La palabra que no se acepta

La palabra que no se acepta

Por Mónica Yemayel

Dos perros de la policía olfatean rincones y unos cuantos hombres de seguridad vestidos de civil -de cuerpos grandes y trajes oscuros- definen cuál será la posición que ocupará cada uno, y dónde deberán poner las manos según el protocolo, si cruzadas por delante o por detrás. Atardece en el Centro de Convenciones de San Juan de Puerto Rico y, cuando el sol del Caribe empieza a caer sobre el mar, las medidas de seguridad se extreman. Pero todo eso que está pasando no es por Luis Ramón Sánchez,  emblemático escritor de la isla y autor de La guaracha de Macho Camacho, sino por el Rey.  Mañana, martes 15 de marzo de 2016, será la inauguración del VII Congreso Internacional de la Lengua Española y los Reyes estarán aquí. Vendrán a plantar la bandera de la lengua española en la isla que le pertenece a los Estados Unidos bajo el estatus de Estado Libre Asociado. El gesto parece ser bienvenido y toda la atención está centrada en la visita de la realeza y su seguridad. Las vallas rodean el lugar. Unos soldados han descendido de un camión del ejército y descansan sentados sobre la vereda. Hay poca gente circulando aún. Dos ejecutivas conversan en la entrada y una le dice a la otra que el servicio secreto ha sido puesto en acción. Es posible que al día siguiente, cuando todos comiencen a llegar, nadie repare demasiado en un puertorriqueño alto, de piel cobriza, modales orgullosos y cabellos blancos peinados hacia atrás. Y aunque no haya sido por él que los perros olfateaban ayer los rincones, ni por él las vallas, ni por él los hombres de seguridad ensayando sus protocolos, Luis Rafael Sánchez subirá al estrado cuando sea su turno,  tomará la palabra y hará que el público "hasta entonces bastante inmutable a los discursos de inauguración- aplauda de pie. El poeta hablará claro. Dirá que el credo independentista falla en las urnas. Pero no en la calle. Que los puertorriqueños no se resignan a perder la ciudadanía estadounidense. Pero tampoco su idioma, su cultura y su bandera. Mientras siguen desojando la margarita del colonialismo ellos crean "puertorriqueñidad", una lengua y una cultura privativa de Puerto Rico, y una palabra que la Real Academia no se digna a aceptar. Después hablará el Rey y citará al poeta. Y después hablará la máxima autoridad de la isla, el Gobernador, y citará al poeta. Ambos dirán, por convicción o necesidad,  la palabra que no tenían pensada: "puertorriqueñidad". Entonces, una vez sacudidas las hojas de la corrección política, el poeta se irá manso, discretamente. En guagua, tal vez. Porque dicen que a Luis Rafael Sánchez  le gusta irse así, como un fantasma o un viento.     Este texto se produjo durante el Taller "El periodismo que cuenta", que conduce Juan Cruz, convocado por la FNPI en alianza con el Séptimo Congreso Internacional de la Lengua Española - CILE y con el apoyo de CAF, Banco de desarrollo de América Latina. El taller se celebra en San Juan Puerto Rico, del 15 al 19 de marzo en San Juan, Puerto Rico, en el marco del CILE 2016.

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