Reflexiones sobre ética y estética en el periodismo (entrevista)
20 de Junio de 2012

Reflexiones sobre ética y estética en el periodismo (entrevista)

En esta ocasión Juan David Torres Duarte, periodista de El Espectador, nos habla acerca de como el oficio del periodismo necesita elementos de la estética y la ética para sostenerse.

A propósito del artículo titulado “Notas sobre el periodismo”, publicado por Juan David Torres Duarte en el Magazín de El Espectador y en la revista digital Antropológika, contactamos al autor para ampliar sus ideas sobre la función ética del periodismo.

En el artículo, Torres afirma que “nuestras palabras (las de los periodistas) forman un mundo; no cabe duda de que ‘creamos’. Por eso somos artistas. Por eso hay que hacerlo con respeto, decencia y juicio. El efecto que provocamos a través de nuestras narraciones nos conmueve, nos obliga a repensar. Nos llena de preguntas, que es el modo en que comienzan las verdaderas revoluciones. Remueve los presupuestos, desnuda los prejuicios. Así que el periodismo no tiene sólo un efecto estético, sino también ético”.

Ese párrafo en especial nos motivó a buscarlo para conversar respecto a ética y periodismo. En la entrevista concedida a Hernán Restrepo, gestor de contenidos de la Red Ética de la FNPI, Torres Duarte ofrece comentarios adicionales sobre el impacto que el periodismo tiene en la visión de mundo de los lectores, su objetivo o función en la sociedad y la relación entre periodismo, arte y filosofía.

Hernán Restrepo (HR): Usted dice en el ensayo que el periodismo no tiene un efecto solo estético sino también ético. ¿Podría explicarnos cómo llega a esa conclusión?

Juan David Torres Duarte (JDT): Considere esto, Hernán: podríamos decir que, además de ofrecer al lector un brochazo del mundo, una buena nota periodística busca iluminar algo de la esencia de ese mundo. Es obvio, no quiere quedarse a medio camino y sólo mostrar y ya. No sólo describir, sino también descubrir.

Un periodista crea un texto (o una nota, o un documento audiovisual) a partir de lo que ve, pero (quiéralo o no) también plantea una hipótesis sobre lo que ve. Una hipótesis que, en muchos sentidos, es política. Una hipótesis que, además de responder a los lectores, sobre todo debe generarles preguntas. Y allí, si bien sigue buscando un efecto estético, sobrepasa ese nivel y busca que los lectores se pregunten, refuten, critiquen.

El buen periodismo, si bien encuentra respuestas, busca conmover a sus lectores. Ése es su efecto ético: no le da gusto a los lectores reafirmando sus propias creencias, sino removiéndolas. Así que el periodismo es casi un acto de agresión, un sacudón.

HR: ¿Por qué decidió resaltar en su artículo el efecto ético que tiene el periodismo en los lectores y la sociedad en general?

JDT: Porque si en algo se diferencian la Iglesia y el periodismo es en que este último no tiene dogma; lo único que busca es ver y, de un modo muy humilde, comprender. No pretende, como la Iglesia o cualquier religión ortodoxa, tener las respuestas de antemano. Ése es su efecto ético: al lector no le muestra un mundo ya conocido, sino que lo pone en duda y le permite observar otros caminos y preguntarse sobre sí mismo. Pero ése es un efecto, no un objetivo del periodismo.

HR: También dice que el periodismo tiene un efecto estético, pese a que los periodistas no tenemos estética, no hacemos arte. ¿No es esto una contradicción?

JDT: No. Los periodistas no tenemos estética (ni un pensamiento estético, ni sabemos qué es la estética) porque no se nos viene en gana preocuparnos por la forma, el fondo, la sonoridad, la calidad y la profundidad de un texto. No por eso el periodismo, en sí mismo, no tiene un efecto estético.

Son los periodistas (no todos, pero aquí no me voy a poner a especificar) quienes carecen de arte, pero el mundo siempre está disponible para ser contado de un modo acertado, iluminador. Y carecen de arte porque les parece que es demasiado complejo, porque, dicen algunos, sólo saben leer, escribir e investigar y “eso de la filosofía” les resulta complicadísimo de entender. Un oficio que prescinde de la filosofía, que es una forma de mirar sus propios errores, está condenado a morir o a permanecer de un modo muy tradicional. Como el buen viejo que es respetado por su edad, pero poco admirado por sus ideas.

HR: Concluye el texto diciendo que el periodismo no sirve para nada. Sin embargo, también afirma que el periodismo tiene efectos éticos. ¿No hay aquí otra contradicción?

DT: De nuevo, no creo. Son dos asuntos distintos. El periodismo no sirve para educar a nadie, ni le va a salvar la vida a las personas cuyas casas han sido inundadas por la crecida de un río, ni va a derrocar presidentes. En ese sentido, el periodismo no es útil. Sin embargo, sí provoca efectos en la sociedad: la gente se informa y conoce cómo funciona su aparato democrático, en qué va, puede conocer historias de otros lugares a los que jamás accedería y conmoverse con los relatos. Efectos y utilidad son dos asuntos distintos. El periodismo es inútil, pero a pesar de todo conmueve. Como el arte.

HR: Afirma en artículo que es exagerado decir que el periodismo salva a la democracia. ¿No es injusta esta afirmación con los periodistas que han sido encarcelados o silenciados por defender los valores democráticos?

La afirmación, en el texto, tiene otro sentido. Si hay periodistas que creen que con el periodismo pueden defender los valores democráticos, no los contradigo. Cada uno apuesta por lo que quiere y una censura (sea por asesinato o exilio o como sea) es injusta en sí misma: nadie puede callar a nadie porque sí, asesinarlo porque sí. Sin embargo, el periodismo, si bien defiende y busca generar una actitud crítica en los lectores, no puede salvar la democracia.

En esencia, un periodista busca que los demás comprendan una situación, que la hipocresía impuesta por las instituciones públicas pueda ser combatida de algún modo. Pero dicha tarea titánica choca con la humildad propia de un periodista (o que debería ser propia). ¿Qué vamos a salvar? ¿Por qué nosotros tenemos que sostener la democracia? Vigilar las instituciones se nos ha convertido, más que en una empresa honrosa, en una tarea que ha pervertido los principios más esenciales. Nos creemos, a ratos puede sentirse, los adalides de la patria, aquellos que tienen las armas de la verdad en las manos. Y eso, además de pretencioso, es mentiroso.

Desde la historia, la democracia y el periodismo se han desarrollado muy a la par. Y es curioso que lo primero que hacen los dictadores para anular las libertades de sus ciudadanos es eliminar los medios que les estorban. De modo que podemos pensar que sí, de hecho, el periodismo tiene un efecto sobre la democracia. Pero, insisto, es un efecto secundario, y no su objetivo principal, que es muy sencillo: retratar, de un modo decente y respetuoso, un entorno que los lectores creen conocer muy bien, pero del que no tienen, en realidad, la menor idea.

Juan David Torres Duarte es periodista egresado de la Universidad Javeriana. Actualmente trabaja como asistente de cierre y periodista de la sección País del diario bogotano El Espectador y antes fue practicante de la sección Vivir, dedicada a temas de ciencia, salud y educación.

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