este sentido, anotó: "Si vas a aceptar [donaciones de ciertos tipos de delincuentes] entonces solo debes tomarlas de forma anónima”.
Según Lessig, a lo que se refería con estas anotaciones es que, si bien estaba permitido aceptar contribuciones de delincuentes cuando su dinero no provenía de acciones ilícitas, el caso de Jeffrey Epstein, dada la gravedad de los delitos, era una excepción.
Dichos comentarios dieron pie a un titular en The New York Times en el que se advertía: “Un profesor de Harvard insiste: si aceptas el dinero de Epstein, hazlo en secreto”. El artículo comenzaba de la siguiente forma: “Es difícil defender una solicitud de donaciones al criminal sexual convicto Jeffrey Epstein. Pero Lawrence Lessig, profesor de derecho en Harvard, lo ha estado intentando”.
Esa historia, según el profesor de Harvard, causó indignación masiva en el campus, entre sus redes sociales en todo el país y en un sinnúmero de víctimas de abuso sexual, lo cual afectaba directamente su reputación. Por estas razones emprendió acciones legales contra el medio.
Finalmente, Lessig retiró su demanda porque The New York Times terminó accediendo a cambiar el titular que había generado la disputa.
Una sentencia que sienta jurisprudencia
La sentencia al Diario Gol sienta un precedente que lleva a los medios de comunicación a analizar aspectos como el manejo que se le da a ciertos temas a la hora de hacerlos más atractivos para las audiencias en internet, sin importar que sean de tipo cultural, político, económico o social. Vale la pena que los periodistas y medios de comunicación replanteen el valor ético de titulares pensados por el clickbait.
Acciones como esta también protegen a las fuentes de la vulneración a derechos como el buen nombre y lleva a cuestionarnos si en la guerra por el clic está bien pasar por encima de la ética y provocar este tipo de confusiones que finalmente afectan el ejercicio periodístico.
Más allá incluso de la cuantía de la multa que le han puesto al diario, la sentencia merece importancia por ser la primera que se falla en España para proteger, en este casos a famosos, de este tipo de prácticas. Al crearse jurisprudencia en torno a la ‘batalla’ por el clickbait se alerta a los medios que insisten en una práctica que podría considerarse deshonesta.