El deber de los deberes humanos fue el tema de la charla que el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez y Pilar del Río, presidenta de la Fundación José Saramago, abordaron en la octava edición del Festival Gabo. La conversación giró en torno a las oportunidades que plantean los deberes humanos en la construcción de una nueva ciudadanía que cuente con más herramientas para enfrentar los retos prioritarios actuales como la raza, el medio ambiente, el género, o el ejercicio democrático.
La charla comenzó con un breve homenaje a Eduardo Lorenzo, escritor y crítico literario portugués, que murió esta semana y fue un cercano amigo José Saramago, a pesar de ser muy diferente a él: era creyente, mientras Saramago era ateo. “Era un sabio que reflexionó sobre la escritura universal, quiénes somos, para dónde vamos y los horrores que se hicieron durante la colonización de América”.
Vásquez invitó a Pilar, quien fue compañera de Saramago, a recordar cómo era la relación del escritor portugués con Gabriel García Márquez. Según ha destacado Jaime Abello, director de la Fundación Gabo, una de las pocas fotos donde Saramago aparece sonriendo es aquella donde sale acompañado del nobel colombiano, la cual reposa en la sede de la Fundación en Cartagena de Indias. “Tenían una relación muy macho. Se entendían muy bien. Compartían preocupaciones, causas, pero sobre todo, compartían una forma de sentirse felices”, recordó Del Río.
Al igual que Gabriel García Márquez, José Saramago siempre estuvo preocupado por los problemas de su tiempo y a lo largo de su vida aportó reflexiones universales que hoy son más vigentes que nunca. En su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 1998, cuando se cumplían 50 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el escritor portugués manifestó que ningún derecho podría subsistir sin el ejercicio de los deberes que le corresponden, e instó a la ciudadanía a que “con la misma vehemencia con que reivindicamos los derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes”. La idea que se sembró en ese discurso ha sido trabajada por la Fundación José Saramago y organizaciones aliadas que asumieron la redacción y promoción de un catálogo de deberes y obligaciones publicado en 2016.
El deber del escritor
Según Del Río, existe una imagen de los escritores como seres alejados de la realidad, que describen mundos ficcionales desde el ostracismo y la soledad que les permite vivir su propia fama. Vásquez resaltó que, a pesar de que Saramago pasó sus últimos días en Lanzarote, una isla aparentemente alejada de la cotidianidad, él lograba mantenerse al tanto de lo que sucedía en el mundo y participar e incidir con sus escritos. “Más que una isla de piedra, era un puente, una balsa de piedra por donde se transitaba muy bien de un lado a otro”, comentó Pilar.
Tanto Gabo como Saramago compartían la preocupación por la relación entre Europa y América. Según Vásquez, Gabo temía que Europa no entendiera a América, mientras que Saramago se esforzaba por acercar Europa a América Latina.
Desde la perspectiva de Pilar, la labor de la Fundación Saramago ha venido logrando importantes avances para hacer real este acercamiento, pues hoy en día es más fácil que antes el encontrar autores hispanoparlantes en las librerías de Portugal, y más autores lusoparlantes en las estanterías de Latinoamérica.
Deberes y obligaciones de los ciudadanos
Según el autor de Los Informantes y El ruido de las cosas al caer, es posible rastrear los orígenes de su preocupación por la importancia de los deberes de los ciudadanos en un discurso pronunciado en 1998. “Ningún derecho podrá subsistir sin la simetría de los deberes que le corresponden. Con la misma vehemencia y la misma fuerza con que reivindicamos nuestros derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes”, declaró Saramago entonces.
Del Río respondió recordando que García Márquez, en su discurso de aceptación del Nobel en 1982, también manifestó su afán por animar a los ciudadanos de América Latina a alzar su voz y dar a conocer al mundo las injusticias que vivían a manos de los regímenes autoritarios que sumían a sus poblaciones en la pobreza y la censura.
No es casualidad que la carta de deberes y obligaciones de los ciudadanos formulada por Saramago se formulara justo cuando se cumplían 50 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos, según señaló Vásquez. Incluso, la carta aborda temas que no eran preocupación de la humanidad hace medio siglo, como lo son el respeto por los diferentes tipos de familias e identidades sexuales que pueden existir en la sociedad, así como por el respeto de los derechos de los animales no humanos.
Estamos ante un documento que establece un nuevo pacto social para los ciudadanos de la era digital en la que vivimos, como se propone en el numeral ocho de la carta. “Todas las personas y los medios de comunicación, incluidos los participantes de redes sociales, tenemos el deber y la obligación de velar por la veracidad de la información transmitida, por la salvaguardia de la intimidad y respetabilidad de las personas y por el uso responsable del ciberespacio”.
Aunque han pasado ya cuatro años desde su formulación, la carta, en lugar de sentirse desactualizada, cobra mayor vigencia. Incluso en este año de pandemia, el artículo 13 que habla del deber de los ciudadanos de cuidar su salud resulta tremendamente valioso. “Todas las empresas farmacéuticas y médicas tienen el deber y la obligación de compartir conocimiento científico y técnico y de fijar los precios de los medicamentos de forma que no se impida el acceso de la población a condiciones básicas de salud”, reza el documento.
De acuerdo a Pilar, esta actualidad que todavía tiene el documento se debe a que escritores como García Márquez y Saramago eran grandes observadores de la realidad, motivo por el cual podían ver con claridad la necedad del mundo, y advertir los problemas a los cuales se podría enfrentar en el futuro.
Sobre el Festival Gabo
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